domingo, 16 de diciembre de 2018

ARCOÍRIS DE CUENTOS





ARCOÍRIS DE CUENTOS

“Frida Gabriela Correa García tiene nueve años y cursa el 4° grado en la Primaria Rural Venustiano Carranza, en Tavera, municipio de Juventino Rosas, Gto. Le gusta contar cuentos desde que tenía cuatro años de edad. Participa como Cuenta Cuentos desde primer año de primaria. Ha ganado para su escuela el primer lugar por tres años consecutivos. También tuvo el privilegio de asistir al taller “Pequeños narradores” en la biblioteca Juventino Rosas, participando en varios concursos donde fue ganadora a nivel estado dos años seguidos y un segundo lugar en el tercer año, todo esto organizado por el Instituto Estatal de la Cultura. También escribe historias de dragones, valores y princesas que cambian la historia. Ha escrito ya cuatro cuentos basados en momentos importantes de su vida como:
            Arcoíris  y la pastilla mágica, que habla del cáncer de mama, el cual  lo hizo pensando en sus abuelitas.
            Los invencibles, se inspiró en sus tíos que viven en los Estados Unidos.
            El poder de las palabras, se basó en una persona que ella admira.
            El deseo, pensando en todas y cada una de las mujeres debido a que todas somos trabajadoras, valientes, independientes, amorosas y muy fuertes.
Todo esto ha sido con el decidido apoyo  que le han brindado sus maestros de primaria y la Biblioteca Juventino Rosas, donde comenzó a prepararse con la bibliotecaria Tomasa Cacique Roque, también Cuenta Cuentos. Otras personas con quienes se ha capacitado son algunos maestros del Instituto Estatal de la Cultura como: Bernardo Gabea, Khale, Laura Casillas, Lety Zavala, Armando González, Verónica García, Florina Piña, Liliana Zapata, Pedro Sosa y Sara Zepeda”.

            Conocí a Frida en León, durante la presentación de mi último libro de cuentos infantiles, La Araña en los ojos azules del gato -publicado en Braille- y me agradó su desenvoltura y capacidad para escribir y narrar ella misma sus historias. Para el Diezmo de palabras es un honor presentar una de sus obras en este espacio que nos brinda El Sol del Bajío y que, con el paso de los años, se ha vuelto punto de referencia para conocer el trabajo literario de autores de Celaya y del estado de Guanajuato, ya sean escritores con trayectoria o pequeños con talento que deben ser motivados a continuar, como Frida Gabriela y los otros niños escritores que acompañan este Arcoiris de cuentos. Vale.
Julio Edgar Méndez



EL DESEO
Frida Gabriela Correa García (9 años)

Hace mucho tiempo había una princesa muy intrépida. Le gustaba ver a sus caballeros en acción. Era la menor de tres hermanos pero su padre pensaba que era frágil y delicada como una flor. El tiempo pasó y el rey envejeció, así que un día los llamó y les dijo:
            —Hijos míos, necesitamos un heredero. Ustedes tres se convertirán en caballeros y tú, pequeña mía, tendrás que ser su escudero. 
Ella obedeció al pie de la letra. Hacía todo el trabajo. Cargaba las armas, pulía la armadura, bañaba al caballo; cocinaba el pan, asistía a la escuela, preparaba estrategias y, a veces, hasta bordaba como algunas mamás.
Pasó el tiempo y llegó el día de la elección. El rey invitó a un hada muy inteligente y poderosa para que no hubiera ningún error. Los tres príncipes y su escudero estaban listos. Hicieron batallas con hachas y espadas. Cuando terminaron, el hada dijo:
            —Príncipe, primero pide tu deseo.
            —Yo quiero ser fuerte y muy valiente.
            —No, no, -dijo el hada- pues  traerías violencia a tu reino.
            —Príncipe segundo, pide tu deseo.
            —Yo quiero tener riquezas y ser el más guapo.
            —No, no, -dijo el hada- pues traerías pobreza a tu reino por tu vanidad y codicia.
            —Príncipe tercero, pide tu deseo.
El príncipe, muy asustado, no sabía qué pedir, qué tal si le decía que no.
            —Por tu temor no serias buen rey, alentarías ladrones en tu reino y te robarían.
El rey, satisfecho, le dijo al hada:
            —¿Quieres descansar?
            —No, no, pues hay un escudero que quiero escuchar. Pide tu deseo, princesa.
Y la princesa le dijo:
            —Quiero ser dragón con cuernos de chiva y cola de león, volar por los cielos, cuidar las familias, luchar por los pobres y los campesinos; cuidar de mi padre y de mis hermanos y de esa forma alejar a los malos.
Y el hada, con una gran sonrisa, le dijo:
            —Por ser trabajadora y de puro corazón y por tan buen deseo cuidarás a todos, mi bello dragón.
Y el rey aceptó, pues el deseo dentro de su corazón era que su hija fuera su heredera desde que nació.

Moraleja: La mujer es fuerte, valiente e independiente y, lo mejor, es la protectora de la familia.





LA GRANJITA DE ROSITA
Jennifer León Campos (5 años)
Jardín de niños Miguel Alemán Valdés, Celaya

Había una vez una señora y una niña llamada Rosita, que vivía en el campo con muchos animalitos. Tenía una vaquita que hace muu muu, una chivita que hace meee meee, una gallina que hace pio pio y un gallito que hace quiquiriquí quiquiriquí y ¡muchos  animalitos más! Por las mañanas, cuando el gallito canta quiquiriquí, Rosita y su mamá se levantan muy temprano. La mamá ordeña la vaquita muu y a la chivita meee. Mientras, Rosita recoge los huevitos de la gallina pio pio y va al huerto y corta frutitas y verduras, porque a Rosita, antes de irse a la escuela, su mamá le da de desayunar su lechita, sus huevitos, su fruta  y verduras. Porque Rosita es muy fuerte y sana e inteligente, Aprende rápidamente todo lo que sus maestros le enseñan. Además, todos los niños debemos de comer bien para estar sanos y fuertes, como Rosita de la granjita. Rin Rin, este cuento llegó a su fin.



LAS HORMIGAS Y LAS TRES ARAÑAS
Paolo Dominic Miranda Herrera (7 años)
Primaria Urbana Revolución, Celaya

Había una vez un lindo bosque de árboles, pinos, flores y mucho pasto. Había un hormiguero lleno de hormigas peligrosas. No eran las únicas, también había tres arañas que querían comérselas y estaban esperando para que las hormiguitas salieran de su hormiguero para comérselas a todas.
Las tres arañas bajaron de un árbol y se escondieron en el pasto para comerse a las hormigas. Las hormigas más pequeñas salieron de su hormiguero y las arañas se escondieron para comérselas
Cuando se descuidaron, las agarraron y se fueron muy, muy lejos a comérselas a todas. Las hormiguitas que estaban en el hormiguero salieron buscando comida por todos lados y las arañas regresaron asustando a todas las hormiguitas y, cuando estaban corriendo, una hormiguita vio a una de las arañas y dijo:
            —¡Sus patas están llenas de pelos y sus ojos son grandes y pelones!
Se fueron corriendo las demás hormigas. Llegaron a su hormiguero y vieron que ya no tenían comida y a una hormiguita se le ocurrió una idea y les dijo a las demás que ella tenía una idea. Que se pusieran a trabajar para construir una trampa para atrapar a las arañas, y se pusieron a trabajar mucho y terminaron su trampa. En ella pusieron tres frutas diferentes, una era fresa, otra naranja y un enorme, pero enorme melón.
Las tres arañas se juntaron y empezaron a comerse la fruta y una hormiga dijo que ya tenían a las tres arañas y entonces jalaron la cuerda y las atraparon y todas muy contentas saltaron de gusto, pues ya nadie las molestaría. Y vivieron felices para siempre en aquel bello jardín.



EL CONEJITO PELUDO
Santiago Alberto López Olivares
Escuela Carmen Serdán, Celaya

Había una vez en un bosque muy hermoso lleno de flores, árboles, mariposas y lagos, una madriguera en la cual vivía una pareja de conejitos que eran muy felices con sus tres hijos.
Un día el esposo conejo le dijo a su esposa:
            —Oye conejita ¿no crees que deberíamos tener otro conejito? ¡Eres una coneja, debes de tener muchos bebés!
La coneja se puso muy feliz  y le pareció muy buena idea. Al poco tiempo nació el nuevo bebé conejo, pero todos se quedaron sorprendidos, muy sorprendidos, pues tenía mucho pelo… era un conejito muy peludo.
Cuando lo vio su mamá dijo:
            —¡Oh!, este bebé no parece un conejo, parece un oso.
Luego lo abrazó muy fuerte y lo cuidó con mucho amor. Al pasar el tiempo el conejo bebé creció muy sano, fuerte y valiente.
Un día en el bosque el conejito peludo se encontró a otro conejo que se le quedaba mirando muy extraño y quien le dijo:
            —¿Por qué estás tan peludo?, hasta parece que acabas de salir de la secadora, estás  todo esponjado. ¡Qué conejo tan feo!
El conejito peludo se fue corriendo a su casa buscando un espejo para verse y decidió cortarse todo el pelo, con unas tijeras que encontró. Estaba muy feliz pues ya no tenía tanto pelo, se sentía muy guapo.
Pero al poco tiempo le volvió a crecer el pelo y dijo:
            —¿Qué  hare? ¿Qué hare?, ¡ya sé, me voy a rasurar!
Se metió a bañar en agua caliente y se rasuró todo, todito, por poco hasta se corta las orejas y la colita. Cuando se vio en el espejo, se escuchó un fuerte grito…
            —¡Nooo, parezco un xoloitzcuintle, estoy todo pelón!
Y no salió de su casa hasta que le creciera el pelito. Se resignó a estar peludo y el tiempo pasó.
Un día conoció a una coneja muy hermosa que tenía unos ojos grandes y unas pestañas  largas, largas; se enamoró perdidamente de ella. En una ocasión se armó de valor y le dijo:
            —Conejita, yo te quería decir que si quieres ser mi novia, pero de seguro no vas a querer  porque soy muy peludo.
La coneja se quedó muy sorprendida y le dijo:
            —¡Pero si me encantan los conejos peludos! Están tan suavecitos, tan acolchonaditos y tan guapos. ¡Claro que sí quiero ser tu novia!
Después de casaron y tuvieron muchos conejitos hermosos, unos peludos y otros no tanto. Entonces el conejo comprendió que no debemos hacer caso de las críticas negativas pues la belleza es muy relativa.




GORILÓN
Andrés Casique Díaz de León (5 años)
Jardín de niños General Ignacio Allende

Había una vez una ratoncilla que estaba buscando a su bebé. Y su bebé era tan pequeñito, tan pequeñito, que nadie lo podía ver. Subió a una alta, pero alta montaña y después... ¡Se cayó! Y de ahí dio tantas, pero tantas vueltas que no lo pudo encontrar. Se encontró a Gorilón, que le dijo: —¡A-l-t-o!
Pero la ratoncita se fue corriendo, corriendo corriendo hasta  llegar a China, y se encontró a un panda que le dijo: —¿Por qué huyes, ratoncilla?
            —¡Me viene persiguiendo el gorilón, me destripará y me comerá!
Gorilón la alcanzó y le gritó: —¡A-l-t-o!
La ratoncita se fue corriendo, corriendo, hasta Nueva York y ahí se encontró con una ardilla que le preguntó: —¿Por qué huyes, ratoncilla?
            —Me viene persiguiendo Gorilón, me destripará y me comerá, ¡AAAHMMM!
Gorilón la alcanzó de nuevo y le gritó: —¡A-l-t-o!
Otra vez se fue corriendo corriendo, corriendo y se subió a un submarino y pasó debajo del mar. Llegó a una isla y se encontró con un Koala, que le dijo:
            —¿Por qué huyes, ratoncilla?
            —Me viene persiguiendo Gorilón, me destripará y me comerá, ¡AAAHMMM!
Gorilón la alcanzó otra vez y le gritó: —¡A-l-t-o!
La ratoncilla salió corriendo, corriendo y ya no podía correr porque había nieve tan pesada que ya no pudo avanzar. Gorilón la alcanzó y le dijo: —¡Alto, no huyas, detente!
La ratoncilla cerró los ojos y pensó que ya no estaría enfrente de ella, pero Gorilón le dijo:
            —Yo tengo a tu bebé, lo encontré en la selva escondido en un árbol -y se lo enseñó en sus grandes manos, acurrucado-, ¿por qué huías, ratoncilla?
            —Tenía miedo.
            —Vengan conmigo, sé que la selva es muy grande, yo los llevaré a su casa.



*Textos publicados en El Sol del Bajío, Celaya, Gto.

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