jueves, 31 de diciembre de 2020

2020, EL AÑO EN QUE NOS MIRAMOS AL ESPEJO


2020, EL AÑO EN QUE NOS MIRAMOS AL ESPEJO

…y lo que vimos tal vez nos disgustó


Veinte veinte, un número que pudo ser cabalístico, un año que debió ser de esperanza, expectativa de mejores tiempos y más felices circunstancias. Pero llegó y se fue como un suspiro. El planeta entero respiró como nunca… sin las -a veces- molestas personas. Los humanos nos encerramos a piedra y lodo, nos aislamos de amigos, familia, empleos. Animales y la vegetación pudieron descansar de sus eternos depredadores por un tiempo de paz que no habían tenido en muchos años. Bien por ellos, mal por nosotros.

            Este año que se va, pero que se queda en nuestra memoria para siempre, fue de aprendizaje. Unos aprendimos a sobrevivir con lo mínimo indispensable, otros aprendieron que no todas las noticias son falsas. A otros no les tocó la fortuna de conocer algo nuevo. Ya no les alcanzó el tiempo. La muerte se dio vuelo.

            Hubo quienes, como suelen hacerlo un año sí y otro también, sin tomar en cuenta que el mundo entero está de luto, con miles y miles de personas en duelo, se dedicaron a joder al prójimo. Con amenazas, con ataques armados, con toda la saña que los infelices hijueputas (perdón a sus madres) tienen metida hasta lo más hondo del culo, vivieron un año que no debieron vivir. Me refiero a que ellos SÍ merecen estar muertos, no las personas buenas a quienes les tocó la guadaña.

            Pero la muerte no tiene preferencias. Se lleva a buenos y malos por igual. Entre los buenos se llevó a varios amigos y amigas. No todos por el mal del siglo, el Coronavirus y su Covid, también por causas peores, como la violencia. Si existe un más allá para las conciencias de los que se van, o para sus almas, o para su energía, ojalá que el de los violentos sea horrible y dure para siempre. Y si alguien me dice que no debo desearles mal -aunque sean unos desgraciados- le diré: ‘usted perdone, no era mi intención desearles que les vaya mal en el más allá, sino que les vaya MUY mal en el más aquí, donde deben pagar por todas las que han hecho’. Aunque no suene “cristiano”.

            Como al creador o a los creadores del Coronavirus. Porque no puedo concebir que sea una obra de la naturaleza únicamente. Debió ser creado y enviado a joder al planeta entero. Alguna vez sabremos la verdad, pero… mientras no la conocemos, espero que al o a los creadores les haya entrado el virus de la peor manera posible.  ¿Suena feo? Ojalá.

           

            ¿Tú te viste al espejo? ¿Qué viste? Porque yo vi todo opaco. No me reconocí. Vi a alguien derrotado, exhausto, cansado de no sé qué. Porque ni eso pude ver. No fue un buen año. Empezó mal y terminó peor. Pero sobreviví, y mi familia también, por lo menos hasta hoy, 31 de diciembre de 2020. Por eso sí estoy agradecido a la vida, a Dios, al universo. Porque a pesar de no merecer más ni menos que otros, la epidemia y su muerte nos ha pasado de largo. Mis hijos están bien, mi esposa también, mi nieto está creciendo sano y feliz. Somos afortunados y eso sí lo agradecemos con todo corazón.

            También debemos agradecer que aprendimos nuevas tecnologías y técnicas de enseñanza desde la pantalla de una computadora, desde un celular, o desde la televisión. Los niños han sufrido un aislamiento que no entienden, esa palabra “confinamiento” que se ha usado hasta el cansancio, hasta confinar nuestra mente y nuestro corazón. No supimos qué hacer.

            ¿Cómo explicar a nuestros hijos que no pueden salir a la calle? ¿Cómo decirles que no deben visitar a sus amigos, a sus abuelos, a sus primos? ¿Cómo? ¿Con qué cara? ¿Por qué? Sin embargo, lo aceptan. Les duele, están tristes, irritados, frustrados. Y tienen razón. Nadie les ha explicado por qué demonios les jodimos su corta vida. Y todavía hay maestras y maestros que les exigen que se comporten como zombis frente a la pantalla de su sesión de clase virtual. A todos esos maestros les digo que algún día la vida se los cobrará. Pero también les digo, a los buenos maestros, que las bendiciones del universo les lloverán por su paciencia, empatía, solidaridad y comprensión hacia sus pequeños y jóvenes alumnos. Hay de todo en este confinamiento mundial. No faltaba más.

            Este fue el año que sacó lo peor y lo mejor de las personas. ¿De qué lado estuviste? ¿De qué lado estás? Porque el egoísmo de algunos, la falta de solidaridad de otros, la prepotencia y cinismo de algunos más no puede ser la impronta de este 2020. Debemos dejar al menos una pequeña huella de esperanza. De que algo mejor viene. Tiene que venir porque ya tocamos fondo. A todos nos tocó, de una u otra manera, vivir esta amarga experiencia. Que sea una lección de humildad. No somos nada. Solo polvo. Y al polvo volveremos otra vez. Pero que no sea pronto. Que tengamos la oportunidad de enmendar nuestros errores, que alcancemos a amar al prójimo como a nosotros mismos. Las bendiciones deben ser parejas para todos, de otra manera no sirven.

            Se va el año y con él debe irse lo malo y lo peor. Ojalá el destino, el universo, Dios y los dioses que tú reconozcas, te llenen de felicidad, salud, bendiciones y amor para repartir y compartir con todos los que te rodean. Y a mí también. Así sea. Amén. Vale.

Julio Edgar Méndez

 

2020, el año con más profundas huellas

Por Enrique R. Soriano Valencia

 

Es Nochevieja y me preparo para la cena. Como es natural, me miro al espejo… no es el mismo rostro de hace un año. Cada año cambiamos, desde luego; pero este ha dejado más huellas. Ahora, como diría uno de mis sobrinos-nietos, me ha dejado el cabello del mago, de Gandalf, que de un momento a otro pasó de gris a blanco. Mis ojos perdieron la zona blanca para estar permanentemente enrojecidos, enmarcados por unos párpados ahora abultados; las patas de gallo a un costado de los ojos se han transformado en garras de guajolote; lo moreno de la piel, ahora carga un tono cenizo.

Hace un año, a toda prisa, preparaba tres tortillas españolas, hoy cocino solo una… seremos menos en la mesa. La pandemia nos impedirá reunirnos con mis hermanos, sus esposas y sus hijos. En casa, solo seremos tres en la mesa… también estará ausente Emilia. Sus padecimientos la alejaron por siempre de nosotros. 

Llegaré a una cena con poco. Y quisiera decir, «pero muy contento»… pero no puedo, el recuento no es agradable: un año sin mi Costilla ha pesado mucho en mi ánimo; mi columna periodística, Chispitas de lenguaje, la he descuidado: algunos temas los he retomado por falta de capacidad para concentrarme y ahora que las releo, noto errores; de mi producción de cuentos, muchos proyectos los he dejado de lado y solo hasta últimas fechas por fin escribí algo; en mi actividad docente, fallé en las revisiones regulares de trabajos de mis alumnos y mi habilidad para impartir conocimiento no encontró el mejor lugar a través de los programas de transmisión desde casa. No me siento nada orgulloso del año que finaliza. Hubo muchas fallas que, quizá, no se notaron tanto porque a muchos sucedió.

La pandemia hizo que la normalidad trastocada hiciera lo mismo en el ritmo, calidad, ánimo y resultados de muchos. Me confundí con las victimas del Covid aunque para mí el origen fue diferente.

Cuatro aspectos salvan a 2020 para no calificarlo de infame: escribí la biografía en forma novelada de Emilia (aún falta una parte); la enorme capacidad de Cintli, nuestra hija, para seguir confiando en mí a través de sus propios proyectos; mis hermanos que, a pesar de la distancia, los viví cerca; y los amigos… unos amigos que supieron con toda sutileza apuntalarme cuando más derrotado me sentí. Los lazos que a cada uno me une, aunque no lo demuestro, ahora son más fuertes.

Cuando caes, la única opción es mirar hacia arriba. Eso es cierto. Pero mirar no es suficiente, se debe uno poner de pie y eso es lo que cuesta trabajo. Algunos somos menos hábiles para levantarnos. O, quizá, menos conscientes que la fuerza de uno se sustentaba en alguien cercano.

Nunca es tarde para aprender, siempre lo he sostenido. Caminar sin el mayor sustento, es quizá el aprendizaje que ahora visualizo con mayor complicación. No hay de otra, los seres humanos fuimos forjados para nunca detener nuestra marcha mientras vivamos. Y quizá como el Cid, ganar batallas aún muertos.

Esa batalla la ganará Emilia a través de mí. 


 

REFLEJO

Lalo Vázquez G.

 

Sí, sin duda este 2020 nos agarro mal parados. Está pandemia nos cambió a todos y nos sigue cambiando.

            ¡Claro que nos ha enseñado mucho!, nos ha enseñado a estar mucho tiempo guardados en nuestra casa, perdiendo el tiempo, haciéndonos pendejos, metidos en internet con las clases virtuales, viendo televisión, escuchando la radio, comunicándote con tus amistades solo por redes sociales con mensajitos pedorros, tratando de arreglar el mundo con el pinche teléfono. Y escuchando en todos los medios de comunicación por lo menos una vez por minuto, la palabra Coronavirus, y si no es esa, es la otra terrorífica que es, Covid-19, y pues sin duda, que como buen ser humano, me asusta, y al tener familia y nietos pequeños, pues es muy lógico que me cagué de miedo.

            Te piden, en todos los medios, que te quedes en tu casa lo más que puedas, pero todos los días, debajo de mi puerta me encuentro un recibo nuevo; el del agua, el de la luz, el del teléfono, el del cable, el de Coppel, el de Elektra y, haciendo un esfuerzo, sales a la calle, acatando las famosas medidas de sanidad de la OMS: (Organización Mundial de la Salud). A pagar primero el recibo que ya casi se vence y, al llegar al banco, es común que ahora hagas fila en la calle, para que puedas entrar a hacer fila adentro del banco, así que lo que era normal pagar en un tiempo de quince minutos, ahora te chingas dos horas y si no es que más. Entonces me pregunto: ¿Me quedo en casa o voy y pago?  Y si voy y pago, media ciudad está haciendo lo mismo.

            Toda esta depresión se la debo a la pinche pandemia, estoy intentando ser más paciente y por más que lo intento no lo he logrado, cada día crece más mi desesperación y no veo la solución por ningún lado

            La pandemia, de a poco, hizo que se metiera el maldito miedo a mi alma y no puedo tragar, ni rezar y ni siquiera dormir. De pronto se me empezaron a caer los pelos, mi cara se llenó de arrugas, mi mirada se hizo triste y mi carácter se hizo amargo hasta el punto de mentarle su madre a cualquiera, y no nada más a mí me pasa, lo he visto en muchos conocidos, vecinos y amigos.

            Estoy seguro que uno de los más desagradables y feos momentos es pararnos frente al espejo y darnos cuenta que ese reflejo -te guste o no te guste-, ese eres tú, aunque no lo quieras aceptar.

 

 

 

BALANCE ANUAL EN NÚMEROS ROJOS

Diana Alejandra Aboytes Martínez

Como una extraña habitante me miro en un espejo y no me reconozco. Ya es imposible mirar, sentir, pensar como antes. Resultado de un año convulso que nos ató de manos y pies. Por meses cautivos como en arraigo domiciliario. Comenzamos a boquear, como pez fuera del agua, presos del miedo a un monstruo diminuto, virus coronado de poder en el mundo.

            Para muchos,  la vida se quebró como un cristal, la muerte se hizo un lugar por cada espacio. Ahora las ausencias protagonizan las fotografías del fin de año anterior...quién hubiera dicho que sería la última cena. Y entonces uno quiere llorar, porque el extrañar es el verbo con más conjugación en estos tiempos.  La fatalidad nos enseñó a puntapiés a tomar conciencia, que el reloj que tiramos al aire ya no vuelve y que los momentos no se atesoran, se viven.

            Para los que hasta el momento continuamos el camino, la existencia parece desarrollarse dentro de un laberinto de cada día un reto superado. Uno desea no morirse estando vivo, entonces se busca oír la canción de antes, mirar aquel mar que no cesa en su oleaje, alcanzar todo aquello que uno ha amado a lo largo de los años. Así, entre la resignación y la esperanza remota de que la calma vuelva, sabemos que aguardar es la única realidad posible.

            La Era de Acuario inició, quedémonos quietos, apacigüemos el remolino mental y confiemos en que la luz de una nueva estrella brillará al tercer día.



FRENTE AL ESPEJO EN EL AÑO DE LOS GEMELOS

María Guadalupe García Cabello

 

Las sombras y luces bailarinas empiezan tomar voz, en medio del galantísimo silencio, entre las sillas friísimas, acariciadas por el débil sol de la tarde.

Todos se han ido y todo se ha ido.

Estamos como entre una nada dentro de nuestra ya abismal confusión. Cada uno preso de su propia resignación, bautizados con la desesperación.

 

Dan voces las gentes sin nada decir. La plaza, que antes rugía en su gentío como un toro herido de muerte, ahora se ahoga con silencios interminables que se confunden ya unos con otros.

Dentro del claustro, todos dicen que se crucifican por el abrazo del amigo, por la cercanía de la madre.

Pero a penas ayer, en la libertad, su corazón se abrazaba a su vocación de sepulcro.

Estamos cara a cara con nosotros mismos, y cada uno tiene a la vuelta de la esquina su juicio particular, acechándole como un perro fierísimo.

Queremos escondernos en las llagas del Nazareno, a quien antes abandonamos por ir tras las porquerías que ahora perecen junto con nosotros.

 

Sentimos la atención de la dama muerte, más fija que nunca. Como el hombre que poseído por su lujuria no deja de mirar a la mozuela que codicia, así la mirada de la muerte nos cae como plomo.

Mientras, los insensatos se la han pasado repitiendo un mantra: "El Covid no existe".

Ahora todos decís que extrañáis el afecto, pero cuando hubo tiempo de amar lo habéis dejado para después, un después que es nunca.

 

¿Será el fin de los auto-engaños, de la vida desquiciada...? ¿O cuando esto pase volverán a vivir como niños sin madre, revolcándose en las satisfacciones efímeras que nos sugiere la concupiscencia?

 

¿Quién soy?... No es el espejo quién da la respuesta. Es la soledad, el silencio y la sinceridad que cada uno sepa profesarse.

El silencio en el que hoy se nos han acabado las fuerzas de gritar para callar nuestra verdad que se nos revela y se nos echa encima como fuego.

Nos damos cuenta de que no podíamos gritar eternamente. Ahora tenemos que oír ese silencio... Oír y ver lo que somos.

Todos los débiles engaños que nos habíamos montado, hoy se desmoronan como miserables necedades.

 

¿Quién soy yo?

Una amante legítima. Un dolor que nadie ve ni reconoce... Una esclava de las letras, y una mujer. Aún debajo de esas ropas que todo el mundo desprecia.

Incansable soñadora a quien la vida solo le florece muriendo de amor.

 

Consideramos a veces, lo difícil que es compartir los días y las noches con las personas.

Ahora sabemos, que incluso es difícil compartirlos con nosotros mismos.

Todo ese tiempo atrás nos ignorábamos, nos evadíamos.

¿Qué harás cuando la pandemia haya pasado?

¿Volverás a ocultarte de ti? ¿Seguirás lamiendo falacias que te mantengan en la mediocridad?

¿Subirás el volumen de la música para que no escuches más la voz de Dios y de los necesitados?

¿Te desperdiciarás viendo la TV por horas, en vez de dar tus oídos y tus brazos a aquellos que Dios te ha confiado (familiares, amigos, compañeros)?

 

De nada te sirve lo que tienes y a quienes tienes, si no los estás amando.

De nada te sirve todo lo que eres, si no lo reconoces.

Lo que no se ama, no se posee. Y hay que amar con la acción.

Lo que amamos, en cambio, habita en nosotros y nadie puede arrancarlo de nuestro ser.

¿Y tú quién eres? ¿Te gusta quien eres?

¿Reconoces todo lo que eres?

Este es el momento de hacernos conscientes de quién somos y a quiénes tenemos.

El año del coronavirus hagámoslo el año de la conciencia.

¡Consciencia! ¡Consciencia! Ésta sí es divino tesoro.

Con la consciencia el hombre irá a donde quiera y no a donde lo arrastren sus debilidades.

Será lo que quiere ser, y no lo que le sea fácil ser.

La voluntad son las alas del alma, y con ella se avanza.

Pero sin la consciencia, la voluntad estaría solo a merced de los impulsos, de lo que nos arrastra.

¿Y dónde se vuelve consciente el hombre?

Precisamente en el silencio, la soledad, y la adversidad.

 

Los cambios duros nos han dado un golpe para despertar.

Llegó la hora de que dejemos de blasfemar el silencio.

Llegó la hora de dejar de masticar nuestras mentiras y obstinaciones; llegó la hora y no podemos retrasarla ni un minuto más.

 

Esta vez nos enfrentamos también a la realidad de quién es el otro.

Vemos con quién contamos y a quién no le importamos.

Quién nos tiende la mano y quién nunca nos amó.

 

Esta vez nos enfrentamos a la vida a la muerte a nosotros mismos sí o sí.

 




domingo, 27 de diciembre de 2020

POR TODOS LOS QUE SE FUERON…



POR TODOS LOS QUE SE FUERON…

POR TODOS LOS QUE AQUÍ SEGUIMOS

 

-TEXTOS PUBLICADOS EN EL SOL DEL BAJÍO 2020-


Dos mil veinte será un año inolvidable para todos los que aquí seguimos. Todos hemos perdido a alguien, por una causa o por otra. Algunos más ya no estarán o no estaremos aquí en un futuro cercano. Nos alcanzó no uno de los jinetes del Apocalipsis, sino el Apocalipsis mismo nos arrolló a todos, con todo y caballo.

            El Coronavirus, esa corona del mal, impactó al mundo de manera inaudita, infame. Un objeto microscópico nos demostró, de nuevo, que no somos nada. Pero eso no fue todo, a nosotros, en el Diezmo de Palabras, nos pegó el destino desde que inició el año. Se adelantaron, en nuestra ruta a las estrellas, compañeros y amigos entrañables: Emilia, José Luis, el Capi, Carlos Javier y Toño, además de otros parientes y conocidos. Nuestros compañeros se fueron, pero siguen presentes en nuestro corazón, en las historias que contaban; en los textos, leyendas, cuentos y poemas que dejaron como testimonio de que estuvieron tan vivos como la vida misma. Esa vida pasada que siempre será futuro porque el testimonio de su obra quedará presente para los que aquí seguimos hoy y los que seguirán mañana.

            Por eso dedico este texto, último del año 2020, para todos los que se fueron y también para todos los que aquí seguimos. Porque la vida es un continuo andar hacia adelante. Siempre hacia adelante. El mundo no se detiene por nada y por nadie. Nuestra Galaxia gira y navega inmersa en el movimiento constante de todo el universo, de todos los multiversos. De nuevo caemos en la cuenta de que somos solo polvo de las estrellas y hacia allá debemos volver. Para volver a ser uno con el Todo que rige el destino de cada uno de nosotros. Un destino que alcanzó a muchos y alcanzará a los que faltamos.

            El fin de este año no será percibido igual que otros pasados, éste parece una carrera de supervivencia. Por eso debemos mantenernos unidos, a pesar de la distancia. Para que la humanidad, una vez más, salga adelante, como siempre lo hemos hecho.

            En el Diezmo de Palabras agradecemos a nuestro compañero, Lalo Vázquez, por su dedicación y su entusiasmo para mantener a todos los participantes en este Diezmo semanal de El Sol del Bajío, constantes en participar, para enviar un mensaje de amistad, amor, empatía y solidaridad con todos los lectores que nos brindan su atención. Y, por supuesto, nuestro enorme reconocimiento a los verdaderos héroes de estos tiempos, los médicos, doctoras, enfermeras y enfermeros y todo el personal de salud que han arriesgado su vida para cuidar la de otros.

            Por todos los que se fueron… por todos los que aquí seguimos, vaya un enorme abrazo, un fuerte apretón de corazones y nuestros mejores deseos para que el año que viene sea infinitamente mejor que el que vamos dejando atrás. Porque lo mejor que tenemos como humanos, es nuestra humanidad misma. La solidaridad, empatía, amistad, confianza, bondad, misericordia y, sobre todo, la esperanza de que veremos brillar de nuevo la luz de un nuevo sol y una nueva luna.

            Gracias por todo, gracias a todos. Vale.

 

Julio Edgar Méndez

Coordinador Taller Literario Diezmo de Palabras

Diciembre 2020, año del Coronavirus

 

 

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PUBLICADOS EN EL SOL DEL BAJÍO 2020

 

 


DICIEMBRE Y SUS POSADAS

Por: Javier Alejandro Mendoza González

 

Tan pronto inicia el mes más festivo del años surgen un sinfin de conbevios y reuniones.  Hay que tener dinero y valor para soportar el famoso maratón Guadalupe--Reyes.  La gente organiza fiestas al por mayor, ansiosa por gastar su aguinaldo; dispuesta a perder su salud con alcohol y desveladas; resignada, por las comilonas, a subir de peso como un cerdo en engorda.

Hace varios años surgieron las famosas "preposadas".  Qué?  Preposadas?  Esa palabra ni existe!

No puede faltar el intercambio de la oficina, en el que nadie queda conforme.  Se pide un regalo de doscientos pesos, y van llegando con una taza de cincuenta pesos que compraron en los puestos del centro, llena de papel y con dos chocolates duros.   Qué decir de la tradicional reunión con los excompañeros de la escuela.  Da escalofrío pensar que siguen vivos.  En ella se dedican a presumir sus puestos y títulos.  La mayoría de los susodichos ya están divorcioados, gordos y pelones.  En la prepa se caían tan mal que no se hablaban, pero toda la noche se dan de besos y abrazos para decir en voz alta cuánto se extrañan.  Hasta crean grupos de whats app y face, los mismos que van abandonado de uno en uno.

Las vecinas de organizan para la posada de la cuadra.  Todo el santo año andan a la greña, pero ese día reúnen para decir entre dientes, con una sonrisa "muy sincera":  "Siempre me toca lo más caro.  La de enfrente ni puso nada.  Chin!  Ahí viene la de la esquina!", y al día siguiente ya no se hablan.

Dónde quedaron esas posadas con letanías, ponche, velitas y colaciones?  Ahora sólo es vino y excesos con esa endemoniada y dizque música de perreo.     Todo termina en borrachera, faje y cachondeo. 

En fin!  Me despido porque me invitaron a una preposada.  Va a ir la güera que me gusta!  Me tocó llevar el pomo de a cuarto, pero para quedar bien, además llevaré un Paketazo que voy a comprar de pasadita en el Oxxo.  Ah!  La Navidad!

 

 

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PERFUME

Bertha Cárdenas

 

Unjo mi piel con perfume

de intensa pasión,

que mis poros transpiren

aroma de deseos satisfechos.

La premura del tiempo adolescente

creció con los años mozos,

aumentaron mis prisas

por descubrir los sabores agridulces

de nuestros fluidos corporales.

Unjo mi piel con perfume

de intensa pasión,

mi torso curvilíneo

de insinuantes formas,

reclaman la cercanía

de tu atlético pecho.

Quiero amarte, con amor pleno

y abrirme a tu gran promesa,

que te quemen mis besos

y desees nunca soltarte.

Mis manos tatuarán en tu piel

mis ansias locas de amar,

no tendrás hambre

yo seré tu alimento ácimo

Seré tu vida y tu muerte.

Unjo mi piel con perfume

de intensa pasión,

navegaremos en el mar embravecido

de hermosas e imponentes olas,

zozobraremos exhaustos

en el filo del éxtasis,

soñando, exhalaremos

aliento de plenitud

al llegar a la playa de la felicidad.

Unjo mi piel,

para embriagarte de amor y pasión.

 

 

 

A TI, MUJER

Bertha Cárdenas

 

Soy mujer, gran honor y placer.

Alzo la voz en uso de mi derecho,

por aquella que en su pujanza prolifera

tuvo a bien decir : ¡sí!

No sé si siempre fiel a su doctrina

o siempre fiel a la vida,

sin temor a que sus benditos pechos

decayeran en la brega de amamantar.

Cuántos hijos, cuántos años

con los pezones rasgados de tanto dar,

gracias mujer que desde pequeña

Dios, por tu fidelidad natural,

te encomendó media vida

honrar mes a mes tu femineidad.

Con dulce andar, cantas bailas

para entretener tu pensar,

brincando vericuetos sin parpadear.

A ti, que te hice sangrar

Cuando rompiendo y estrenando el molde

vi tu imágen alegre sonreír.

A ti, que me enseñaste a amar

y el A,B,C, escolar

me enseñaste que no es lo mismo

ver qué mirar.

Que fuera timón, nunca ancla,

que la estirpe con valores y educación

es la que da el estilo, no el dinero,

empoderaste mi espíritu y mi ser

gran ejemplo de inteligencia,

por caminos de verdad me condujiste

practicante de decencia plena.

A ti, que te hice sangrar,

te digo: nunca te dejaré de amar.

 

 

 

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A QUIEN CORRESPONDA

Por: Javier Alejandro Mendoza González

 

Seguramente te sorprenderá abrir los ojos y encontrar esta carta sobre la almohada.  Es la vergüenza la que no me deja hablarte a la cara.  Disculpa que la hoja no lleve un nombre.  Ignoro cuál de las miles de mujeres en las que te transformas leerá mis líneas.

Para serte sincero, me está volviendo loco el enfermo juego con el que me provocas.  Un sinfín de ocasiones he pensado en abandonarte, antes de que me contamines más, y sea tarde para los dos, pero es una inmensa curiosidad, convertida en morbo, lo que me hace regresar.

Por cordura quisiera escapar de nuestra patología.  Las marcas dejadas en la piel han comenzado a dañar el alma.  Pero las ansias que surgen ante la nueva escena que formas cada anochecer son tan grandes, que sin dignidad te dejo manipular mi cuerpo y mis ganas de sentirte una vez más.

Me molesta reconocer que disfruto por igual los dulces besos de tus labios que con ternura se derriten sobre mi cuello, que los arañazos que hacen surcos en la espalada.  ¡Átame, acaricia o mata!  ¡Ya me da igual!  Tengo que admitir que deseo sin distinción a la tierna colegiala que usa minifalda a cuadros, a la insensible dominatriz forrada de cuero negro o a cualquier otra.  No importa que sobre la cama esperen pétalos y velas, o esposas y látigos.  Mi afectada conciencia cuenta el tiempo para ver salir del armario el nuevo disfraz con el que crearás otra fantasía.

Contrario a lo que exige la razón, esta noche, como siempre, volveré para ser el juguete de tus perversiones.  Con temor disfrutaré del arrebato que se confunde entre el placer y el dolor.  Pero antes de traspasar nuevamente la línea de lo permitido, déjame decirte que te amo, aunque me duela.  Te amo… quien quiera que hoy decidas ser.

 

 

 

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ÁNGEL CAÍDO

Armando Capi Orozco (+)

 

Aletargado en el silencio vano de tus reprimidos anhelos... silbando sordamente en espera de un suspiro...aleccionando a mis silencios fallidos para convertirlos en etéreo triunfo... alimentando con polvo y recuerdos los recónditos espacios de mi mente en los cuales aun tu vaguísimo recuerdo ilumina las autoimpuestas penumbras que rodean lo que un día fue mi alma...trato de cobijar mi congelado espíritu con las sobras de lo que alguna vez fueron mis alas... esas que un día me llevaron a lo más alto, a lo más puro y lo más deseado, esas mismas que lograron hacerme salir victorioso de las batallas mas encarnizadas con tan solo un leve despeine....hoy sus restos no mitigan ni tantito mi sepulcral anatomía...¿dónde quedó todo aquello que me hacía poderoso? toda esa fuerza que convertía mis pasos en naciones y mis palabras en mandatos sin misericordia...hoy yace casi sin luz escapándose entre los dedos de mi diosa...la cual, con su mirada inyectada de delirio...esboza una sonrisa socarrona, y sin más, lanza de nuevo la maldición que decidió sin misericordia mi destino... "te amo, mi querido ángel caído".

 

 

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MECÁNICA DEL OLVIDO

Alfredo Acuña Chimez

 

¿Cómo?, de qué forma funciona el mecanismo del olvido.  A qué se debe que estas fibras del pasado se debiliten, se descompongan en fragmentos irreconocibles; apilados episódicamente en una figurativa escena débil y repetitiva. Como es que me emociono hasta el llanto por aquello que ha sido y que quien lo aconteció no es más que un fantasma que huele, que se siente, que vive en no sé dónde. Mi memoria es falsa, me proyecta en escenas donde me veo, donde mi cuerpo o una representación de él se mueve, me cuesta confiar en esa memoria que me proyecta como un holograma en la pantalla del pasado. Estos recuerdos atemporales se mezclan, me friccionan, cuando logro verme en otro a veces descubro que mis recuerdos son espacios vacíos donde proyecto mis deseos de lo que pudo haber sido, donde la verdad certera se alza en la sinuosidad y falsedad. Me desgasto en los olvidos de los otros, estremezco y me aterroriza tan solo la idea de que mi vida haya sido una mala historia contada en cualquier sitio.

Me contemplo como en el cine, esperando un final que me sorprenda, atando desenlaces. Yo observó desde las butacas este espectáculo, los rostros se confunden, las escenas se superponen; no hay pausas, todo ocurre continuo, sucedáneo. ¿dónde estoy ahora?, quién precisa que aquello que escribo en este mismo instante no es re-membranza. Y me miento, es inevitable dejarse cosas en el tramo, quizá en lo ínfimo se encuentra lo inesperado, lo que le da un giro irreversible a la existencia; pero son sitios donde no miramos.

            El recuerdo es algo así como materia creativa, pude ser quien desee ser siempre, ¿quién me dirá que es mentira? como tocar lo que no existe o ¿existió acaso?, no lo recuerdo. Es un secreto.

 

 

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EL CHISTECITO DE LAS VEGAS

Por: Rosaura Tamayo

 

Una dama de sociedad llamada Yola, un día decidió irse a Estados Unidos con su mejor amiga. Con mil engaños sacó el permiso del esposo y se fueron directo a Las Vegas. Llegando se pusieron un provocativo vestido, sus mejores joyas, se fueron a un bar y ya con las bebidas en la boca, Yola le dice a su amiga.

            —Ahora si, querida, le vamos a darle rienda suelta al cuerpo, lo que pasa en las Vegas, se queda en las Vegas.

            Ni tarde ni perezosa empezó a coquetear con uno de los clientes. Este hombre guapo y bien vestido sólo la miraba. Ella, se le insinuó, y le dijo.

            — ¿Entonces qué, guapo, nos vamos al hotel?

            Él, con una sonrisa le dijo que sí y, si salieron juntos. Ella brincaba de felicidad. Ya cuando estaban afuera el hombre le dijo.

            —La llevaremos presa por practicar la prostitución.

            Ella, por más que alegó que era la primera vez, que no se dedicaba a eso, que era una dama respetable de sociedad, nada le valió. La ficharon por agarrarla con las manos en la masa. La amiga vendió las joyas y con todo el dinero que llevaban para darse la gran vida, la sacó de la cárcel. Las dos, con la cola entre las patas, regresaron a su Celaya sin hacer algún comentario de lo sucedido. Pasaron un par de años, el marido se la quiso llevar a Estados unidos de vacaciones. Al enseñar los pasaportes de ambos para pasar la frontera y le dijeron.

            —La señora no podrá entrar porque está fichada por prostitución.

            Después del chistecito de Las Vegas la Yola se quedó sin marido y sin la lujosa familia. Aparte que fue un secreto a voces, en esa diminuta ciudad.

 

 

NO LES DES TU CONFIANZA

Herminio Martinez (+)

 

Aunque te hablen de Dios, no des tu voto,

aunque lloren, nombrando la limpieza,

tienen sucia la ropa del espíritu,

su moral es camisa de cochambre,

su corazón de padres es un asco.

 

Aunque recen con un ojo en el cielo,

aunque lo griten con un dolor cansado,

aunque digan que hablaron con la Virgen,

aunque te hablen de su alma, no los mires.

 

Aunque veas que al gemir echan espuma,

aunque te sirvan la bondad en su alma,

aunque te anoten en sus libros nuevos,

no les des tu confianza, aunque se mueran.

 

Mil sinsabores diarios por tus hijos,

la humillación es vil y es tu salario,

el sol sobre tus hombros se ha dormido,

el aire a tu cintura es una pena.

 

Aunque  le echen incienso a tus edades

diciendo que han llegado los Mesías,

por tus hijos enfermos no les creas,

aunque lo juren, invocando el Génesis.

 

Aunque se quiten en tu honor el traje

y manchen la camisa con tus sueños,

una racha de olvido por tu esfuerzo,

humo, llanto y dolor por tu jornada.

 

Aunque en sus ansias se golpeen el pecho,

aunque a tu nombre le hagan mil caricias,

aunque un rumor de rezos los anuncie,

no le muestres tu fe a su garra enorme.

 

Aunque en su rostro el ánimo camine,

aunque en su frente cante alegre el día,

aunque midan sus huesos con tu altura,

¡no es verdad que los manda el Padre Eterno!

 

 


 

MI MADRE Y YO

Elías González Ramírez (+)

(El charro poeta)

          

Abriendo la tierra para formar zurcos,

ha sido mi vida, fugas cuál quimera,

la tierra y semilla, mi madre y yo juntos, trabajo, cariño, cansancio y miseria.

 

Recordando siempre tiempos de mi infancia,

mirando muy lejos...cuando yo era niño. Recuerdo a mi madre velar por mi sueño,

besarme y dormirme sobre su corpiño. 

 

El tiempo ha pasado y con él...aquel sueño,

ya perdí a mi madre y ya no soy el dueño,

de aquellas caricias, de aquellos desvelos.

Hoy tengo a mis hijos y con muchos anhelos,

quisiera pagarle a mi madre sus sueños.

Ella en mi pensando, y yo pensando en Ellos.

 

 

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HISTORIA DE LA GUERRA ENTRE ESPAÑA Y HOLANDA

Manuel González Montiel

 

«Después de su dominio total en el campo de batalla, España había acumulado los méritos suficientes para proclamarse vencedor frente a Holanda. Pero no era así, inclusive de no ser por las oportunas intervenciones de la defensa española, Holanda pudo tomar una ventaja que a la postre, le hubiera dado un premio injusto y un castigo inmerecido a una España, cuyo único desacierto fue la escasez de ideas para salir de la trampa de su rival.

            En el tiempo extra, España se volcó al frente en la búsqueda del merecido triunfo. Holanda por su parte no desistió de su juego rudo. Tras interrumpir de manera ilegal una aproximación de España se quedaron sin un jugador por expulsión. Justo antes de que Iniesta, con un tiro cruzado marcara el tanto que dio a la Roja el título de campeón mundial.»

            Después de leer este episodio épico de la historia de España, Quique, profundamente estremecido, con los ojos vidriosos y la voz entrecortada, preguntó a su papá.

            —Papá, ¿por qué México no es campeón del mundo?

            Enrique, asumiendo su papel de compañero, maestro, héroe y erudito, contestó con voz firme.

            —Por culpa de un sacerdote, encargado de la parroquia de Dolores Hidalgo en 1810.

 

 

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CHARLA POSTERGADA

Por: Javier Alejandro Mendoza González

 

Papá, ¡cuántas veces dejamos esta plática para después!  Era lógico, el maldito trabajo y el cansancio no te daban tiempo para mí.  Hoy por fin, en medio de esta quietud se nos da la oportunidad; aunque ya pasaron mi niñez y juventud, en donde no tuve en tu persona un amigo o un confidente.  Ahora lo entiendo, fuiste educado en otra época, bajo el machismo y ese miedo a demostrar los sentimientos.  Como todo un líder, tenías que gritar y con voz firme guiar un hogar; pero creo que se te olvidó que yo era sólo un niño, que más que una orden o un castigo, necesitaba una palabra de cariño.

    Cuando crecí y fui padre comprendí lo ingrato que es ser el jefe de la casa, siempre opacado por el enorme y natural amor que surge para la madre y mujer; siempre presionado por la sociedad que impone roles, en ocasiones tan injustos como inquebrantables.  En el caso de un hombre, el deber de ser fuerte y hasta insensible.  Eso fue lo que te tocó vivir, aunado a gastos inmisericordes y necesidades que te obligaban a un esfuerzo extra.  Quizá por eso tu ausencia se sentía tanto.  Largas horas de cansancio en un esclavizante trabajo (al que odiaba tanto), borraban la sonrisa de tu rostro.  Lo más lamentable fue cuando, sin percatarnos, tu privilegiado lugar en casa fue ocupado por ese adictivo aparato llamado televisor.

            ¿Recuerdas mi adolescencia?  Etapa difícil que nos llevó a enfrentarnos contantemente por permisos, diferencias y un abismo entre nuestras generaciones.  Fue imposible tener un amigo en ti; sin embargo, con qué facilidad nos convertimos en enemigos.  Confieso que en algún momento creí odiarte.  

    La juventud me hizo un tanto indiferente a tus primeras canas y arrugas, mucho más a tus consejos.  Creí que necesitaba fiestas, amigos y mujeres; no las palabras de un padre.   

    ¡Qué ironía!  Los años me dieron madurez, y a ti, lentitud y el tiempo de sobra para sentarte con calma en el sillón, deseando tanto hablar conmigo.  Pero, créemelo, mis niños, el trabajo, las ocupaciones… no tenía tiempo.

    Hoy aquí frente a tu tumba hay el silencio necesario para por fin dirigirme a ti; para decirte lo que nunca antes pude: que te quiero, papá.  Desearía quedarme un poco más contigo, hay mucho que me gustaría que escucharas; pero mis hijos me esperan.  He aprendido que no debo postergar una charla con ellos.

 

 

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BRUJA

José Antonio Aguilar

 

No trates de leerle la mano a un escritor.

Pues sus manos están manchadas por el trabajo sucio.

Calcinare tu nombre en las brasas de mis pulmones

Y regare sus cenizas en una lejana galaxia.

Su espalda de vidrio es censurada

Tan solo por una delgada línea de tela negra.

Su vida es la neblina en el bosque de mi estomago

¡Aspira a loca!

¡Aspira a grandeza!

¡Y aspira a romperme el corazón!

 

La bruja maquila alas de madera

Luego las enciende con su cigarro

Y observa como su víctima vuela.

Misteriosa como el suelo en un bosque en otoño

Convierte mi odio en burbujas de jabón.

Cargo con su sonrisa en la espalda

Como cuasimodo carga su desgracia

¿Qué no entiendes que soy un mortal, bruja?

No puedo sostener los universos en donde vives

Ni las dimensiones que abarcas

Ni si quiera comprendo las leyes a las que te aferras.

Toca tus sonatas en otro abismo

 

 

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EL DIVÁN

Diana Alejandra Aboytes Martínez

 

Regresó cansada. Abrió la puerta de su casa y la abrazó a manera de bienvenida, un aroma a soledad que disolvió sus ojos haciéndolos gotear.

            Se postró en su sillón favorito. Decidió sacar el nudo de palabras acumulado en su garganta...

            Pasaron los días y un fétido olor emanaba del lugar.

            Dos uniformados tiraron la puerta, se encontraron con el cuerpo de una mujer que yacía muerta sobre un diván.

            Un curioso que se introdujo al lugar preguntó:

            —¿De qué murió?

            El policía respondió:

            —Se asfixió con las palabras que nunca dijo.

 

 

ENVEJECER

Lalo Vázquez G.

 

¿Da tristeza envejecer? Claro que da tristeza, y no porque te llegaron los años que con orgullo y dignidad los vas cargando, sino por la sociedad, los conocidos y los desconocidos.

            Esa gente que está muy al pendiente de decirte que hoy tienes una arruga en la cara, que ya tienes canas, que ya no eres tan alegre como antes, que estás muy flaco, que estás más gordo, que ya caminas más despacio y así, un sin número de etcéteras.

            Esa gente, es la que te hace sentir mal. Y yo me siento muy bien, aunque tenga sesenta o setenta o mil. Yo solo calló, ya no tengo tiempo para aclarar como me siento, solo los escucho y pienso "pobres imbéciles".

            Ese burdo amigo que te llama viejo, ojalá que llegue a la edad que tú tienes, y si llega, ojalá se sienta como tú te sientes y ojalá se vea como tú te vez.

¿Que da tristeza hacerse viejo? ¡Claro que sí!

            En verdad es muy triste ver, cómo cada día la gente te respeta menos, aunque hayas sido un hombre brillante.

            Las faltas de respeto en cualquier parte; si manejas auto, en la calle, en los bancos, en restaurantes, en el camión. Todo mundo se dirige a ti como, el viejito, el abuelo, el señor grande, el anciano.

            Hablan a tus espaldas y se refieren a ti como el viejillo, el chavo ruco, el rabo verde, la momia, el ancestro.

            Para muchos, ya no eres aquel gran señor, ahora tu nombre lo van a acompañar con un don y un diminutivo

            Si eres José, ahora serás don Pepito, don Lalito, doña Carmelita, doña Mariquita.

            ¿Que si da tristeza envejecer?

            ¡Claro que da tristeza! pero, ¿envejecer?, no todos tenemos ese privilegio.

 

 

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RESACA DE TUMBA

Alfredo Acuña Chimez

 

Con la resaca de los dilemas de anoche, despierto

hastiado hasta los pelos; escucho murmurar

mi sangre; me arroja la mañana que exige de mi lo que no tengo. Ganas.

No deseo volver a su rito infinito de días, de calles vacías,

de desayunos adormilado y tazas de café sinsabor.

No quiero, no puedo, no deseo otro hastío como este. Musitó.

El reloj marca mi itinerario, lento mensajero, siempre puntual

y doloroso; échame de tus calles,

ciudad mía, regrésame a mi casa

cansado y fugitivo;

vuélcame las horas

en tu noche, para dormir

de hastío y despertar con

tu resaca.

 

 

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YO TAMBIÉN TENGO CORAZÓN

Por: Javier Alejandro Mendoza González

 

Hoy me levanté antes que el Sol.  Fue el vacío en el estómago o el frío que calaba hasta los huesos lo que me impidió dormir un poco más.  Estiré mi cuerpo.  Suspiré sin ninguna ilusión, antes de recorrer nuevamente las mismas calles de siempre.  Estaba cansado, pero tenía que hacerlo para sobrevivir.  Aún era temprano.  Había pocos autos y poca gente; menos peligros.  Por suerte no llovió.  Hubiera sido insoportable otra empapada.  Me sentí débil, creo que hasta enfermo.  ¿Qué más da?  A nadie le interesa mi salud.  ¡En fin!  El día pintaba para ser uno más, como cualquiera; como lo fue ayer y como seguramente lo será mañana… si es que para mí hay un mañana.  A veces pienso que sería mejor caer muerto.  Estoy seguro que la gente pasaría de largo, tal y como lo hace ahora que sigo vivo.

            El calor aumentó.  El asfalto quemaba.  El Sol fue inmisericorde, se convirtió en lumbre que cayó sobre todo mi cuerpo.  Tenía sed, pero no hubo ni una gota de agua, al menos no para mí.  Tenía hambre.  Ya son varios días sin probar bocado.  Mis huesos se pueden contar con facilidad.      

            Por cansancio me recosté en la sombra que dan los árboles del parque.  Soñé que tenía comida y un hogar.  Soñé que era feliz, hasta que las risas de unos niños que jugaban con su mascota me trajeron de nuevo a la realidad.  Los miré desde lejos.  Deseé con todas mis fuerzas que alguien me quisiera así.  No hubo una lágrima en mis ojos, pero sí hubo mucha tristeza dentro de mí, pues aunque sea un perro callejero, yo también te

 

 

VOLVERTE A ENCONTRAR

Dulce Alejandra Vázquez M.

 

Exactamente no sé

que fue lo que me encantó de ti

Solo sé que al verte

o al escucharte

Mueves todo eso que jamás

nadie logró

Quizá sea tu carácter

o tu forma de mirarme

sin decir nada

La pena nos consume

y nos deja sin habla

Tu mirada fija sobre la mía

esperando palabra

Sentimos mariposas cuando nos vemos

es imposible no sentirlas

cómo imposible es

que no voltee a verte

Me agradas

Me siento bien cuando te veo

aunque sea un momento

Tú haces que mis nervios se disparen

Provocas esa risa nerviosa

Esos ojos tímidos

Eso y más

Y como siempre

Cuando te vas

Me quedo con tu mirada

y de nuevo espero

Volverte a encontrar.

 

 

 

PALABRAS Y MÁS PALABRAS

Cinthya Lucatero

 

Besos que saben a sal, recuerdos insípidos de una mente flagelada.  ¿Por qué el reloj corre tan de prisa ahora?, su silencio me agobia, penetrantes y absurdos momentos que relatan el ser… mi yo ser. Que no encuentro nada en esta vida, más lo que hay dentro de mis ojos, dentro de mi mente.

            La vida misma había consternado mi rutina. ¿ qué había más allá del panorama? ¿A dónde van todas esas ideas? Nacen espesas y se propagan de repente.

            El mundo se dispara como gotas… no, no como gotas, como el viento, si, como el viento, el viento que se muere en su causa o revive las causas. Cuán ajeno me sentía al sentimiento de todo lo que me rodeaba, canciones que no dicen nada. ¿Tendré yo la respuesta a todo? No, no … no soy un sabio, quisiera serlo pero no lo soy. ¿La inteligencia basta? No, tampoco basta, las canas, los sueños, las fantasías, los anhelos, los huesos ya no son los mismos.

            Pasos silenciosos que navegan por cuartos que regalan solo melancolía en sus paredes blancas, pinturas en los muros. Y el eco de los días se apaga, dejándome quieto, callado…

 

            ¡Nadie siente como palpita todo esto… todo esto a lo que llamo vida!

 

 

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SIN ATADURAS

Bertha Cárdenas

 

He cortado las cuerdas

de la guitarra que ataban

mis sentimientos hacia ti,

nunca mas tus manos tañerán

la piel que erizaba

las mas bellas sensaciones.

Ya no me cegará

la luz de tu mirada,

ya no me lastima

la noche obscura y solitaria.

Ahora en la mañana

todo es bello y fresco,

no dirijo más mis pasos

en retroceso

ni piso caminos andados.

La piel cansada

abre los poros al aire oxigenado,

vuela por una senda

de horizonte prometedor

donde el menguante

de la luna me espera,

para en luna llena

recitar sonatas humildes

y canciones a capela.

Ya no sangrará la garganta

al decir: ya no te amo,

el ayer se ahogó

en mar de lágrimas secas.

Por fin

he cortado las cuerdas

que ataban una pasión

engendrada en desconfianza.

Por fin

¡Soy libre!

 

 

ABRIL SIN PRIMAVERA

Georgina Gómez Chavarín

 

Pasan los días como una eterna procesión sin viacrucis, sin bronceado en la piel ni conejo de pascua

            En este abril sin primavera de puertas cerradas, de rectángulos de esperanza por dónde penetra el sol crece la nostalgia de recorrer las avenidas, del día de los amigos, de infantil alegría al vuelo de un columpió

            En este abril sin primavera ni festejo de cumpleaños añoro el calor de un abrazo el roce de otros labios el reflejo de unos ojos

            En este abril ... sin primavera

 

 

LABERINTO

Georgina Gómez Chavarín

 

En éste momento de soledad de comunión con tu recuerdo de musical sentimiento que brota por los ojos y resbala por la cara

            En este momento de débil fortaleza, ¿qué estrella miraras? ¿Qué espejo refleja tu mirada?

            ¿En qué laberinto de sonidos de pierde mi nombre no pronunciado por tu         boca? ¿Dónde nuestras sombras perdieron la ruta? ¿En qué momento mi mano perdió el roce de tu piel?

            Y mis labios resecos si la humedad de tus besos sólo pueden enmohecidos  repetir tu nombre...

 

 

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INOLVIDABLE

Por: Laura Margarita Medina.

 

 

Es otoño,

las hojas del árbol caen,

como los recuerdos en mi mente.

Despierto palabras dulces,

para decirte adiós .

Te vas.

Mi ultimo suspiro de añoranza,

se va contigo.

No hay abrazos, besos, ni llanto.

La tormenta se desata en mi interior.

Hace remolinos de nostalgia.

El silencio es mi cómplice

Siento frío, el invierno se acerca .

Te veo partir , mi boca calla.

Mis letras, te volverán inolvidable.

 

 

 

INCÓGNITO

Por: Laura Margarita Medina.

 

 

Eres verso callado.

Cumbre de ilusión,

entre ráfagas de ausencia.

Palabras sin tinta.

Sueño utópico.

Beso sin labios.

Cuerpo sin vida.

Alma de nadie.

 

 

EL SILENCIO DEL CAZADOR

Por: Javier Alejandro Mendoza González

 

Hoy no habrá cuentos ni leyendas.  Hoy les hablaré de un gran ser humano.  Carlos Javier Aguirre Valderrama, mejor conocido por sus amigos como el Doctor o el Cazador de Leyendas, fue uno de los integrantes más constante y querido del Taller Literario Diezmo de Palabras.  Nació en León, pero eligió a Celaya como su hogar.  Fue veterinario de profesión, pero en su corazón latía su otra gran pasión: las letras.  En su faceta de escritor se especializó en rescatar y perpetuar las leyendas de la región.  Su sentido del humor y ese entusiasmo con el que redactaba y leía cada una de sus creaciones las hacía únicas e inigualables; todo un deleite para su público.

            Hoy su voz ha sido silenciada por la muerte; sus manos han enmudecido, no escribirán más.  Sin embargo, con su partida, una vez más se hacen ciertos los milagros de la vida.  Es bien sabido que un ser amado nunca muere, pues su recuerdo vive para siempre en el corazón de quien disfrutó de su compañía.  Aunado a ello debemos recordar que el premio de un escritor es ser inmortal, ya que su legado queda marcado en tinta y papel.  Es por ello, que cada vez que sea leída La Güila Mayor, La Niña del Pujo, La Marrana Diabólica o cualquiera de sus ingeniosas leyendas, la sonrisa sincera del Doctor renacerá.

            Es cierto que será doloroso ver su lugar vacío en las reuniones, pero no nos ha abandonado.  Puntual como lo era, sólo se adelantó en el camino. 

            A nombre de los integrantes del Taller Literario Diezmo de Palabras me despido con dolor y cariño de él: Hasta pronto, Doctor; hasta siempre, Cazador de Leyendas.  Descasa en paz, querido amigo, Carlos Javier Aguirre Valderrama.

 

 

CUENTAS PENDIENTES

Carlos Javier Aguirre Valderrama (+)

 

J. Guadalupe Pérez Gómez, Antonio Godínez Ramírez y Juan Núñez Piña ya habían recorrido todas las cantinas de la ciudad de Celaya, por lo que decidieron bañarse en la piscina que existió en la segunda fracción de la arboledas, lugar que frecuentaban muchas familias. El día seis de enero de 1978 el lugar estaba solo. Se desnudaron y dentro de la alberca empezaron discutir, Antonio le reclamaba a Guadalupe los veinte pesos que nunca le pagó, lo tomó del cuello y lo apretó hasta que se lo tronó.

            Juan empezó a gritar:

            —¡Déjalo, mira, ya lo mataste!

            —¿Y ahora que vamos hacer?

            —Cada quien a su casa y cuidado con que abras la boca.

            Para Antonio su vida ya no fue la misma. En las noches, lo veía en la esquina de su recamara, de donde salían unos olores fétidos del muerto. Y exclamó internamente "¿Que yo no podré deshacerme de este asqueroso difunto?"

            Decidido, se entregó a las autoridades, quienes lo trasladaron a una celda.

            —¡Por favor, ayuda, ahí está el muerto!,

            El olor era tan intenso que los guardias evitaban entrar.

            —¡Por favor, ayuda!

            Cuando fueron a verlo, los guardias lo encontraron colgado con un pedazo de la camisa del mismo muerto.

 

 

MUJER

Guillermina Carreño Arreguin

 

                   I

Eres la oración del universo

tu esfuerzo ha sabido forjar las veredas

Modelar las horas

cambiar los sueños por guirnaldas

Tu culto impulsa a crear y construir

Tu fe mueve cumbres, volcanes

A semejanza de la Virgen María

Quien bajo a su hijo de la Cruz

sin venganza no armas.

 

                  II

MUJER eres sublime

lo que construyes

    no lo derrumba el viento

Al pensar en tus hijos

   tus hermanos, tus amigos

en plan de guerra...

     te estremeces

Si en tus manos estuviera ser genio

mago o un ser más supremo

Al detonar el cañón y las balas

las transformarlas en pétalos de rosas

Y los estruendos que producen

      en cantos

para alabar el costado de Cristo.

 

                  III 

Mujer al construir

  abres los Ados del mundo

Si el hombre vuela al espacio

tu estas en el infinito

Si él llega a la Luna

estas en la tierra

   en lucha constante

Con tus finos ideales

y el ruego sublime

para disolver los encuentros

de quienes llevan fuego a las escuelas

Y otros fuegos, sin motivo asesinan

Tu ansia de tomar el Sagrario

    Bendecir

y poner fin a estas llamas

   que llamamos armas

Creadas por la ambición

    y la mala fe de algunas  mentes.

 

 

DÍAS ANTES DE QUE FALLECIERA LA VIEJITA

Martín Campa Martínez

 

Días antes de que falleciera la viejita tuve un pleito con ella. Resulta que al tianguis que se instala los días sábados en la plaza del pueblo, llegó un señor de esos que dizque adivinan la suerte. Puso su mesa cerca de la banca donde la viejita y yo estábamos sentados, claro cada quien por su lado. Colocó encima una pequeña jaula que tenía dentro un pequeñísimo pájaro que inquieto saltaba de un lado hacia otro. Y puso cerca algunas semillas de girasol y una pequeña cajita, un pequeño artilugio que contenía varios papelitos doblados donde, supongo, estaba escrita la suerte de aquellos que decidieran pagar la módica cantidad de veinte pesos sólo por conocerla.

            Y comenzó a gritar el don del pajarito:

            — ¡Pase, pase, acérquese!  ¡Atrévase a conocer su destino tan sólo por veinte pesos! ¡Chíflele al pájaro, acarícielo para que salga a tomar un papelito!

            Se escuchaba tentadora la oferta así que me levanté y pagué para saber mi suerte.

            — A ver, joven, sóplele la cabeza al pajarito para que salga. ¡Ya está! Leamos que dicen los astros: Serás afortunado en los negocios. Estás a punto de recibir dinero a manos llenas. Felicidades, joven. ¿Quién sigue?

            Me quedé pensando que sí era cierto lo que había dicho el adivino. Saqué mi cartera y acaricié el cachito de lotería que acababa de comprar en el estanquillo de la esquina.

            Entonces la viejita se me quedó mirando y se tiró una carcajada que aturdió a los que estaban cerca. Y le pregunté a la trinche octogenaria cuál era el motivo de su burla, a lo que ella me contestó:

            — ¡Ay, muchacho, como estás tonto! A parte de que regalas tu dinero eres un tarimapendecuaro.

            — ¿Un qué?

            — ¡Jajaja! Un pendejo que no conoce a Dios y a cualquier santo se le hinca.

            Entonces la viejita se levantó de la banca y se fue caminando lentamente, hasta perderse entre el gentío. Quienes estaban cerca se deshilachaban a carcajadas.

 

 

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UN MINUTO DE SILENCIO

Elías González Ramírez (+)

 

Un minuto de Silencio

 

Yo soy de cuna humilde y no lo niego,

porque no es un delito, ni es pecado,

tengo el corazón henchido de cariño,

para aquel que es un niño,

para ti, que eres hombre,

para usted que es anciano.

 

Cuando al mundo llegué,

llegué llorando,

Una tarde de abril, en primavera,

a mis penas las mitigué cantando,

mi triste jacal vivo añorando,

donde viera la luz, por vez primera.

 

Mas nunca mi rodilla se ha inclinado,

ante grandeza alguna, alcurnia o potentado,

solamente mi brazo se ha estirado,

para darte un abrazo, para brindarte afecto,

y para estrechar tu mano.

 

Cuando YO muera, no quiero luz,

ni lagrimas, ni honores, tampoco quiero flores,

solo un puñado de tierra con tu mano,

una mirada de tus tristes ojos,

y cobije mi cuerpo un rebozo mexicano.

 

Que las aguas que bajan de la sierra,

al regresar en mi tierra huela a barro,

y en mi tumba una cruz negra, muy negra,

que tenga por corona, mi sombrero charro.

 

Que el cortejo camine despacito,

que acompañe a aquel que ya se ha ido,

y que el mariachi me toque muy bonito,

que me toque despacio y muy bonito,

mi canción preferida, mi canción más querida,

mi canción “Cruz de Olvido”.

 

Que los charros no olviden al amigo,

al que en vida un día les pudo hablar,

que se guarde un minuto de silencio,

porque jamás, y en ningún lienzo,

mi palabra se volverá a escuchar.

 

 

CALAVERA A ESTUDIANTES DE CELAYA

Por Patricia Ruiz Hernández

 

La Calaca boquiabierta

con la nueva realidad.

Toda escuela desierta

en bien de la sanidad.

 

Halló miles de mortales

atentos al monitor,

tomaban clases virtuales

en presencia del tutor.

 

Estudiantes trasnochados

realizaban los deberes,

con miras a ser graduados

atesoraban saberes.

 

Los alumnos en pijama

quedaron a su merced,

soportaron todo el drama:

la caída de la red.

 

La Huesuda era cibernauta,

versada en redes sociales,

sabía llevar a la cripta

con seducciones visuales.

 

Cayeron muchos incautos

con aquel falso perfil,

en calidad de difuntos

se cargó a más de mil.

OCTUBRE 30 2020

 

 

DOMINGO DE ARROZ

Tere Morales

 

La cocina de mi abuela Isa me marcó la vida desde niña. Añoraba cuando íbamos a visitarla. Cada domingo ella preparaba arroz con leche que más bien era arroz con agua. Tenía el punto exacto de azúcar, el arroz esponjado que acariciaba el paladar en cada bocado. No estaba seco como para comerse a cucharadas ni líquido que solo se pudiera beber. Tenía la consistencia perfecta.

            Más de una vez me quedé en las vacaciones con ella. Fui testigo cómo desde temprano preparaba una olla con arroz y agua. La ponía a hervir con el azúcar y la canela. El aroma de la canela perfumaba primero la cocina después de forma juguetona salía al  patío y se metia en cada una de las habitaciones de la casa.

            Cuando el arroz estaba listo lo ponía en una barra y al lado unos bolillos crujientes con los que invitaba a acompañar el arroz.

            El Domingo desde temprano los nietos empezábamos a desfilar por la cocina. Nos servíamos el arroz  acompañado con bolillo y nos sentábamos alrededor de la mesa. Ella disfrutaba vernos saborear el delicioso postre. Al final del día la  olla quedaba vacía pero en la  cara de mi abuela se  dibujaba una  hermosa sonrisa y una  satisfacción  enorme en el corazón.

            Cuando me despedía de ella le daba un beso y le decía al oído: "gracias por el arroz".

 

 

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SOY UN SER VIVIENTE

Josué Fernando Morales

Coordinador de la Tertulias Literarias

del Estado de Guanajuato "José Luis Calderón Vela"

 

Soy un ser viviente,

con muy pocos cabellos

en esta limpia frente;

que muere diariamente,

como todos aquellos

que siente que la libran

al despuntar el alba

y mejor no lo gritan.

 

No tiraré la toalla.

Soy un sobreviviente

de las balas perdidas

que sin entender se salva, 

entre el  fragor de la batalla

de estas guerras fratricidas,

y se mantiene ileso

sin recibir heridas.

 

Soy un sobremuriente.

Ya lo dijo Benedetti.

La muerte pasó cerca

por encima de mis pelos

rozando mi cabeza

y crispando mis nervios,

sin encajarme el diente.

Me respetó la parca.

 

Lo que nos pasa a diario

ya se ha vuelto costumbre.

En este cruel escenario

en donde todo es lumbre

que arde día y noche

sin respetar el sueño;

la delincuencia es dueño

y ella conduce el coche.

 

De que sirven mis versos?

para que mis palabras?

es un ocio continuo

que no resuelve entuertos.

Mejor será callarme

y taparme la cara

para soñar despierto

que "aquí no pasa nada".

 

 

 

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DE HABLANTES Y FUERZAS SILENCIOSAS

Por: Alma A. C. Carbajal Guzmán

 

La intención del creador muchas de las veces es como la inconstancia e inventiva del viento,  refugio del afligido y  evocación diferencial en donde reside la caleidoscópica emoción. Al escribir o leer podemos darnos cuenta como queda sosegada la precipitada voz exterior, entonces el despliegue del vuelo  lo contienen en absoluto aquellos susurros de la propia interioridad, los cuales dejamos sepultados por la incesante cotilleo del ambiente auditivo tecnológico. Tras el cierre de la continua cotidianeidad, para el creador se abre el telón del silencio, donde puede discernir con la resonancia del alma, la inquietante y sublime ebullición que todo autor conlleva en el amplio firmamento del espíritu, la imaginación.

            Los hablantes sin moderación, nos recuerdan la torpeza de la especie ya extinta, no son más que el residuo del vaivén de la primera comunicación en el ser humano. El lenguaje se dispuso para ennoblecer el sentimiento, para recuperar las nostalgias perdidas en el “topus uranus” y para recomponer a través de otros sistemas de pensamiento y sentir –  como la música –  un idioma que permeará hasta el vacío de lo incomprensible. Luego de mucha observación y horas de escucha, no tengo mucho que decir, puesto que las palabras seleccionadas con maestranza del oído, se han vuelto exquisitos espejos, umbrales abiertos al significado más puro y mesurado, alabanzas resueltas tejidas en la apacibilidad de los días;  el mayor de los descubrimientos ha sido recapitular – resignificar – todas las piedras preciosas, tras el eco repetitivo y  estertóreo de la cueva, la garganta que no capta la templanza del alma, es inconsciente de la existencia misma de su lengua.

 


SECOS

Por Sara Zepeda Muñoz

 

La sangre había desaparecido del cuerpo, ninguno de los presentes sabía qué hacer o qué pensar. A decir verdad, ni siquiera podían decir algo en medio del Gran Desierto, que en tiempos antiguos había sido escenario de un cruel suceso. Se decía que en aquel lugar la sangre era reclamada como una ofrenda para borrar un beso que señalo al que fue sacrificado para salvar a todo un pueblo.

          All Hassann los había conducido al lugar con cierta dificultad y, aunque él no compartía sus creencias, no podía explicarse el fenómeno de la desaparición de la sangre del cuerpo.

          All Hassann, nombrado posteriormente por una mala pronunciación como Assasain o Assaseino, era el jefe de la banda de los que nombrarían más tarde como los Asesinos.

          Él conocía de la sangre, su olor, color y textura. No encontrar algo en ese cuerpo, realmente lo consternaba. Pero más sorprendió a todos, cuando el cuerpo se movió girando el rostro hacia la tenue luz de luna que los iluminaba.

          Esa visión no la podrían olvidar. Los ojos que tenían movimiento, estaban muertos, sin brillo. La boca de labios secos se entreabría para mostrar sus dientes blancos y largos colmillos.

          Los grandes investigadores ingleses, destacados por su inteligencia, observación y el razonamiento deductivo para resolver casos difíciles, que hasta ese momento habían permanecido callados e inmóviles, se apresuraron a apretar sus corbatas metálicas para cubrir el cuello y cerraron sus largas gabardinas, que los protegían de cualquier arma, para dejar solo al descubierto la cadena de la cual pendía un gran crucifijo de plata.

Sus manos armadas con una estaca y un mazo, estaban listas con la pretensión de matar al inmortal.

          Trataron de acercarse rápidamente y lograr su propósito, pero no sirvió de nada, pues sus pies fueron el lugar por donde la sangre saldría de la manera más extraña. De la fina arena salían pequeñas bocas que los aprisionaban para succionarlos hasta dejarlos completamente secos.

 





 

A la memoria de Herminio Martínez

      Herminio Martínez, maestro, guía, luz, manantial, amigo entrañable y forjador de lectores y aspirantes a escritores. Bajo sus enseñanz...