VIDA DESPUÉS DE LA VIDA
“La
poesía es un esfuerzo contra el desamparo”, según el escritor Luis García
Montero. Autores de muchas partes del mundo han buscado salir de ese estado a
través precisamente de su poesía. ¿Quién más lejos del amparo que un muerto en
vida? Es una condición humana buscar trascender, tal vez por eso los escritores
esperan perpetuar su existencia por medio de su literatura.
¿Hay vida después de la vida? Las religiones
más extendidas en el mundo dicen que sí. Los textos bíblicos y extrabíblicos
que interpretan las palabras del enorme profeta a quien conocemos como Jesús,
no dejan lugar a duda para quienes sostienen esa fe.
Ahora dicen que la conciencia no
muere, según algunos investigadores muy serios. La literatura tampoco. “Animada
por la conspiración radical de los consuelos, la poesía es luz en la noche,
sombra en el verano, refugio en la tormenta, valor en el miedo, quietud en la
fugacidad y confianza en tiempos de incertidumbre”. García Montero ha definido a
la poesía como la vida misma.
Por esta razón, en tiempos en que se
habla de resurrección, sean creyentes o no, la literatura es vida después de la
vida.
Julio
Edgar Méndez
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LA
SAL DE ALGUNA FE
Herminio
Martínez
Ahora
cualquier cura apachurrado de odio
te
va a querer juzgar.
Cualquier
ratón
ha
de querer morderte los testículos.
Ángeles
que se sientan en su trono
anal
de triduos y conceptos áridos
querrán
crucificarte entre sus canas.
Pobres
lenguas lamiéndole al vocablo
la
sal de alguna fe que ya no existe.
Dibujos
con los huesos de rodillas
y
sotanas limítrofes del cuero
floreado
por la sal que suda triste.
Y
sin embargo a ti nadie te aparta,
nada
mueve tu ser a ras del hombre,
de
hablar, sin sucumbir, de las personas
que
aran con llanto como quien escribe
en
el libro del suelo sus congojas.
Echado
al día como buey al pasto
el
poeta conoce
los
pasos de la íntima hojarasca
pero
también el animal terrible...
Hombre
solar al fin elude ese contacto
con
la cara de Dios que hay en su imagen
y
prefiere el aliento de la vida
cuyo
alfabeto muge en cada bestia.
Sabe
del niño con su noche al hombro,
el
cual de tanto ser ya se hizo anciano
sin
hablar otra lengua
que
el torrencial idioma de las lágrimas.
Voluntario
de todo
porque
para decir se viste el rayo
cuando
medita al pie del individuo.
Él
es el que le encuentra el oro al trigo
y
musgos memorables a las ingles
de
los libros cadáveres.
Es
el que se honra con los deshonrados.
El
que baja a los bordes y respira
a
plena luz el mundo que hace grande
todas
las veces que habla con el prójimo.
LOS
DADOS ETERNOS
César
Vallejo
Dios
mío, estoy llorando el ser que vivo;
me
pesa haber tomádote tu pan;
pero
este pobre barro pensativo
no
es costra fermentada en tu costado:
tú
no tienes Marías que se van!
Dios
mío, si tú hubieras sido hombre,
hoy
supieras ser Dios;
pero
tú, que estuviste siempre bien,
no
sientes nada de tu creación.
Y el
hombre sí te sufre: el Dios es él!
Hoy
que en mis ojos brujos hay candelas,
como
en un condenado,
Dios
mío, prenderás todas tus velas,
y
jugaremos con el viejo dado...
Tal
vez ¡oh jugador! al dar la suerte
del
universo todo,
surgirán
las ojeras de la Muerte,
como
dos ases fúnebres de lodo.
Dios
mío, y esta noche sorda, oscura,
ya
no podrás jugar, porque la Tierra
es
un dado roído y ya redondo
a
fuerza de rodar a la aventura,
que
no puede parar sino en un hueco,
en
el hueco de inmensa sepultura.
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SONETO-ORACIÓN
Miguel
de Cervantes Saavedra
A ti
me vuelvo, gran Señor, que alzaste,
a
costa de tu sangre y de tu vida
la
mísera de Adán primer caída
y
adonde él nos perdió, Tú nos cobraste.
A
Ti, Pastor bendito, que buscaste
de
las cien ovejuelas la perdida,
y
hallándola del lobo perseguida,
sobre
tus hombros santos te la echaste.
A Ti
me vuelvo en mi aflicción amarga
y a
Ti toca, Señor, el darme ayuda,
que
soy cordera de tu aprisco ausente
y
temo que a carrera corta o larga
cuando
a mi daño tu favor no acuda
me
ha de alcanzar esta infernal serpiente.
CUÁNTAS
VECES, SEÑOR
Félix
Lope de Vega y Carpio
¡Cuántas
veces, Señor, me habéis llamado,
y
cuántas con vergüenza he respondido,
desnudo
como Adán, aunque vestido
de
las hojas del árbol del pecado!
Seguí
mil veces vuestro pie sagrado,
fácil
de asir, en una cruz asido,
y
atrás volví otras tantas, atrevido,
al
mismo precio en que me habéis comprado.
Besos
de paz os di para ofenderos,
pero
si fugitivos de su dueño
hierran
cuando los hallan los esclavos,
hoy
que vuelvo con lágrimas a veros,
clavadme
vos a vos en vuestro leño,
y
tendréisme seguro con tres clavos.
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ORACIÓN
DEL ATEO
Miguel
de Unamuno
Oye
mi ruego Tú, Dios que no existes,
y en
tu nada recoge estas mis quejas.
Tú
que a los pobres hombres nunca dejas
sin consuelo
de engaño. No resistes
a
nuestro ruego y nuestro anhelo vistes.
Cuando
Tú de mi mente más te alejas,
más
recuerdo las plácidas consejas
con
que mi alma endulzóme noches tristes.
¡Qué
grande eres, mi Dios! Eres tan grande
que
no eres sino Idea; es muy angosta
la
realidad por mucho que se expande
para
abarcarte. Sufro yo a tu costa,
Dios
no existente, pues si Tú existieras
existiría
yo también de veras.
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LA
SAETA
Antonio
Machado
¡Oh,
la saeta, el cantar
al
Cristo de los gitanos,
siempre
con sangre en las manos,
siempre
por desenclavar!
¡Cantar
del pueblo andaluz,
que
todas las primaveras
anda
pidiendo escaleras
para
subir a la cruz!
¡Cantar
de la tierra mía,
que
echa flores
al
Jesús de la agonía,
y es
la fe de mis mayores!
¡Oh,
no eres tú mi cantar!
¡No
puedo cantar, ni quiero
a
ese Jesús del madero,
sino
al que anduvo en el mar!
ME
ENCANTA DIOS
Jaime
Sabines
Me
encanta Dios. Es un viejo magnífico que no se toma en serio. A él le gusta
jugar y juega, y a veces se le pasa la mano y nos rompe una pierna o nos
aplasta definitivamente. Pero esto sucede porque es un poco cegatón y bastante
torpe con las manos.
Nos
ha enviado a algunos tipos excepcionales como Buda, o Cristo, o Mahoma, o mi
tía Chofi, para que nos digan que nos portemos bien. Pero esto a él no le
preocupa mucho: nos conoce. Sabe que el pez grande se traga al chico, que la
lagartija grande se traga a la pequeña, que el hombre se traga al hombre. Y por
eso inventó la muerte: para que la vida -no tú ni yo- la vida, sea para
siempre.
Ahora
los científicos salen con su teoría del Big Bang... Pero ¿qué importa si el
universo se expande interminablemente o se contrae? Esto es asunto sólo para
agencias de viajes.
A mí
me encanta Dios. Ha puesto orden en las galaxias y distribuye bien el tránsito
en el camino de las hormigas. Y es tan juguetón y travieso que el otro día
descubrí que ha hecho -frente al ataque de los antibióticos- ¡bacterias
mutantes!
Viejo
sabio o niño explorador, cuando deja de jugar con sus soldaditos de plomo y de
carne y hueso, hace campos de flores o pinta el cielo de manera increíble.
Mueve
una mano y hace el mar, y mueve la otra y hace el bosque. Y cuando pasa por
encima de nosotros, quedan las nubes, pedazos de su aliento.
Dicen
que a veces se enfurece y hace terremotos, y manda tormentas, caudales de
fuego, vientos desatados, aguas alevosas, castigos y desastres. Pero esto es
mentira. Es la tierra que cambia -y se agita y crece- cuando Dios se aleja.
Dios
siempre está de buen humor. Por eso es el preferido de mis padres, el escogido
de mis hijos, el más cercano de mis hermanos, la mujer más amada, el perrito y
la pulga, la piedra más antigua, el pétalo más tierno, el aroma más dulce, la
noche insondable, el borboteo de luz, el manantial que soy.
A mí
me gusta, a mí me encanta Dios. Que Dios bendiga a Dios.
*Textos publicados en El Sol del Bajío, Celaya, Gto.
**Imágenes en orden descendente:
Pietá, Miguel Ángel Buonarroti
Salvator Mundi, Leonardo da Vinci
Ascensión de Cristo, Salvador Dalí
Lamentación de Cristo, Andrea Mantegna
Cristo Velato, Giuseppe Sanmartino
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