Sol del Bajío, Celaya, Gto.
COARTADA
Textos y Visiones de José Luz Rentería González
“Mi mundo es confuso, cambia de estación en estación,
y no soy maestro del pensamiento. Hacer de mi vida una creación estética y
artística es mi ley, mi magia y mi religión. Para lo demás soy un solitario y
lo que más me interesa son los sueños nocturnos y mi trabajo. El trabajo me da
dignidad, el trabajo me lava de todas las traiciones, de todas las porquerías y
de todas las rutinas de la vida cotidiana. El trabajo es mi coartada. Y quizás,
ante Dios y los hombres, es una coartada que da buen resultado.”
Federico
Fellini
José
Luz Rentería González, miembro del Taller Literario desde hace ya varios años,
se ha ido perfeccionando en el arte de las palabras, del dibujo y de la
sencillez. Con sus sentidos internos de mago nos invita a viajar por el túnel
de sus letras impregnadas de misticismo, destellos amorosos y excelsos cantos a
la vida como sólo él lo sabe hacer.
Dueño
de una personalidad enigmática y una mirada que sólo ostentan quienes han
nacido para enfrentarse a los ventarrones y al relámpago. Su sangre procede de
una familia de linaje de reyes. Es un incansable buscador de los textos bien
escritos, del verbo que se coloca a la altura de los ángeles. Con ese
entusiasmo que siempre tiene se regala él entero a la existencia. Sencillo,
trabajador y poeta, con sus palabras nos ofrece hoy una muestra de cómo se vive
y se escribe la vida entre los hombres. Disfrutemos pues de esta fiesta “para
aguardar la dulce muerte en las horas de inmensa dicha.”
Martín
Campa
LOS
SENTIDOS INTERNOS DE UN MAGO
José Luz Rentería González
1
Vuelvo
a recorrer los parajes del Culiacán y disfruto de los bellos atardeceres donde
el sol se oculta para sentarse a comer una rebanada de la noche con polvo de
estrellas y un buen trago de vía láctea.
2
Mi
alma es un racimo de sueños que he dejado a la entrada del umbral por el que
fui lanzado al vientre de mi madre; y hoy, ya maduro, me toca evocarlos desde
el fondo del pensamiento para que sean mis amados descendientes en la hora de
mi juicio.
3
Nat-tha-hi
es el coro de ángeles que retumba en los corazones de los pequeños otomíes que
retoñaron en el horizonte de esta puerta que fue forjada con el sol de la
juventud.
HA
NACIDO LA ESPERANZA
José Luz Rentería González
¿Quién
es esta familia sobre la que brilla la Esperanza? José y María forman este matrimonio que vive
en las afueras de la ciudad. Las familias que con ellos conviven construyen sus
casas con palos y láminas de cartón y alguna cobija remendada. Se alimentan
gracias a la basura que recolectan; otros piden limosna en las esquinas de la
ciudad, algunos prefieren robar. Esta gente, sin estudios ni un oficio, es
vetada en cualquier empleo.
Siempre
se nos ha mostrado a Dios como un individuo que observa a los humanos desde su
trono celestial. Pero es mi sentir que Dios vive, respira, siente, piensa y
habla a través de nosotros; los humanos lo hemos hecho a imagen y semejanza
nuestra.
María
se halla en el trance de dar a luz. La comunidad se halla desierta, solo su
vecina Isabel se halla para asistirla en el parto.
Los
vecinos comienzan a llegar y al oír el llanto del niño corren presurosos; unos
le traen ropa; otros alimento, y algunos un poco de dinero para el sustento de
la familia.
Jesús,
pues así fue llamado por sus padres, ha cumplido siete años. A su puerta está
el destino que, como una fiera al acecho de su presa, le aguarda. Las primeras
nociones del pasado reviven en su memoria, son destellos de un futuro.
Al
llegar a la edad de doce años lo vemos
acurrucado en un rincón, mantiene el rostro oculto en los brazos que
descansan en sus rodillas. Siente vergüenza por los actos que ha cometido. Lo
oímos sollozar, gemir como un animal herido. No habla, la culpa se alimenta de
sus palabras. Su ropa está hecha jirones, de su cuerpo se desprende un olor
nauseabundo. Ha perdido su fuerza vital. Ahora solo es una tierra árida, donde
su alma no haya descanso.
¿Qué
sucedió? ¿Qué ha experimentado este remedo de hombre, para que ahora lo
encontremos en este estado de decadencia? El tiempo sigue su marcha, no siente
piedad por esta frágil criatura.
Han
transcurrido ya treinta y tres años desde que Jesús vio por primera vez la luz
del mundo. Hemos llegado al punto sin
retorno. Quienes se queden a oír esta conversación de tres, vengan, hagamos un
círculo y ofrendemos nuestra mente al Ser que nos dio vida.
El
sol se oculta en el horizonte. Un rayo asciende al cielo partiendo a la noche
en dos. Se escucha un trueno y de la tierra emerge el portador de luz. Su
aspecto es el de un pastor. Del cielo desciende el Anciano de los días, viene
sobre nubes cargadas de tempestad. Ambos se miran sin hablar. Los presentes,
tomados de las manos, aguardamos algo que está por venir.
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VENDEDOR
DE ILUSIONES Y OTRAS COSAS…
José Luz Rentería González
Yo
me llamo ángel del Altisimo, Pá servir a usté. Y les traigo a sus mercedes,
cuentos y leyendas, pensamientos de amores, algunos no correspondidos y otros
que fueron defraudados. También narraciones de aparecidos, místicos y
religiosos, y pócimas pá ir al otro mundo.
Porque todos nacemos de la tierra, en la tierra vivémos y pá la tierra
algún día tornaremos.
EL
NACIMIENTO DEL ILUSIONISTA
José Luz Rentería González
Cuarenta
años atrás en el tiempo, en una polvorienta cabaña, el acontecimiento más bello
en la vida de José Román y María Guadalupe se desarrollaba en un marco de
esperanza.
Ángel
del Altísimo. Ese fue el nombre que su padre le puso aquella mañana, cuando
despertó al alba con su llanto.
─¡Válgame
el Cristo! Esta criatura es un pan de Tata Dios. Nomas al escuchar su lloro, se
enternece lueguito el corazón ─exclamó la partera al momento de recibir a la
criatura.
─Yavez
Jelipe, y tú que no me creibas ─dijo la madre del recién nacido─. Bien lo decía
doña Florentina, que nuestro chamaco iba ser como un rayo que alumbre la noche
deste pueblo.
─Pos,
se llamará Ángel del Altísimo. Eso mesmo será desde hora, pa gloria de Tata
Dios.
Así
transcurrió su primer día en el seno de aquella familia que lo cubriría de
amor. Su primera palabra fue esta pregunta: ¿? Como si hubiera estado
aguardando el permiso para hablar. A todas horas preguntaba esto o aquello;
parecía tener un hambre insaciable de aprender sobre las cosas que lo rodeaban.
Ángel
se sentaba a ver como el sol se hundía en las montañas, y al caer la oscuridad
entraba en su jacalito para conversar con Tata Dios, como él lo llamaba.
Por
la madrugada, a eso de las tres de la mañana se levantaba a contemplar el cielo
repleto de estrellas. Le gustaba ver como la luz salía de entre los cerros y se
iba corriendo por las parcelas hasta perderse en la lejanía, vistiendo al campo
con su calor.
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SINFONÍA
CORAL DE LOS ELEMENTALES
José Luz Rentería González
El
viento ruge con un suspiro de amor, mientras se pasea por el valle de las siete
luminarias siembra diamantes y va implorando un tiempo más.
María
La Gavia y José Culiacán, con los brazos alzados lloran, piden por su hijo
amado que tantas alegrías les prodigó en los ayeres cuando con su risa alegró
sus oídos.
Los
centenarios árboles se deshojan en tributo a su grandeza; y las cañadas
albergan sus sueños que nacieron al calor de un beso.
El
manantial canta una oración al fulgor de la luna para apaciguar a los dioses
del destino, y las estrellas titilan su luz en los senderos colmados de
imaginación.
Todos
los mágicos habitantes se reúnen en torno a la lumbrera que les dio vida con
sus metáforas. Una a una, se fusionan con su creador para reavivar su fuego.
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AMARTE
CON INTENSIDAD
José Luz Rentería González
Amada
mía. Me levanté pensando en ti. Por esta razón veo al mundo diferente; en cada
persona mayor veo a mi padre; en la imagen venerable de un atardecer veo a mi
madre; en el apacible lago que encierra la poesía veo a mi candorosa hermana; y
en cada frondoso árbol veo a mi hermano. Y en la inocente sonrisa, veo al niño
que se perdió en la noche y que por la magia de tu amor ha vuelto a renacer
Todo
esto es gracias a ti…
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CORO
DE ÁNGELES
José Luz Rentería González
De
mis fantasías tú eres la llama que enciende mis ansias. Es por eso que quiero
pulverizarme en el calor de tus besos, y además que tus brazos me condenen a la
soledad de tu hendidura, para aguardar la dulce muerte en las horas de inmensa
dicha.
Porque
sólo al mirarte me siento ser divino, omnipotente, y escucho el coro de ángeles
rezando a mi oído con la suave nota de tu sonrisa.
LOS
FRUTOS DEL AMOR
José Luz Rentería González
La
diosa cantó con su voz primaveral poblando el valle de plantas y flores. El
dios introdujo su diestra en el abismo y extrajo una luz que alegre danzaba en
la palma de su mano, y dijo: «Este es el nacimiento de una nueva especie». «Tú
serás la luz del Paraíso», exclamaron los dioses al unísono. Andando el tiempo,
aquélla luz se convirtió en el astro rey. El caballero de fuego, viendo la belleza
de la luna, la tomó por esposa. Más sus vástagos se olvidaron de sus
progenitores…
Así,
con el corazón atribulado, decidió presentarse ante sus progenitores, los
dioses. «Dinos, querido hijo, ¿qué es lo
que aflige a tu corazón?». «Madre, mis hijos se han olvidado de amar. Han
despojado a sus hermanos de lo poco que tienen». «Pide, y nosotros te daremos
lo que anhela tu ser». «Deseo que los oprimidos dispongan de alimento». «Así
será. Pero sabes que todo tiene un precio. El Sol se arrodilló a los pies de
sus padres, y dijo: «No poseo nada más que mi propia vida. Así que os la
entrego con todo el júbilo de mi corazón. A cambio concededme cinco cosas».
«Adelante, pide lo que desees». «Quiero que a mis hijos les den una planta,
cuyo tallo sea dulce y firme, y que su fruto sea alimento. También pido una
planta, cuyas bayas contengan granos que les den fortaleza; quiero además una
planta, cuyas flores y fruto sean alimento; También deseo una planta, cuyo
fruto sea picante. Por último, quiero un árbol que dé fruto dulce y que,
además, el árbol mismo sirva de alimento». Ahora pueden tomar mi vista; pues ya
no veré más los atardeceres, ni a las aves andando por el cielo de mil
tonalidades. No podré saborear lo que para ellos he pedido, no aspiraré más el
olor de la tierra mojada ni el aroma de las flores; tampoco volveré a sentir la
caricia de la tierra bajo mis pies ni escucharé más el canto de la alborada. Al
decir esto quedó inmóvil, hundido en las sombras. «Amado hijo, los hombres
tendrán lo que para ellos has pedido, y, además, la sal de tus lágrimas y la
miel de tu corazón».
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LA
DISTANCIA ES CÓMPLICE DE NUESTRO AMOR
José Luz Rentería González
No
me cansaré de tus montes y planicies,
porque
son el regocijo de mi corazón,
no
hay, ni habrá otra como tú,
cuyo
candor compita con el sol.
Siempre
recordaré tus cantaros rebosantes
de
vino añejo, recopilado para la boda de Canaán,
cuando
en tus sueños de alegre mozuela, anhelabas,
apresar
la delicada avecilla en tus muros.
Caminemos,
marchemos al país de las ilusiones
donde
he sembrado los besos que guardo para ti,
ahí
nos espera la felicidad y en su cara una sonrisa.
Soy
el cazador que fue sorprendido
por
pretender herir tu corazón, me encuentro extasiado
por
tu grácil figura que modela mis sueños.
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