A LA BAJADA DEL PUENTE PEATONAL
-Historias de la vida real, al estilo de Lalo Vázquez-
LA
NUEVA REVOLUCIÓN
Lalo
Vázquez G.
─A
ver muchachos, vamos levantándonos en armas para hacer la nueva revolución
porque esto ya valió madre. Este Gobierno ya nos vio la cara de pendejos y nos
tiene puesta una pata en el pescuezo. Yo, de hoy en adelante, ya no voy a ser
Lalo, de aquí pal real, soy Pancho Villa, y cada quien va a ir buscando su
sobrenombre ¿Estamos de acuerdo?
─Sí,
estamos de acuerdo, ─contestaron todos.
─
¿Tú?
—
¿Yo, qué?
—
¿Cómo te vas a llamar?
—
¡Ah! Yo, pos esteee, ¿puede ser cualquier nombre?
—Así
es, ¿cuál quieres?
—Este,
¿puede ser Michael Jackson?
─Ta
bien.
— ¿Y
usted, maestro Edgar, como se quiere poner?
—Yo,
mi Lalo, me pongo Joaquín Sabina, soy su mega fan.
─No,
no, no que “mi Lalo” ni que la chingada. Cuando se dirijan a mí, me van a decir
Señor o Pancho Villa, compañeros ¿está
claro?
Todos
contestaron: —sí, señor.
─Arturo,
sigues tú.
—Sí,
señor. Me voy a poner Juan Gabriel, señor, porque me gustan las canciones del
Juanga y todas me salen bien chidotas. Y cantando dijo, "Todas las mañanas
entra por mi ventana el señor sol, arriba Juárez"
—Ya,
ya. Bájale, ya entendí.
—Yo
ya no voy a ser Diana, ahora voy a ser Lola Beltrán, Lola la Grande y ponerme
mis vestidos ampones ampones para poder correr y andar bien a gusto con estos
calores, esquivando las balas.
—
¿Usted, maestro Enrique?
─Yo,
como apelativo, considero prudente utilizar el seudónimo de Porfirio Díaz, así
tal cual con nombre y apellido. Con la idea de que al término de este
movimiento revolucionario, lanzarme como candidato a la Presidencia de la
República y tratar de echar a andar las líneas ferroviarias tan benéficas que
fueron en su momento y que ahora están muy desperdiciadas. Esa es mi intención.
— ¿Y
usted, doctor?
—No,
a mí ni me pregunten, yo no voy a andar metido en chismes y relajos, con un
sombrerote en la cabeza y trepado en un caballo, matando
Cristianos.
No quiero… ¡y luego diciéndote a ti Pancho Villa! Estás loco, güey, a mí no me
metan en sus pedos. Yo me quedo como estoy.
─Ok,
amigo, ok, a usted lo vamos a tomar en cuenta como desertor. ¿Quién más le
entra?
─Yo,
Víctor Manuel, y mi nuevo nombre será Supermán. Aparte de que es mi superhéroe
favorito ese cuate siempre dice “a luchar por la justicia” y eso es
precisamente lo que vamos a hacer. Yo sí me aviento a los madrazos.
─
¿Tú, Margarita?
─Pues
sí quisiera unirme a este movimiento que dices que se llama la Nueva
Revolución, pero solo si me aseguran que van a bajar los precios del gas.
Porque la verdad no me alcanza para comprarlo y eso que tengo tres trabajos y
ni así puedo. Con decirte que no me queda dinero ni para pagar la luz. Es que
eso de tener varios chamacos está muy difícil y más en este tiempo.
─ ¿Y
cómo te llamarías, Margarita?
─
¡Ah! ¿Cómo me llamaría yo? En esta nueva revolución, mmm, pues ahora veraaás,
yo creo que, pensando que es una revolución ¿verdad? y se supone que andaremos
como Adelitas vestidas de colores fuertes y sus trenzotas como las de antes,
les voy a decir, pero no se vayan a burlar, así me gusta a mí, creo que no es
malo, me pondría “La India María”
─Perfecto,
Margarita, te quedó pintadito el apodo, felicidades.
─ ¿Y
tú, compañera Rosaura, vas a entrarle a este movimiento revolucionario?
─Claro
que si, compañeros. Yo nunca me he rajado, siempre en todo lo que he podido he
estado con ustedes y en esta ocasión no va a ser la excepción. Nos romperemos
el hocico con quien sea, con tal de que mis nietos estén mejor, porque yo me
pongo a pensar, nosotros como quiera, ¿pero las criaturas? Ah, y de seudónimo,
me voy a nombrar como la protagonista de mi último cuento, me voy a llamar
“Chole” por la sencilla razón de que también me amarro los calzones con
seguros.
─
¿Tú, Vero?
─Pues
yo sí le entro. Todo lo que sea para beneficio de nuestro país, apoyo.
Precisamente anoche tuve una reunión con Ron Damón y existe la posibilidad de
nos pueda apoyar con unos rifles de francotirador ruso o algún armamento de uso
exclusivo del ejército, armada o fuerza aérea. Realmente nos prestaría muy
poquitos pero nos alcanzaría muy bien para levantarnos en armas. Respecto al
sobrenombre me gustaría ponerme “Carmen Salinas” porque aparte de que la admiro
mucho por su trayectoria artística, es diputada y por si fuera poco es mi
amiga, ya que en varias ocasiones ha venido a comer a mi casa.
─ ¿Y
tú, Javier, hasta chiquito te haces, cómo te vas a hacer llamar?
─Yo,
la verdad siempre he sido gente de paz. Pero ya tratándose de un levantamiento
y si es cuestión de repartir fregadazos pues con mucho gusto le entro, además
me serviría, porque tengo mucho tiempo ejercitando mi musculatura a lo puro
güey. Espero que mis pectorales asusten a mis enemigos y mi apelativo sería
Sylvester Stallone, no sé ustedes qué opinen. Se aceptan sugerencias.
─Muchachos,
este cuento ya se alargó mucho y realmente no me convence la actitud de ustedes
como revolucionarios. Siento que les “hace falta ver más bax”. Aunque sé que
todavía faltan algunos compañeros, por agregarse a esta revuelta, no quiero ni
pensar qué pasaría si llegan también a
salir con otras ideas locas, y sobrenombres raritos. Así que creo que lo mejor
es dar por abortada la idea de iniciar una nueva revolución y mejor vamos a tallerear los escritos que
trajimos para este día.
EL
PERMISO
Lalo Vázquez G.
Hace
muchos años, en Tierrafría, Guanajuato, una comunidad pequeña entre Cortazar y
Jaral del Progreso, vivían, o tal vez aun vivan ahí, un señor que se llamaba
Don Manuel Arriaga y su compadre Jerónimo. Más conocido en el rancho como Don
Gera. Don Manuel era el presidente electo de la comunidad en aquel momento y un
día temprano llegó Don Gera a buscar a Don Manuel hasta a su casa. Se metió
hasta la cocina para pedirle un favor y le dijo:
̶ Compa
Mane, buenos días, ¿cómo amaneciste?
̶
Bien, Gera, gracias, ¿no te quieres echar un taco?
̶ Gracias, Mane pero ando con prisa, nomás te
vine a decir que anoche me llamó mi muchacho, el que está en el norte. Me dijo
que llega hoy en la noche a México, a la Central del norte y que quería que
fuera por él. Dice que trae algo de dinero, una pantalla y no sé qué tantas
cosas más. No vaya a ser la de malas que le quiten sus cosas y como la
delincuencia está bien canija, yo pensé en llevarme mi pistola, pero como no
quiero tener problemas, por eso te vine a pedir un permiso pa´ portar mi arma
compadre ¿Cómo ves, sí me lo podrás dar?
̶
Ay, compadre Gera, pos claro que le doy permiso, si lo paran por algo, uste
nomas dígales que es mi compadre y listo.
̶ ¡No compadre! lo que quiero, es que me lo de
por escrito, pos pa no tener broncas con nadie.
̶ Sí, compadre, ahorita mismo le hago su
escrito con mucho gusto.
Agarró
una hoja en blanco y con su pluma BIC
empezó a escribir:
“Yo
Don Manuel Arriaga G.
Le
doy permiso a mi compadre de que porte su pistola para fines que para el
convengan.
Atentamente
Don Manuel Arriaga G.
Sufragio
Efectivo No Reelección” y firmó. Dobló la carta, la metió en un sobre y se lo
entregó a su compadre Gera.
̶ Ándele compadre Mane, así mero, muchas
gracias, ahora si me voy bien contento.
Se
fue el hombre muy seguro y feliz a la ciudad de México con su bulto en el lado
derecho que se le notaba por encima de la chamarra grande de borrega que
llevaba puesta. En cuanto llegó, de inmediato no supo ni de donde le salieron
un par de ministeriales con cara de perro y lo tomaron del brazo cada uno y le
dijeron.
̶
Véngase para acá amigo, a ver enséñanos que traes ahí a un ladito en la
cintura.
̶ Calmados,
calmados, ̶ contestó Don Gera ̶ aquí traigo mi permiso.
Y
metiéndose la mano a la bolsa de la chamarra del lado izquierdo, sacó su sobre
y se lo entregó a los Ministeriales. Uno de ellos lo abrió y lo leyó y le dijo
al señor.
̶
¿Esto qué?
̶
¿Pos como qué? pos es mi permiso.
̶
Pero permiso de qué o qué, aquí dice “yo Manuel Arriaga le doy permiso a mi
compadre de portar su pistola” ¿Quién chingados es ese guey de Manuel Arriaga?
̶
¡Ah, caray, amigo!, no falte al respeto diciéndole guey a mi compadre. Ese
señor es ni más ni menos que el presidente de Tierrafría, Guanajuato.
̶
¡Tierrafría, Guanajuato! ¿Y dónde chingaos está eso o qué?
̶
Por si no lo sabe amigo, Tierrafría está a un ladito de una ciudad que se llama
Cortazar, Guanajuato. Es el meritito ombligo del mundo.
̶ Pues qué ombligo ni que la chingada señor,
este pinche papel no sirve para nada, esto es una pendejada.
̶ A ver, a ver, está usted dándome a entender
que mi compadre don Manuel Arriaga, el Presidente de Tierrafría, ¿es pendejo?
̶
Pues sí, señor, su compadre es pendejo.
̶
¿Pues qué creen, señores ministeriales?, que yo también pensé lo mismo que
ustedes, por eso nada más me traje la pura funda de mi pistola.
Se
desabrochó la chamarra y les enseñó la funda vacía.
COMIDA
DE EXALUMNOS
Lalo
Vázquez G.
En
mayo pasado mi amigo y compañero de gimnasio me platicó entusiasmado que por
medio de whats unos compañeros de preparatoria lo habían contactado para invitarlo
a una reunión de exalumnos. Que eran veinte excompañeros y la fiesta la tenían
planeada para el 28 de diciembre en un salón de Dolores Hidalgo, ya que todos
son de por allá.
A
partir de ese día mi amigo se llenó de
alegría, porque dentro del grupo donde él estudió había varias chicas que,
cuando estaban jóvenes, nunca lo pelaron “por feo”. Y después de 25 años las
quería sorprender con un cuerpazo tipo Arnold Schwarzenegger.
Desde
ese momento se puso a darle duro al ejercicio. Se compró camisetas pegaditas y
todos los días se la pasaba platicando de tan ansiada comida. Y así día tras
día hasta que, sin sentirlo, pasaron los siete meses y llegó la tan esperada
fecha.
Le
pidió a una de sus hijas prestado el auto que acababa de comprar, nuevecito de
agencia, cero kilómetros. Se bañó y cortó el pelo a la moda. Se fue con Patlán
(el sastre que te viste, no te envuelve) a rentar un traje de moda. Se compró
un anillo de esos grandotes que parecen de oro, de los que venden a la bajada
del puente peatonal, de esos chafotas de 120 pesos, solo para impresionar. Se
compró unos lentes de 70 pesos, tipo Ray Ban y vámonos a la reunión. En todo el
camino no paró de cantar de lo contento que iba. Llegó a la dirección que le
dieron, calle Pepa Pig 108 Col. Caricaturas,
en el salón “Los Grandotes del Este”.
La
calle era la última de la colonia y el salón era un lugar que se notaba que no había sido habitado mínimo en un año.
Estacionó el auto cien metros atrás porque ya no había asfalto y caminando
entre el lodo, piedras y ramas llegó hasta la puerta del salón. Pegado en la
puerta estaba un letrero que decía con letras grandes: Inocente palomita que te
dejaste engañar, recuerda que hoy es día de los inocentes, nos vemos en la
próxima comida. Atte. Tus compañeros de la prepa.
* Luis Eduardo Vázquez G. Nació en Celaya a finales de los años 50. Es
aficionado a la música y la lectura. Forma parte del TALLER LITERARIO DIEZMO DE
PALABRAS. Ha sido publicado en diferentes medios y fue seleccionado en España
por la editorial DIVERSIDAD LITERARIA, en la categoría de microrrelatos a 5
líneas y publicado en una antología de escritores de varios países. También fue
seleccionado por ENDORA EDICIONES para la antología llamada Cuentos del sótano
V. En 2016 fue publicado en Voces de Laja, por el Sistema Municipal de Arte y
Cultura de Celaya.
**Textos publicados en El Sol del Bajío. Celaya, Gto.
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