domingo, 21 de octubre de 2018

TRES CORAZONES



TRES CORAZONES

Entre los nuevos integrantes del Diezmo de Palabras, Tere Morales y Leticia Romero nos presentan sus primeros textos para publicación. Virginia López, VickyLo, nos acompañó durante un tiempo en nuestro taller semanal y actualmente se le puede escuchar en los cafés culturales de la ciudad, con esa maravillosa forma de leer o declamar tan suya y a la vez tan de todos. Tres mujeres que escriben desde el corazón. Vale.
JEM



LABERINTO
Tere Morales

Era un sábado por la mañana, antes de las nueve, cuando nos subimos al carro; visitaríamos a mi abuelo. La vez anterior a mi visita lo encontré en su taller, con viruta por todos lados y ese olor a madera que me encanta. Tenía entre sus manos un cuadernillo que movía en forma juguetona. Estaba contento de verme.
            Después de hora y veinte minutos de camino, llegamos a la casa de los abuelos. Entramos, saludé a mi abuela, a mi papá y me dirigí al cuarto donde estaba él; a diferencia de aquella vez, hoy estaba dormido en posición fetal. Lo contemplé por poco más de una hora. Era impresionante cómo había adelgazado. De repente despertó, le di un beso y lo abracé. Él, extrañado, me miraba, era evidente que no sabía quién era yo.
            Hacía cerca de un año que le habían diagnosticado Alzheimer. Mi papá viajaba tres veces por semana. Tuvieron que hacer turnos él y sus hermanos para cuidarlo. Lo llevaba a consulta, le ayudaba a hacer los ejercicios que le recomendaba el Doctor. Le pedía que hiciera cuentas, que le hablara de sus compadres, le preguntaba qué eran y para qué servían las herramientas de su taller. Al principio, mi abuelo contestaba con paciencia, pero con el paso del tiempo dar respuesta a esas preguntas se le dificultaba más.
            Mi hermana le hablaba, él sonreía, pero tampoco la reconocía. Era casi la una de la tarde cuando llegó mi tío. Entre él y mi tía lo incorporaron de la cama y lo sentaron en un sillón. Mi tío llevaba jugo de carne para darle de comer. Le decía “coma un poco más”. Él se esforzaba por deglutir.
            Llegó mi papá, se sentó enfrente de él y comenzó a pasar lista. “Mira, aquí está Gerardo, Cinthia, Tete, la Chula… Mi abuelo nos miraba después de la presentación de cada uno sin lograr recordarnos. De repente el silencio invadió la habitación, mi tío le preguntó: “¿quién es él?”, señalando a mi papá. La cara de mi abuelo se iluminó, sus ojos brillaron y contestó: “mi Chavita”. En medio de aquel laberinto que era su memoria, la imagen y el nombre de mi papá siempre estuvieron presentes.
            Me fui a comer, regresé para despedirme. Él dormía, me acerqué a su oído para decirle “te quiero mucho, abue. Échale ganas”, sus ojos de inmediato se abrieron y me vieron con ternura.
            Era mediodía del domingo, yo lavaba los trastes cuando el teléfono sonó… mi abuelo había muerto.



INSOMNIO
VickyLo

¿Qué hago con este sueño trasnochado, que parece marido borracho y amañado?
¿Qué se hace con el sigiloso correr de las patitas de los insectos, que en medio de la noche suenan como zancada de gigantes?
¿Qué hago con esta música celestial, especial para descansar y no espanta los demonios del insomnio?
¿Qué puedo hacer con los fantasmas del pasado, que se anidan a mi costado cobrando cuota de sobrevivencia?
¡Este insomnio!
¡Qué tortura al tiempo!  Y jala el largo recorrido entre minuto y minuto, hasta hacerlo infame.
Recorro este pasillo vestido de eternidad, arrastro fardos de tiempo, que intento acomodar en algún lugar.
Busco entre las manecillas del reloj de Dalí, una coyuntura para poder descansar.
¿Qué se hace con la mente, cuando  hurga entre los trebejos del desván de los recuerdos  para idear nuevas historias?
¡Dame! Artesano del papel y pluma, una buena razón, una línea, una quimera para correr tras ella y después dormir.
Dormir, sumida en un mar de sensaciones nuevas, explorar otras ideas, arrullada por los sonidos de Natura. Flotar  entre los divinos mantras, consolar  mis fantasmas, fundirlos en mí.
¿Qué hago con este insomnio que aniquila?

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CONSENSO
VickyLo

Me pierdo en la maraña de mis  pensamientos
y gozo el soliloquio de mí verbo,
te entrego la sabana de mi todo,
mis  montes valles y  recónditos  templos
degusto  los sabores de tu elixir,
la esencia de tu piel arrebolada
la límpida caricia a tu inocencia
que bebo con hambre harto retrasada,
cubro la razón de mi inconsciencia
a hechos de natura acordada
para callar mi conciencia
y no esquivar  por culpa  la mirada,
acallo los murmullos  de tu boca,
paridos en la entrega consensuada
Y bebo los sonidos que provocan
mis manos en tu carne demudada.
La suave mordedura de  tu boca
provoca la locura en mis sentidos
trastócame el sentido un segundo
floréceme la vida un instante
que no hay nada comparado en este mundo,
a los brazos amorosos del amante.
Condúceme al clímax esperado
con un  marco acorde a este momento
quiero perpetuarte en solitario,
aquí dentro, muy dentro.

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DOLORES, DOLORES
VickyLo

Cada uno su propia línea
cada uno identificándose con el papel
que le corresponde en este montaje.
Esta tragicomedia
donde como parte del drama,
cada protagonista sufre, padece, llora y espera…
Cada uno su propia rima,
cada cual con su parte estelar
dentro de una obra que se entrelaza con otras,
sin vincular vidas, sin enlazar penas.
Cada guión su set especial
sin que se interfiera en el protagonismo de otros.
Seres apiñados con el dolor a cuestas,
que escurre de sus bocas,
de sus enfebrecidos cuerpos.
Miradas infantiles perdidas en el calor aterrador
que enturbia sus mentes,
que convulsiona sus pequeños cuerpos laxos,
gobernados por el dolor.
Seres llevados a los extremos
Esperando…
esperando…
Esfinges de hielo, casi mirando a través de las ventanas,
estatuas de marfil o de granito, no miran…
no escuchan…
no hablan…
se  escudan en su frialdad
de esos seres dolientes,
y eluden aspirar sus males.
Pobres almas postradas
mendigando mitiguen sus dolores,
mentes perdidas en el paroxismo,
que intentan encontrar consuelo
en la barrera petrificada
donde se estrellan sus voces,
sin hacer eco de sus necesidades.
Pobres cuerpos
 pobres mentes,
 pobres almas,
¡que no encuentran alivio a su dolor!

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ESPERARTE
VickyLo

Te esperaba, lo sabes.
Te esperé, en cada beso soñado
en cada caricia imaginada
en cada suspiro arrancado a mi inconsciente.
Te esperé sin esperarte
en cada intento de amar creyendo que llegabas.
Te esperé en la sombra de mi soledad,
y en los rayos de la luna.
En cada vuelco de mi corazón,
en cada hombre que miraba.
Te esperé en la paleta multicolor
de primavera,
en el ardiente calor del verano.
Te esperé bajo la hojarasca de otoño
y en la blanca mortaja de invierno.
Te seguiré esperando,
como sombra del estío,
como beso del viento
y en el perfume de las rosas
sembradas en el paraíso.
Te esperaré eternamente,
Amado mío,
porque el destino así lo quiso.

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SOLEDAD COMPARTIDA
VickyLo

Por las noches, cuando el insomnio no me permite descansar la mente se llena de recuerdos de mi niñez.
¡Éramos tantos llenando un mísero espacio! ¡Tantos en una sola cama!
Pequeños cuerpos apretujados que comparten la vieja cobija. Mezcla de tripas rugiendo en enérgico reclamo de algo que digerir. Flatulencias que enrarecían la atmosfera. Recuerdos de mi niñez, tan claros como el presente.
Hoy lleno con ellos la soledad de mi espacio.
Los traigo a mi vida, los arropo junto a mí.
Comparto con ellos la sola cama,
el espacio inmenso,
el tibio lecho
y…éramos tantos.




CUANDO YA NO TE AME
Leticia Romero

Cuando tu ausencia no duela y deje de ver tus fotos.
Cuando mi cuerpo se levante con ganas de salir a la calle sin que te busque entre la gente.
Que mi mente no se llene de ti, cuando mis letras digan que estoy bien.
Cuando yo pronuncie tu nombre sin que eso duela y pueda verte a los ojos sin agachar la mirada.
Sonreiré feliz porque ya seré libre de ese dolor.
Veré el amanecer con un arcoiris que alumbre el inicio de un nuevo amor.

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AMIGA LUNA
Leticia Romero
                                                                                                         
Amiga, hemos pasado varias noches tristes y románticas.
¿Sabes? Él me dejó, no creo que vuelva.
Ahora estoy aquí, recordando los momentos que pasamos juntos.
Quiero pedirte que alumbres su camino, porque ya no podré verlo más.
Dale un beso de mi parte. Dile que lo amo.
Que necesito sus brazos para no sentirme sola y triste.
Mi figura se pierde en la lejanía de sus pasos.
Quiero que sea feliz, aunque yo no sea la causa de su felicidad.





*Textos publicados en El Sol del Bajío, Celaya. Gto.

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