PENSAMIENTOS EN TINTA
Por: Laura Margarita Medina
La
reflexión es herramienta del pensamiento que nos lleva a analizar el entorno en
que vivimos. Es la forma utilizada por el incipiente escritor Alejandro Morales
Pérez; joven celayense, maestro de baile y uno de los más jóvenes miembros del
Taller literario Diezmo de Palabras, el cual nos presenta interesantes
meditaciones.
El
árbol de la vida nos muestra los diferentes caminos que tomamos los humanos
ante circunstancias distintas. Tomar malas decisiones desencadena infortunio y
amargura. La mente y el corazón nos traicionan con frecuencia. No tenemos una
correcta visión de lo que es el verdadero amor. Le hacemos un altar al egoísmo.
Como un análisis profundo, Alejandro
describe en su Trilogía como abuela,
madre, esposa los equivocados conceptos en los que algunas mujeres suelen
tener a sus hijos, nietos, esposos o en general a los varones con quienes
conviven. Incluso destruyendo su propia autoestima.
Según
te toque incrementa la duda sobre la existencia de la suerte, lo que
vivimos y con lo que nos encontramos. No siempre obtenemos lo deseado. La mejor
opción es aprender a superar la adversidad.
Donde manda capitán no gobierna
marinero, te lleva a considerar que no siempre triunfa el que se considera
mejor y no siempre es mejor el que triunfa. La vida no siempre es justa cuando
de poder se trata.
Las reflexiones de este autor son
profundas, completamente ligadas a la rutina del pasado y del presente.
Lectores de diferentes edades se sentirán identificados con algunas situaciones
de las que presenta Alejandro Morales.
EL
ÁRBOL DE LA VIDA
Alejandro
Morales Pérez
Bajo
la inmensa sombra del árbol de la vida caen frutos. Algunos grandes, medianos o
pequeños; otros están verdes, maduros o podridos; hay dulces, amargos o
insípidos. Tú, yo y todos estamos bajo esa hermosa sombra de la cual caen
frutos. Pero todo es según tus ganas, tu inteligencia, tu suerte o tus
circunstancias. Hay quien es avaricioso y se la pasa únicamente juntando y
juntando frutos; hay quien es más selectivo y elige sus frutos perfectamente;
hay quien sólo se queda viendo lo que los demás recolectan y no quiere frutos.
Hay otros a quienes sin esfuerzo ni merecimiento alguno les caen sólo los
mejores frutos. Hay quien se la pasa exhaustivamente buscando frutos y no encuentra.
Hay quien sólo recolecta lo suficiente o quien no está conforme con lo
recolectado aunque hayan sido buenos frutos. Hay quien recolecta solo lo
podrido porque no sabe o no puede recolectar otra cosa. Hay quien a pesar de
recolectar frutos, se la vive enojado por lo que otros recolectan y hay quienes
no perciben que están debajo de un árbol de bella sombra con frutos para todos…
Nada es malo, sólo es como tú
quieras verlo. Y no le eches la culpa a nada ni a nadie.
SEGÚN
TE TOQUE
Alejandro
Morales Pérez
La
vida es según te toque, y no es como la quisieras que fuera. Según lo que te
toque en tu vida eso es lo que eres. Es decir, la vida es circunstancial, lo
que muchos agradecen y otros maldicen.
Lo primero es que si te toca la
deformación física, la debilidad, la enfermedad o la salud; la fuerza, la
belleza y la inteligencia; la riqueza o la pobreza. Todo depende qué le toque
al YO. Si te tocan unos padres buenos –y ojo-, por buenos quiero decir que esos
proporcionan lo suficiente tanto en amor como en lo material. Y no me refiero
al exceso de lo material ni al exceso de amor, sino a saber cómo educar con
justicia, respeto, agradecimiento, esfuerzo y sacrificio.
Si te tocan unos hermanos buenos, te
harán la niñez feliz. Al igual si te tocan unos familiares buenos te será la
convivencia agradable. Si te tocan
amigos buenos, convivirás con gente buena y aprenderás lo bueno, ya que las
amistades influyen y afectan la conducta de nuestra persona. Si te toca una
pareja buena, el noventa por ciento de la vida será buena. Si te tocan unos compañeros
de trabajo diligentes o flojos, o bien buena onda o envidiosos, así será tu
desempeño en el trabajo. Y claro, todo te toca por circunstancia o suerte y no
por propia súper inteligencia o por propio merecimiento. Nadie escoge a sus
padres o hermanos, tampoco a sus amigos porque los amigos son las personas que
están ahí, próximas, puesto que no planeamos como quisiéramos a nuestro amigo,
ni tampoco lo vamos a buscar así como lo queremos que sea. Mucho menos
escogemos a la pareja porque cuando queremos a una persona siempre mostramos
nuestra mejor imagen, nos hacemos los perfectos y no lo somos, escondemos todos
nuestros errores para conquistar a esa persona. Si te toca algo bueno es porque
te toca y aunque estés dormido, o en el sillón de tu casa descansando, eso
bueno o eso malo te va a tocar.
Cada quien nace con lo suyo. Claro, también
se puede cambiar lo que nos toca. Sí, podemos buscar el éxito y lo bueno, pero
eso es uno en millones que se enfoca en el bien puro. Porque lo más normal en
cualquier ser humano es que si te quedas dormido o descansando en un sillón no
te va a llegue el éxito.
También hay a quien le tocaron cosas
buenísimas, pero por su estupidez las perdió y no supo qué hacer con eso bueno
que le tocó.
TRILOGÍA
COMO ABUELA, MADRE, ESPOSA
Alejandro
Morales Pérez
Como
abuela no podemos percibir que nos nace el ser abuela por egoísmo. Sí, por
egoísmo y no tanto por un bien, por lo correcto, por lo justo, o lo meritorio.
Ya que un nieto es algo que se exhibe y se presume secretamente. Ser abuelo es
algo que nos hace sentir como pavo real, es algo que nos halaga, e incluso se
podría decir que ser abuelo es como el estatus de una vida de logros. A la
abuela no le importa si su hijo o hija están preparados o en condiciones de ser
padres; o si están locos, si son unos parásitos, unos viciosos. A ese ser
totalmente egoísta lo único que le importa es realizar su capricho de tener a
su nieto y sentir ese placer. Y peor aún, no le importa el futuro de su nieto,
ni mira con buenos ojos a la nuera porque tiene prejuicios sobre ella. Al yerno
lo mira como holgazán y vicioso, pero lo raro, es que esos son los padres de su
nieto; el niño más inteligente, guapo, divertido, obediente y perfecto. También
soporta todas las estupideces de sus hijos con tal de que le lleven al nieto.
Abuelas, no porque quieran realizar
su caprichito dejen que sus hijos locos y estúpidos sean padres, no metan
presión para que tengan hijos. Eso de ser abuela es cosa de placer egoísta. ¡Ah!
porque si los abuelos de verdad quisieran a sus nietos como dicen que los
quieren, en todos los testamentos los nietos fueran los herederos y no los
hijos.
Como madre, cualquiera ansía que su
hijo sea exitoso. Mi madre explotó de rabia y envidia ya que le ardió mucho que
le dijera que mi primo más chico había empezado a ser comerciante a gran
escala, y lo que ella dijo fue: “es para que tú fueras el exitoso, es para que
a ti te mandaran la mercancía que a él le van a mandar y empezaras a generar
dinero. Pero no, eres un bueno para nada”.
Todas las madres quieren que su hijo
sea lo que no es o lo que no puede ser, y desde que los hijos están pequeños
las mamás se enojan si su hijo no es de los exitosos y a toda costa quieren que
su hijo lo sea, claro, porque sienten placer al ver a su hijo exitoso. A
cualquier madre le duele que otro sea quien destaque y la reacción de cualquier
madre es enojarse. Una madre quiere para su hijo todo lo bueno o lo mejor. Si
se vive en el capitalismo la madre va a querer que su hijo tenga muchas cosas
materiales, superficiales. Un hijo fracasado en lo económico es la vergüenza
más grande para una madre. Pero no tanto e incluso nada de vergüenza siente una
madre si su hijo es un egoísta, perverso, pero exitoso.
La mujer, como esposa, es incapaz de
ver lo estúpido, lo equivocado, lo abusivo o lo egoísta que es su esposo y, si
acaso se da cuenta de eso, es cuando ya es viejísima. La esposa en todo favorece
al marido, en todo le da la razón, siempre le sigue la corriente a su mutante
loco -¡¡ah!!- y que no se enoje el gran señor de la casa porque la esposa no
sabe qué hacer para contentarlo. Solo lo contenta porque le hace creer que es
un todo perfecto, omnipotente y que sin él, el mundo no gira. Además todo le
tiene quedar en la mano, todo le tiene que andar cuidando, siempre lo espera y
todo lo que al tonto se le olvida ella lo resuelve.
Pobres mujeres, se la pasan consintiendo
a un estúpido. Ya basta de darle la razón, de hacerle creer que está bien cuando
es un completo idiota. Solo porque se ama no se justifica no decir la verdad.
No solo somos ignorantes, estúpidos,
débiles, cobardes, quejumbrosos, delicados, criticones y locos. Sino que somos
perversos e injustos a más no poder.
DONDE
MANDA CAPITÁN NO GOBIERNA MARINERO
Alejandro
Morales Pérez
Este
refrán explica que donde hay una máxima autoridad no puede mandar una persona
de menor rango, pero ¿qué pasa cuando la máxima autoridad está equivocada, es
inhábil, no sabe mandar o peor aún, es un imbécil? Y quien es capaz, hábil, es
experto y sabe mandar, es aquella persona de menor rango que siempre ha estado
haciendo bien lo que se debe hacer. O que por viveza natural el de menor rango
es más apto que su jefe.
Nadie le discute al rey que tiene el
absoluto poder, pero si está equivocado y es un estúpido, incluso pueda ser que
hasta el rey esté loco y cualquier otro esté bien centrado. Pero el que está
bien no tiene el poder que tiene el rey, así que éste pierde, no tiene validez,
credibilidad o congruencia ante los demás. Como cualquier padre que esté en un
error, pero tiene la autoridad y el poder por las circunstancias.
El poder engrandece al egoísmo y
ciega toda flexibilidad y razón. Aprovecharse de alguien nada más porque a
nuestro YO le da la gana y tiene el poder, o mandar a otro hacer una estupidez por la simple circunstancia de estar en un
puesto superior, es un absoluto mal transparente. Bien podemos mencionar a
miles de locos idiotas que tienen el poder.
Nuestra hambre o el difícil
sobrevivir nos ha obligado a que a la máxima autoridad nadie le puede decir que
ésta en un error. Nadie puede ir en contra de aquel que tiene el poder, puesto
que nuestra supervivencia depende de ese idiota -quien tiene el poder lo puede
todo- el poder siempre es circunstancial, no meritorio, ya que sí fuera meritorio
sería alguien que consiguió llegar al poder con trabajo, esfuerzo, sacrificio y
responsabilidad, o sea con lo correcto y como tal obraría, sabría hacer lo
correcto y lo justo.
Claro, siempre hay que acatar las
órdenes del superior, pero muchas veces pasa que el subordinado tiene una mucho
mejor perspectiva del trabajo. El subordinado, al realizar el trabajo piensa,
reflexiona y hace lo que mejor conviene. Tampoco hay que esperar órdenes para
hacer lo verdaderamente correcto. Hay que tomar en cuenta quién da la orden
para hacer lo correcto que se encuentra en tales instrucciones. No es ir en
contra ni por imponer la propia voluntad por encima de la del jefe, sino para
beneficiar a todos.
Por
burla del destino pasa que el de menor rango es, por naturaleza, mejor que el
jefe o lo es porque siempre ha estado en el mismo puesto.
Un capitán idiota manda a su antojo,
más no por ser capitán, jefe o patrón
pueda dar órdenes imposibles de cumplir. Nuestro egoísmo nos hace estar
mal o sea nuestro egoísmo nos impone
sentir y creer que alguien de menor rango no puede decirle al de mayor rango
qué hacer. Basta de creer que no se puede contradecir al que está en el poder.
Basta de que se imponga un criterio estúpido, que no hay personas con
posibilidad de disentir. No se trata de quién tiene el poder, sino de quién
tenga la razón para mejorar nuestro mundo.
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