TRES CORAZONES
Entre
los nuevos integrantes del Diezmo de Palabras, Tere Morales y Leticia Romero
nos presentan sus primeros textos para publicación. Virginia López, VickyLo,
nos acompañó durante un tiempo en nuestro taller semanal y actualmente se le
puede escuchar en los cafés culturales de la ciudad, con esa maravillosa forma
de leer o declamar tan suya y a la vez tan de todos. Tres mujeres que escriben
desde el corazón. Vale.
JEM
LABERINTO
Tere
Morales
Era
un sábado por la mañana, antes de las nueve, cuando nos subimos al carro;
visitaríamos a mi abuelo. La vez anterior a mi visita lo encontré en su taller,
con viruta por todos lados y ese olor a madera que me encanta. Tenía entre sus
manos un cuadernillo que movía en forma juguetona. Estaba contento de verme.
Después de hora y veinte minutos de
camino, llegamos a la casa de los abuelos. Entramos, saludé a mi abuela, a mi
papá y me dirigí al cuarto donde estaba él; a diferencia de aquella vez, hoy
estaba dormido en posición fetal. Lo contemplé por poco más de una hora. Era
impresionante cómo había adelgazado. De
repente despertó, le di un beso y lo abracé. Él, extrañado, me miraba, era
evidente que no sabía quién era yo.
Hacía cerca de un año que le habían
diagnosticado Alzheimer. Mi papá viajaba tres veces por semana. Tuvieron que
hacer turnos él y sus hermanos para cuidarlo. Lo llevaba a consulta, le ayudaba
a hacer los ejercicios que le recomendaba el Doctor. Le pedía que hiciera
cuentas, que le hablara de sus compadres, le preguntaba qué eran y para qué
servían las herramientas de su taller. Al principio, mi abuelo contestaba con
paciencia, pero con el paso del tiempo dar respuesta a esas preguntas se le
dificultaba más.
Mi hermana le hablaba, él sonreía,
pero tampoco la reconocía. Era casi la una de la tarde cuando llegó mi tío.
Entre él y mi tía lo incorporaron de la cama y lo sentaron en un sillón. Mi tío
llevaba jugo de carne para darle de comer. Le decía “coma un poco más”. Él se
esforzaba por deglutir.
Llegó mi papá, se sentó enfrente de
él y comenzó a pasar lista. “Mira, aquí está Gerardo, Cinthia, Tete, la Chula…
Mi abuelo nos miraba después de la presentación de cada uno sin lograr
recordarnos. De repente el silencio invadió la habitación, mi tío le preguntó:
“¿quién es él?”, señalando a mi papá. La cara de mi abuelo se iluminó, sus ojos
brillaron y contestó: “mi Chavita”. En medio de aquel laberinto que era su
memoria, la imagen y el nombre de mi papá siempre estuvieron presentes.
Me fui a comer, regresé para despedirme.
Él dormía, me acerqué a su oído para decirle “te quiero mucho, abue. Échale
ganas”, sus ojos de inmediato se abrieron y me vieron con ternura.
Era mediodía del domingo, yo lavaba
los trastes cuando el teléfono sonó… mi abuelo había muerto.
INSOMNIO
VickyLo
¿Qué
hago con este sueño trasnochado, que parece marido borracho y amañado?
¿Qué
se hace con el sigiloso correr de las patitas de los insectos, que en medio de
la noche suenan como zancada de gigantes?
¿Qué
hago con esta música celestial, especial para descansar y no espanta los
demonios del insomnio?
¿Qué
puedo hacer con los fantasmas del pasado, que se anidan a mi costado cobrando
cuota de sobrevivencia?
¡Este
insomnio!
¡Qué
tortura al tiempo! Y jala el largo
recorrido entre minuto y minuto, hasta hacerlo infame.
Recorro
este pasillo vestido de eternidad, arrastro fardos de tiempo, que intento
acomodar en algún lugar.
Busco
entre las manecillas del reloj de Dalí, una coyuntura para poder descansar.
¿Qué
se hace con la mente, cuando hurga entre
los trebejos del desván de los recuerdos
para idear nuevas historias?
¡Dame!
Artesano del papel y pluma, una buena razón, una línea, una quimera para correr
tras ella y después dormir.
Dormir,
sumida en un mar de sensaciones nuevas, explorar otras ideas, arrullada por los
sonidos de Natura. Flotar entre los
divinos mantras, consolar mis fantasmas,
fundirlos en mí.
¿Qué
hago con este insomnio que aniquila?
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CONSENSO
VickyLo
Me
pierdo en la maraña de mis pensamientos
y
gozo el soliloquio de mí verbo,
te
entrego la sabana de mi todo,
mis montes valles y recónditos
templos
degusto los sabores de tu elixir,
la
esencia de tu piel arrebolada
la
límpida caricia a tu inocencia
que
bebo con hambre harto retrasada,
cubro
la razón de mi inconsciencia
a
hechos de natura acordada
para
callar mi conciencia
y no
esquivar por culpa la mirada,
acallo
los murmullos de tu boca,
paridos
en la entrega consensuada
Y
bebo los sonidos que provocan
mis
manos en tu carne demudada.
La
suave mordedura de tu boca
provoca
la locura en mis sentidos
trastócame
el sentido un segundo
floréceme
la vida un instante
que
no hay nada comparado en este mundo,
a
los brazos amorosos del amante.
Condúceme
al clímax esperado
con un marco acorde a este momento
quiero
perpetuarte en solitario,
aquí
dentro, muy dentro.
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DOLORES,
DOLORES
VickyLo
Cada
uno su propia línea
cada
uno identificándose con el papel
que
le corresponde en este montaje.
Esta
tragicomedia
donde
como parte del drama,
cada
protagonista sufre, padece, llora y espera…
Cada
uno su propia rima,
cada
cual con su parte estelar
dentro
de una obra que se entrelaza con otras,
sin
vincular vidas, sin enlazar penas.
Cada
guión su set especial
sin
que se interfiera en el protagonismo de otros.
Seres
apiñados con el dolor a cuestas,
que
escurre de sus bocas,
de
sus enfebrecidos cuerpos.
Miradas
infantiles perdidas en el calor aterrador
que
enturbia sus mentes,
que
convulsiona sus pequeños cuerpos laxos,
gobernados
por el dolor.
Seres
llevados a los extremos
Esperando…
esperando…
Esfinges
de hielo, casi mirando a través de las ventanas,
estatuas
de marfil o de granito, no miran…
no
escuchan…
no
hablan…
se escudan en su frialdad
de
esos seres dolientes,
y
eluden aspirar sus males.
Pobres
almas postradas
mendigando
mitiguen sus dolores,
mentes
perdidas en el paroxismo,
que
intentan encontrar consuelo
en
la barrera petrificada
donde
se estrellan sus voces,
sin
hacer eco de sus necesidades.
Pobres
cuerpos
pobres mentes,
pobres almas,
¡que
no encuentran alivio a su dolor!
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ESPERARTE
VickyLo
Te
esperaba, lo sabes.
Te esperé,
en cada beso soñado
en
cada caricia imaginada
en
cada suspiro arrancado a mi inconsciente.
Te
esperé sin esperarte
en
cada intento de amar creyendo que llegabas.
Te
esperé en la sombra de mi soledad,
y en
los rayos de la luna.
En
cada vuelco de mi corazón,
en
cada hombre que miraba.
Te
esperé en la paleta multicolor
de
primavera,
en
el ardiente calor del verano.
Te
esperé bajo la hojarasca de otoño
y en
la blanca mortaja de invierno.
Te
seguiré esperando,
como
sombra del estío,
como
beso del viento
y en
el perfume de las rosas
sembradas
en el paraíso.
Te
esperaré eternamente,
Amado
mío,
porque
el destino así lo quiso.
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SOLEDAD
COMPARTIDA
VickyLo
Por
las noches, cuando el insomnio no me permite descansar la mente se llena de
recuerdos de mi niñez.
¡Éramos
tantos llenando un mísero espacio! ¡Tantos en una sola cama!
Pequeños
cuerpos apretujados que comparten la vieja cobija. Mezcla de tripas rugiendo en
enérgico reclamo de algo que digerir. Flatulencias que enrarecían la atmosfera.
Recuerdos de mi niñez, tan claros como el presente.
Hoy
lleno con ellos la soledad de mi espacio.
Los
traigo a mi vida, los arropo junto a mí.
Comparto
con ellos la sola cama,
el
espacio inmenso,
el
tibio lecho
y…éramos
tantos.
CUANDO
YA NO TE AME
Leticia
Romero
Cuando
tu ausencia no duela y deje de ver tus fotos.
Cuando
mi cuerpo se levante con ganas de salir a la calle sin que te busque entre la
gente.
Que
mi mente no se llene de ti, cuando mis letras digan que estoy bien.
Cuando
yo pronuncie tu nombre sin que eso duela y pueda verte a los ojos sin agachar
la mirada.
Sonreiré
feliz porque ya seré libre de ese dolor.
Veré
el amanecer con un arcoiris que alumbre el inicio de un nuevo amor.
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AMIGA
LUNA
Leticia
Romero
Amiga,
hemos pasado varias noches tristes y románticas.
¿Sabes?
Él me dejó, no creo que vuelva.
Ahora
estoy aquí, recordando los momentos que pasamos juntos.
Quiero
pedirte que alumbres su camino, porque ya no podré verlo más.
Dale
un beso de mi parte. Dile que lo amo.
Que
necesito sus brazos para no sentirme sola y triste.
Mi
figura se pierde en la lejanía de sus pasos.
Quiero
que sea feliz, aunque yo no sea la causa de su felicidad.
*Textos publicados en El Sol del Bajío, Celaya. Gto.
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