El Sol del Bajío, Celaya, Gto.
ELUSIVOS TRES LIBROS
“Hay
momentos en la vida de todo político, en que lo mejor que puede hacer es no
despegar los labios.”
Abraham
Lincoln (1808-1865) Político estadounidense.
El
momento no podía ser más oportuno para cerrar la boca. “¿Puede nombrar tres
libros importantes en su vida?”. No pudo.
¿Puede
cualquier aspirante a ocupar un cargo de elección popular nombrar esos elusivos
tres libros?
He
leído y escuchado a los “suspirantes” a que “la revolución les haga justicia” y
aún no conozco esos tres títulos, ni dos, ni un sólo libro que haya sido o sea
importante en su vida. Al menos los políticos de antes leían El Príncipe, de
Nicolás Maquiavelo (el libro favorito de Napoleón Bonaparte), o El arte de la
guerra, de Sun Tzu. Ahora ni siquiera leen el periódico, tienen alguna persona
entre sus colaboradores para hacerlo, y muchas veces esa persona lee, pero no
entiende la lectura. Pero esto no es exclusivo de México, ni de Guanajuato o
Celaya, sucede en muchas partes del mundo. Los políticos tienen abyección por
la literatura, sobre todo cuando los autores son críticos contrarios a su
propuesta. Como carecen de la capacidad de debate, prefieren ignorar su
existencia. “Hay tres clases de
intelecto: el primero discierne por sí; el segundo entiende lo que los otros
disciernen, y el tercero no discierne ni entiende lo que los otros disciernen.
El primero es excelente, el segundo bueno y el tercero inútil.” Así escribió Nicolás
Maquiavelo. Por fortuna tenemos ciudadanos que sí leen, que disciernen, y son
capaces también de proponer -con su
participación en foros, en espacios públicos, en diarios, revistas y blogs- a través de la literatura, esos cambios (ya
urgentes) para que los políticos, si alguna vez tuvieran la sensibilidad de
leer (o la habilidad), dejaran de mentirse a sí mismos y a los demás.
“El
principal engaño que se valora en las operaciones militares no se dirige sólo a
los enemigos, sino que empieza por las propias tropas, para hacer que le sigan
a uno sin saber adónde van.” Sun Tzu.
Esos
tres libros te aguardan, estimado lector. Gánale a los candidatos, busca
poesía, cuento, ensayo, novela, narrativa de fantasía o histórica, literatura
religiosa, erótica, de auto ayuda, motivacional. Hay tanto que leer, lo puedes
hacer dedicando un poco de tu tiempo, y te lo aseguro, no será tiempo perdido.
Aquí tienes, en esta página del Diezmo, textos de autores que además de leer
mucho, escriben sobre temas delicados que alguien debe denunciar. Faltan
recursos para la cultura y sobran gastos desperdiciados en campañas absurdas,
desmedidas, engañosas e inútiles. Falta sensibilidad en los partidos políticos,
sobra el cinismo. Falta que participes y denuncies. Y, sobre todo, nos faltan
43.
Julio
Edgar Méndez
PROCESIÓN
Paola
Klug
¿Ha
visto a mi hijo? Ya le busqué en los caminos, en el monte, en el río; ya busqué
entre mis entrañas, entre mis recuerdos, en el eco de las sonrisas que de niño
soltaba al jugar y aún no lo encuentro.
¿Han
visto a mi hija? Salió en la mañana hace dos días pero no ha vuelto. Ya la
busqué en el puerto, en el malecón y en la plaza; he buscado en mis pupilas, en
mis lágrimas y en las grietas de mis manos.
¿Han
visto a mi nieta? La levantaron ayer; solo dejaron sus huellas, sus gritos y un
charco de sangre que reconoce mi sangre. La he buscado en el maizal y en los
platanares; entre la tumba de sus padres y de sus hermanos.
¿Han
visto a mi hermano? Se lo llevaron hace dos años, le he buscado en el viento,
en la montaña y en el bosque de pinos y cedros. Ya revolví diez fosas, encontré
otros hermanos, hijos, hijas, nietas y nietos.
He
hallado padres, he hallado madres y pequeños pares de zapatos.
He
hallado dientes, he hallado huesos y campos sembrados con dolor y pena; he
hallado fragmentos de pesadillas y de sueños; encontré futuros sin nombre y sin
rostro cubiertos con tierra y lágrimas y plegarias secas.
¿Dónde
está papá? ¿Dónde está mamá?
¿En
qué fosa? ¿En qué zanja? ¿En qué río?
¿Dónde
está mi hijo? ¿Dónde está mi hija?
¿Tiene
aliento? ¿Tiene hambre? ¿Tiene frío?
¿Los cubre de la lluvia el manto de niebla?
¿Los cubre del sol la sombra de una ceiba?
Seguimos
buscando en un camino de sal, en el campo santo por la vida de tantos.
Procesión
de estaciones, de eclipses, tormentas y huracanes. Seguimos guiándonos por las
voces del fuego y el polvo; los recuerdos se niegan a convertirse en ceniza…
¿Donde
están? Nos hacen falta.
*Paola Klug es una escritora radicada en Celaya,
puedes visitar su blog: https://paolak.wordpress.com/
QUÉ
HACER
Alejandro
Jusim
(Argentina)
Qué
hacer cuando la sangre se revela en sangre
y
las manos vacías no encuentran ni el cómo en lo crispado.
El
odio se me derrama hasta la carne
hasta
en las uñas gastadas de historias abrasivas
me
brota el veneno sin saber dónde escupirlo.
No
son cuarenta y tres los que me cierran la garganta
no
es Ayotzinapa la que me clava el ácido tormento de esta noche
son
mares enteros de sollozos,
de
alaridos en idiomas que salpican,
de
kilómetros de plomo que aún no he tirado.
Ay,
si mi teclado fuera tan certero como la miseria
si
este dedo índice de las palabras
le
llegara al asesino pintándole su despedida.
Pero
de aquí solo nacen las estrofas de algún canto
y el
fuego helado del sicario no se ahoga con vocales
y mi
mente camina fulminante por las calles de cenizas
sin
mis manos
sin
mi cuerpo
sin
mi plomo.
*Alejandro Jusim es un poeta argentino que aborda temas sociales con gran sensibilidad.
MAMÁ,
SI DESAPAREZCO, ¿ADÓNDE VOY?
Marcela
Ibarra Mateos
No
lo sé, hijo.
Solo
sé que si desaparecieras te buscaría entre la tierra y debajo de ella.
Tocaría
en cada puerta de cada casa.
Preguntaría
a todas y a cada una de las personas que encontrara en mi camino.
Exigiría,
todos y cada uno de los días, a cada instancia obligada a buscarte que lo
hiciera hasta encontrarte.
Y
querría, hijo, que no tuvieras miedo, porque te estoy buscando.
Y si
no me escucharan, hijo;
la
voz se me haría fuerte y gritaría tu nombre por las calles.
Rompería
vidrios y tiraría puertas para buscarte.
Incendiaría
edificios para que todos supieran cuánto te quiero y cuánto quiero que
regreses.
Pintaría
muros con tu nombre y no querría que nadie te olvidara.
Buscaría
a otros y a otras que también buscan a sus
hijos para que juntos te encontráramos a ti y a ellos.
Y
querría, hijo, que no tuvieras miedo, porque muchos te buscamos.
Si
no desaparecieras, hijo, como así deseo y quiero.
Gritaría
los nombres de todos aquellos que sí han desaparecido.
Escribiría
sus nombres en los muros.
Abrazaría
en la distancia y en la cercanía a todos aquellos padres y madres; hermanas y
hermanos que buscan a sus desaparecidos.
Caminaría
del brazo de ellos por las calles.
Y no
permitiría que sus nombres fueran olvidados.
Y
querría, hijo, que todos ellos no tuvieran miedo, porque todos los buscamos.
*Marcela Ibarra Mateos publicó este poema en La Jornada de Oriente y rápidamente se viralizó en las redes sociales. En este enlace puedes escucharlo en la voz de Margarita Castillo. https://www.youtube.com/watch?v=n27dQR5AZHU
ARRULLO
Víctor
Hugo Pérez Nieto
A la…
22:30,
comienzan los disparos; nadie puede creer de donde provienen. Son policías.
Intenta correr mas no puede, tiene herido el muslo izquierdo. Cae.
Cumplió 18, decidió irse de casa. No hay recursos
desde que quedó huérfano, pero en la normal rural le darán lo necesario,
incluso posee internado. A pesar de ser escuelas para campesinos pobres el
gobierno pretende desaparecerlas. José, sin embargo, parte ilusionado a la ciudad…
Le
han montado a la parte posterior de la patrulla y enfilan por un camino
vecinal. Con trabajo voltea el rostro ensangrentado y ve a otros compañeros
heridos junto a él. Algunos ya están muertos. Le da pena continuar vivo
todavía: pena y envidia.
Cuando jugaba beisbol, al iniciar la secundaria lo
decidió: “seré maestro rural”. Doña María, su madre, intentó persuadirlo; ella
quería que se fuera al norte como lo hizo el padre y todos los hombres del
pueblo desde generaciones atrás. José pretendió escapársele al destino,
rencorosa figura de sombras…
La
camioneta se detiene al borde del basurero. Son solo carne macerada para sus
verdugos, sin un pasado, sin un presente, mucho menos futuro.
En la primaria se conoció con Alondra, la niña de
trenzas endrinas y ojos de capulín que después sería su esposa. Juró que la
amaría toda la vida; era tan joven que todavía no percibía hacia quién suele
tender su sombra el futuro para cobijarlo…
Un
disparo en la nuca lo deja aturdido pero vivo. Escucha órdenes a gritos y logra
percibir que están en un basurero. A lo lejos, militares.
Iba al kínder cuando los soldados mataron a Félix, su
padre. Guadalupe, la madre, estaba tan apegada al niño, que en el recreo lo
amamantaba a escondidas metiendo el seno a través de la valla.
Se
da cuenta que lo empapan de gasolina, está maniatado, nada puede hacer. No se
quiebra, solo desdobla remembranzas. Siente de nuevo envidia de los que
murieron en la camioneta sin conciencia del sufrimiento que les esperaba.
¡Por fin nació! Don Félix llora orgulloso cuando la
partera lo acomoda entre sus brazos: su hijo es varón. Tiene las esperanzas
puestas en él. Tampoco sabe que el destino lo alcanzará antes que al pequeño
que arrulla…
Una
columna de humo se eleva al cielo desde una cama de llantas y breña, por fin
dejan de sufrir. José, antes de sucumbir, escucha una canción de cuna:
…rroro niño, a la rorro ya, duérmase mi nene,
duérmaseme ya.
*Victor Hugo Pérez Nieto es médico de profesión y escritor desde que se acuerda. Fue ganador del XV Premio Nacional de Novela Jorge Ibargüengoitia en el
2012 con su novela Feralis.
**Las imágenes que acompañan estos textos pertenecen a sus respectivos autores. Entre ellos la fototeca del INAH y el artista Edgar Saner. http://www.noticiasnet.mx/portal/oaxaca/cultura/artes/241674-saner-artista-mexicano-pinta-berlin-mural-ayotzinapa
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