Mensaje del historiador Rafael Soldara Luna, Director
del Museo de Celaya, Historia Regional, durante el homenaje al maestro Herminio
Martínez Ortega (+), el viernes 6 de febrero de 2015 en el patio de la Casa de
la Cultura de Celaya.
Muy buenas tardes.
Estimada familia
Martínez Franco.
Muy respetables
autoridades de gobierno y académicas.
Señoras y señores,
amigos todos.
“La
tradición, que es hija de la memoria y del olvido, nos pide a gritos que la
rescatemos de las sombras para que las generaciones venideras no se pierdan en
rumbo errado. Y es lo que hacemos los escritores. Con la palabra, que tiene que
parecerse a su creador, tendemos puente
entre el pasado y el presente, para que el hombre mire el esplendor de su
futuro”. Estas fueron las palabras que Herminio Martínez pronunció cuando
tomó protesta como Cronista del Municipio de Celaya aquel 24 de marzo del año
2007. Después de siete años de intenso trabajo y fecunda productividad
intelectual, tras una tenaz y
persistente lucha contra la enfermedad, lamentablemente, nos dejó.
Este homenaje que
tan atinadamente se ha concebido, tiene por objeto reconocer con su familia, amigos,
colegas universitarios, cronistas, talleristas, alumnos, colaboradores y
admiradores de su quehacer, el legado intelectual y literario del que somos
ahora depositarios como una inapreciable semilla que habrá de continuar germinando
en las presentes y futuras generaciones.
No podemos omitir el
ejemplo de entrega, dedicación, ingenio, creatividad, extraordinaria memoria,
accesibilidad, apertura, sentido crítico, vocación humanista, inteligente
sentido del humor y la libertad de
pensamiento que Herminio Martínez cultivó y compartió con todos nosotros.
Habré de resaltar su
talento poético y de narrativa, que lo convirtió en uno de los escritores más fecundos,
premiados y reconocidos del estado de
Guanajuato a nivel nacional e internacional. Pero también la vocación docente
que lo convirtió en guía, pedagogo y coordinador de innumerables proyectos que
permitieron fortalecer la divulgación del conocimiento y el servicio hacia el exterior del claustro
universitario. Fue un ejemplar promotor del ecumenismo intelectual. Destacamos
su vínculo con los más importantes escritores de su época que acercó a sus
queridos terruños: Cortazar, Celaya y Guanajuato.
Es importante
mencionar que algunas de las principales aportaciones de la gestión de Herminio
como Cronista de Celaya, encontramos:
-La valoración del
cronista como servidor público,
-La creación de un
lugar abierto y permanente para el oficio de la crónica y del inicio de una
biblioteca especializada en temas de arte, historia y tradiciones,
-La divulgación
permanente y masiva del conocimiento literario e histórico a través de todos los
medios de comunicación,
-La mediación para
divulgar el trabajo de otros autores que permitieran profundizar el
conocimiento sobre el patrimonio cultural e histórico de la región,
-La visión para
desarrollar proyectos innovadores como la permanente actualización de la
monografía municipal, el impulso que brindó para la realización de la
recreación de las batallas de Celaya o la serie televisiva para su Centenario.
También, sus aportaciones para fortalecer el trabajo de los cronistas de la
entidad y preparar los productos historiográficos en vísperas del ya anunciado Centenario
de la Constitución Política de los Estado Unidos Mexicanos, en el año 2017.
Por todo ello, su labor está inscrita en
una etapa que es pionera en la modernización, dignificación e
institucionalización, del ímpetu por cultivar la investigación y difusión del
conocimiento en la entidad.
Abordar la biografía
y obra de Herminio Martínez, es tema que ocupará nuevas aproximaciones y
renovados espacios de reflexión, análisis y retroalimentación. Sin embargo, su
legado impreso, fílmico, televisivo y especialmente aquel que fue compartido en
las aulas de clase y en sus talleres literarios como El Diezmo de Palabras,
continuarán representando una viva lección y un genuino amor a las artes.
Herminio fue un
relator de historias, un creador de tramas y recreador de otras épocas. Pero
fue también alma y carácter, de emoción retadora, estratega y perspicaz. Voz de quienes no la tienen,
limitan o son enmudecidas. Fue arquitecto de la palabra, alma de las letras y
audaz promotor de la lectura. Su saber e ingenio, trazaron renovados caminos y rumbos
ilimitados. Fue un hombre completo, complejo y de preclara convicción de
trascendencia. Un seductor de la palabra, un viajero del tiempo, un generoso
impulsor de los jóvenes, una puerta abierta para todos aquellos curiosos por
explorar el mundo de las letras. Ejemplar por su imaginación, persistencia y
erudición; por la claridad de su lenguaje; por su reflexión, enseñanzas y
sabios consejos.
Su disciplinado
trabajo y el respeto a los terrenos de las musas que cultivaba a diario, no fue
para Herminio una simple rutina, sino una auténtica vocación, una forma de vida
que lo llenaba de energía y renovado entusiasmo, que lo animaba a concluir lo
más pronto posible para seguir creando. En los meses de enfermedad, su trabajo
cotidiano fue también un apoyo para reconfortarse y no desistió en continuar
con ánimos, viajando, asistiendo a reuniones académicas, disertando, redactando historias, visitando lugares
entrañables y editando sus libros. Tuvo tiempo para compartirnos sus
pensamientos en los momentos de incertidumbre, pero también sus esperanzas en los muchos planes porvenir.
Los libros póstumos que
hoy presentamos, fueron parte de esos proyectos en proceso que dejó su autor.
Pero forman parte de una visión mayor, porque fueron preparados con mucha
anticipación para ser presentados precisamente en este contexto conmemorativo por
el Centenario de las Batallas de Celaya, acontecimiento que mantuvo a Herminio ocupado
y concentrado para aportarnos lo mejor de su conocimiento y experiencia.
El libro “El relámpago y el trueno, la historia de
Celaya a través de sus personajes y leyendas”, es un documento de
inapreciable valor, porque en él, se lograron conjuntar los esfuerzos
editoriales de dos importantes instituciones para las cuales trabajó: la
Universidad de Guanajuato y el Sistema Municipal de Arte y Cultura de Celaya;
también, porque logró recopilar los más importantes contenidos de información
histórica y literaria, publicados en los suplementos que fueron auspiciados por
el Gobierno Municipal de Celaya y muy especialmente por el periódico El Sol del
Bajío. A través de sus casi 500 páginas, y más de 100 ilustraciones, en las que
se me permitió participar, el autor nos invita a viajar por el pasado de Celaya
para descubrir su grandeza; desde su geografía, hasta pasar por sus fundadores,
autoridades, visitantes distinguidos, los acontecimientos decisivos en el
desarrollo de éste municipio, su patrimonio cultural: histórico, artístico,
civil y religioso. También revela datos inéditos de sus personajes, relevantes,
tanto por su labor y mecenazgo, como por su popularidad citadina y rural. Nos
adentra a la experiencia misma de trabajar la investigación del patrimonio como
ese tras bambalinas que antecede a los resultados. Nos comparte leyendas,
cantos y poemas, reseñas de fantasmas, de gastronomía, del desarrollo
tecnológico, de los personajes y momentos que lo inspiraron, como del
testimonio de numerosos informantes que acudieron a él, con el ánimo de transmitir
su conocimiento. Esta obra es también un esfuerzo de acopio muy diverso de
versiones históricas, de crónicas y saberes conocidos en fragmentos que su
autor se dedicó a reunir. Nos presenta un mosaico de tradiciones, costumbres y
leyendas urbanas, nos informa de los túneles y de nuestras calles más
referenciales. Pero especialmente, he de resaltar las completas reseñas que nos
ofrece acerca de la comunidad de Canoas, de los combates de 1915, de la
diócesis de Celaya, de las haciendas, ranchos, y de la vida del campo, sin
omitir uno de sus temas predilectos: la biografía del Padre Nieves.
Esta obra es en suma, el último libro que
nuestro amigo y maestro, dedicó a la historia de Celaya.
Quiero concluir manifestando
mi agradecimiento a la familia de Herminio por la confianza que siempre nos han
dispensado y reiterar también el aprecio y admiración por estar con él en los
momentos de mayor adversidad.
En su poema dedicado
a Celaya, Herminio Martínez finalizó expresando: (Celaya) “Si muero en ti, te
pido dos favores: o entregarme al olvido en horas grises, o alójame, ya muerto,
entre tus flores para seguir soñando con Ulises”.
Ahora, Herminio se comparte con nosotros para
continuar inspirándonos a través de su
obra y del aroma de sus amadas flores.
Gracias Herminio por
todo lo que nos diste;
gracias por
enseñarnos el arte de vivir la pasión por las letras;
por apreciar el peso
y el valor de las palabras;
gracias por hacernos
partícipes de tu aventura literaria.
Gracias por hacernos
parte de tu historia.
Muchas gracias.
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