CADÁVER EXQUISITO
"Lo emocionante para nosotros en este tipo de
producciones era la certeza de que para bien o para mal, representaban algo que
no era posible por el trabajo de una sola mente". André Breton
“El
cadáver exquisito es un método de creación colectiva de textos que consiste en
plasmar algo a continuación de otra cosa sin preocuparse de la coherencia o el
sentido que el resultado final pudiera tener”. De esta manera se producen
textos sorprendentes, sin menoscabo de la calidad, aunque no precisamente
grandes obras. En cualquier taller de escritura creativa este juego se ha
reproducido muchas veces, durante muchos años. Es divertido y exige
concentración de los participantes.
El
juego fue popularizado -a partir de un antiguo pasatiempo de salón- por los
miembros de la corriente surrealista (Breton, Paul Éluard o Tristán Tzara) a
principios del siglo XX y recibe su nombre de la que se considera que fue la
primera oración creada a partir de este método: "El cadáver exquisito
beberá el vino joven".
En
el taller literario Diezmo de palabras, pensamos que este juego puede servir a
cualquier grupo con interés en desarrollar el trabajo en equipo. Simplemente se
empieza con una frase y se pasa el texto al siguiente compañero. Y así hasta
que todos participen.
Este
es el resultado de lo que nosotros hicimos a iniciativa de nuestro compañero
Kalid Jaraleño.
Estimado
lector, nosotros somos un taller literario. ¿Y para qué sirve un taller como
éste? Soco Uribe y Arturo Grimaldo nos ofrecen excelentes respuestas.
Vale.
¿PARA
QUÉ SIRVE UN TALLER DE REDACCIÓN?
Soco
Uribe
—¿Por
qué tenemos siempre que meternos al taller para reparar todo? -preguntaba a mi
papá cuando era niña y él respondía:
—Para
poder utilizar las herramientas adecuadas y mejorar el funcionamiento de algo
que no está del todo bien hecho o que se ha dañado.
—Pero,
¿por qué no lo podemos arreglar aquí sobre la mesa, viendo la tele? -volví a
cuestionarlo.
—Porque
hay muchos distractores que nos impiden concentrarnos en lo que hacemos y
nublan el ingenio que podríamos obtener al estar enfocados sólo en un asunto.
—Papá
-le preguntaba- ¿hay alguna forma de hacerlo menos aburrido? hay cosas que no
entiendo para qué se hacen y por qué tenemos que ocupar tanto tiempo en reparar
algo que tal vez ni valga la pena.
—¡Claro
que la hay! –respondía- ya lo experimentarás conforme vayamos viendo la magia
que se desencadena al ver el trabajo terminado.
Él,
con tranquilidad, respondía a cada una de mis preguntas, al mismo tiempo que me
conducía, sin que yo me diera cuenta, a
su taller en el que tenía herramientas que había adquirido y varios objetos con
las que improvisaba algunas otras.
Juntos
en el taller, me mostraba el porqué de la avería, para qué repararla y por qué
valía la pena hacerlo. Además, al final,
le daba un plus a la mayor parte de los objetos reparados. Era un hombre
creativo y paciente aunque, algunas veces, ingenuo. Sin embargo, lo consideraba
el mejor de mis maestros.
Recientemente,
me integré a un taller de redacción donde la similitud que encuentro con aquel
al que asistí en mi infancia es enorme.
Cada
integrante cuenta con diferente tipo de educación, cultura, empleos y vivencias
enriquecedoras de gran valor para, en conjunto, crear una atmósfera adecuada e
incrementar nuestra creatividad y la maestría para dar mejor uso a nuestros
instrumentos de trabajo, con la sola finalidad de superar nuestras obras, día
con día.
Surtimos
nuestro taller con buena herramienta, pues cada mente, cada pensamiento y cada
letra plasmada en el papel… Es el Diezmo de Palabras que aportamos cada
miércoles a los lectores.
SERVIR
O NO SERVIR, ESA ES LA CUESTIÓN
Arturo
Grimaldo
Todo
lo que perdura, tiene un toque divino. Todo lo que termina y es efímero, sólo
el toque humano.
Ante
la constante ola de comentarios en contra de los Talleres Literarios, surgió la
inquietud de poder externar una opinión al respecto, desde lo más íntimo de mis
emociones, pero también apoyado en la razón.
Aunque
sean válidas todas las opiniones al respecto, desde mi propia óptica rechazo
totalmente a quienes califican de inútiles estos grupos de formación, puesto
que hace falta saber más sobre el tema y tener una experiencia, aunque sea
mínima sobre la Misión para la que
fueron creados, su historia y el quehacer de sus integrantes. En el taller
Diezmo de Palabras, encontré una fuente de motivación y de inspiración para
hacer de mi pensamiento algo creativo, y darle mayor utilidad y aprovechamiento
al tiempo que antes creía me sobraba.
Para
mí, un Taller Literario es como un hogar, porque en él se recibe a todos sus
integrantes sin distinción alguna.
Es
parecido a un Hospital, porque en su interior se puede curar la impotencia
innata de no poder expresar lo que sentimos a través de la palabra.
Es
también similar a una Tribuna parlamentaria, porque en las curules de las
letras se van formando las nuevas iniciativas de querer trascender en el mundo
de la poesía, de la oratoria y del consenso racional sobre lo que se quiere
escribir.
Es
sinónimo de una Escuela, porque allí vamos a aprender cada día algo nuevo.
Es
como un Conservatorio de música, pues al llegar al recinto cada uno escoge el
instrumento que quiere usar para expresar sus sentimientos; la letra, la
palabra, la poesía, el cuento, la novela.
El
Taller Literario también pudiera compararse con una empresa, porque aunque
todos intentamos hacer mejor nuestro trabajo, existen jerarquías, experiencia y
orden para que esto perdure aún más.
Sin
embargo, tal vez lo más parecido a nuestro Taller Diezmo de Palabras, sea un templo;
porque cuando comenzamos a escribir, las primeras letras las inspira Dios y las
subsecuentes, la razón, el sentimiento y la creatividad del autor, como dijera
el poeta y narrador, Herminio Martínez.
En
este recinto, tal vez el diezmo sea la aportación de una décima parte de
nuestra inspiración, y compartirlo
con el auditorio, que cada miércoles, de manera libre y
soberana, se da cita para expresar los sueños y experiencias que se van
forjando a golpes de cincel en manos del artista.
Por
todo lo anterior y para finalizar, retomaré la frase inicial: Nada de lo que
perdura en el tiempo y en el espacio, en el aquí y ahora, puede estar ajeno a
la divinidad. Sí en cambio, aquello que sólo es parte de un proyecto egoísta de
inspiración humana, que por lo general desaparece pronto, porque carece de
apertura a lo trascendental, a lo eterno y a lo sublime. Desde hace más de
veinte años existe un Taller Literario llamado
DIEZMO DE PALABRAS en la ciudad
de Celaya, Guanajuato, al que por azares del destino me incorporé hace varios años. Durante este tiempo, puedo
asegurar que recuperé una voz que estaba apagada y se reavivó en mí la llama de
trascender en el campo de la literatura.
Doy
testimonio fiel de que la vida me ha cambiado para bien, porque ahora mi voz
suena con más fuerza, porque he descubierto que soy importante a los ojos de
los demás. Porque me siento útil y busco a tiempo y a destiempo aprovechar las
horas del día para hablar por medio de la letra y el papel.
Invito
a todos aquellos que han adoptado una postura de rechazo hacia este tipo de
organizaciones, para que analicen el ser y quehacer de un Taller Literario, en
donde yo, como muchos otros y aún los grandes escritores de fama internacional,
encontraron un medio de expresión y apertura al mundo universal de la palabra
escrita y de la letra hablada.
Que
prevalezca la cordura y la objetividad en la crítica constructiva y no sólo la
desacreditación de una labor que no nació ayer. Que ha perdurado y soportado
grandes embestidas de seudo-intelectuales, políticos, ciudadanos ociosos y
ávidos de fama pasajera y de otros muchos detractores.
Estoy
convencido de que cuanto perdura, a pesar del caos y de la irracionalidad
humana, debe tener la distinción y el toque de la trascendencia de un Ser
Supremo.
CADÁVER
EXQUISITO
Iniciado
por Kalid Jaraleño
Un miércoles,
todos los miembros del taller literario se encontraban redactando sus textos,
cuando un cadáver atravesó el techo. Su cuerpo estaba podrido, sus órganos eran
visibles y se veía el palpitar de su corazón. Desprendía un olor a café tostado
y de su descarnada boca brotaban letras que iban cayendo por la mesa de
trabajo. Cada miembro fue tomando algunas para realizar un cuento. Un mar de
palabras inundó el lugar, flotaban las letras y buscaban alineación. La magia
estaba presente. En cada frase, en cada
rima, en cada verso, surgía la imaginación para recrear una historia que diera
explicación a aquel sentimiento que flotaba en el ambiente.
Luego,
el ambiente se volvió esplendoroso, lleno de risas, sueños y palabras de amor.
Aunque eso sólo era producto de un sueño.
Los
niños llegaron corriendo con mucho bullicio y unas bellas sonrisas, en sus
manos cargaban blancas margaritas perfumadas con rocío. Rocío que usaban las
mariposas para darse un baño antes de continuar su viaje hacia las montañas de
Michoacán. Sin imaginar la gran sorpresa que se llevarían en esas mágicas
montañas. Sin piedad siguió usándolas para jugar sin importarle que la gran
mayoría muriera. Se montaron en sus bicicletas y decidieron bajar la montaña
arriesgando su vida, porque de otra forma nunca llegarían a su destino. Sin
mencionar que se morían de hambre y mamá los esperaba desde hace dos días.
Ahora tendrían que acostumbrarse a estar en casa de por vida, pues seguro
después de eso no volverían a ver la luz del sol. Y terminarían escribiendo
historias sobre cadáveres flotando a través del techo de la casa de la cultura.
*Textos publicados en El Sol del Bajío, Celaya, Gto.