El Sol del Bajío, Celaya, Gto.
MADRE, HAZME SOÑAR TU SUEÑO
“Llévame, solitaria,
llévame entre los sueños,
llévame, madre mía,
despiértame del todo.
Hazme soñar tu sueño,
unta mis ojos con aceite,
para que al conocerte me conozca.”
MADRE. Octavio Paz
Día
de la madre, le dicen. Pero no se
celebra en la misma fecha en todo el mundo. Quienes lo hacemos el 10 de mayo
sólo somos diez países. Entre ellos solamente El Salvador y Guatemala están en
nuestro mismo continente. ¿Y qué se
celebra? Pues en México el origen y la causa se desconocen a fondo. Existen
antecedentes que lo vinculan con un movimiento feminista de los años veintes en
el siglo pasado, en el estado de Yucatán, y a iniciativa del periódico
Excelsior (se dice que influenciado por José Vasconcelos, Secretario de Educación
en esa época). Actualmente lo que celebramos o pretendemos festejar, es que aún
tenemos madre. Algunos no la tienen, pero eso es otra historia.
Tradicionalmente le llevamos flores o algún regalo a esa mujer que nos dio la
vida. Entre esos regalos no falta la plancha, la licuadora, o esa indispensable
lavadora que se adquiere a plazos y se obsequia diciendo que es de una vez un
regalo adelantado de navidad y cumpleaños. Otros hijos e hijas, con toda la
mejor intención del mundo, llegan temprano a ver a su mamá para pedirle que les
haga un rico mole o alguno de esos guisados que sólo ellas saben hacer; así
festejan a sus madres, haciéndolas
trabajar en esa cocina que tanto quieren. Pero también hay quien las lleva a
comer a su restaurante favorito (el de los hijos, no el de la mamá), donde por
lo regular está tan lleno de comensales ese día, que la pobre mujer ya mejor
quisiera estar descansando en su hogar. Y para rematar, le dejan la casa toda
desordenada, los trastos sucios y una amenaza-promesa: Mañana vuelven al
recalentado. Pero como no todo puede ser negativo y si no tienes dinero para
darle algún regalo a esa mujer bendita, aquí te regalamos poemas que le puedes
leer mientras ella descansa y disfruta su bebida favorita. Y si tú eres mamá y
tus hijos aún no leen o no les gusta, esto es para ti con todo cariño.
Felicidades, eres una bendición en la vida de todos los hijos e hijas de esta
patria que a veces se olvida de que tiene madre.
Julio
Edgar Méndez
MADRE
José
Martí
Mírame,
madre y por tu amor no llores,
Si
esclavo de mi edad y mis doctrinas,
Tu
mártir corazón llené de espinas,
Piensa
que nacen entre espinas flores.
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GALERÍAS,
POEMA LXXXVII
Antonio
Machado
Galerías
del alma... ¡El alma niña!
Su
clara luz risueña;
y la
pequeña historia,
y la
alegría de la vida nueva...
¡Ah,
volver a nacer, y andar camino,
ya
recobrada la perdida senda!
Y
volver a sentir en nuestra mano
aquel
latido de la mano buena
de
nuestra madre... Y caminar en sueños
por
amor de la mano que nos lleva.
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LA
MADRE
Gabriela
Mistral
Vino
mi madre a verme; estuvo sentada aquí a mi lado,
y
por primera vez en nuestra vida, fuimos dos hermanas
que
hablaron del tremendo trance.
Palpó
con temblor mi vientre y descubrió mi pecho.
y al
contacto de sus manos me pareció que se entreabrían
con
suavidad mis entrañas y que a mi seno subía la
honda
láctea.
Enrojecida,
llena de confusión, le hablé de mis dolores
y
del miedo de mi carne; caí sobre su pecho;
¡Y
volví a ser de nuevo una niña pequeña que sollozó
en
sus brazos del terror de la vida!
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A
MEDIA LUZ
Paola
Juárez
Es
en la soledad
donde
te pienso e imagino la luna
posándose
en tus ojos,
el
reflejo de su luz iluminando,
bañando
con su brillo mi existencia.
Hay
noches insomnes donde juego a imaginar tu rostro,
el
fino terciopelo de tu tacto,
el
timbre de tu voz y la fragilidad de tu pequeña humanidad.
Hay
días en los que sueño despierta,
donde
el deseo pesa más que la realidad,
te
veo caer y levantarte, aprendiendo a dar tus primeros pasos,
te
escucho nombrarme "mamá".
Hay
días y noches en mi vida
en
que te arrullo entre mis brazos al vaivén de mi sonrisa,
de
las palabras que puedo dedicarte
pues
desde ahora formas parte de mi vida.
Aún
no existes
y a
media luz te voy moldeando
mientras
espero que la semilla sagrada
me
conceda el milagro de tu vida.
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LA
MADRE AHORA
Mario
Benedetti
Doce
años atrás
cuanto
tuve que irme
dejé
a mi madre junto a la ventana
mirando
la avenida
ahora
la recobro
sólo
con un bastón de diferencia
en
doce años transcurrieron
ante
su ventanal algunas cosas
desfiles
y redadas
fugas
estudiantiles
muchedumbres
puños
rabiosos
y
gases de lágrimas
provocaciones
tiros
lejos
festejos
oficiales
banderas
clandestinas
vivas
recuperados
después
de doce años
mi
madre sigue en su ventana
mirando
la avenida
o
acaso no la mira
sólo
repasa sus adentros
no
sé si de reojo o de hito en hito
sin
pestañear siquiera
páginas
sepias de obsesiones
con
un padrastro que le hacía
enderezar
clavos y clavos
o
con mi abuela la francesa
que
destilaba sortilegios
o
con su hermano el insociable
que
nunca quiso trabajar
tanto
rodeos me imagino
cuando
fue jefa en una tienda
cuando
hizo ropa para niños
y
unos conejos de colores
que
todo el mundo le elogiaba
mi
hermano enfermo o yo con tifu
mi
padre bueno y derrotado
por
tres o cuatro embustes
pero
sonriente y luminoso
cuando
la fuente era de ñoquis
ella
repasa sus adentros
ochenta
y siete años de grises
sigue
pensando distraída
y
algún acento de ternura
se
le ha escapado como un hilo
que
se le ha escapado como un hilo
que
no se encuentra con su aguja
cómo
quisiera comprenderla
cuando
la veo igual que antes
desperdiciando
la avenida
pero
a esta altura qué otra cosa
puedo
hacer yo que divertirla
con
cuentos ciertos o inventados
comprarle
una nueva tele
o
alcanzarle su bastón.
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LA
MAMADRE
Pablo
Neruda
La
mamadre viene por ahí,
con
zuecos de madera. Anoche
sopló
el viento del polo, se rompieron
los
tejados, se cayeron
los
muros y los puentes,
aulló
la noche entera con sus pumas,
y
ahora, en la mañana
de
sol helado, llega
mi
mamadre, doña
Trinidad
Marverde,
dulce
como la tímida frescura
del
sol en las regiones tempestuosas,
lamparita
menuda
y apagándose,
encendiéndose
para
que todos vean el camino.
Oh
dulce mamadre
—nunca
pude
decir
madrastra—,
ahora
mi
boca tiembla para definirte,
porque
apenas
abrí
el entendimiento
vi
la bondad vestida de pobre trapo oscuro,
la
santidad más útil:
la
del agua y la harina,
y
eso fuiste: la vida te hizo pan
y
allí te consumimos,
invierno
largo a invierno desolado
con
las goteras dentro
de
la casa
y tu
humildad ubicua
desgranando
el
áspero
cereal
de la pobreza
como
si hubieras ido
repartiendo
un
río de diamantes.
Ay
mamá, ¿cómo pude
vivir
sin recordarte
cada
minuto mío?
No
es posible. Yo llevo
tu
Marverde en mi sangre,
el
apellido
del
pan que se reparte,
de
aquellas
dulces
manos
que
cortaron del saco de la harina
los
calzoncillos de mi infancia,
de
la que cocinó, planchó, lavó,
sembró,
calmó la fiebre,
y
cuando todo estuvo hecho,
y ya
podía
yo
sostenerme con los pies seguros,
se
fue, cumplida, oscura,
al
pequeño ataúd
donde
por primera vez estuvo ociosa
bajo
la dura lluvia de Temuco.
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MADRE
EN LA REVOLUCIÓN
Rosaura
Tamayo
Madre,
lloras mi ausencia,
con
la distancia sufres.
Arrancaron
parte de tu vientre,
destrozaron
tu corazón.
Te
fuiste y no sé si volverás,
te
has perdido en un mundo
de
revolución y balas.
Todo
para darme una vida
mejor,
sin hambres ni cadenas.
Madre
la gloria divina
te
cuidara a ti y a todas
Esas
Adelitas que darán
vida
por sus ausentes hijos.
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MADRE I
Jeremías
Ramírez Vasillas
Bajo
una cúpula dorada
me
formaste:
en
silencio, paciente, amorosa…
para
salir,
a un
lecho de luz
entre
tus manos.
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MADRE II
Con
qué te compararía
¿Montaña,
cielo, estrella, mar, sol o luna?
No
lo sé
pero
en esas oscuras noches
cuando
aullaban los coyotes en los cerros
y a
la luz de una vela
remendabas
mi
traje de la escuela
eras
todo
eras
el universo entero
y tu
mirada, tu sola mirada
espantaba
los fantasmas de mi sueño.
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NO LLORARÉ
Diana
Alejandra Aboytes Martínez
Treinta
y ocho años sin ti pero contigo cerca.
No,
no lloraré, esta vez será diferente:
Sonreiré
mientras se agolpen las imágenes del ayer,
cuando
tus brazos me envolvían y yo juraba
que
ese momento se llamaba siempre...
Mi
voz emitirá un canto cuando amanezca
y el
recuerdo del sueño,
que
aún camine por mi almohada,
me
diga que esa noche estuvimos juntas.
Si,
encenderé el fulgor de una llama
mientras
mi corazón de niña
grite
latido a latido que te ama.
Lo
siento, mamá,
he
mojado estas letras,
prometí
no llorar...
Mañana,
mañana
lo intentaré de vuelta.
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CANTO
AMOROSO
Esperanza
Julia Ayala Ramírez
Tu
nombre es canto amoroso,
etéreo,
colosal, sublime,
el
solo pronunciarlo
es
música celestial.
Eres
como una flor
de
esplendorosa belleza,
me
acaricia con tibieza
el
brillo de tu mirada.
Lo
más grande en esta vida
es
tener tu compañía,
eres
la más bendecida
sobre
la faz de la tierra.
Las
palabras más hermosas
las
mereces tú, mamá,
por
tanto amor que derramas
en
tu paso por la vida.
Un
arrullo maternal
enternece
el corazón,
protegido
yo estoy
en
tus brazos, madre mía.
Recibe
esta humilde ofrenda
de
palabras que son flores,
Te
quiero siempre a mi lado
y me
colmes con tus dones.
queremos mas de usted don carlos estan buenas uss leyendas
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