Página de escritores del taller literario Diezmo de Palabras, fundado por el escritor Herminio Martínez en Celaya, Gto. Coordinado por Julio Edgar Méndez
La
noche estaba fría. Los perros no dejaban de ladrar. En el aire había un olor a
pantano. Pocas personas se animaban a salir de sus casas.
Hacía tiempo que quería conocer el Museo
de las Muñecas, me dijeron que había muchas y con vestidos típicos de varias
partes del mundo. Cuando llegué al museo las muñecas estaban fuera de sus
exhibidores. Estaban de pie, en medio del patio, parecía que hacían un ritual,
me vieron y me quisieron atacar. Yo salí corriendo hasta que llegué a mi casa.
Entré a mi cuarto y vi una nota que
decía. “Hola, hijo, te preparé una cena, te acabas todo”. Me di cuenta de que
esa no era la letra de mi mamá. Escuché un ruido raro. Eran un monstruo del
pantano y las muñecas del museo, estaban detrás de mí. Las esquivé y corrí
hasta la plaza. Vi que eran las 3:00 de la madrugada. Grité y nadie me escuchó.
Las muñecas eran amigas del monstruo. Había una playa cerca, corrí y corrí
hasta que llegué a donde estaba un barco chiquito. Me subí y remé para
alejarme. Las muñecas sabían nadar y me siguieron.
Me alejé mucho, hasta que no vi mi
pueblo. El agua se volvió negra. En el barquito había comida y agua. Comí,
tenía hambre. Ya no veía a las muñecas, solo al monstruo, a lo lejos. Escuché
una voz que me decía: “¿qué haces aquí?, esta zona es no es segura, ven, sube a
mi barco”.Cuando subí el bote se movió,
estaba suavecito, parecía un colchón, me di cuenta de que todo era un sueño, en
ese momento me desperté. Tal vez cené demasiado.
Cuento infantil escrito la niña Vaitiare Nieto, quien forma parte del Taller literario Diezmito de Palabras.
Imágenes creadas con IA.
Forma parte del libro Cuentos para no caerse de la cama de 2024. Disponible en Amazon.
www.diezmodepalabras.com/diezmito.html
Erwin
nació en Celaya. Era una niña con ojos y cabello del color de un cielo nublado.
Aunque era linda y tranquila, sus padres la maltrataban, casi siempre le
pegaban y le gritaban. Le daban de comer solo una vez al día, por eso ella
comenzó a guardarles rencor.
Al cumplir veinte años se escapó de
su casa y se fue a vivir al bosque, a una vieja cabaña abandonada. Finalmente
se sentía libre. Una tarde nublada cayó un meteorito tan rápido que no lo vio
venir. El meteorito quemó todo el bosque, el incendio duró algunos días y
cuando se apagó, decidió acercarse a ver el lugar. Cuando llegó hasta el sitio
del impacto encontró medio enterrada una gema de un color negro como la noche.
También había un metal brillante y muy duro junto a la gema.
Cuando tocó la gema se formó un
vapor que, moviéndose entre la gema negra y el trozo de metal, comenzó a entrar
por su boca y nariz. Sus ojos cambiaron del color azul nublado a un amarillo
verdoso. Su aspecto también cambió, era otra persona, con una mentalidad
distinta. Comenzó a escuchar voces en su cabeza, que le daban instrucciones.
Con el metal construyó un cetro y en
la punta de arriba le colocó la gema. Lo agitó como prueba y de la nada cayó un
rayo rojo justo en el lugar donde ella apuntó. Se dio cuenta de que la gema
tenía un poder inmenso de destrucción. Después
de algunas pruebas más, se encaminó a la ciudad donde nació y comenzó a causar
caos y destrucción en varias partes. El rencor hacia sus padres le hizo odiar a
toda la ciudad. Pronto su sed de caos no paró y destruyó ciudades enteras, las
autoridades intervinieron pero era imposible derrotarla, ya que su poder era
inmenso.
Sin saberlo, desde el día que cayó
el meteorito a la tierra, otra persona también encontró una gema y parte del
desconocido metal. La chica se llamaba Miranda. Ella también tenía un cetro,
pero lo había mantenido en secreto hasta que supo de las terribles noticias por
el desastre causado por Erwin.
La gema de Miranda era de color azul
celeste. Pensó que quizás esta era la razón de que encontrara la gema y el
metal, porque descubrió que tenía poderes. Viajó desde los Estados Unidos,
donde ella nació y buscó a Erwin. Siguió su rastro por varios días hasta que la
encontró y la enfrentó. Comenzó una pelea que duró tres horas seguidas hasta
que Erwin no aguantó más y terminó derrotada y las autoridades la arrestaron.
Ese no
sería el final ya que se había quedado con un pequeño pedazo de la gema, el
cual utilizó para escapar. Aunque el pedazo era pequeño, tenía el suficiente
poder como para romper las rejas y unos cuantos muros, solo le faltaba
encontrar el cetro que estaba en un laboratorio donde estaban examinando la
gema y el metal. Usó el pedazo de la gema para infiltrarse y robar el cetro.
Cuando de nuevo lo tuvo en sus manos
salió rápidamente de ahí, pero en el camino se encontró con Miranda, su mayor
enemiga hasta la fecha. Esta vez, en lugar de quedarse a pelear, se fue porque
sabía que no era rival para ella. Salió corriendo al lugar donde cayó el
meteorito y empezó a recolectar el resto de metal y también buscó otra gema,
pero solo encontró más metal. Así que pensó en donde podría encontrar otra
gema, y se le ocurrió que podría buscar otro meteorito.
Buscó por todo México, sin éxito.
Cuando estaba a punto de rendirse fue al lugar donde cayó el primer meteorito
pero no encontró algo. En su lugar estaba la gema azul de su enemiga, Miranda y
junto a la gema había una nota que decía: ¿Es esto lo que buscabas? y firmaba
una persona llamada Ana.
Extrañada tomó la gema, esta era de
un color parecido al mar. Se fue a una casa abandonada a construir otro cetro
aparte del que ya tenía, pero rápidamente descartó la idea y decidió unir las
dos gemas para conseguir otra más poderosa.
Después de unir las dos gemas usó el
metal para construir un segundo cetro. Mientras tanto, Miranda estaba
desesperada buscando su gema, pero por más que buscaba no encontraba nada,
estaba completamente segura de que Erwin se la había robado, pero a la vez
temía que si eso era cierto, sería el fin del mundo.
También se preguntaba cómo le había
podido robar su gema, ya que estaba resguardada en un lugar súper secreto, que
además estaba lleno de trampas y de guardias. De pronto, de la nada se rompió
la pared y apareció Ana. En ese momento Miranda no sabía que aquella chica se
llamaba Ana, ni siquiera sabía quién era, entonces Ana le dijo su nombre y le
entregó un pedazo de la gema de Erwin. Ana le dijo que tenía que usar ese
pedazo para construir un arma y, antes de que pudiera decir algo, Ana se
esfumó.
Ahora Miranda tenía tres problemas,
averiguar qué arma hacer, por qué razón Ana tenía un pedazo de la gema y por
qué se la dio. Después de pensar un poco llegó a la conclusión de que esa chica
le había robado su gema, pero… entonces ¿por qué le dio ese pedazo de la gema?
¿De qué lado estaba? No lo sabía, o quizás ella no fue la que le robó su gema,
Todo era tan confuso, le dolía la cabeza de tanto pensar, pero tenía que hacer
algo pronto.
Mientras tanto, Erwin iba camino
adonde estaba Miranda, en ese momento no pensaba en nada más que en ir a
vengarse, iba tan rápido que parecía una estrella fugaz, en eso algo le cayó en
la cabeza, alguien le lanzó una roca, se detuvo y qué gran sorpresa se encontró
cuando vio a su madre, al parecer su madre sobrevivió al desastre que hizo en
su ciudad. Su mamá le siguió lanzando rocas. Erwin la ignoró y siguió su
camino, pero su mamá la empezó a perseguir y le siguió lanzando rocas:
̶ ¿¡Qué quieres!? -le dijo,
desesperada-.
̶ ¡Quiero detenerte antes de que
destruyas todo! -contestó su mamá rápidamente-.
̶ Pues sigue intentando, no lo vas a
lograr. Después de que le dijera eso se fue directo a donde estaba Miranda.
Cuando llegó al laboratorio entró
rompiendo la pared, pero no encontró a nadie, avanzó un poco y una jaula de
hierro cayó encima de ella, pero la destruyó fácilmente. Se enojó mucho más de
lo que estaba y la siguió hasta llegar fuera del laboratorio, donde estaba la
verdadera trampa. Ahí la estaba esperando Miranda. Antes de que Erwin pudiera hacer algo, Miranda la atrapó en
una jaula de magia que hizo con su pedazo de gema. Aunque el pedazo de gema de
Miranda no era suficiente para contener a Erwin. Rápidamente la chica rompió la
jaula y le dio una paliza a Miranda. Miranda no podía defenderse, ya que su
pedazo de gema no era nada contra el cetro de Erwin, así que no tuvo más
remedio que retirarse y huir. Cuando la perdió de vista empezó a pensar en un
nuevo plan, hasta que recordó algo.
Le habían dicho que desde que Erwin
tomó la gema, algo maligno entró en ella, así que si lograba sacar eso de
Erwin, podría ganar la guerra. Necesitaba la ayuda de Ana porque ella era
bastante sigilosa, tan sigilosa como para robar su gema que estaba resguardada
con muchas trampas, lo malo es que no sabía dónde estaba y aparte no tenía
ninguna pista sobre donde podría estar.
Mientras pensaba en eso estaba
corriendo para alejarse de Erwin. Cuando encontró refugio se calmó un poco y
pensó que tenía que volver al laboratorio, donde podría haber alguna pista,
aunque las probabilidades eran bajas. ¿Qué podría perder?
Salió rápidamente de aquel refugio y
corrió hacia el laboratorio y se escondió en un mueble que había sobrevivido a
la pelea y afortunadamente encontró un pedazo de cabello de Ana, por lo cual
podría encontrarla porque usaría su ADN como rastro. Al parecer ella vivía en
Salamanca, pero estaba muy herida como para viajar. Rápidamente llamó a su
mejor amiga, ella accedió a ayudarla y fue lo más pronto posible hacia allá.
Tenía que ir discretamente y cuando llegó ni siquiera hizo ruido, Miranda se
sorprendió por lo sigilosa que era. Mientras
le contaba todo, su amiga reveló que ella era Ana, Miranda se volvió a
sorprender, esto significaba dos cosas: que su amiga le había robado y que ya
no tendría que viajar a otro país ¡Sí! ¡Qué bien! ¿Verdad?
Le contó su plan, el cual era cansar
a Erwin hasta el punto de que ya no pudiera atacar más, las dos sabían que no
iba a ser tarea fácil. ¿Cómo la iban a cansar si tenía una enorme fuerza? Era
más probable que ellas se cansaran más rápido.
En el momento en que las dos
llegaron al lugar, vieron que ya las estaba esperando Erwin, también las habían
seguido unos helicópteros y aviones del gobierno, al parecer los Estados Unidos
querían intervenir en todo esto, pero no les saldría muy bien.
En el momento que llegaron, Erwin
derribó los aviones y helicópteros y se distrajo, en ese momento Ana le pudo
quitar su cetro y se lo lanzó a Miranda, aunque ella no lo pudo atrapar. El
cetro cayó al piso y se rompió, hubo un gran estruendo, comenzó a salir vapor y
en medio de todo el espíritu maligno. Se evaporó para siempre en medio de un
torbellino.
Erwin volvió a conocer la paz.
Cuento infantil escrito la niña Vicky Vázquez Tirado, quien forma parte del Taller literario Diezmito de Palabras.
Imágenes creadas con IA.
Forma parte del libro Cuentos para no caerse de la cama de 2024. Disponible en Amazon.
www.diezmodepalabras.com/diezmito.html
En la
Universidad Autónoma de México, un ratón llamado José estudiaba la carrera de
Odontología. Su mamá, la señora Mouse, no estaba de acuerdo con su decisión
porque la gran mayoría de ratones querían estudiar la carrera de Odontología.
Como todos sabemos, existe el ratón de los dientes y tendría mucha competencia.
Aun así la señora Mouse apoyaba a José, porque era su único hijo y su gran
orgullo.
Un buen día José fue a visitar a su
dentista, la doctora Aidé y le preguntó:
—Doctora, yo quiero saber, ¿cómo
logró poner su propio consultorio?
La doctora le dijo que fue con
esfuerzo, entusiasmo y paciencia.
Ella era muy joven, contaba con
veinticinco años de edad y José solo con dieciocho. Cuando el ratoncito terminó
su carrera decidió tomarse unas vacaciones para pensar bien en su futuro.
Pasaron ocho años y José siguió el
consejo de la dentista, con esfuerzo, dedicación, paciencia y entusiasmo, a la
edad de veintiséis años el ratoncito José logró tener su propio consultorio.
José tenía un gran anhelo, casarse
con una hermosa ratoncita llamada Marijó, que conoció cuando él era
estudiante.Laratoncita siempre lo rechazóporque decía que José era muy dientudo. Él
decidió no seguir molestándola. Eso lo llenó de tristeza al principio, pero
luego decidió que de todos modos él sería feliz.
Pasaron los días y en unas de sus
citas en el consultorio, le tocó atender a Marijó porque se le había roto uno
de suslindos dientes. José se
sorprendió mucho pero aun así laatendió.
El ratoncito estaba muy cambiado, ahora era un joven guapo y menos dientón. Era
amable y fue atento con la ratoncita.
Marijó se sintió mal al recordar que
lo había rechazado muchas veces. No sabía cómo hablar con él. José no le dio
importancia al pasado y le pidió que fueran amigos, así empezaron a salir
juntos a pasear.
Pasó
el tiempo y ella se había enamorado de él. Era muy celosa, se molestaba cuando
José salía con sus colegas a comprardocenas de queso amarillo.
En una de sus citas atendió a una
ratoncita muy linda, se llamaba Flor. José y Flor se hicieron buenos amigos.
Un 24 de diciembre salió con las dos
amigas para la cena de Navidady les
dijo:
—Chicas, vamos a pasear a un lugar
muy bonito.
A Marijó no le gustó nada la idea.
Se despidieron de sus familiares y salieron a pasear. Marijó quejumbraba y
quejumbraba diciendo:
—¿Ya vamos a llegar?, estoy muy
cansada y estamos en un lugar muy feoy
me voy a manchar la ropa.
Flor y Josése voltearon a ver entre ellos, haciendo una
cara de enojo, porque Marijó no paraba de molestar. No se habían dado cuenta de
que ya eran tarde y aún no habían llegado al lugar prometido por José.
Cuando finalmente llegaron, Marijó
dijo:
—Oye, José, ¿dónde vamos a dormir?
José dijo: —no sé, Marijó, pero por
lo pronto hay que rentar dos cuartos de hotel por diez quesos.
Flor dijo: —yo tengo treinta quesos
y con lo que sobre podemos comprar un poco más de queso, por lo que suceda.
Pagaron y se fueron a dormir. Al día
siguiente, antes de que Marijó se despertara, José y Flor ya tenían planes.
José se dio cuenta de que Marijó no era la ratoncita que él esperaba.
El viaje terminó mal porque
regresaron por distintos caminos. Marijó dejó de hablarle a Flor y se molestó
mucho con José. El ratoncito dejó que pasara un tiempo, mientras se dedicó a
atender a sus muchos pacientes en el consultorio dental.
Al paso de algunos meses, José y
Flor decidieron ser novios. Querían casarse en la iglesia de la ciudad, así que
aprovecharon para ir a comprar el vestido y el traje. Invitaron a todo el mundo
menos a Marijó. El día de la boda, que fue muy bonita, ya estaba a punto de
terminar cuando Marijó llegó a interrumpir. Nadie
sabía qué pasaba y Marijó amenazaba a flor con lanzarle un quesote y mancharle
su vestido.
Es que Marijó seguía enamorada de
José, por eso estaba tan molesta. Uno de los invitados le llamóa la policía y cuando llegaron, la agarraron
con unas esposas de queso, pero no se las podía comer.La sacaron de la iglesia y no la volvieron a
ver.
Pasaron
los años y José y Flor tuvieron una linda ratoncita. Cuando su pequeña
ratonatenía cinco años, descubrieron
que al fin Marijó estaba en libertad. La habían perdonado y ella no los molestó
nunca más. Al fin hubo paz y armonía y todos los ratones y ratonas vivieron
felices en la extraordinaria ciudad Ratonil.
Un ratoncito decide seguir su sueño de convertirse en dentista. Cuento infantil escrito por una pequeña de nueve años, que forma parte del Taller literario Diezmito de Palabras.
Narrado por ella misma.
Imágenes creadas con IA.
Forma parte del libro Cuentos para no caerse de la cama de 2024. Disponible en Amazon.
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Una mañana del mes de octubre, mi
madre le pidió al cochero que se preparara, ya que saldríamos hacia San Francisco
de Acámbaro. Poco después comenzó la marcha, yo vivía en Mezquital de los
Apatzeos. El camino era bastante largo.
Mi
familia quería que contrajera matrimonio con Cayetano Francisco Foncerrada
Hernández, él vivía con su madre, Doña Esther Hernández, viuda de Foncerrada.
La
Travesía fue muy extensa, mi cochero tomó el camino antiguo para llegar a
Acámbaro, un camino empedrado lleno de flores. Tiempo después voltee hacia la
ventana y vi una barda de piedra muy bonita, de repente se detuvo el coche, se
abrió la puerta y ya habíamos llegado.
Llegamos
hasta una puerta de madera, que tenía tallada en la madera unos girasoles y
detalles de herrería con la siguiente inscripción: “Hacienda de los
pavorreales, de la familia Foncerrada Hernández”.
Cuando
entré a la casa tenía un patio muy grande, con una fuente en el centro y en la
punta, un pavorreal tallado en cantera rosa. Los portales que daban hacia el
patio tenían mascarones tallados y unas columnas muy anchas, en toda la casa
había pavorreales con plumas muy finas y extensas. Yo quedé maravillada de ver
tantos pavorreales juntos. Además, tenía unos macetones con rosas de Castilla,
los macetones tenían pintados pavorreales de talavera.
En
el corral observé pavas con sus pequeños polluelos, algunas con plumas azules
comunes y otras de un color blanco como la nieve.
El
reloj marcó las seis de la tarde, esa es la hora de orar a nuestro Señor, en
aquella hacienda se venera a San Pancracio. En la capilla había un retablo de
estilo barroco, enmarcado con rubís y fragmentos de oro fino.
Las
habitaciones eran muy grandes y los techos muy altos, hechos de baldosa, la
cabecera era una representación de conchas de mar, y muchos pavorreales
tallados. La reunión con Cayetano Francisco y su madre no fue agradable.
Llegó la noche y debimos de
regresar a nuestro hogar, pero en mi corazón quedó grabada la Hacienda de los
pavorreales.
En cuanto llegué a mi casa subí a
mi habitación y lloré como nunca lo había hecho. No estaba enamorada de aquel
hombre, mis sentimientosestaban
confundidos y mi corazón destrozado. Traté de dormir y en mis sueños veía
aquella casa tan hermosa, cuando de repente escuché mi nombre: “María Julia,
María Julia, despierta, se te ha hecho tarde para la misa de seis”. Me desperté
muy molesta y solo vi a mi Nana María Encarnación.
Me
levanté, me arreglé y salí a caminar para que mi mente se despejara y no pensar
más en aquel hombre. Cuando llegué a mi casa vi a mis padres sentados a la mesa
junto a Cayetano Francisco. Ya se habían puesto de acuerdo,él venía para llevarme a casar. A mí ni
siquiera me consultaron. Mi familia me vendió por trescientos malditos reales.
Como yo no tenía dote, no pude negarme.
Me
sentí la mujer más infeliz del mundo en aquel momento, jamás amaría a aquel
hombre, pero no tendría otra opción. Obedecer a mis padres era ley suprema para
mí.
Mi
nana preparó mis ropas y joyas más finas, sabía que jamás volvería a verla.
Me
subí al coche demasiado indispuesta, con la sonrisa más falsa del mundo para
poder encajar en la sociedad. Dormí en todo el camino, hasta que un gran
empujón me hizo despertar. Volví a ver esa joya arquitectónica de nueva cuenta.
Me sentía mal, pero también feliz porque sería la dueña y señora de aquella
casa. Esto solo sería el comienzo de todas mis desgracias.
Entré
en la casa, la cual sería mi nuevo hogar. Encontré a toda la servidumbre que ya
me esperaba con un rico banquete. Se llegó la hora de dormir y yo debía de
dormir en una habitación aparte, hasta que me casara con Francisco.
Hice
mis debidas oraciones y me recosté para que mi cuerpo descansara. Al pasar al
menos dos horas escuché mi nombre completo: “María Julia de Nuestra Señora de
La Merced Santiago Pedraza”. Desperté muy asustada, empapada en sudor por la
voz tan gruesa y estremecedora que me hablaba. Respondí
muy temerosa:
—¿Quién
es usted, quién me llama a esta hora?
—Soy
el dueño de esta hacienda –dijo la horrible voz-.
—Mi
futuro esposo es el único dueño de esta hacienda.
—No,
sus bisabuelos me asesinaron para robarme mi casa.
—¡Déjeme
en paz, espíritu inmundo, salido de los apretados avernos!
—Está
bien, pero el tiempo que estés en esta casa sufrirás como nunca.
No
sabía que esto sería mi perdición y mi sufrimiento eterno.
Llegó el día de anunciar mi
compromiso con Cayetano Francisco. Se invitó a personalidades muy importantes,
entre ellos al Virrey de la Nueva España, don Antonio de Mendoza y Pacheco y
también al Párroco de la Parroquia de Nuestra Señora del Refugio, para que
diera fe de lo sucedido.
Por
dentro me sentía destrozada y a la vez con la incertidumbre de lo que me dijo
aquel espíritu que no dejaba de rondarme cada noche.
Los
sirvientes me trajeron un vestido azul marino que tenía flores bordadas con
hilo de oro y una gargantilla bordada con mis iniciales en hilo de plata,
extraída de la CiudadMinas de Nuestra
Señora de los Zacatecas.
Aunque
yo tuviera todos estos lujos mi ser estaba triste, lo tenía todo pero me
faltaba la felicidad.
Se
llegó la hora de anunciar nuestro amor a tanta gente hipócrita que venía solamente
a ver con quien contraía matrimonio don Cayetano Francisco Foncerrada
Hernández.
No
entendía por qué tantos adornos, flores, comida en exageración, si solamente
era la anunciación de nuestro matrimonio. Costumbres de gente que solo quiere
encajar en sociedad y quedar bien con los demás, para mí era demasiado molesto
que mi privacidad quedara por los suelos.
De
repente el mayordomo exclamó:
—La
Hacienda de la Familia Foncerrada Hernández celebra la anunciación del sagrado
matrimonio entre Don Cayetano Francisco Foncerrada Hernández y su prometida, la
señorita María Julia de Nuestra Señora De La Merced Santiago Pedraza.
Bajé
por la escalera hacia el patio central de la casa, del brazo de mi prometido,
con una sonrisa, aunque con los sentimientos destrozados. Lo único que me hacía
compañía era la orquesta que con sus melodías tocaban el Vals del Emperador.
Pasaban
y pasaban las horas y yo me sentía muy cansada de atender y saludar a tanta
gente. Pedí disculpas a mi prometido y a nuestros invitados y opté por ir a mis
aposentos. De un momento a otro mi piel se comenzó a erizar y a sentir
demasiado frio, cuando abrí mis ojos vi a un ser desencarnado con los pies
retorcidos y una sonrisa macabra que me hizo gritar.
Aquel
espíritu exclamó:
—¿Ves como te mueres de miedo?, yo te advertí que los
días que pasaras aquí sufrirías demasiado.
—¡Maldito
seas por siempre!
Se
escuchó una carcajada estremecedora y mi habitación volvió a hacer la misma.
Traté de dormir pero era en vano, mi mente y mi cuerpo estaban aterrados de oír
a aquel espíritu.
La mañana del uno de abril de 1550
me preparé para mi matrimonio. Me bañé y todas las sirvientas me ayudaron a
arreglarme. No era cualquier ocasión, era un evento muy importante para mi
vida. Los meses me habían ayudado a conocer a Francisco y la verdad, ya estaba
enamorada de él, pero el espíritu no dejaba de rondarme cada noche.
Las
campanadas del reloj me indicaron que ya casi se acercaba el gran momento. Mi
casa lucía preciosa con tantos arreglos florales, hasta los pavorreales hacían
juego con todos los adornos.
Mi
vestido de novia era una hermosura, color perla con rosas bordadas y un pequeño
escote. Llevaba un corset que me apretaba un poco, tenía una cauda muy larga con
muchas flores bordadas. Los aretes fueron mandados a hacer en Guanajuato, igual
que las pulseras con rubís. El velo era un bello encaje, traído desde Sevilla.
Cuando
el reloj marcó las 11: 30 de la mañana, salí hacia la calle vestida como un
bello ángel. Mi sorpresa fue enorme al ver una hermosa calandria repleta de
flores. Abordé, debíamos de llegar temprano a la Parroquia de Nuestra Señora
del Refugio, Patrona de Acámbaro. Llegué al templo y las campanas repicaron
como nunca lo habían hecho, toda la gente me esperaba, yo era la novedad en
aquellos días.
Entré
al Santuario y sonó el órgano tocando la marcha Prenupcial. Caminé del brazo de
mi padre, llegué al altar y escuché que el sacerdote pronunció:
—Nel
nome del Padre, il Figlio e lo spirito santo, amen.
La
celebración continuó como era debido, hasta que se llegó el momento de la
bendición de nuestro matrimonio y la unión de dos almas que se aman.
—Francisco,
recipisne Mariam Iuliam in uxorem legitimam, eam ligabis et veneraberis
comitem? –dijo el sacerdote-.
Francisco
contestó: —Sí, acepto.
—Maria
Iulia An Franciscum tamquam legitimum virum tuum accipis, eam amabis et socium
coles?
Yo contesté: —Sí padre, acepto.
—Quod
Deus coniunxit, homo separare non potest. Nunc pronuntio te virum et uxorem. Puede
besar a la novia.
Aquel
beso fue el más bello de toda mi vida, porque fue sincero.
Llegamos
a la recepción y estaban todos los invitados, me sentí la mujer más feliz del
mundo, ya amaba en verdad a mi esposo. Había mucha comida y mucho vino, la
orquesta acompañaba muy bien aquella ocasión.
Se
terminó la celebración y llegó la hora de dormir. Fue mi primera vez y me
entregué por amor sincero a una persona.
Pasaron cuatro meses y en mi
vientre se estaba formando una nueva vida.
Una tarde fría del5 de enero de 1551, nació el primer hijo de
la familia Foncerrada Santiago, único heredero de esta insigne familia. Estuve
al borde la muerte, mi parto fue muy riesgoso, perdí mucha sangre al momento de
parir y también después. Francisco se sentía muy feliz, ya que era nuestro
primer hijo y además varón. Por nombre le pondríamos Claudio Francisco León del
Sagrado Corazón de Jesús Foncerrada Santiago. Se realizó una gran fiesta para
celebrar la llegada del primer hijo a nuestra familia.
Pasaron los meses después de mi
primer parto y volví a quedar embarazada. La mañana lluviosa del 23 de
septiembre de 1551 nació nuestro segundo hijo, en esta ocasión llegó a nuestra
familia una linda niña, por lo cual le pusimos por nombre María Antonia de la
Purísima Concepción Foncerrada Santiago.
Más
tarde tuve otro bebe, pero falleció a los pocos días de su nacimiento, ella
sería la segunda niña de la familia.
Pasaron los años y mis hijos
crecieron, yo poco a poco me iba quedando sola. Claudio formó su familia lejos
de la ciudad, se casó con María Manuela de Soto heredera de toda la Villa de
Nuestra Señora de la Asunción de las Aguascalientes.Solo quedaba conmigo mi hija María Antonia,
en unos días la presentaríamos a la sociedad y buscaríamos un pretendiente de
familia de abolengo.
Una
mañana, a la hora del desayuno, recibí una carta muy misteriosa de una mujer
quien me escribió lo siguiente:
“María
Julia:
“Todos
estos años has vivido engañada por Francisco, él tiene un hijo mayor con una
muchacha llamada Martha Esperanza. Es una esclava mulata.”
Firmaba
una tal Carmen.
De
la fuerza que apreté la copa con el jugo que tenía, quebró y desangré de la
manera más horrible. Corrí a mi recámara con la cara empapada en lágrimas. Nunca
comenté nada a mi esposo y a mi hija.
Una noche volví a sentir mucha
sudoración y a ver cosas irreales. Veía mucha sangre y a personas muertas, disfrutaba
ver sufrir a los demás. Un espectro me susurraba al oído: “mátalo, disfruta y
cobra venganza”. En mi cabeza solo escuchaba carcajadas y gritos aterradores.
En
las noches comencé a recorrer los patios fríos de mi casa, quebraba las copas y
rasgaba mis pies hasta que ya no aguantaba tanto dolor. Con mis dientes
arrancaba las uñas de mis manos y de mis pies. Una noche fui a la recámara de
los sirvientes y le prendí fuego mientras dormían. Ya no podía vivir en paz,
esa voz me incitaba a hacer las cosas más perversas del mundo.
Hasta
que una noche en donde los celos, la rabia y la voz del espíritu entraron en
mis entrañas y mi mente, bajé por una cuerda al almacén. Volví a mi recámara, y
mientras mi esposo dormía plácidamente, le puse la soga en el cuello, apreté
hasta que dejó de respirar. Los pocos habitantes de la casa terminaron por
irse, también mi hija huyó.
Pasaron los días y las autoridades
vinieron a buscarme, pero yo me escondí.
Volví
a ser yo, por alguna razón el espíritu maligno se marchó. Me vi sola y triste y
sin nadie a quien recurrir. Mi soledad me pesaba, la casa estaba oscura y
triste, entonces decidí envenenarme…
Las personas cercanas a la hacienda
percibieron olores pestilentes que venían de la casa grande. Cuando llegaron
las autoridades, encontraron cuerpos en estado de descomposición. En la
recámara principal estaba el cuerpo de una mujer con el rostro devorado por las
ratas. A su lado estaba tirado un diario, de donde leyeron esta historia. En
todo Acámbaro se recuerda con miedo y tristeza a la Loca de la Hacienda de los
Pavorreales.
Camino Viejo es un cuento para audiencia juvenil, escrito por Maximiliano Hurtado, pequeño escritor del Taller literario Diezmito de Palabras.
Narrado por Max Hurtado.
Imágenes creadas con IA.
Forma parte del libro Cuentos para no caerse de la cama de 2024. Disponible en Amazon.
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