domingo, 1 de octubre de 2017

IMÁGENES DESDE OTRA PERSPECTIVA


IMÁGENES DESDE OTRA PERSPECTIVA


Cada año, desde el 2012, he tenido la oportunidad y el honor de conducir a los bibliotecarios del estado de Guanajuato en un taller de escritura creativa dirigida a los niños. La iniciativa es del Lic. Alejandro Contreras, Coordinador de la red estatal de bibliotecas públicas, del Instituto Estatal de la Cultura. 
Para llegar a tal objetivo es necesario fomentar en los bibliotecarios el amor por las letras. La responsabilidad que tienen es enorme porque recomendar tal o cual lectura no siempre es con un resultado positivo. Es de suma importancia conocer títulos y autores, pero además, en el caso que nos ocupa, es pertinente que quien dirige un taller de escritura creativa entre pequeños participantes, también conozca las herramientas para narrar. De eso se trata este ejercicio.
Cada bibliotecario recibió una imagen de una pintura y se le pidió que contara lo que ve desde su propia perspectiva. Vale.
Julio Edgar Méndez

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LUZ
Sandra Hernández Viúrquiz

Estás ahí, delante de gasas pálidas, frías como la nieve, con una figura curvilínea, delicada y frágil, tan llena de vibrantes colores, como el azul que sabe a mar, el rojo sabor de las fresas dulces y maduras deslizándose por tus curvas y con un aroma fresco, a pasto por las mañanas, entre la calidez de los rayos del sol, moviéndote y jugando al ritmo del viento, mientras yo te miro desde aquí, desde el negro vacío.

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MI MEJOR PASATIEMPO
Micaela Huerta Méndez

Mi pasatiempo favorito es visitar a mis abuelos. Cada verano es una aventura diferente que paso en la enorme casa de mis abuelos. Es tan antigua que cuenta historias de muchos años atrás. Dice mi abuelo que le pertenecía a un señor dueño de varias hectáreas, dicen era conde, aunque la casa no parece ser hecha por un vampiro. Es fantástico cuando me dejan salir al patio trasero de la casa, los grandes pilares que sostienen los arcos parecen ser guardianes de piedra que protegen el lugar en caso de invasores. También puedo pasar horas y horas en los jardines de la abuela, buscando y coleccionando todo tipo de insectos y bichos raros que acompañan las flores del patio, los pongo en una caja de madera que mi madre me obsequió y les pongo un nombre diferente a cada uno para que formen parte de mi club. Mi parte favorita es cuando anochece, la casa se llena de un infinito canto de grillos y una que otra rana. A veces, cuando la luna está brillante, le pido al abuelo que me acompañe a la azotea para así estar más cerca de las estrellas y verlas mejor. El abuelo coloca su gran escalera de palos para ayudarme a subir, mi papá y el abuelo me cuidan mientras estamos arriba, y yo anhelo poder ver una estrella fugaz para poder pedir un deseo. Desearía que esos días llenos de chocolate caliente, comida exquisita y aventuras en el patio en la gran casa de mis abuelos nunca terminen.

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LA BAILARINA
Julia Huerta

Una bailarina de ballet clásico prepara su presentación. Su mente no está ahí, pues recuerda al amor de su vida. Hace tiempo que no se ven. Por cuestiones de  trabajo él tuvo que irse al otro lado del mundo. Pensaba en esto cuando alguien  gritó: ¡listas! Vuelve a la realidad, sale a escena, empieza su baile, su vista se le va entre el público. El corazón le palpita mas fuerte al descubrir que ahí se encuentra él, ella baila como nunca lo había hecho. Se le hace eterno que esto termine, y al final, rápidamente y sin tropiezos corre a su camerino. Llega y sin prender la luz se despoja de su ropa de baile, pero al ver su cama destendida descubre que entre su ropa de cama se encuentra un bello florero brillante como un sol y en él las flores más hermosas que jamás había visto. Toma una, la huele y sale inmediatamente de su camerino. Corre por los pasillos, a lo lejos lo ve y corre más rápido, así llega a sus brazos. Él la sujeta con fuerza. Salen de aquel lugar a recorrer las grandes avenidas por las que solían hacerlo hace tiempo, ella le pregunta por qué no le dio las flores personalmente. Él contesta que esas flores encima de su cama y a un lado de su ropa de dormir significan la pureza de ella y la frescura de su amor. Entrelazados caminan y caminan, llegando a sus caras lo fresco y la brisa de la noche, y así se pierden por lo obscuro de la noche y de aquella gigantesca calle.

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MACANA DE LA CAÑADA
Ramona Téllez Manzo

Corrí, corrí y corrí con todas mis fuerzas hasta que me cansé. De pronto volví la mirada y no había nadie detrás de mí, entonces noté que nadie me seguía y a lo lejos vi la silueta de la persona que creí me perseguía. Estaba parado viendo hacia mí. El viento volaba los pedazos de su saco que pareciera hecho de tiritas por lo desgastado. Se movía al compás del soplido del viento como si fuera de papel, su pelo reflejaba la luz del sol que apenas estaba apareciendo. Era luminoso, despeinado, largo y se notaba muy grueso.
Me quedé pensando. Me quería espantar o lo espanté yo. Nunca lo había visto, a pesar de que pasaba todos los días casi a la misma hora .La curiosidad me invadió, pudo más que mi miedo y con inseguridad retrocedí unos metros más. Él seguía parado mirando al horizonte, lo miré. Sus ojos eran de color azul, grandes al igual que sus pestañas, la tristeza habitaba en ellos. Era muy delgado, ataba su pantalón con un lazo de henequén y entre los tenis rotos y descoloridos pude ver las huellas en sus tobillos. Tenía costras sangrantes como si le hubieran querido cortar los pies. No sabía qué sentimiento me invadía: miedo, tristeza, incertidumbre. Era un niño de aproximadamente 15 o 16 años. Con voz temblorosa le pregunté, ¿puedo ayudarte en algo? Él agachó la cabeza y siguió su camino. Con una hora de retraso llegué a la escuela de la comunidad donde trabajaba. No podía borrar de mi mente esa imagen de aquel niño que salió de entre las cercas de piedra y me aterrorizó. Pregunté a mis alumnos, ¿conocen a una persona que anda en la carretera casi camino a la cascada? Inmediatamente me dijeron que era un niño que estaba ¨loco¨.  Me dio tristeza escuchar eso, me senté frente al grupo y continuaron diciendo: ‘su mamá lo ata con una cadena en su pie para que no se salga’, ‘vive en un cuarto cerrado, sin ventanas, tiene un colchón de costales y paja de maíz para dormir’, ‘desde chiquito no va a la escuela’. ‘Se le salió a su mama y no lo encuentra’. Me rompieron el corazón.
Mi esposo dice que anda en la carretera que lleva de Tarimoro a Parácuaro y come lo que encuentra sobre la carretera, pero nunca lo he vuelto a ver.


MI ALEGRE TRISTEZA
Raquel Vázquez Arzate

En medio de un pueblo solitario observo cómo aquella fachada de la antigua casa va perdiendo vida, su pared cambia de tono, el color marrón se vuelve triste y áspero como la tierra del suelo. También el portón cada día se hace más viejo, su madera, que antes era dura como el tronco de un árbol y que estaba cubierta de ese azul vivo como el agua del rio, se va desvaneciendo por el rayo de sol que le da por las mañanas. Esos rayos que queman y marchitan. Ahora esta bofa, crujiente como las hojas cuando se secan. Hay una tina de metal frio, como el hielo, a un lado de la puerta. Es redonda como aquel giro que doy al respirar y gris duro, fuerte, sin sentimientos. Pero del otro lado observo una maceta llena de hojas suaves, flexibles y verdes. Ese pigmento que da vida, al igual que las flores de diferentes colores y olores que alegran y animan cuando estás decaída. Dentro de esta casa me encuentro con una vegetación hermosa. Un arco de hojas frescas y suaves, con flores de rosa tan delicado como la piel de una mujer, ese arco que tú puedes hacer al entrelazar tus dedos y levantar tus manos al cielo.



EL MAR Y LA PESCA
Beatriz Delgado

Hace algunos año  había un grupo de pescadores que trabajaban en el mar. Sus herramientas de trabajo eran un pequeño barco y dos lanchas; son como coches, funcionan con un motor y gasolina pero no tienen llantas, no las necesitan por que flotan en el agua. Un día llegaron empresas que se dedicaban a la comercialización de pescado. Tenían barcos enormes, había mucho producto en el mar y prosperaron. Se les terminó el trabajo a este grupo de pescadores. Ya no recolectaban lo mismo y se vieron en la necesidad de trabajar para estas empresas. Los pescadores aun conservan su barco y sus lanchas. Están situadas a la orilla del muelle, flotando en el mar azul que es como cielo, el agua del mar se aprecia tranquila y fría como una noche de invierno. Allá al horizonte se alcanzan a ver las montañas como piedras de tierra, gigantes y extendidas. Pero tan lejanas como las esperanzas de los pescadores. Antes vivían para pescar y ahora pescan para poder vivir.



DE PIE
Trixi Muñoz

En una noche tranquila y fría, se encontraba un árbol realmente grande, con pocas hojas y ramas. Por un instante, un relámpago iluminó todo el cielo. Segundos después se escuchó a lo lejos un tremendo trueno. Sin embargo no hizo que el árbol perdiera ni siquiera una de sus hojas, estaba firme e intacto, plantado Sobre la tierra cálida.

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IMAGEN DE MI PROPIA PERSONALIDAD
Ana Gloria Herrera Ayala

Me considero alguien sensible que siempre intenta lograr sus sueños. He considerado mis fracasos como impulsores de mis éxitos. Soy responsable, un poco estudiosa y no me gusta depender de nadie. Tengo un carácter fuerte y muchas de las veces que actúo, lo hago sin pensar y después suelo arrepentirme en la mayoría de los casos, claro, cuando mis actos no son favorables para los que me rodean, porque sé que mientras tenga que tomar decisiones más riesgosas, suelo analizar todo más de tres veces. En pocas palabras, sé que tengo un carácter muy fuerte, y no soy la mejor persona del mundo, pero intento luchar día a día con lo que me enfrento en el mundo y cumplir mis retos, y claro, si me es posible, ayudo a los demás. Elegí esta imagen de mi propia personalidad, porque me gusta mucho mi soledad, y por lo mismo que no soy tan sociable, pues creo que valoro mucho cuando me encuentro conmigo misma y me pongo a pensar en todo lo que me pasa. También porque cuando ocupo pensar algo detenidamente, suelo aislarme de todos y no me gusta mucho buscar consejos fuera de mí o mi familia, porque siento que las personas buscan tus mayores debilidades para convertirlas luego en armas contra ti.



SUEÑOS ROTOS
Leticia Pelagio Zavala

Hace mucho tiempo, cuando en el mundo dominaba el machismo, la mayoría de las mujeres solo se dedicaban a las labores del hogar. Sus sueños se veían tirados a la basura. La mayoría de las mujeres eran muy sumisas, incapaces de llevarle la contraria a sus esposos para hacer lo que a ellas les gustaba. Soportaban de todo: ofensas, insultos y maltratos hasta que un día ya no soportaron más y se revelaron para seguir sus ideales. Sin descuidar sus obligaciones, cambiaron su colección de guantes de limpieza por libros para superarse y trabajar muy a pesar de lo que los hombres pensaban.

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PATRAÑAS
Ema D. Rangel

Mujer niña, piel de durazno a punto de madurar. Delicada. Dulce. Fresca.
Empapando versos su pelo se escapa por tus manos, sin ser mar, sin ser río, su húmeda cascada te sumerge en su canto. Negros capulines son sus ojos, que acechan sigilosos tus pupilas, en cada borde, en cada esquina, en la frutal oscuridad en la que vives. Si llegas a besar sus labios de uva, detonarán los sentidos en un grito de pigmento de dolor, porque su armadura es fría, dura, con fragmentos filosos, que cortan y mutilan las entrañas de fragante oxido.

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NOSTALGIA
Andrea A. Arvizu Rodríguez

Al ver aquella fachada nos trae nostalgia. La pared fría al tacto, cayéndose a pedazos, con grietas por doquier, me hace saborear ese café frio que dejaste en mi mesa el día que partiste. Café también es la calle, arenosa se ve al pasar.

Escalones color gris, como la sensación que tiene el viento en el cuerpo al terminar de llover. Una tina fría, vieja y sin agua se encuentra recargada en la pared. Dos macetas con flores de aroma exquisito, ese aroma que solo encontramos bajo los abrazos de una abuela y un color rojo como la sandia al morder. Los pilares que sostienen la puerta, están viejos, marmoleados por el paso del tiempo, secos y agrietados; contemplando los años viejos. La puerta es azul tranquilidad y fresca como la menta en un bizcocho. Muy al fondo se yergue un inmenso árbol que deja caer sus hojas sobre nuestros cuerpos, señal de que las estaciones van terminando.




*Textos publicados en El Sol del Bajío, Celaya, Gto.
**Imágenes: Mikel Glass, Zvonomir Mihanovic, Alexander Petrov, Fernando Fuentes Cortés.


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