JUGUEMOS CON EL ARTE
-Literatura creada por niños-
El
proyecto Juguemos con el arte, es una iniciativa del Instituto Estatal de la
Cultura para que a través de distintas expresiones artísticas, los niños
exploren su capacidad creativa. A través del Centro de las Artes de Guanajuato
tuve la oportunidad de participar con un taller de cuento escrito por pequeños
creadores. Aprendí mucho de su alegría y su maravillosa capacidad de asombro. A
lo largo de varias sesiones echamos a volar la imaginación leyendo juntos
cuentos de grandes autores y descubriendo pequeñas herramientas para que ellos
mismos crearan historias originales. Jugamos y aprendimos uno de otro.
Decía
acertadamente Antonio Machado:
“Cantaban
los niños canciones ingenuas,
de
un algo que pasa y que nunca llega:
la historia
confusa y clara la pena”.
Estoy
seguro de que algún día leeremos grandes obras de estos niños escritores, sus
padres deben estar orgullosos. Yo los voy a extrañar. Vale.
Julio
Edgar Méndez
LA
BRUJA Y EL NIÑO
Sebastian
Alaníz Oviedo
11
años
Había
una vez un niño que vivía en un bosque y le gustaban mucho los animales. Era
muy pobre. Sus padres cazaban venados pero a él no le gustaba que mataran a los
animales, tampoco los comía. Así que salía por las mañanas a buscar árboles que
tuvieran manzanas colgando para cortarlas y comer. Tardaba mucho y un día se
perdió en el bosque. Siguió avanzando a ver si encontraba el camino de vuelta y
se encontró una casa ¡hecha de hamburguesas! Se acercó más y más. Se le hizo rara una casa
que esté hecha de hamburguesas y en medio del bosque. Tocó la puerta y una
anciana le abrió. La anciana le dijo:
—Hola,
niño, pásale.
Él
entró a la casa y la viejecita le dio de comer. Lo alimentó toda la tarde y cuando
le dio sueño, ella le dijo que se durmiera. Se dio cuenta de que el relleno de
la cama era de puras plumas, pero al siguiente día había cambiado. El relleno
ya no era de plumas sino de paja. Se dirigió a la anciana diciendo:
—Me
tengo que ir, gracias por la comida.
Al
oír eso, la vieja lo lanzó a una jaula.
—No
te irás, te alimentaré hasta que estés bien gordo, para comerte –le dijo.
—¡Déjame
ir! –gritó el niño-, no comeré lo que me darás.
Pasaron
los días hasta que una vez la anciana se durmió y el niño alcanzó las llaves de
la jaula. La abrió sin hacer ruido y salió corriendo de esa casa.
Más
adelante se encontró a su papá, que le estaba buscando, se abrazaron y
regresaron juntos a su casa, su mamá le dijo:
—¿Dónde
estabas?
—Me
perdí en el bosque, mamá.
—¿Tienes
hambre?
—No,
gracias, lo que pasó es que me encontré una bruja que me alimentó bastante.
—¡No
te creo!
—En
serio, mamá. Si quieres vamos a la casa de la bruja.
—Ok
–dijo la señora.
Cuando
llegaron a donde él recordaba que estaba la casa, ya no había nada. El niño se
sorprendió y les dijo:
—Estaba
aquí, lo juro.
—Bueno,
volvamos, además lo importante es que ya estás aquí.
De
regreso no encontraron el camino y empezó a oscurecer.
—Creo
que nos quedaremos aquí hasta el amanecer.
Cuando
ya era de día siguieron adelante y se encontraron una aldea. Eran personas muy
humildes y sinceras. Cuando los vieron les dijeron:
—¿Quiénes
son ustedes?
—Mis
papás son cazadores de animales y yo me enseñé a cultivar frutas.
—Ustedes
son bienvenidos.
—Gracias,
no nos podemos quedar, tenemos que encontrar
nuestra casa.
—¿Y
cómo es su casa? –Preguntaron.
—Es
de madera.
—Yo
la vi –dijo alguien.
—¿Dónde?
–preguntó el padre.
—Cerca
del río.
—Pero
nuestra casa no está ahí. Iremos a echar un vistazo, gracias.
Cuando
llegaron sí era su casa. Todos los día se preguntaban cómo es que llegó hasta
ahí. No supieron si la bruja fue quien la movió para molestarlos. Pero lo
importante es que la encontraron y vivieron felices para siempre.
LA
NIÑA CON DUDAS
Renata
Esqueda Hernández
8
años
Érase
una vez una niña que para todo tenía dudas. Ella preguntaba:
—¿Puedo
faltar a la escuela?
—No,
tienes que ir a estudiar –decía su mamá.
—¿Por
qué? –decía la niña con dudas.
—Para
aprender y ser alguien el día de mañana...
—¿Por
qué tengo que ser alguien mañana, si ya soy alguien hoy? –decía la niña con
dudas.
—No,
no, hija, a lo que me refiero es que tienes que ir a estudiar para que cuando
seas grande, sepas cosas y las pongas en práctica. Para que tengas dinero y tengas
qué comer –decía su mamá.
—¿Por
qué?, si tenemos muchas chucherías y el fin de semana ¡no hacemos nada!
Y
así, la niña con dudas seguía preguntando y preguntando referente a lo que los
adultos siempre responden a lo que los adultos siempre responden que “tiene que
ser así”.
Un
día, la niña con dudas llegó de la escuela y su perrito se acurrucó sobre ella.
La niña con dudas le dijo:
—Nunca
dejaré de tener dudas, Toby, las tendré para siempre.
Su
perrito se quedó mirando a la niña con dudas, como si pudiera comprender lo que
ella estaba diciendo y luego contestó:
—A
mí me pasaba lo mismo, -dijo el perro- hasta que decidí no volver a hablar.
Desde
entonces, la niña con dudas no volvió a tener más dudas, al menos ya no las
expresaba, porque desde ese día que su perro la sorprendió, ella no volvió a
hablar jamás.
MUNDOS
DIVIDIDOS
Citlali
Ollín Quezada Juárez
10
años
Había
una vez una niña que se llamaba Citlali. Vivía en un dibujo que era blanco y
negro, así que le temía a los colores. Tenía una amiga que era una nube que se
llamaba Nuberia. Pero Nuberia es muy temperamental. Si se enoja, llora. Si
tiene miedo, llora. Si está triste, llora. Si está feliz, llora. Llora, llora y
llora todo el tiempo. Había otro niño, Paquito. Él vivía en un cuento lleno de
colores. Una vez se escapó de su cuento y Citlali también se escapó. Cuando se
topó con Paquito, a Citlali le dio miedo. Paquito le dijo:
—Oye,
no te escondas, yo no soy malo, al contrario, soy bueno. Me llamo Paquito.
Citlali
le contestó: —No es eso, es que le temo a los colores.
Paquito
le dijo: —¿Por qué?
—Porque
desde niña he estado viviendo en un dibujo sin colores, vivía en un mundo de
blanco y negro. Me llamo Citlali.
La
niña invitó a Paquito a su casa. El mundo de dibujo sin colores se le hizo muy
extraño al niño. Citlali le explicó que era color negro sobre fondo blanco, así
que pronto se hicieron amigos y se visitan mucho. Los dos se sentaron en sillas
muy bajitas a tomar agua mientras intentaban leer un cuento en un libro
inquieto. El libro no se dejaba leer. Si abrían en una página, el libro
cambiaba a otra, o se convertía en otro idioma o mezclaba las letras sin
sentido alguno. Al final del día cada uno tuvo que regresar a su propio mundo,
Paquito en colores y Citlali a ese dibujo en blanco y negro donde seguirá
esperando que algún niño la encuentre y comience de nuevo su historia.
++++++++++++++++++
EL
NIÑO Y EL RÍO
Ashley
Getzemany Sánchez Barrón
8
años
Cuando
era muy niña vivíamos en el campo. Nuestra casa era pequeña y rodeada de campos
de siembra. Vivíamos muy felices. Vivíamos en esa casa mis papás, mi abuela, la
tía Luci y yo. La tía Luci era muy enojona. Le gustaba dar órdenes a todo el
mundo, hasta al perro y a las gallinas les gritaba porque no la obedecían. Todo
el día se escuchaban sus regaños. Aunque también me regañaba mucho, yo sé que
me quería en secreto. Alrededor de nuestra casita se veían campos muy verdes,
llenos de todo tipo de plantas. Teníamos algunos vecinos y cuando los días eran
nublados, todo se veía muy triste. Cerca de nuestros campos pasaba un río que
era muy importante, porque usábamos esa agua para todo. Lo más triste que recuerdo
es cuando un día se inundó todo porque el río tenía mucha agua y nuestra casita
se llenó de lodo. Mis pocas muñecas quedaron manchadas, mi ropa también y mi
papá se tuvo que ir al norte a trabajar, porque nuestra tierra ya no servía.
Los vecinos también se fueron y así fue como mi tía Luci nos trajo a vivir a la
ciudad, donde todos los días extraño mi casita en el campo.
VIVA
LA VIDA
Fernanda
Geraldine Sánchez Barrón
10
años
Esta
es la historia de una niña que tenía su autoestima muy baja. Es muy bonita, inteligente
y algo pasadita de peso. Pero sobre todo, tiene buenos sentimientos. Su familia
la quiere mucho pero en su escuela le hacían bulling y ella se apartaba de la gente porque debido
al bulling se le bajó la autoestima. Con la ayuda y amor de su familia, ella se
dio cuenta de que tiene muchos valores y cualidades y no le dio tanta
importancia al bulling que le hacen. Comprendió que lo importante de una
persona son sus sentimientos y cualidades, y empezó a socializar más y a darse
el valor y el respeto que ella se merece. Ahora su vida es muy adorable y
feliz. Geraldine es ahora una niña muy bonita, alegre, sociable y muy noble.
Con su autoestima muy alta. Con el paso de los días ha entendido que nadie
tiene derecho a hacernos sentir mal, que es uno mismo quien se debe dar el
valor y ánimo y respeto que nos merecemos todas las personas. Si ustedes la
conocieran personalmente verían su increíble alegría y ganas de vivir la vida
lo mejor posible.
++++++++++++++++
*Imágenes:
Girl in the woods,
John Lechner.
A Girl and Her Pet
Rabbit: Coniglio.
Textos publicados en El Sol del Bajío, domingo 3 de julio de 2016, Celaya, Gto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario