domingo, 21 de mayo de 2017

LOS DOMINIOS DEL PRÍNCIPE PARADOJA


LOS DOMINIOS DEL PRÍNCIPE PARADOJA
(Dioses griegos y aforismos en El retrato de Dorian Gray de Óscar Wilde)
Ensayo. Tercera Parte
Benjamín Pacheco


Más adelante en la trama, Gray continuará en su búsqueda por el placer sin límites pues probará todo lo que puede ofrecerle la vida sórdida de su tiempo y, para asegurar que nadie conozca su secreto, guardará bajo llave el lienzo a pesar de las peticiones de Hallward de exhibirlo porque lo considera su obra maestra. Los amoríos de Gray generarán varios suicidios e incluso la ruina pública de algunas personas; también comenzará a generar rechazo y antipatía por parte de la aristocracia cercana. El lienzo se volverá cada vez más monstruoso reflejando este modo de vida sin escrúpulos. El joven, imparable en sus acciones, incluso asesinará con un cuchillo a Hallward y mandará que Alan Campbell, un compañero de antiguas parrandas con el que terminó mal la relación, se deshaga del cuerpo por medio de ácido nítrico. Casi al final, con la idea de un aparente deseo de cambio, el joven decidirá destruir el cuadro –con el arma antes referida –por considerarlo la única prueba del crimen cometido contra el pintor:

“Mataría el pasado, y cuando hubiese muerto, sería libre. Mataría aquella monstruosa alma viva, y sin sus horrendas advertencias, recobraría el sosiego. Cogió el cuchillo y apuñaló el retrato con él. Se oyó un grito y una caída ruidosa […] Al entrar, encontraron, colgado en la pared, un espléndido retrato de su amo, tal como le habían visto últimamente, en toda la maravilla de su exquisita juventud y de su belleza. Tendido sobre el suelo había un hombre muerto, en traje de etiqueta, con un cuchillo en el corazón. Estaba ajado, lleno de arrugas y su cara era repugnante. Hasta que examinaron las sortijas que llevaba no reconocieron quien era.”

            De esta forma concluye El retrato de Dorian Gray. De vuelta a la analista Montserrat Alfau, pareciera que al aniquilarse dicha imagen, reflejo de su alma mancillada,  “se ha realizado el acto de arrepentimiento y pena simultáneos”,  aunque también señala que, más allá de la historia de un joven y la pérdida de su alma, se aprecia una posible intención de Wilde de proclamar “todas sus teorías de esteta y hedonista con una constancia infatigable”.  Tras dar referencia de la trama general, se pasará a los puntos básicos del presente trabajo: la referencia a los dioses griegos y los aforismos.


Apolo y Dionisos a escena
Dentro de la amplia gama de interpretaciones de El retrato de Dorian Gray hay una que destaca por su referencia clásica: la interacción, convivencia, lucha y conflicto de los dioses griegos Apolo y Dionisos. La influencia y formación de estilo griego de Óscar Wilde no ha pasado desapercibida por distintos analistas y también es un tema recurrente en múltiples ensayos. Por ejemplo, Pau Gilabert Barberà, de la Universidad de Barcelona, en un complejo  ensayo titulado “Antihelenismo y anticlasicismo en la obra de Óscar Wilde” señala que el irlandés “tuvo un conocimiento óptimo de la Literatura y el Mundo Clásico en general como resultado de su formación universitaria en el Magdalen College de Oxford”  y que se le refiere siempre “su apuesta decidida por Grecia y su legado: ‘Todo lo que, de hecho, es moderno en nuestra vida, lo debemos a los griegos; todo lo que es anacrónico al medievalismo”, estas últimas palabras del propio autor, según las toma el ensayista de la obra Complete Works of Oscar Wilde.  También menciona la amistad, que califica de “griega”, con el escritor irlandés Lord Alfred Douglas, y que terminaría prácticamente en una tragedia de tipo helénico:

“Su amado o erómenos, amistad que le llevaría finalmente a la prisión, y uno de cuyos resultados fue aquella famosa epístola, De profundis, donde tanto lamentó no haber sabido comportarse como un verdadero amante o erastés griego.”

De la referencia bibliográfica se puede pasar a la literaria y la relación con la figura del dandy. Terence Dawson, de la Universidad Nacional de Singapur, en su ensayo “The dandy in the Picture of Dorian Gray” considera que “el dandy está relacionado con dos de las más potentes imágenes arquetípicas: Dionisos y Apolo”  pues aparentemente el dandy literario de Wilde “teme profundamente a la vida y su interés en la forma y proporciones estéticas descansan en un principio de evasión”.  En la novela, la manera en que vive Dorian Gray el dandismo es un ejemplo a seguir durante muchos años, pues se considera que en él

“se combinaban algo de la cultura real del estudiante con la gracia, la distinción y las perfectas maneras de un hombre de mundo […] Y, ciertamente, la vida era para él la primera y más grande de las artes, aquella de la que parecían ser solamente preparación de las demás. La moda, por la cual lo que es realmente fantástico tornase por un momento universal, y el dandismo, que es, a su manera, una tentativa que afirma el modernismo absoluto de la belleza […] Su modo de vestirse, las maneras particulares que de vez en vez afectaban, ejercían una notable influencia sobre los jóvenes elegantes […] que le copiaban en todo, e intentaban reproducir el encanto accidental de su gracia… “

            En otro ensayo, titulado “Dorian Gray´s as a Symbolic Representation of Wild’es Personality”, Dawson considera que todas las actividades de Dorian Gray (como las señaladas con anterioridad) reflejan un “supuesto disfrute al máximo de la vida pero que –paradójicamente –le hacen temerla”  por lo que busca un refugio en un “pseudo-estetismo”.  Al final concluye que Gray personifica “un conflicto entre elementos dionisíacos y apolíneos”  en los que a pesar de su pasión por el color, la belleza y el disfrute de la vida, “evita involucrarse en alguna experiencia por temor de que le cause dolor”.  A la vez, el ensayista considera que el deseo de eterna juventud también refiere los atributos de los dioses citados, pues el personaje “es capaz de disfrutar los placeres dionisíacos a los que quiere abandonarse, pero desde una distancia apolínea”,  es decir, segura y sin un compromiso real.
            Ahora, si se comparan los rasgos de los dichos dioses mitológicos griegos, se reparará en las grandes similitudes con el personaje de Dorian Gray. El investigador Robert Graves, en su libro Dioses y Héroes de la Antigua Grecia, recupera los mitos y las relaciones entre ellos. Por ejemplo, algunas de las características de Apolo es que además de ser el dios de la música, poesía y medicina, también era “de los hombres jóvenes y solteros”,  además de contar con un trono de oro y una “estupenda” casa en Delfos. Sobre dicho asiento “colgaba un disco del sol con veintiún rayos en forma de flechas porque Apolo presumía de manejar el sol”  y su emblema era “el ratón [porque] se suponía que los ratones conocían los secretos de la tierra y que se los contaban a él”.  El filósofo alemán Federico Nietzsche en su libro El nacimiento de la tragedia, refiere la grandeza de dicho dios:

“Apolo, en cuanto dios de todas las fuerzas figurativas, es a la vez el dios vaticinador. Él, que es,
según su raíz, “el Resplandeciente”, la divinidad de la luz, domina también la bella apariencia del mundo interno de la fantasía. La verdad superior, la perfección propia de estos estados, que contrasta con la sólo fragmentariamente inteligible realidad diurna, y además la profunda consciencia de que en el dormir y el soñar la naturaleza produce unos efectos salvadores y auxiliadores, todo eso es a la vez el analogon simbólico de la capacidad vaticinadora y, en general, de las artes, que son las que hacen posible y digna de vivirse la vida.”

Por su parte, volviendo a Graves, Dionisos era hijo de Zeus tras un amorío con una mortal llamada Semele. Le fue cedido un puesto en el Consejo luego de que inventara el vino. Su trono se destacaba por estar recubierto de piedras variadas:

“El trono de Dionisos era de madera de abeto recubierta de oro, adornado con racimos de uvas esculpidos en amatista (una piedra de color violeta), serpientes esculpidas en serpentina (una piedra con muchos colores), y también varios animales cornudos, esculpidos en ónice (una piedra negra y blanca), sarda (una piedra de color rojo oscuro), jade (una piedra verde oscuro) y cornalina (una piedra color de rosa).”


Otro factor importante era que Dionisos también era de temperamento compulsivo. Esto se aprecia en el asesinato de Orfeo al negarse a adorarlo porque lo acusaba de “dar malos ejemplos a los mortales con su comportamiento alocado”.  Dionisos, encolerizado, envió una multitud de ménades –jóvenes borrachas –a perseguir a Orfeo, quienes lo atraparon sin su lira, le cortaron la cabeza y la echaron a un río, mientras que el cuerpo lo despedazaron en trozos pequeños.  Del texto de Nietzsche, quien realizó una fuerte autocrítica por considerarlo “un libro imposible […] mal escrito, torpe, penoso, frenético de imágenes y confuso a causa de ellas, sentimental, acá y allá azucarado hasta lo femenino, desigual en el tempo [ritmo], sin voluntad de limpieza lógica”,  su intención era la de señalar que lo apolíneo, y su antítesis lo dionisíaco, eran

“potencias artísticas que brotan de la naturaleza misma, sin mediación del artista humano, y en las cuales encuentran satisfacción por vez primera y por vía indirecta los instintos artísticos de aquélla: por un lado, como mundo de imágenes del sueño, cuya perfección no mantiene conexión ninguna con la altura intelectual o con la cultura artística del hombre individual, por otro lado, como realidad embriagada, la cual, a su vez, no presta atención a ese hombre, sino que intenta incluso aniquilar al individuo y redimirlo mediante un sentimiento místico de unidad.”

Aunque el texto del filósofo es rico en matices, se le refiere aquí únicamente para dar cuenta del conflicto que vive Dorian Gray al concentrarse en él las características de ambos dioses mientras él se vuelve una especie de artista de la vida. De Apolo toma el gusto por las artes, la soltería y el apego al sol.  El joven cultiva las dos primeras durante años al pasar de una actividad a otra, y aunque desarrolla altamente sus conocimientos y tesoros, no termina por comprometerse solamente con una. En realidad no tenía razón de hacerlo pues el tiempo estaba a su favor y la muerte ni la vejez, como términos de vida, de ciclos, lo afectaban. De esta forma acumuló riqueza, como un extenso Olimpo, en el que fueron almacenadas desde teorías sobre la vida (catolicismo romano, misticismo, doctrinas darwinistas); así como perfumes y los secretos de su fabricación; extraños objetos musicales de lugares como Chile, Amazonas o México; joyas, bordados, tapices, hasta vestidos fantásticos y hasta las de tono eclesiástico. En este contexto, Dorian era un sol: brillaba y atraía al principio con su luz, aunque posteriormente quemaba con la misma intensidad a todo el que convivía con él durante un tiempo. El capítulo XI de la novela es vasto en esta clase de detalles. De Dionisio, Gray tomó la vida alocada y la cólera: gustaba de visitar, disfrazado y con otra identidad, tabernas y muelles de ladrones, lugares donde le vendieran droga para evadirse, como un dios que baja a la tierra para espiar a los hombres en sus actividades más turbias y, de paso, seducir a las mujeres que le salen al paso y cumplen con sus requisitos de gusto y forma. Al tiempo de esta vida de sombras, el eterno joven daba magníficos conciertos y cenas selectas en su casa. Del enojo dionisíaco queda clara la similitud entre los asesinatos de Orfeo y Hallward: ambos eran artistas que se negaron a adorar a un dios intolerante y excesivo, rechazo que pagaron con la muerte. Sin embargo estaba el peso de las decisiones y Dorian Gray bien podría haber almacenado el mundo, pero nunca bastaría para tenerlo contento y tranquilo:

“Porque aquellos tesoros y todo cuanto él coleccionaba en su atractiva casa, servíanle como medios para olvidar, como recursos para evadirse por una temporada del temor que le parecía a veces casi demasiado grande para ser soportado […] Sin embargo, sentía temor.”

 

Definir la vida con aforismos
Dejando atrás a los dioses y sus conflictos, se pasará al último tema del presente trabajo: los aforismos. Si Dorian Gray es definido por la trágica Sibila Vane como “Príncipe Encantador, mi maravilloso amante, mi dios dadivoso”,  su mentor Lord Henry Wotton es “El Príncipe Paradoja”. El nombramiento se da en el contexto de una reunión ofrecida por la duquesa de Monmouth. Wotton se acerca a una mesa a comunicar su intención de rebautizar todo, principalmente las flores, pues a su juicio las personas han perdido la capacidad de “dar nombres deliciosos a las cosas”. La conversación siguiente, a su vez, es un ejemplo de los aforismos y paradojas –mismos que serán más adelante definidos –que constantemente aparecen en la historia:

“Y los nombres lo son todo. Nunca disputo sobre hechos. Mi única disputa es sobre palabras. Por esta razón odio el realismo vulgar en literatura. Al hombre que llamase azada a una azada debería obligársele a utilizarla. Es para lo único que serviría.
-Entonces, ¿cómo vas a llamarte, Harry? –preguntó ella.
-Su nombre es el Príncipe Paradoja –dijo Dorian.
-Le reconozco en eso instantáneamente –exclamó la duquesa.
-No quiero oír nada –dijo riendo Lord Henry, sentándose en un sillón -. ¡No hay modo de escapar de la etiqueta! Rehúso el título.
-Las majestades no pueden abdicar –dejaron caer como un aviso unos labios bonitos.
-¿Quieres entonces que defienda mi trono?
-Sí.
-Proclamaré las verdades de mañana.
-Prefiero los errores de hoy –respondió ella.”

Aunque este título es dado por el joven en la última parte de la novela, el temperamento del experimentado aristócrata es percibido desde el inicio: Wotton, aunque suele ofrecer largos discursos llenos de ingenio y malicia, seguido lanza a sus interlocutores, a manera de dardos, sentencias breves cargadas de cinismo y dureza que tienen la forma de aforismos para expresar sus ideas en torno a cualquier tema que se le presente: la juventud y la vejez, lo bello y lo vulgar, hombres y mujeres, la soltería y el matrimonio, el trabajo, el arte, por citar algunos. Aunque la historia está centrada en las vivencias de Gray, se puede interpretar que en realidad entramos en los dominios de Wotton: es el único, de los tres personajes principales, que sobrevive a esta aventura de dieciocho años y a pesar del horror de los hechos, como la muerte, se mantiene prácticamente imperturbable. Pareciera que construye muros con palabras y así evitar el daño que podría causarle el mundo exterior, aunque realmente no lo logra, como refiere la ensayista Montserrat Alfau, citada con anterioridad para este trabajo:

“En El retrato de Dorian Gray, Wilde vuelca y proclama todas sus teorías de esteta y hedonista con una constancia infatigable, sostenidas por su personaje diabólico y cínico: lord Henry Wotton, y que, sin embargo, encuentran una especie de derrota implícita en la trama y desarrollo de toda la obra donde se ahoga y aniquila con ellas, a manera de una liana infernal, al protagonista que había sido su propia creatura.”



(...Continuará)


*Texto publicado en El Sol del Bajío, Celaya, Gto.

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