domingo, 3 de julio de 2016

JUGUEMOS CON EL ARTE


JUGUEMOS CON EL ARTE
-Literatura creada por niños-

El proyecto Juguemos con el arte, es una iniciativa del Instituto Estatal de la Cultura para que a través de distintas expresiones artísticas, los niños exploren su capacidad creativa. A través del Centro de las Artes de Guanajuato tuve la oportunidad de participar con un taller de cuento escrito por pequeños creadores. Aprendí mucho de su alegría y su maravillosa capacidad de asombro. A lo largo de varias sesiones echamos a volar la imaginación leyendo juntos cuentos de grandes autores y descubriendo pequeñas herramientas para que ellos mismos crearan historias originales. Jugamos y aprendimos uno de otro.
Decía acertadamente Antonio Machado:
“Cantaban los niños canciones ingenuas,
de un algo que pasa y que nunca llega:
la historia confusa y clara la pena”.
Estoy seguro de que algún día leeremos grandes obras de estos niños escritores, sus padres deben estar orgullosos. Yo los voy a extrañar. Vale.
Julio Edgar Méndez



LA BRUJA Y EL NIÑO
Sebastian Alaníz Oviedo
11 años

Había una vez un niño que vivía en un bosque y le gustaban mucho los animales. Era muy pobre. Sus padres cazaban venados pero a él no le gustaba que mataran a los animales, tampoco los comía. Así que salía por las mañanas a buscar árboles que tuvieran manzanas colgando para cortarlas y comer. Tardaba mucho y un día se perdió en el bosque. Siguió avanzando a ver si encontraba el camino de vuelta y se encontró una casa ¡hecha de hamburguesas!  Se acercó más y más. Se le hizo rara una casa que esté hecha de hamburguesas y en medio del bosque. Tocó la puerta y una anciana le abrió. La anciana le dijo:
—Hola, niño, pásale.
Él entró a la casa y la viejecita le dio de comer. Lo alimentó toda la tarde y cuando le dio sueño, ella le dijo que se durmiera. Se dio cuenta de que el relleno de la cama era de puras plumas, pero al siguiente día había cambiado. El relleno ya no era de plumas sino de paja. Se dirigió a la anciana diciendo:
—Me tengo que ir, gracias por la comida.
Al oír eso, la vieja lo lanzó a una jaula.
—No te irás, te alimentaré hasta que estés bien gordo, para comerte –le dijo.
—¡Déjame ir! –gritó el niño-, no comeré lo que me darás.
Pasaron los días hasta que una vez la anciana se durmió y el niño alcanzó las llaves de la jaula. La abrió sin hacer ruido y salió corriendo de esa casa.
Más adelante se encontró a su papá, que le estaba buscando, se abrazaron y regresaron juntos a su casa, su mamá le dijo:
—¿Dónde estabas?
—Me perdí en el bosque, mamá.
—¿Tienes hambre?
—No, gracias, lo que pasó es que me encontré una bruja que me alimentó bastante.
—¡No te creo!
—En serio, mamá. Si quieres vamos a la casa de la bruja.
—Ok –dijo la señora.
Cuando llegaron a donde él recordaba que estaba la casa, ya no había nada. El niño se sorprendió y les dijo:
—Estaba aquí, lo juro.
—Bueno, volvamos, además lo importante es que ya estás aquí.
De regreso no encontraron el camino y empezó a oscurecer.
—Creo que nos quedaremos aquí hasta el amanecer.
Cuando ya era de día siguieron adelante y se encontraron una aldea. Eran personas muy humildes y sinceras. Cuando los vieron les dijeron:
—¿Quiénes son ustedes?
—Mis papás son cazadores de animales y yo me enseñé a cultivar frutas.
—Ustedes son bienvenidos.
—Gracias, no nos podemos quedar, tenemos que encontrar  nuestra casa.
—¿Y cómo es su casa? –Preguntaron.
—Es de madera.
—Yo la vi –dijo alguien.
—¿Dónde? –preguntó el padre.
—Cerca del río.
—Pero nuestra casa no está ahí. Iremos a echar un vistazo, gracias.
Cuando llegaron sí era su casa. Todos los día se preguntaban cómo es que llegó hasta ahí. No supieron si la bruja fue quien la movió para molestarlos. Pero lo importante es que la encontraron y vivieron felices para siempre.


LA NIÑA CON DUDAS
Renata Esqueda Hernández
8 años

Érase una vez una niña que para todo tenía dudas. Ella preguntaba:
—¿Puedo faltar a la escuela?
—No, tienes que ir a estudiar –decía su mamá.
—¿Por qué? –decía la niña con dudas.
—Para aprender y ser alguien el día de mañana...
—¿Por qué tengo que ser alguien mañana, si ya soy alguien hoy? –decía la niña con dudas.
—No, no, hija, a lo que me refiero es que tienes que ir a estudiar para que cuando seas grande, sepas cosas y las pongas en práctica. Para que tengas dinero y tengas qué comer –decía su mamá.
—¿Por qué?, si tenemos muchas chucherías y el fin de semana ¡no hacemos nada!
Y así, la niña con dudas seguía preguntando y preguntando referente a lo que los adultos siempre responden a lo que los adultos siempre responden que “tiene que ser así”.
Un día, la niña con dudas llegó de la escuela y su perrito se acurrucó sobre ella. La niña con dudas le dijo:
—Nunca dejaré de tener dudas, Toby, las tendré para siempre.
Su perrito se quedó mirando a la niña con dudas, como si pudiera comprender lo que ella estaba diciendo y luego contestó:
—A mí me pasaba lo mismo, -dijo el perro- hasta que decidí no volver a hablar.

Desde entonces, la niña con dudas no volvió a tener más dudas, al menos ya no las expresaba, porque desde ese día que su perro la sorprendió, ella no volvió a hablar jamás.



MUNDOS DIVIDIDOS
Citlali Ollín Quezada Juárez
10 años

Había una vez una niña que se llamaba Citlali. Vivía en un dibujo que era blanco y negro, así que le temía a los colores. Tenía una amiga que era una nube que se llamaba Nuberia. Pero Nuberia es muy temperamental. Si se enoja, llora. Si tiene miedo, llora. Si está triste, llora. Si está feliz, llora. Llora, llora y llora todo el tiempo. Había otro niño, Paquito. Él vivía en un cuento lleno de colores. Una vez se escapó de su cuento y Citlali también se escapó. Cuando se topó con Paquito, a Citlali le dio miedo. Paquito le dijo:
—Oye, no te escondas, yo no soy malo, al contrario, soy bueno. Me llamo Paquito.
Citlali le contestó: —No es eso, es que le temo a los colores.
Paquito le dijo: —¿Por qué?
—Porque desde niña he estado viviendo en un dibujo sin colores, vivía en un mundo de blanco y negro. Me llamo Citlali.
La niña invitó a Paquito a su casa. El mundo de dibujo sin colores se le hizo muy extraño al niño. Citlali le explicó que era color negro sobre fondo blanco, así que pronto se hicieron amigos y se visitan mucho. Los dos se sentaron en sillas muy bajitas a tomar agua mientras intentaban leer un cuento en un libro inquieto. El libro no se dejaba leer. Si abrían en una página, el libro cambiaba a otra, o se convertía en otro idioma o mezclaba las letras sin sentido alguno. Al final del día cada uno tuvo que regresar a su propio mundo, Paquito en colores y Citlali a ese dibujo en blanco y negro donde seguirá esperando que algún niño la encuentre y comience de nuevo su historia.

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EL NIÑO Y EL RÍO
Ashley Getzemany Sánchez Barrón
8 años

Cuando era muy niña vivíamos en el campo. Nuestra casa era pequeña y rodeada de campos de siembra. Vivíamos muy felices. Vivíamos en esa casa mis papás, mi abuela, la tía Luci y yo. La tía Luci era muy enojona. Le gustaba dar órdenes a todo el mundo, hasta al perro y a las gallinas les gritaba porque no la obedecían. Todo el día se escuchaban sus regaños. Aunque también me regañaba mucho, yo sé que me quería en secreto. Alrededor de nuestra casita se veían campos muy verdes, llenos de todo tipo de plantas. Teníamos algunos vecinos y cuando los días eran nublados, todo se veía muy triste. Cerca de nuestros campos pasaba un río que era muy importante, porque usábamos esa agua para todo. Lo más triste que recuerdo es cuando un día se inundó todo porque el río tenía mucha agua y nuestra casita se llenó de lodo. Mis pocas muñecas quedaron manchadas, mi ropa también y mi papá se tuvo que ir al norte a trabajar, porque nuestra tierra ya no servía. Los vecinos también se fueron y así fue como mi tía Luci nos trajo a vivir a la ciudad, donde todos los días extraño mi casita en el campo.


VIVA LA VIDA
Fernanda Geraldine Sánchez Barrón
10 años

Esta es la historia de una niña que tenía su autoestima muy baja. Es muy bonita, inteligente y algo pasadita de peso. Pero sobre todo, tiene buenos sentimientos. Su familia la quiere mucho pero en su escuela le hacían bulling  y ella se apartaba de la gente porque debido al bulling se le bajó la autoestima. Con la ayuda y amor de su familia, ella se dio cuenta de que tiene muchos valores y cualidades y no le dio tanta importancia al bulling que le hacen. Comprendió que lo importante de una persona son sus sentimientos y cualidades, y empezó a socializar más y a darse el valor y el respeto que ella se merece. Ahora su vida es muy adorable y feliz. Geraldine es ahora una niña muy bonita, alegre, sociable y muy noble. Con su autoestima muy alta. Con el paso de los días ha entendido que nadie tiene derecho a hacernos sentir mal, que es uno mismo quien se debe dar el valor y ánimo y respeto que nos merecemos todas las personas. Si ustedes la conocieran personalmente verían su increíble alegría y ganas de vivir la vida lo mejor posible.

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*Imágenes:
Girl in the woods, John Lechner.

A Girl and Her Pet Rabbit: Coniglio.

Textos publicados en El Sol del Bajío, domingo 3 de julio de 2016, Celaya, Gto. 

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