domingo, 24 de febrero de 2019

LeTrazos (Parte 3)



LeTrazos (Parte 3)

Con esta tercera y última parte de LeTrazos, enviamos un agradecimiento a los poetas y artistas que participaron en el proyecto, iniciativa del artista Miguel Ángel Sánchez y de Lorena Martínez Castañón.
            Este tipo de propuestas culturales son fundamentales para unir a la comunidad artística y literaria de nuestra ciudad. Unión es lo que se requiere para que juntos podamos promover la lectura y el aprecio por el arte. Seguramente habrá nuevos proyectos donde distintas disciplinas creativas podrán combinarse para alcanzar a más personas, sobre todo pequeños, que podrán disfrutar de una enriquecedora experiencia multidisciplinaria. Vale.

            “LeTrazos nació con la idea de enlazar, más directamente, las letras y los pintores celayenses, a la pregunta de ¿No sería genial si veinte pintores ilustraran a veinte poetas de Celaya? La idea maduró y maduró; todo fue hablar con amigos y más amigos, al poco tiempo ya se tenían los veinte poemas y los veinte pintores, lo demás quedó en los pinceles de cada quien.
            LeTrazos también fue con la idea de darle un evento más a la celebración del Sabino de los Poetas. Los cuadros se presentaron alrededor del centenario árbol que cada año aloja, con motivo del Día Mundial del Libro, a narradores y a poetas y, desde este 2018, también a pintores.
Miguel Ángel Sánchez”



ANFIBIO SAGRADO
Poema de Beatriz Gantes Luna
Ilustración de Rosaura Tamayo

Débil y mudo anfibio blanco
Te hundes despacio hasta la sombra profunda de la muerte
Sin voluntad asciendes a la vida con una respiración aletargada

El silencio observa el paisaje desolado de tu cuerpo
Mientras el tiempo se alimenta del tejido poroso de tus pulmones
Por ello respiras con fatigada en el menor movimiento

Te pierdes en el blanco desierto de una sábana
Tenues trazos de sombra dibujan apenas algunos contornos
De un cuerpo enroscado como un feto
Que está a punto de nacer en el mundo de los muertos

No hay una línea pequeña siquiera
La de tus cejas o pestañas
Menos la de tus labios secos, cerrados y mudos.

Tu cabello todo se rindió fácil desde el primer antídoto contra la corrupta célula roja
No hay indicio de vida
Todo rastro es de muerte

Quieta y banca como la luna
Te pierdes en medio de una noche de profunda soledad
Sin una sola estrella de esperanza

Sólo por un instante abres débil los ojos
El primer par de puntos de tu cuerpo aparece
Son tus pupilas que observan, serenas, el mundo
Y con tristeza te das cuenta que aún sigues viva.



II (FRAGMENTO DE LA PACIFICACIÓN DE LA BAHÍA)
Poema de Eugenio Mancera
Ilustración de Irene González Nieto

La vida se hace de muerte y agonía
y la muerte es un río, una caída de agua
en la espesura y en la sombra
que amarga la mirada;
una caída del tiempo en el tiempo,
en el infecundo aro de la noche,
en la bahía donde las lágrimas desaguan.

Es la muerte una sábana callada;
luna de ceniza donde el amor se acalla
y se vuelve tiempo, dolorosa memoria.

Luna honda, velo nupcial sin fin,
atada al mar de la tristeza
y a la sombra de la alcoba
que deja escurrir un llanto lastimero
mientras en el lecho contaminado de sangre y mar
yace la pena de la memoria más grande.



SE QUEMABA EL HORIZONTE
Poema de José García Miranda
Ilustración Olga García López

Se quemaba el horizonte con el sol que se moría
juntamente con el día vi a la tarde calcinar,
como el manto de torero el espacio convertía
y la arena de la playa forma el ruedo con el mar.

El espacio se enlútese como pira calcinada
y la luna enamorada pinta en negro su tisú.
Se ha quemado el horizonte, sepultado está en la nada
y mi alma está de luto porque muero y no estás tú.

La cenizas van cruzando con el vuelo de las aves
los espacios y los vientos, y se van, se van, se van…
y se pierden en el fondo infinito como naves,
en las sombras calcinadas sin el mástil morirán.

Se quemaba el horizonte más profundo de mis ojos
con el sol de tus pupilas pudo lento fenecer,
calcinados se han quedado los crepúsculos más rojos
que murieron de tus ojos en aquel atardecer.

Solamente las cenizas del crepúsculo y las mías
se quedaron en rescoldos de las llamas del dolor.
Ya no hay tardes, ya no hay noches, sólo tumbas ya vacías
las cenizas de mi muerte se esparcieron sin tu amor.



DUNAS ERRANTES
Poema de Soco  Uribe
Ilustración de Luis Melgoza

Con suaves soplos, Eolo, labora sin descanso.
Erige figuras caprichosas.
Dibuja en el paisaje cuerpos esbeltos.
Los entrelaza y cubre su desnudez.
Vierte sobre ellos luz de sol y azul del cielo.
Al llegar la tarde, el hijo de Poseidón pierde la paz.
Flechas solares traspasan su etérea figura.
Se torna intolerante, enfurece.
Rompe el silencio del desierto.
Provoca violentas tempestades pétreas.
Emergen serpientes ondulantes a la superficie.
Se trenzan de luz y sombras, reptan.
Se transforman en medusas gigantes.
Por la noche,  el dios silbante, aquieta su furia.
Se desploma sobre las dunas.
Su vaho helado peina al pálido desierto.
Tiende, sobre éste, un lienzo nuevo.
Lo fondea, luz sonrosada de la aurora.
Un nuevo espejismo aparece ante mis ojos
Dunas errantes.



AL SABINO DE LOS POETAS
Poema de Celso Rico
Ilustración de Marco Aurelio Montes Esquivel

A quiénes te leen quiero conocer
cerca de tus múltiples y viejas ramas
hablar con los poetas quienes me han de ver
leyendo este poema que se derrama
en suspiros matutinos, en clara voz.

Porque esos amigos poetas que a ti te aman te visitan para darte mucho amor
bajo tu sombra fresca que unidos aclaman porque esas poetisas te dan vida
como lo hicieron con sus propios hijos

Ellas te dan bióxido con tinta
con las palabras que mecen el ritmo

Sabino del poeta quiero conocerte
porque han alimentado tu vegetal alma
cada vez que venimos con gusto a leerte
nuestras rimas poemas con mucha calma.

Para ti, esa elección ha sido gran suerte
pues te alaban con inmensa alegría
con los párrafos y las estrofas que ellos vierten
En sus versos, poemas, prosa y poesía.






*Textos publicados en El Sol del Bajío, Celaya, Gto.
**Las ilustraciones son propiedad de sus respectivos autores.

domingo, 17 de febrero de 2019

ESTATUAS Y MENUMENTOS



ESTATUAS Y MENUMENTOS
«Come posso fare una scultura? Semplicemente rimuovendo tutto 
il blocco di marmo non è necessario.»
Michelangelo di Lodovico Buonarroti Simoni
(1475-1564)



AQUÍ EMPEZÓ NUESTRA DESGRACIA
Enrique R. Soriano Valencia

Quizá sea un castigo ubicarme aquí, con esta orientación. ¿Quisieron que contemplara por la eternidad el ocaso porque aquí inició el mío y el de mi gente? ¿Pretenden que con la agonía diaria del Sol recuerde la de los 12 mil que abandonaron su cuerpo aquí? Estos suelos son ricos porque así lo quiso Dios, no por los cadáveres sembrados en aquel ‘hora lejano abril de 1915.
            Además, los muertos de los bolillos no jue por mi causa o mi gente. Ellos no podían defenderse bien porque… ¡disparaban con salva! Por eso nos dieron duro en los primeros combates. Aun así, nos la ingeniamos. Hasta le quitamos mucho del parque güeno, con el que llegaron los del hacendadito Álvaro Obregón.  El primer ataque fue un fracaso pa’mí, por los güeritos y… y… pos también por no oír a Jelipe Ángeles. Pero no me eché pa’tras, eso solo las viejas. Hasta esa ocasión nunca antes me habían dado tan duro. Esos pinches gringos de Columbus pagaron su marranada del parque de salva después. ¡No son de fiar los primos!
            Me pusieron con mi caballo aquí, desde donde se emprendió la batalla final del 13 de abril. ¡Qué cabrones! Pero no se jue limpio Álvaro, cerca de León le tumbé un brazo. Manco, manco, pero cuando jue presidente… ¡a mano llena! Garró mucho dinero. Se me peló y no pude salvar al país de un alacrán más ponzoñoso que los de mi tierra.
¡Y mienten al dejar mi caballo en cuatro patas! Yo no morí de viejo o tranquilo en la cama. ¡A mí me emboscaron! Solo así pudieron quitarme de su camino. Porque yo, sin estudios ni naa, los puse a temblar. Mucho tiempo me llamaron bandido, ‘hora dicen que jui un caudillo. ¡Mis huevos! ¡Yo jui su puta consciencia! Yo fui quien les recordó que cuando mucho abusan de la paciencia del probe, nos llegamos a jartar muy feo.
            Me ponen manso para mirar al Sol irse. A mí me jueron, me jueron porque los güeros me traiban ganas porque jui su única invasión. Me jueron porque cuando los probes exigimos, ¡exigimos cuando nos jartan! Me jueron porque la gente me quería de presidente. Me jueron… nunca los dejé, mis niños… nunca.
            Me tienen aquí mansito, aislado por carros muy rápidos para que la gente ni me mire, ni se acerque. Me tienen sin adornos o sin flores pa’ que no llame la atención. Ya solo soy nombre de escuelas. ¿Pa’ qué?, pues, si jarto trabajo da estudiar. No digo que no juera bueno, sin Jelipe Ángeles –que sí sabía jarto–, tampoco hubiera sido quien jui. Na’más que a mí no se me dio. Y poner mi nombre a las escuelas… eso nomás lo hacen pa’ que no se diga que los gobiernos no recuerdan a quienes lucharon por el pueblo. Pos pa’ dejar contentos a los que les caía bien y así solo recuerden mi nombre, pero no por lo que pelié.
            Ya se oculta el Sol, ya está aquí la oscuridá, como cuando me quitaron la cabeza, tres años después de la traición de Manco y Plutarco. Si yo ya estaba sosiego. Aunque confirmo, cien mil hombres me hubieran seguido si les digo: echemos a estos que solo saben sacar su provecho.
Se me jue la luz, se me jue la razón, se me jue la cabeza y ‘hora me dejan ver con ojos que no ven donde inició mi desgracia, este lugar desde donde se perdió la ilusión de que los probes tuviéramos lo nuestro.




ALEGORÍA
Javier Alejandro Mendoza González

Era el año de mil ochocientos cuarenta en la muy noble ciudad de Celaya.  Además de cajeta, de sus entrañas brotaba agua dulce y cristalina.  En los terrenos, en lo que hoy es la Alameda, se formaba una ciénaga que extendía sus largos brazos por algunos puntos de la ciudad.  Una de esas acequias cruzaba la calle de Mesones, hoy Morelos.  El tránsito por ese punto era constante.  Había la necesidad de crear un paso firme y duradero sobre la corriente del agua.  Para ello fue contratado el destacado arquitecto Longinos Núñez, quien de inmediato inició el diseño de un puente, que sería hecho con la majestuosidad requerida.
            Para colaborar con los trabajos de la nueva unión, llegó a la ciudad un hombre gallardo y atractivo, aprendiz de arquitecto.  Su sola presencia hacía suspirar a las mujeres.  En especial, hubo dos que quedaron bajo sus encantos.
            Del lado sur del arroyo vivía una señorita venida de la capital nacional; del lado norte habitaba una chica oriunda de esta ciudad de Celaya.  Ambas eran hermosas, de pelo largo y abundante.  Lo usaban suelto, para que el viento hiciera ondas con él.  Su vestimenta era sublime, como de diosas romanas.  A pesar de haber nacido en puntos distantes eran muy parecidas.  Ya que las dos pretendían el corazón del mismo hombre, para evitar confusiones, en el pecho portaban un medallón con el escudo de la ciudad que las vio nacer.
            Todos los días, coquetas, pero dignas, cruzaban por la obra en proceso.  Sin saberlo, eran las musas perfectas para el arquitecto.  En su trabajo quedarían representadas la patria y la ciudad.  
            Por su parte, el joven, quien llegó de lejos, se sentía halagado con el interés de las dos, pero era necesario tomar, lo que para él sería la decisión más difícil de su vida.  Una de sus enamoradas representaba su presente; la otra, el futuro.  La indecisión lo hizo titubear entre dos amores.  Para poder elegir prefirió esperar a que los trabajos de construcción terminaran.  Mientras tanto los días siguieron acrecentando el amor y la esperanza.
           
Pasaron cuatro inviernos y sus primaveras.  El arroyo de la calle de Mesones nunca se detuvo, al igual que el tiempo.  En el año de mil ochocientos cuarenta y cuatro la obra del arquitecto Longinos fue inaugurada.  Se trató de un puente de cantera, con una fachada en cada lado, a lo largo de la unión.
            Así llegó el momento de elegir. Justo a la mitad del nuevo paso las dos mujeres se encontraron.  Con la espalda recta y una mirada retadora se colocaron frente a frente.  Se veían hermosas.  Su pelo suelto ondeaba, lo mismo que sus vestiduras.  Los medallones resplandecían.  Uno mostraba con orgullo el águila del escudo nacional; el otro, la representación de la fundación de Celaya.  Sin decir palabra aguardaron la llegada del hombre que las conquistó, pero él no se presentó.  Pasaron las horas, los meses y los años, mas nunca volvió.  Quizás marchó para conquistar otras ciudades; otros corazones.  Quizás prefirió huir antes que tomar una decisión o murió asfixiado entre dos amores.  Fieles, como lo saben ser las mujeres de mi patria, las enamoradas se mantuvieron frente a frente, justo en medio del puente.  Vencidas por la espera descansaron su cuerpo sobre sus vestidos, y el torso, sobre el escudo correspondiente.  Así aguardaron, la una viendo al frente, el presente; la otra mirando al horizonte, el futuro.
            En la larga espera los segundos se hicieron infinitos.  Y los días se hicieron siglos.  El viento erosionó la piel de las alegorías.  El polvo que cayó sobre ellas las convirtió en roca.  El silencio las hizo eternas.
           
            El puente no tuvo nombre; el de las musas que lo adornan se perdió en el pasado.  Nadie imaginaba que por ese lugar, por el que ya antes habían cruzado libertadores, también pasarían emperadores y revolucionarios.  Nadie pensaba que con el andar de los años el caudal se secaría y aquellas dos mujeres serían casi enterradas en el olvido.  Pero aún hoy, al pasar por la céntrica calle de Morelos, si se levanta la vista se les puede ver encarando el presente y esperando el futuro, siempre fieles y majestuosas en el, a su honor llamado, Puente de las Monas.




TODO ME GUSTA DE ELLA
Lalo Vázquez G.

Todo me gusta de ella. Pero sinceramente les confiaré un secretito. De pronto se le brinca la cadena y por el mínimo detalle que no le guste, saca un explosivo e inaguantable carácter agresivo, acompañado de un léxico soez y vulgar. Empieza a repartir -como diría ella-, chingadazos y mentadas de madre. No solo a la gente desconocida o comunes transeúntes, sino también amistades apreciadas de muchos años, confraternos y hasta con sus progenitores; que la aman y respetan y le hacen sentir como si ese defectillo fuera una gracia.
            Para colmo de males, también conmigo desata su furia. Yo, que siempre le demuestro mi amor, fidelidad y aguante, sobre todo aguante. Pero en esos arranques que de pronto tiene, (que la verdad no son muchos, si acaso unos seis al día) me mete unos pellizcos en los brazos, en la espalda o donde caiga, por el simple hecho de no estar de acuerdo en algo con ella. Pero la verdad es que todo me gusta de ella, no importa que sea celosita pues yo creo que todas las mujeres lo son. Aunque si me da un poco de pena cuando se lía a golpes con alguna bella fémina –a la que por alguna descuidada razón-, le dirija yo mi pizpireta mirada.
Lo que si me da un poco de gracia son su piernillas flacas, flacas y sus rodillas, que se me imaginan unas cabezas de chivo. Eso se me hace muy chistoso. ¡Ah!, cómo me han hecho reír. Sus pies como que no llegan aun al punto de gustarme, pues todavía no les encuentro bien la forma: el dedo chiquito más bien parece el gordo, el gordo parece el flaco y el flaco parece el chiquito, y su forma cuadrada -como ladrillos-, parecidos a los pies de los picapiedra, con ese bonito tono amarillento y una ligera pestilencia a doritos nachos. La delicada tersura de sus talones de polvorón me recuerdan mis primeras compras en la tiendita del kínder y sus chuscos juanetes que, al verlos, mi memoria me manda a los huesos del pozole verde que vende doña Mago, pero eso es peccata minuta, porque todo me gusta de ella.
            Y ya que nos estamos agarrando confianza les diré que creo que su nariz no le va a su cara, se me hace que es muy grande para esos cachetotes que tiene. Lo mismo que sus cejas encontradas, pero muy encontradas y bien pobladas. Siento que esas cejas y su mirada profunda le dan un toque así como de asesina, pero no se lo he querido decir para no discutir. Porque si ella no se molestara ya habría aprovechado para decirle que buscara otra forma de peinarse, porque su feo peinado parece penacho de danzante de San Francisco. Aunque yo sé bien que ella no tiene la culpa de su herencia genética, pero nada importa, todo me gusta de ella. Aunque honestamente sí hay algo gacho que no me gusta, porque hasta los ojos me chillan, pero eso es sencillo: yo creo que un buen desodorante de axilas y uno de zona íntima lo solucionan. Por eso no le veo gran problema, el problema va a ser decírselo de una manera muy sutil sin llegar a ofenderle. Me dolería mucho echar a perder estos cuatro días que tengo de novio con ella.





*Textos publicados en El Sol del Bajío, Celaya, Gto.

domingo, 10 de febrero de 2019

LeTrazos 2ª Parte



LeTrazos 2ª Parte
LeTrazos fue una iniciativa de Miguel Ángel Sánchez y Lorena Martínez Castañón que nació con la idea de enlazar, más directamente, las letras y los pintores celayenses. A la pregunta de: ¿no sería genial si veinte pintores ilustraran a veinte poetas de Celaya? La idea maduró y maduró; todo fue hablar con amigos y más amigos, al poco tiempo ya se tenían los veinte poemas y los veinte pintores, lo demás quedó en los pinceles de cada quien.
            LeTrazos también fue con la idea de darle un evento más a la celebración del Sabino de los Poetas. Los cuadros se presentaron alrededor del centenario árbol que cada año aloja, con motivo del Día Mundial del Libro, a narradores y a poetas y, desde este 2018, también a pintores.
Miguel Ángel Sánchez



OLOR AL HAMBRE O RASCAHUELE A NOSTALGIA
Poema de Alí  Rendón  
Ilustración de Federico  Rodríguez

El huacal de verdura se quedaba vacío
Gracias al hambre de su niñez que seguía invisible
Pero peleando en ese ring huacal, ring con nada.
-Le quitábamos las calcomanías a la fruta,
¿Te acuerdas compita? Papaya Maradol “Sánchez” #3112, Tomate Saladet…
  #4230 “peques B banachón” plátanos de variedad,
 porque no nos daban dinero para rascahueles.
-dice uno de los dos hombres quienes a cruda de teporocho
dan respiración de boca a boca al tanque de gasolina de un Datsun “bolillo”del ‘78
porque no hay otra forma de mirar la noche que sobre 4 ruedas rolando.
Ese Datsun es la silla de montar la noche.
Ah, la noche, esa que nace entera en los párpados de los perros de autopista
atropellados con un foco donde el día suele llorar los martes que no hay quincena.
Ah, la misma noche que te deja saber que los labios apretados de tu chiquita son
un guante de box Cleto Reyes 16lb.
-y que la pobreza es una fábrica de golpes en la cabeza,
y que las alcantarillas madre y los baches de la ciudad son Braile para el culo del taxista
-eso podría decir uno de los dos hombres,
socorristas de autos usados,
que a cruda de teporocho
apenas se acuerda que jugaba canicas con los jitomates cherry
ahora que da respiración de boca a boca
al tanque de gasolina de un Datsun ‘78
y quisiera estar rascando una de aquellas calcomanías
que olían al hambre de otra cosa que no fuera verdura.



ESPACIO DE TU VOZ
Poema de David Manuel Carracedo
Ilustración de Ana María Villa Murillo

Así vino la vida caminando,
así vino tu encuentro a mi presencia:
con fragmentos de mí que fueron tuyos
y tu sangre nutriendo mis instintos.

Espacio de tu voz en un murmullo,
dulzura de la noche y de su sombra,
tibieza de la vida en su tibieza
 y el denso espacio de tu ser interno.

Yo era calma, ilusión y transparencia;
tú trabajo y humanos sentimientos;
más perfecto que breve era mi mundo.

Mas nacer es mandato inexorable
y rompiendo el dulzor de la placenta
te dije adiós y me alejé llorando.



POEMA DE MONSERRATH CAMPOS SÁNCHEZ 
Ilustración de Lineth Gutiérrez
                      
Mi madre colecciona mariposas en las páginas de un libro
símbolo de las almas que vio morir en sus años de enfermera.
-Todos tenemos una misión – dice,
Y me alimenta con palabras amorosas

Ella anota en su cuaderno las fechas importantes
Ella escribe en hojas fluorescentes la función de cada cosa:

1.-El corazón bombea la sangre
2.-La carcajada suena “jaja”
3.-El viento hace “ssssssss”
4.-Las gatas gritan porque son queridas

-Y los recuerdos: ¿Cómo se conservan?

Ella olvida poco a poco el camino a casa
Se por sus ojos que mi madre le habla

Mi madre silva una canción de amor cada noche lluviosa
Recuerda el ritmo igual que el primer beso.

De joven declamaba poemas
A veces –si hay sol- repite un verso.




Ausencia
Poema de Angélica Curiel Trejo
Ilustración de Miguel Ángel Sánchez

Tu mirada es la caricia que envuelve la noche
tus ojos plenos de silencio recibían a los míos
me duele la soledad de tus palabras
en estas alboradas me despierta tu imagen

Las pródigas caricias aún siguen nocturnas
laten los besos en mi piel por tu ausencia
mil lágrimas llovieron el día de tu partida
los soles escondieron su luz en esa tarde
los recuerdos reviven en noches de tormentas
hoy se nubla mi cielo ya llega la ventisca

Quisiera tu aroma y tu silencio en mis soledades
y el eco de mi amor en tus precipicios
mis ojos murmuran llenos de tus miradas

Esta melancolía te necesita
por qué la trama de tus cabellos
aún se siente en mis manos  
por qué tu muerte sobre mis heridas
sigue sangrando con tu partida                                                                                 




TOTEM
Poema de Jadzia Gorenc
Ilustración de Carmen León

¿Cómo pintas con soles púrpura los minutos?
¿De qué forma vistes de viento mi silencio?
¿En qué momento cobijaste mi sombra
con tu vuelo majestuoso?

¿Cuándo mi corazón aprendió  a sonreírse
con el recuerdo de tus estrellas fugaces?

¿Quién te envió
para ir prendiendo antorchas a mi paso
y ahuyentar los demonios de la tierra?
    


EVOCACIÓN
Poema de Georgina  Gómez Chavarín
Ilustración de Alfonso Cabrera

La noche huele a soledad, a recuerdos.
Ecos de un adiós casi olvidado.

La noche huele a siemprevivas y nomeolvides.
Sabe a tu boca sobre mi cuerpo,
A ojos derramados en continuo desvelo.

La noche reclama mi alma,
mis besos  y tus ansias.

La noche me encuentra lejana,
perdida y temerosa sobre mi cama…..



ESBOZOS DE AMOR
Poema de Miguel Ángel Arredondo
Ilustración de Rafael Monroy

Cuando el amor encalla
el inclemente tiempo, inexorable,
despinta del papel los trazos tenues,
promesas incumplidas del destino.
La tempestad amaina casi siempre
Escampa y luego huele a tierra;
mojada de sudor, de semen, de ilusiones:
no germina en futuro y se queda en esbozo.
Añorando momentos, desafiando insomnios
de poco a poco sanarán los agravios;
en estos lances nadie sale ileso
Después , hay que empezar de nuevo,
hacer que el corazón perfile una sonrisa
y acometa otro esbozo, esperanzado.




*Textos publicados en El Sol del Bajío, Celaya, Gto.
**Todas las ilustraciones pertenecen a sus autores. D.R.

A la memoria de Herminio Martínez

      Herminio Martínez, maestro, guía, luz, manantial, amigo entrañable y forjador de lectores y aspirantes a escritores. Bajo sus enseñanz...