jueves, 30 de octubre de 2025

José el ratón crea su consultorio

 


José el ratón crea su consultorio

Isabella  Zenaís Hurtado Arroyo

 

En la Universidad Autónoma de México, un ratón llamado José estudiaba la carrera de Odontología. Su mamá, la señora Mouse, no estaba de acuerdo con su decisión porque la gran mayoría de ratones querían estudiar la carrera de Odontología. Como todos sabemos, existe el ratón de los dientes y tendría mucha competencia. Aun así la señora Mouse apoyaba a José, porque era su único hijo y su gran orgullo.

            Un buen día José fue a visitar a su dentista, la doctora Aidé y le preguntó:

            —Doctora, yo quiero saber, ¿cómo logró poner su propio consultorio?

            La doctora le dijo que fue con esfuerzo, entusiasmo y paciencia. 

            Ella era muy joven, contaba con veinticinco años de edad y José solo con dieciocho. Cuando el ratoncito terminó su carrera decidió tomarse unas vacaciones para pensar bien en su futuro.

            Pasaron ocho años y José siguió el consejo de la dentista, con esfuerzo, dedicación, paciencia y entusiasmo, a la edad de veintiséis años el ratoncito José logró tener su propio consultorio.

            José tenía un gran anhelo, casarse con una hermosa ratoncita llamada Marijó, que conoció cuando él era estudiante.  La  ratoncita siempre lo rechazó  porque decía que José era muy dientudo. Él decidió no seguir molestándola. Eso lo llenó de tristeza al principio, pero luego decidió que de todos modos él sería feliz.

            Pasaron los días y en unas de sus citas en el consultorio, le tocó atender a Marijó porque se le había roto uno de sus  lindos dientes. José se sorprendió mucho pero aun así la  atendió. El ratoncito estaba muy cambiado, ahora era un joven guapo y menos dientón. Era amable y fue atento con la ratoncita.

            Marijó se sintió mal al recordar que lo había rechazado muchas veces. No sabía cómo hablar con él. José no le dio importancia al pasado y le pidió que fueran amigos, así empezaron a salir juntos a pasear.



Pasó el tiempo y ella se había enamorado de él. Era muy celosa, se molestaba cuando José salía con sus colegas a comprar  docenas de queso amarillo.

            En una de sus citas atendió a una ratoncita muy linda, se llamaba Flor. José y Flor se hicieron buenos amigos.

            Un 24 de diciembre salió con las dos amigas para la cena de Navidad  y les dijo:

            —Chicas, vamos a pasear a un lugar muy bonito.

            A Marijó no le gustó nada la idea. Se despidieron de sus familiares y salieron a pasear. Marijó quejumbraba y quejumbraba diciendo:

            —¿Ya vamos a llegar?, estoy muy cansada y estamos en un lugar muy feo  y me voy a manchar la ropa.

            Flor y José  se voltearon a ver entre ellos, haciendo una cara de enojo, porque Marijó no paraba de molestar. No se habían dado cuenta de que ya eran tarde y aún no habían llegado al lugar prometido por José.

            Cuando finalmente llegaron, Marijó dijo:

            —Oye, José, ¿dónde vamos a dormir?

            José dijo: —no sé, Marijó, pero por lo pronto hay que rentar dos cuartos de hotel por diez quesos.

            Flor dijo: —yo tengo treinta quesos y con lo que sobre podemos comprar un poco más de queso, por lo que suceda.

            Pagaron y se fueron a dormir. Al día siguiente, antes de que Marijó se despertara, José y Flor ya tenían planes. José se dio cuenta de que Marijó no era la ratoncita que él esperaba.

            El viaje terminó mal porque regresaron por distintos caminos. Marijó dejó de hablarle a Flor y se molestó mucho con José. El ratoncito dejó que pasara un tiempo, mientras se dedicó a atender a sus muchos pacientes en el consultorio dental.

            Al paso de algunos meses, José y Flor decidieron ser novios. Querían casarse en la iglesia de la ciudad, así que aprovecharon para ir a comprar el vestido y el traje. Invitaron a todo el mundo menos a Marijó. El día de la boda, que fue muy bonita, ya estaba a punto de terminar cuando Marijó llegó a interrumpir. Nadie sabía qué pasaba y Marijó amenazaba a flor con lanzarle un quesote y mancharle su vestido.

            Es que Marijó seguía enamorada de José, por eso estaba tan molesta. Uno de los invitados le llamó  a la policía y cuando llegaron, la agarraron con unas esposas de queso, pero no se las podía comer.  La sacaron de la iglesia y no la volvieron a ver.

 

Pasaron los años y José y Flor tuvieron una linda ratoncita. Cuando su pequeña ratona  tenía cinco años, descubrieron que al fin Marijó estaba en libertad. La habían perdonado y ella no los molestó nunca más. Al fin hubo paz y armonía y todos los ratones y ratonas vivieron felices en la extraordinaria ciudad Ratonil.


Un ratoncito decide seguir su sueño de convertirse en dentista. Cuento infantil escrito por una pequeña de nueve años, que forma parte del Taller literario Diezmito de Palabras. Narrado por ella misma. Imágenes creadas con IA. Forma parte del libro Cuentos para no caerse de la cama de 2024. Disponible en Amazon. www.diezmodepalabras.com/diezmito.html


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