EL LADO OSCURO DE LA FANTASÍA FEMENINA
“Y no podemos escapar viviendo porque la Vida es una
de sus máscaras.”
Rosario
Castellanos
Tres
mujeres, tres cuentos. La vida misma vista desde la perspectiva femenina.
Porque ¿qué otra cosa es la vida sino un cuento? Esa historia de la que no
podemos escapar, según Rosario Castellanos y termina hasta que la última sílaba
reverbera en nuestra mente. El temido punto final.
Un
genio, un ser desconocido, y una casa vacía son arquetipos de nuestros propios
temores. Pero también son parte de nuestro lado oscuro. Esa parte que sólo
mostramos cuando la claridad nos abruma. Que los disfruten.
Julio
Edgar Méndez
EL GENIO
Patricia
Ruiz Hernández
Mi
nombre es Abdul, nací en la tierra de Marruecos y soy pastor de ovejas. En esta
comarca hay grandes extensiones de pastos donde llevo a mis animales. Me puedo
considerar un hombre afortunado por tener ganado propio. Vivo alejado del
pueblo y de su gente, aunque en ocasiones voy a la Mezquita o a mi casa para
estar con mi mujer y mis hijos. Ellos ya se acostumbraron a mis ausencias, pues
la mayor parte del tiempo estoy en las montañas. Duermo en el campo, con el
cielo y las estrellas como techo, disfruto la soledad y los espacios abiertos.
No me involucro en la vida de la comunidad porque estoy decepcionado, siempre
es lo mismo, la gente pobre e ignorante vive dominada por un reyezuelo y toda
su prole, quienes están rodeados de lujos y a nosotros nos tienen oprimidos.
Un
día, mientras hacía mi caminata diaria por los montes, observé a lo lejos a
unas personas aproximándose a una cueva. Me escondí detrás de unas rocas y pude
apreciar a dos hombres extranjeros, ellos usaban turbantes muy raros, debían
venir del desierto o de tierras lejanas. Sus ropajes eran muy finos y
resplandecían al sol, parecían mercaderes o magos, sospeché que eran
hechiceros. Los seguí discretamente para no ser descubierto, tenía miedo, pero
la curiosidad fue más fuerte.
Dentro
de la cueva, desde un escondite, me percaté como frotaban con los dedos una
vasija. Con sorpresa observé salir de ella a un Genio y entonces la gruta se
iluminó con una gran luz. El Genio tenía impresionante estatura y porte. Los
hombres hablaban con él, a lo que les respondía con voz fuerte y potente. Debí
permanecer alejado para no ser descubierto. Deduje que esos hombres tenían gran
poder y autoridad sobre el Genio. Por el tono de sus voces pude apreciar que le
daban órdenes, aunque no entendí con claridad las peticiones.
En
nuestra tierra se sabe que los Genios son criaturas con grandes poderes,
capaces de cumplir los anhelos y caprichos de sus dueños. Cuando salen de su reclusión dicen: “Ordena
lo que quieras amo”. Pueden ser benévolos, otros son malignos, sin embargo,
están obligados por conveniencia a cumplir todos los deseos de sus amos, por un tiempo se vuelven sus esclavos.
Circulaban historias que narraban cómo los Genios acataban diversos mandatos
por la promesa de ser liberados de su cautiverio. Pensé que si yo pudiera ser dueño de ese
Genio, entonces mi vida cambiaría, le
pediría dinares de oro, tesoros, joyas y grandes extensiones de tierra. Lograría parecer un Rajá, hasta
conseguiría ser más rico y poderoso que mi rey, podría vivir en un palacio,
saborear ricos manjares y tendría muchos sirvientes. A mi familia la llenaría
de riquezas; vestidos, perlas y diamantes para mis hijas, castillos y carruajes
para mis hijos. Entonces todos me
admirarían y respetarían.
Esperé
a que dejaran en la cueva la vasija para apoderarme de ella. Al acercarme un
poco, procuré aguzar el oído, así escuché unas palabras enigmáticas e
incomprensibles para mí. Esas frases
mágicas provocaron que el Genio volviera a su encierro, las memoricé porque
eran la clave para poseerlo: “cerrar
holograma, finalizar el programa”.
** Patricia Ruiz Hernandez es originaria de la ciudad de
Celaya. Tiene estudios en Administración de Empresas y se desempeña en el
sector educativo. De manera paralela gusta de la literatura y es miembro del
taller literario Diezmo de Palabras. Ha sido seleccionada para la Antología de
Letras con Arte con los microrrelatos Predicción, Brevedad del Ser y Fuera de
este mundo. Así mismo, en la Antologia de Editorial El Sótano con el cuento La
Refranera y en la antologia Tótem: Minificciones Guanajuatenses con varios
microrrelatos. En el foro el Tintero fue
finalista con el cuento Retorno al hogar.
EN LA PENUMBRA
Sugheit
Ariela
-¡La
luna está extraña mamá! ¡Parece como si alguien la estuviera iluminando con una
lamparita!
Carlitos
era un pequeño de siete años y, como tal, era ocurrente y curioso, tenía los
ojos grandes y la cara redondita, una sonrisa sincera y un hueco pues había
perdido dos dientes de leche. La mamá de Carlitos volteó a ver el cielo, la
luna estaba en su punto cúspide del eclipse y solo la orilla estaba iluminada.
Acarició la cabeza de su hijo y lo envió a dormir, la madrugada estaba muy fresca
a pesar de ser primavera.
Carlitos
se fue a su habitación, desde su ventana podía ver la luna y su luz teñía de
rojo las paredes de su habitación. Le pareció ver que muchos seres con alas
salían de la luna pero el cansancio le hizo quedarse dormido. Al cabo de unos
minutos, escuchó algo moviéndose en su habitación. ¿Un ratón? No lo creía
posible, ¡Una cucaracha! ¡Menos! Aunque sería divertido tomarla de las antenas
y llevársela a su mamá solo para verla aterrada y después aparecer como un
héroe a salvarla.
Se
levantó y se asomó bajo la cama esperando encontrar al insecto, pero lo que
encontró fue uno de esos seres alados que se había fugado de la luna, sus
ojillos rojos y alargados lo veían con malicia, sus garras sostenían algo con
fuerza y sus alas extendidas le daban un aire aterrador, probablemente media 15
cm, pero su aspecto seguía dando miedo.
-¿H-Hola?
– Saludó tímidamente el niño - ¿Quién eres? ¿Cómo entraste aquí?
El
ser observó al pequeño, ocultó lo que traía en las manos entre los calcetines
sucios que estaban en el suelo y voló con cautela hacia Carlitos, el pequeño
retrocedió un poco, aquél ser le daba curiosidad con su cuerpecito demasiado
delgado, sus garras afiladas y aquellos dientes planos y puntiagudos que
mostraban lo que parecía ser una sonrisa.
-M-me
llamo Carlitos ¿Y tú?
-Fronchrts
- Dijo aquél ser con voz ronca.
-¡Frontch
que!
El
pequeño no podía pronunciar aquél extraño nombre y se rió, se levantó para
mostrarle sus juguetes, el libro de cuentos que su mamá le había regalado, las
fotografías que se había tomado con su prima en la playa, fronchrts no parecía
mostrar interés en nada de lo que decía el chico. Sólo en lo que había bajo la
cama.
Carlitos
se asomó a la ventana ansioso de ver la luna y mostrársela a su nuevo amigo, en
vez de eso vio la calle cubierta de un líquido rojo, los vecinos gritaban horrorizados,
la gente corría en la calle, un niño de su escuela que siempre le pegaba estaba
muerto frente a la casa de la señora Ramírez. Carlitos no entendía que estaba
ocurriendo, se dio la vuelta con cautela, Fronctchrs estaba de nuevo bajo la
cama mordisqueando aquél objeto, el niño se acercó y vio el anillo de su madre
tirado cerca de la puerta, corrió a buscarla, al abrir la puerta de su
habitación, vio las paredes salpicadas de sangre y en medio de la cama, una
mancha, un bulto sin forma ensangrentado.
-¿Mamá?
Preguntó con la vocecilla en un hilo, escuchó un ruidito atrás de él como un
enjambre y vio los puntiagudos dientes de fronchtrs muy cerca de su cara,
cientos de seres similares se le acercaron y luego… luego solo hubo oscuridad.
** Sugheit Ariela es parte del Taller Literante en la
ciudad de Celaya, Gto.
CASA EN VENTA
Estrella
Méndez Méndez
Miraba
nerviosamente desde la ventana al carro de policía que se detuvo frente a la
casa. No esperaba que mostraran interés en él o en la casa que había puesto en
venta. Lo único que había hecho, era ponerla a un precio accesible, esperando a
que la gente saltara de inmediato a comprarla alegremente ante la oportunidad
de obtener una casa tan grande y magnífica por tan poco dinero. Pero no, la
gente siempre es demasiado desconfiada. ¿Y qué hizo la primera persona que
preguntó por el precio? ¡Llamó a la policía! ¿En qué clase de mundo vivimos,
que te mandan a la policía por vender una casa a la mitad de su valor?
Se
retorció las manos, nervioso, cuando vio a los uniformados acercarse a la casa
y de inmediato se alejó de la ventana temiendo que le vieran. Se remojó los
labios y miró alrededor preguntándose qué hacer. No quería tener problemas,
pero no midió las consecuencias que tendría esa idea de vender la casa tan
barata. Claro que, tal vez, se sentiría mejor si la casa fuera suya, para
empezar, cosa que no era así. Esa preciosa casa pertenecía a su vecino, al cual
cuidaba desde hacía muchos años ya que era un anciano algo enfermizo.
El
timbre sonó insistente, se puso nervioso y se dirigió a la puerta. Tenía la
sensación de que iba a vomitar.
Los
policías interrumpieron la conversación amigable que tenían entre ellos para
mirarle, sólo habían ido por atender la insistencia de algunas llamadas, ya que
ellos opinaban que era cosa de cada quién el precio que le ponían a sus casas,
después de todo. Pero antes de que pudieran decir algo, el hombre que abrió la
puerta, blanco como una sábana, casi se les desmaya cayendo sobre sus brazos. De
inmediato, un desagradable aroma los golpeó en la nariz. Los dos policías cargaron casi en vilo con al
hombre y, armas en mano, siguieron el aroma hasta una de las habitaciones. Un
cadáver, ya casi momificado, yacía sobre la cama.
-Sé
que cuando vendes una casa debes de declarar todo lo que se ofrece, pero seamos
sinceros, –murmuró el tembloroso hombre en brazos de los policías que lo
miraban incrédulo- no habría sido bien visto un anuncio así:
”Se
vende casa, a mitad de precio: con cuatro recámaras, cocina equipada, sala,
comedor, dos pisos, tres baños, cuarto de servicio, cochera para tres autos y
un cadáver en el estudio”.
**Estrella
Méndez Méndez es parte del taller literario Diezmo de Palabras, Ha sido
publicada en varias antologías por parte de la Universidad de Guanajuato,
Ediciones la Rana del Instituto Estatal de la Cultura y el Sistema Municipal de
Arte y Cultura de la ciudad de Celaya, Gto.
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