IMÁGENES DESDE OTRA PERSPECTIVA
Cada
año, desde el 2012, he tenido la oportunidad y el honor de conducir a los
bibliotecarios del estado de Guanajuato en un taller de escritura creativa
dirigida a los niños. La iniciativa es del Lic. Alejandro Contreras, Coordinador de la red estatal de bibliotecas públicas, del Instituto Estatal de la Cultura.
Para llegar a tal objetivo es necesario fomentar en los bibliotecarios el amor por las letras. La responsabilidad que tienen es enorme porque recomendar tal o cual lectura no siempre es con un resultado positivo. Es de suma importancia conocer títulos y autores, pero además, en el caso que nos ocupa, es pertinente que quien dirige un taller de escritura creativa entre pequeños participantes, también conozca las herramientas para narrar. De eso se trata este ejercicio.
Cada bibliotecario recibió una imagen de una pintura y se le pidió que contara lo que ve desde su propia perspectiva. Vale.
Para llegar a tal objetivo es necesario fomentar en los bibliotecarios el amor por las letras. La responsabilidad que tienen es enorme porque recomendar tal o cual lectura no siempre es con un resultado positivo. Es de suma importancia conocer títulos y autores, pero además, en el caso que nos ocupa, es pertinente que quien dirige un taller de escritura creativa entre pequeños participantes, también conozca las herramientas para narrar. De eso se trata este ejercicio.
Cada bibliotecario recibió una imagen de una pintura y se le pidió que contara lo que ve desde su propia perspectiva. Vale.
Julio
Edgar Méndez
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LUZ
Sandra
Hernández Viúrquiz
Estás
ahí, delante de gasas pálidas, frías como la nieve, con una figura curvilínea,
delicada y frágil, tan llena de vibrantes colores, como el azul que sabe a mar,
el rojo sabor de las fresas dulces y maduras deslizándose por tus curvas y con
un aroma fresco, a pasto por las mañanas, entre la calidez de los rayos del
sol, moviéndote y jugando al ritmo del viento, mientras yo te miro desde aquí, desde
el negro vacío.
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MI
MEJOR PASATIEMPO
Micaela
Huerta Méndez
Mi pasatiempo
favorito es visitar a mis abuelos. Cada verano es una aventura diferente que
paso en la enorme casa de mis abuelos. Es tan antigua que cuenta historias de
muchos años atrás. Dice mi abuelo que le pertenecía a un señor dueño de varias
hectáreas, dicen era conde, aunque la casa no parece ser hecha por un vampiro. Es
fantástico cuando me dejan salir al patio trasero de la casa, los grandes
pilares que sostienen los arcos parecen ser guardianes de piedra que protegen
el lugar en caso de invasores. También puedo pasar horas y horas en los
jardines de la abuela, buscando y coleccionando todo tipo de insectos y bichos
raros que acompañan las flores del patio, los pongo en una caja de madera que
mi madre me obsequió y les pongo un nombre diferente a cada uno para que formen
parte de mi club. Mi parte favorita es cuando anochece, la casa se llena de un
infinito canto de grillos y una que otra rana. A veces, cuando la luna está
brillante, le pido al abuelo que me acompañe a la azotea para así estar más
cerca de las estrellas y verlas mejor. El abuelo coloca su gran escalera de
palos para ayudarme a subir, mi papá y el abuelo me cuidan mientras estamos
arriba, y yo anhelo poder ver una estrella fugaz para poder pedir un deseo.
Desearía que esos días llenos de chocolate caliente, comida exquisita y
aventuras en el patio en la gran casa de mis abuelos nunca terminen.
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LA
BAILARINA
Julia
Huerta
Una bailarina
de ballet clásico prepara su presentación. Su mente no está ahí, pues recuerda
al amor de su vida. Hace tiempo que no se ven. Por cuestiones de trabajo él tuvo que irse al otro lado del
mundo. Pensaba en esto cuando alguien
gritó: ¡listas! Vuelve a la realidad, sale a escena, empieza su baile,
su vista se le va entre el público. El corazón le palpita mas fuerte al descubrir
que ahí se encuentra él, ella baila como nunca lo había hecho. Se le hace
eterno que esto termine, y al final, rápidamente y sin tropiezos corre a su
camerino. Llega y sin prender la luz se despoja de su ropa de baile, pero al
ver su cama destendida descubre que entre su ropa de cama se encuentra un bello
florero brillante como un sol y en él las flores más hermosas que jamás había
visto. Toma una, la huele y sale inmediatamente de su camerino. Corre por los
pasillos, a lo lejos lo ve y corre más rápido, así llega a sus brazos. Él la
sujeta con fuerza. Salen de aquel lugar a recorrer las grandes avenidas por las
que solían hacerlo hace tiempo, ella le pregunta por qué no le dio las flores
personalmente. Él contesta que esas flores encima de su cama y a un lado de su
ropa de dormir significan la pureza de ella y la frescura de su amor. Entrelazados
caminan y caminan, llegando a sus caras lo fresco y la brisa de la noche, y así
se pierden por lo obscuro de la noche y de aquella gigantesca calle.
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MACANA
DE LA CAÑADA
Ramona
Téllez Manzo
Corrí,
corrí y corrí con todas mis fuerzas hasta que me cansé. De pronto volví la
mirada y no había nadie detrás de mí, entonces noté que nadie me seguía y a lo
lejos vi la silueta de la persona que creí me perseguía. Estaba parado viendo
hacia mí. El viento volaba los pedazos de su saco que pareciera hecho de
tiritas por lo desgastado. Se movía al compás del soplido del viento como si
fuera de papel, su pelo reflejaba la luz del sol que apenas estaba apareciendo.
Era luminoso, despeinado, largo y se notaba muy grueso.
Me
quedé pensando. Me quería espantar o lo espanté yo. Nunca lo había visto, a
pesar de que pasaba todos los días casi a la misma hora .La curiosidad me
invadió, pudo más que mi miedo y con inseguridad retrocedí unos metros más. Él
seguía parado mirando al horizonte, lo miré. Sus ojos eran de color azul,
grandes al igual que sus pestañas, la tristeza habitaba en ellos. Era muy
delgado, ataba su pantalón con un lazo de henequén y entre los tenis rotos y descoloridos
pude ver las huellas en sus tobillos. Tenía costras sangrantes como si le
hubieran querido cortar los pies. No sabía qué sentimiento me invadía: miedo,
tristeza, incertidumbre. Era un niño de aproximadamente 15 o 16 años. Con voz
temblorosa le pregunté, ¿puedo ayudarte en algo? Él agachó la cabeza y siguió
su camino. Con una hora de retraso llegué a la escuela de la comunidad donde
trabajaba. No podía borrar de mi mente esa imagen de aquel niño que salió de
entre las cercas de piedra y me aterrorizó. Pregunté a mis alumnos, ¿conocen a
una persona que anda en la carretera casi camino a la cascada? Inmediatamente
me dijeron que era un niño que estaba ¨loco¨. Me dio tristeza escuchar eso, me senté frente
al grupo y continuaron diciendo: ‘su mamá lo ata con una cadena en su pie para
que no se salga’, ‘vive en un cuarto cerrado, sin ventanas, tiene un colchón de
costales y paja de maíz para dormir’, ‘desde chiquito no va a la escuela’. ‘Se
le salió a su mama y no lo encuentra’. Me rompieron el corazón.
Mi
esposo dice que anda en la carretera que lleva de Tarimoro a Parácuaro y come
lo que encuentra sobre la carretera, pero nunca lo he vuelto a ver.
MI
ALEGRE TRISTEZA
Raquel
Vázquez Arzate
En
medio de un pueblo solitario observo cómo aquella fachada de la antigua casa va
perdiendo vida, su pared cambia de tono, el color marrón se vuelve triste y áspero
como la tierra del suelo. También el portón cada día se hace más viejo, su
madera, que antes era dura como el tronco de un árbol y que estaba cubierta de
ese azul vivo como el agua del rio, se va desvaneciendo por el rayo de sol que
le da por las mañanas. Esos rayos que queman y marchitan. Ahora esta bofa, crujiente
como las hojas cuando se secan. Hay una tina de metal frio, como el hielo, a un
lado de la puerta. Es redonda como aquel giro que doy al respirar y gris duro,
fuerte, sin sentimientos. Pero del otro lado observo una maceta llena de hojas
suaves, flexibles y verdes. Ese pigmento que da vida, al igual que las flores
de diferentes colores y olores que alegran y animan cuando estás decaída. Dentro
de esta casa me encuentro con una vegetación hermosa. Un arco de hojas frescas
y suaves, con flores de rosa tan delicado como la piel de una mujer, ese arco
que tú puedes hacer al entrelazar tus dedos y levantar tus manos al cielo.
EL
MAR Y LA PESCA
Beatriz
Delgado
Hace
algunos año había un grupo de pescadores
que trabajaban en el mar. Sus herramientas de trabajo eran un pequeño barco y
dos lanchas; son como coches, funcionan con un motor y gasolina pero no tienen
llantas, no las necesitan por que flotan en el agua. Un día llegaron empresas
que se dedicaban a la comercialización de pescado. Tenían barcos enormes, había
mucho producto en el mar y prosperaron. Se les terminó el trabajo a este grupo
de pescadores. Ya no recolectaban lo mismo y se vieron en la necesidad de
trabajar para estas empresas. Los pescadores aun conservan su barco y sus
lanchas. Están situadas a la orilla del muelle, flotando en el mar azul que es
como cielo, el agua del mar se aprecia tranquila y fría como una noche de
invierno. Allá al horizonte se alcanzan a ver las montañas como piedras de
tierra, gigantes y extendidas. Pero tan lejanas como las esperanzas de los
pescadores. Antes vivían para pescar y ahora pescan para poder vivir.
DE
PIE
Trixi
Muñoz
En
una noche tranquila y fría, se encontraba un árbol realmente grande, con pocas
hojas y ramas. Por un instante, un relámpago iluminó todo el cielo. Segundos después
se escuchó a lo lejos un tremendo trueno. Sin embargo no hizo que el árbol
perdiera ni siquiera una de sus hojas, estaba firme e intacto, plantado Sobre
la tierra cálida.
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IMAGEN
DE MI PROPIA PERSONALIDAD
Ana
Gloria Herrera Ayala
Me
considero alguien sensible que siempre intenta lograr sus sueños. He
considerado mis fracasos como impulsores de mis éxitos. Soy responsable, un
poco estudiosa y no me gusta depender de nadie. Tengo un carácter fuerte y
muchas de las veces que actúo, lo hago sin pensar y después suelo arrepentirme
en la mayoría de los casos, claro, cuando mis actos no son favorables para los
que me rodean, porque sé que mientras tenga que tomar decisiones más riesgosas,
suelo analizar todo más de tres veces. En pocas palabras, sé que tengo un
carácter muy fuerte, y no soy la mejor persona del mundo, pero intento luchar
día a día con lo que me enfrento en el mundo y cumplir mis retos, y claro, si
me es posible, ayudo a los demás. Elegí esta imagen de mi propia personalidad,
porque me gusta mucho mi soledad, y por lo mismo que no soy tan sociable, pues
creo que valoro mucho cuando me encuentro conmigo misma y me pongo a pensar en
todo lo que me pasa. También porque cuando ocupo pensar algo detenidamente,
suelo aislarme de todos y no me gusta mucho buscar consejos fuera de mí o mi
familia, porque siento que las personas buscan tus mayores debilidades para
convertirlas luego en armas contra ti.
SUEÑOS
ROTOS
Leticia
Pelagio Zavala
Hace
mucho tiempo, cuando en el mundo dominaba el machismo, la mayoría de las
mujeres solo se dedicaban a las labores del hogar. Sus sueños se veían tirados
a la basura. La mayoría de las mujeres eran muy sumisas, incapaces de llevarle
la contraria a sus esposos para hacer lo que a ellas les gustaba. Soportaban de
todo: ofensas, insultos y maltratos hasta que un día ya no soportaron más y se
revelaron para seguir sus ideales. Sin descuidar sus obligaciones, cambiaron su
colección de guantes de limpieza por libros para superarse y trabajar muy a
pesar de lo que los hombres pensaban.
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PATRAÑAS
Ema
D. Rangel
Mujer
niña, piel de durazno a punto de madurar. Delicada. Dulce. Fresca.
Empapando
versos su pelo se escapa por tus manos, sin ser mar, sin ser río, su húmeda
cascada te sumerge en su canto. Negros capulines son sus ojos, que acechan
sigilosos tus pupilas, en cada borde, en cada esquina, en la frutal oscuridad
en la que vives. Si llegas a besar sus labios de uva, detonarán los sentidos en
un grito de pigmento de dolor, porque su armadura es fría, dura, con fragmentos
filosos, que cortan y mutilan las entrañas de fragante oxido.
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NOSTALGIA
Andrea
A. Arvizu Rodríguez
Al
ver aquella fachada nos trae nostalgia. La pared fría al tacto, cayéndose a
pedazos, con grietas por doquier, me hace saborear ese café frio que dejaste en
mi mesa el día que partiste. Café también es la calle, arenosa se ve al pasar.
Escalones
color gris, como la sensación que tiene el viento en el cuerpo al terminar de
llover. Una tina fría, vieja y sin agua se encuentra recargada en la pared. Dos
macetas con flores de aroma exquisito, ese aroma que solo encontramos bajo los
abrazos de una abuela y un color rojo como la sandia al morder. Los pilares que
sostienen la puerta, están viejos, marmoleados por el paso del tiempo, secos y
agrietados; contemplando los años viejos. La puerta es azul tranquilidad y
fresca como la menta en un bizcocho. Muy al fondo se yergue un inmenso árbol
que deja caer sus hojas sobre nuestros cuerpos, señal de que las estaciones van
terminando.
*Textos publicados en El Sol del Bajío, Celaya, Gto.
**Imágenes: Mikel Glass, Zvonomir Mihanovic, Alexander Petrov, Fernando Fuentes Cortés.
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