domingo, 13 de agosto de 2017

ÚLTIMO PEÓN DE LA PALABRA


ÚLTIMO PEÓN DE LA PALABRA
-Para Herminio Martínez-
13 de marzo 1949 – 17 de agosto 2014

Una nube eres tú. Mis quehaceres diarios. Mis escritos que aún no he tallereado y sigo esperando poder hacerlo algún día.
Contigo la luz de una metáfora nos incendiaba hasta los huesos.
Contigo hasta el viento era ese hermano perdido a quien abrazábamos.
Ya no tengo tus consejos ni tus llamadas de atención.
Y en este salón donde la magia germina como luz de luna, aún continúa un vientecillo gélido como tu ausencia.
Gracias te doy por la paciencia con la que moldeabas nuestras letras.
Gracias, maestro, por enseñarnos a navegar en ese embravecido mar de la vida.
Gracias, último peón de la palabra.
Martín Campa



PRIMAVERA EN MI ALMA
Martín Campa

Hermano, eterno habitante de "Machigua".
A estas horas el aire viene chicoteando
con su incesante silbido;
viene gritando, descalabrándose
contra la rudeza de los mezquites.
Viene la lluvia con sus lamentos
y sus hojas verdinegras.
Desde que te fuiste
punza una bocanada de tristeza
en mi pecho.
Recuerdo cuando me preguntabas,
después de tejerle la historia a mi sombra:
"¿Tú sabes a dónde van los ángeles
cuando el poeta canta el triunfo
de la primavera?"
La única respuesta era el silencio.
Y ahora estoy aquí, en tu pueblo,
buscándote en la humildad de tu gente.
Mírame, soy un soldado de las letras,
pues tú para eso me entrenaste.
Ahora vivo enamorándome del sol,
ese viejo astro que deslustra
a quienes siguen presos del insomnio;
y bebo las palabras que murmura el polvo,
quizá ahí pueda encontrarte.
Es primavera en mi alma, te digo,
y tengo heridas que aún no sanan.
Magulladuras por la noticia de tu muerte.
Me dueles como las cicatrices
que nos hace el mundo.
Me dueles como esas cenizas
que nos heredó la noche.
Te regalo mis acentos y un mar de congojas,
esa ciudad a la que acecha
la herrumbre del destino,
esa sed astillada que tienen los arroyos,
la soledad y sus goteras.
Sigues siendo un torbellino
que clava sus espinas en nuestros nombres.
Un recuerdo que estremece corazones.
Regresa, ven a derrumbarte entre nosotros
como un grito de amor.
A desbordarte en la tarde
con tus hierbas y alas de tordo.
Vuelve para que bautices la oscuridad
de las urbes.
Llueve ahora, Herminio,
pero tú ya no estás para asombrarte
con el vaivén de los aires de "Machigua".
Llueve y en la lejanía,
Dios esconde su brújula y moja sus dedos
en las pupilas de los hombres.

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SEMPITERNA ELOCUENCIA
Martín Campa

Partió una mañana gris.
Una mañana llena de pésames.
Y es que él ya quería conocer
a ese señor de camisa limpia
y manos descascaradas que es Dios,
y a las mujeres que se untan en los sueños
el olor de las manzanas.
Él ya quería ser parte de las novas,
asteroides y palabras luminosas
que rasgan el infinito.
Aquí nos dejó los nombres de sus difuntos
y el río nocturno
donde aún se ahogan sus fulgurantes anécdotas.
Las yerbas que sirven para sobrevivir en el mundo.
Y solo puso en su maleta
- debajo del satín de sus fiestas -
la hamaca donde se mecía
como los hilos extensos que tiene la inmensidad;
el bolígrafo
con el cual dibujaba en los atardeceres
pájaros de color verde, rojo o azul;
el humo verdinegro de su memoria
y hasta sus pantuflas de verbo sempiterno.
Sí, casi todo se lo llevó.
Mas no la fuerza de esas raíces
que lo hacían más sol, mezquite;
más tinta y hombre humilde.
Nos dejó esas raicillas húmedas
que son las que ahora nos sanan
de esta extraña oscuridad
que nos va pudriendo el alma desde su muerte.



¿QUIÉN SOY YO?
Martín Campa

UNO
¿Quién soy yo para llamarte
a estas horas en que el mundo
es un arcoiris que agoniza?
¿Quién para pedirte que vuelvas
a pulir ese aire que es mi alma?
Te fuiste porque en el paraíso
alguien necesitaba platicar con tu sombra
o quizá deseaba darte un abrazo.
Ya el cielo luce su máscara gris.
Esas letras que alguna vez me diste
son las que ahora trazan mis sueños.
Ahora soy un hombre desconsolado,
un triste poeta que sigue la ruta
de los recuerdos que olvidaste aquí.
Pero, ¿quién soy yo para molestarte
en tu sueño de vientos y nardos?

DOS
Este que está aquí,
acomodándole la camisa a la tarde,
es aquel que alguna vez
dejó abierto el zaguán de su existencia
para que entrara tu ánimo
a recortarle las palabras
y me quedo con mis lágrimas,
esperando a que venga alguien
a explicarme el por qué de tu ausencia,
y a ponerle un candado a esta tarde
que se volvió melancólica desde tu partida.
Y me sigo preguntando:
¿quién soy yo para perturbar tu sueño
que ahora está repleto de tordos
y vientos trasnochados?

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PÓCIMA INCONCLUSA
Martín Campa

Hasta el arcoiris me interroga
para saber si aún te recuerdo.
¿Cómo olvidar a quien me enseñó
a andar otros rumbos y dolencias?
¿Cómo romper la luna con mis latidos?
Además, ¿por qué habría de olvidarte?
si tú me enseñaste a no ceder ante el relámpago
ni a quebrarme con la ira que expulsan las tormentas.
He caído, sangrante, ante el embate
del invierno, pero no renuncio.
Fui pócima inconclusa, nube errante,
y hoy estoy aquí
de pie como los titanes.
Con el pecho encendido cual antorcha
o lava surgiendo de los volcanes.
Soy parte de ti, perpetuo mezquite.
Un poeta que continúa cultivando tu historia
para que tu recuerdo, en el corazón del viento,
siga madurando.

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IN MEMORIAM
Martín Campa

UNO
Hoy las letras se nos caen solas,
mientras la tarde
(muchacha de sonrisa infinita)
pareciera seguir hipnotizada
oyendo las pláticas de los hombres.
El mundo se ha llenado de luces
y música de tristes acordes.
La lluvia vino a recordármelo:
ya no estás aquí,
y un ligero golpe en la memoria
avisa que sigues doliéndonos.
Dueles como el soñador
que hoy no tiene qué comer
y al día siguiente tampoco.
Dueles como esa congoja
que aroma las salas de espera
en los hospitales.
Dueles en las pocas fotografías
que conservo de ti.
Dueles en los pasillos de tu estudio,
en tus hijos, en tus canciones preferidas,
en los ojos de quienes no te conocieron,
en las espléndidas hojas del recuerdo.
Dueles en la piel de tus ancestros.
Dueles como esa última plática
que le obsequiaste a tu esposa.
Dueles como debe doler la eternidad.

DOS
La palabra es un artilugio
que uso para que no duela tu ausencia.
Ahora soy un hombre
que cincela tu recuerdo
con el destello de algún ángel.
Quisiera tenerte frente a mí
para que escucharas
lo que sigo escribiendo
en mis constantes locuras.
Le grito a mi musa, como tú me enseñaste:
abrázame fuerte hasta que le hagas
una hendidura a mi esqueleto.
Estremece mis recónditas metáforas.
¿O acaso el amor no tiene huesos?

TRES
Sobre mí ha caído la sentencia del silencio
Los enemigos de tus letras
vienen a patear mi historia.
Tú me dijiste que ser poeta
no sería una tarea fácil.
Y más cuando la humedad crece
como los versos que un día perdiste
y ahora circulan, se esconden,
despellejan su tinta
sobre los libros de tu estudio
donde bebías café
mientras tu voz era sombra recién abierta,
rosa empapada de sol.

CUATRO
Hoy volví a viajar a Machigua.
Busco el aroma que es tu fantasma.
Tu recóndita palabra estremecida
donde la ciudad grita desnuda,
hambrienta como sus hijos.
Los grillos que hablan el dialecto
de la llovizna y los tordos.
Los itinerarios de tu sed.
La sencillez de los nopales
y la incomparable rugosidad del mezquite.
El puente donde las pupilas enverdecen
y se unen los labios enamorados.
El bosque donde las muchachas
recargan la seda de sus muslos.
Volví nuevamente
a caminar por estas calles,
buscando mitigar el dolor de tu partida.
Volví para sanarle a mi alma
sus incesantes dolencias.
Volví por si no recordabas
que el amor, al romperse,
solo es una sombra descarrilada.

CINCO
El viento pasa con sus pies polvosos
arrastrando la noticia
de un próximo aguacero.
Es tiempo de partir
antes de que la noche
deshoje tus historias
que huelen a nostalgia.
Vete y déjame el corazón
repleto de buenos recuerdos.
Vete, hermano,
pues ya viene la lluvia
latigueando la tarde.




*Invitación a lectura de la obra del Maestro Herminio Martínez, en su tercer aniversario luctuoso. Jueves 17 de agosto a las 7 de la noche. Sala Hermilo Novelo de la Casa de la Cultura de Celaya. Entrada libre.

*Textos publicados en El Sol del Bajío, Celaya, Gto.

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