domingo, 27 de enero de 2019

LeTrazos



LeTrazos
LeTrazos fue una iniciativa de Miguel Ángel Sánchez y Lorena Martínez Castañón que nació con la idea de enlazar, más directamente, las letras y los pintores celayenses. A la pregunta de: ¿no sería genial si veinte pintores ilustraran a veinte poetas de Celaya? La idea maduró y maduró; todo fue hablar con amigos y más amigos, al poco tiempo ya se tenían los veinte poemas y los veinte pintores, lo demás quedó en los pinceles de cada quien.
            LeTrazos también fue con la idea de darle un evento más a la celebración del Sabino de los Poetas. Los cuadros se presentaron alrededor del centenario árbol que cada año aloja, con motivo del Día Mundial del Libro, a narradores y a poetas y, desde este 2018, también a pintores.
Miguel Ángel Sánchez



DESTELLOS
Poema de Baudelio Camarillo
Ilustración de Miguel Ángel Sánchez 

Qué río más turbulento son nuestros cuerpos abrazados.
Qué aguas más impetuosas
en este ansiado trecho que  baja una pendiente deslumbrante
y frenética.

Luego viene la calma,
la placidez del valle al que caemos,
las luces que comienzan a apagarse una vez rota la canción,
y la única certeza en la noche que inicia:
sólo un dios puede escribir poemas
en el agua.



EFLUVIO DE MI TIERRA
Poema de Guillermina Carreño Arreguín                                     
Ilustración de Lorena Martínez Castañón


El viento me trae tu aroma,
tierra humedecida por la lluvia,
oro puro
en el barro de la arena.

Tierra de gestaciones y destinos,
guardados en la células del tiempo.




MÁS
Poema de Juan Manuel Ramírez Palomares                             
Ilustración de Maricel Martínez


Más profundo que su aparente sombra
más abandonada que sus descastados ángeles
más enloquecida que su burdel de humo
menos poblado que su garganta rota

La noche siempre antigua y joven
La noche un hombre en cada páramo
callada como tu espalda
La noche ladra sus esquinas
nos une
nos separa
Loca cigarra eriza la noche
vientre de agua.




HAIKUS DE LA ALAMEDA
Poemas de Javier Malagón
Ilustración de Estela Pacheco


CARACOL
Por la señal que dejas
cinta argenta en la hoja
laberíntica

HELECHO
De grandes alas
mariposa esmeralda
            ¡no volarás!

VIENTO
Rasgan su cuerpo
las agujas de pino
y aúlla el viento.




CANTO DE LA MUJER BARBUDA
Poema de Daniel Arriaga
Ilustración de Joaquín Eduardo Ruíz Rosíles

“Soy la mujer barbuda y vengo a cantarles una canción”
                               Santa María del Circo. David Toscana

Nací entre el pelambre de las horas
La cabellera de los días
Dijo: Hola, cascada de simios

Los espejos son animales en peligro de extinción.
Me alimento de la caspa
en los hombros de las personas.
Mi mente trapecio solar,
desmembramiento de calles,
radio preñado por el ritmo de la monotonía.
Estos pelos son un regalo de Quetzalcóatl,
Un tributo a la soledad,
títeres en un corral de gemidos,
la nostalgia es un retrato
de mi primer cabello brotando de mi pezón izquierdo.
Todo en mi es lento como el ronroneo de un gato,
sólo mis vellos crecen dando maromas en el viento.
Cuántas cosas que conozco están enmascaradas
y debajo sólo está la calvicie del amor

Me decían que ladrara,
yo con unas ganas enormes
de ser la actriz de una telenovela colombiana.
Corazón alfiletero / corazón remolcador.

Última función

Pásenle,
vean cantar a la mujer barbuda
el grito desolador
con cuchillos para afeitar.




EN LA ESCUELA
Poema de Gerardo Sánchez
Ilustración de Raúl Aboytes

Nos regañan por hacer aviones de papel
Está prohibido volar en la escuela.

Siempre nos quieren detener
en la dura tabla del pupitre.
La maestra no comparte nuestra ilusión
será porque creció demasiado
y su cuerpo ya no entra en nuestros aviones.

Entre todos
haremos un avión de papel a su medida
y cuando empiece a volar
seguramente se pondrá feliz
diciéndonos adiós



Poema de Santiago León
Ilustración de Marussa Martin del Campo

La luna cae de su nido
Sobre lomos de la umbra.

Hoy es ya noviembre
y tiene mejor luna que octubre,
es una luz viva, pero tenue
precipitada con lentitud
como la miel de las abejas
y que desciende por la escalera de Dios
y llega al edén de los hombres
como un sagrado maná,

Mientras yo sólo tengo para ti,
un corazón lleno de amor
y el alma llena de ternura…

Este día, amor, estoy sólo en la biblioteca
Pensando en ti,
en el día de nuestra independencia,
como lloraban tus ojos
la tristeza de un amor nonato
y cómo las tristeza mía se cuajaba en el aire
como el vaho del invierno
que ya se empieza a sentir
y créeme; la escasa luz de tus ojos marchitos por el llanto
me llenaba de una dulce ternurilla
y lloré para mis adentros,
no quise que me vieras amor,
enamorado.



DECADENCIA
Poema de Diana Alejandra Aboytes Martínez
Ilustración de Efraín López Pérez

Se acabaron mis ojos
mi piel, mis huesos y
me hice gusano.

Manzana a la que
ningún árbol dio a luz.

Dejé girar la tierra
y todas las noches
cayeron juntas.

Ciudad en ruinas
del abrazo suicida
y de la entrega.





*Textos publicados en El Sol del Bajío, Celaya, Gto. D.R.

lunes, 21 de enero de 2019

TRES FORMAS DE ENTENDER EL MUNDO



TRES FORMAS DE ENTENDER EL MUNDO

Juan Miguel Ramírez Casillas nació en Celaya, Guanajuato, a mitad del año, en 1987. Escribe narrativa, poesía y ensayo. Ha sido publicado en revistas, antologías y blogs. Fue becario de la Beca Formativa Efraín Huerta 2018. Ha estudiado y tomado cursos en artes plásticas, literatura, dramaturgia, ciencias y divulgación en diferentes universidades y centros de educación. Su estilo es vanguardista, iconoclasta, libre de ortodoxias y adjetivos. Esta es la primera vez que lo publicamos en nuestro espacio del Diezmo de Palabras.
            Esperanza Julia Ayala Ramírez tiene una larga trayectoria en la poesía. Ha publicado varios libros que ha presentado en distintas ciudades del país. Es vecina de Salamanca, donde por muchos años se distinguió en la carrera magisterial. La maestra escribe con la mano en el corazón. Su poesía tiene un estilo tradicional, con la nostalgia de las experiencias a lo largo de una vida plena.
            Carlos Javier Aguirre Valderrama es médico veterinario zootecnista, con estudios en desarrollo rural y liderazgo, ha recogido a lo largo y ancho de nuestro municipio estas narraciones extraordinarias y las recupera, para beneficio de quienes gustan de las leyendas, en versiones divertidas, con un estilo llano y directo. Vale.



¿EN SERIO QUIERES APRENDER A FUMAR?
Juan Miguel Ramírez Casillas

            —Mira, ven, abrázame, piensa que estamos en la edad media y el éter existe y puedes robarme con un beso la esencia vital, acércate mas, sopla un ligero aliento a mi boca, si así, ahora dime que este hilo sube a tu boca y llega a tu alma, ahora yo trataré de tomarlo. mmm, rico, ahora tú; mmm, rico, ya, ya está, ya sabes fumar.
            —ya aprendí, ahora bájate (sonrisa).
            —la diferencia es que el cigarro se consume para darnos su esencia y nosotros lo hacemos lentamente, como un cigarro (sonrisa).
            —ya, ahora bájate.



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LOS VALORES
Juan Miguel Ramírez Casillas

[...]
                        —¿Qué son los valores?  –preguntó con cara de susto.
                        —la conclusión de los grandes pensadores. de cómo pueden sobrevivir los entes racionales –dije ante la empresaria.
                        —ustedes son cazadores, no gobernantes –le recalqué.
                        —¿pero cómo caza...?
                        —obtienen el mamut puesto –ella intentó preguntar pero me adelant鬖 lo que creció cuando la evolución fue el hemisferio parietal y occipital (como se dice lo de atrás), el hemisferio frontal siempre estuvo ahí. para ver y tomar... decisiones. así que no, no me impresiona tu hemisferio frontal –concluí.
                        —pero tú me paraste diciendo qué bonito hemisferio frontal.
                        —no dije que no fuera hermoso.
                        Me alejé y la chica se quedo con una sonrisa en la cara, yo un suspiro en la boca.



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DECISIONES IMPORTANTES
Juan Miguel Ramírez Casillas

Llegaron y dijeron:
            —¿Cuantos ponemos?
            —cinco es la estabilidad
            —el cuatro es...
            —el cinco permite movimiento, épica, ritmo, conjunto
            —el cuatro es sencillo
            —el cuatro es quietud.
            —¿por qué no un seis?
            —demasiado conflicto
            —pero que sean tres y tres.
            —mejor el siete, solución.
            —seria un nueve
            —el nueve se va volando, además causa neutralidad.
            —uno o dos o tres, poco pero funciona.
            —fuerza, dualidad, y creación, creo que buscamos otra cosa.
y los dos salieron de la tienda y no sé qué iban a pedir.



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UN HÉROE DE SUEÑOS
Juan Miguel Ramírez Casillas

Un héroe que vengue y destruya, deja de ser un héroe.
            Se levantó, confrontando a los días, digo, oponiéndose a despertar y cerró los ojos hasta encontrarle una solución al sueño, se quejó, dialogó, planteó las repercusiones y lo más sencillo fue dejar correr el disco.
            Se vistió, se tomó un café, pensó un rato en cómo hacer que la historia fuera menos… desayunó, salió rumbo al trabajo, se quejó con los amigos de que no puede dormir bien y continuó el día. a la hora de la comida le dio otra vuelta, pero no calmaría la trama así, así que dejó en el plato lo que no le gustó. no pudo comer y continuó, llegó a su casa, podría prender la televisión, pero decidió fumarse un poco el sueño, a ver si con el humo calmaba su ficción. miró el cielo, se dijo que tenía que darles libertad a los otros personajes y cenó, se bañó, miró en el espejo los años, que parecen no pasar pero se notan. se acomodó para volver, a ver si esta ocasión las cosas salen mejor .


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ILUSIONES EN ALFA CENTAURO 14
Juan Miguel Ramírez Casillas

Aún no sé si existen las vacas y ya ando preparando  los quesos.


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ENCONTRADA
Juan Miguel Ramírez Casillas

Las ventanas miran, pero nadie recorre las cortinas, se queda quieta, algunos insectos la acompañan,  y descubre que aún está en el mundo.


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CLASE MAGISTRAL
Juan Miguel Ramírez Casillas

Ella miraba al profesor, yo me la imaginaba desnuda, lo sabía; sus manos, su pelo, las piernas, los labios me llamaban; cuando me miró a los ojos con una sonrisa, lo supe; ella también miraba porno feminista.




ESPERANZA
Esperanza Julia Ayala Ramírez

Siempre hemos necesitado esperar,
a veces contra toda esperanza,
por ella vivimos
 y creemos en la vida.
Para caminar con la carga,
como guía en la oscuridad,
reponernos de la caída,
de la ruina, de la necesidad,
para no abandonarse
a la muerte misma.
Con mucha esperanza,
una nación repara su pérdida,
lentamente cura sus heridas,
de cualquier forma,
¡Humilde y dolorosa!
Así como el tallo del trigo
que rompe el surco,
el pájaro que alimenta a su cría,
el animal herido que se levanta,
reuniendo todas sus fuerzas
y sigue su camino.
El campesino que labra
y siembra el campo arrasado
por la inundación o  el granizo.
Esperanza, te encontramos
en leyendas, en cantos sencillos,
en simples creencias.
Eres la misma siempre,
indestructible, hija del todopoderoso,
inmortal, trascendental, infinita,
reanimas nuestro valor,
¡Enciendes la llama, esperanza!
Del sol que sale cada día,
de la tierra que florece de nuevo,
del ave que hace su nido,
de la madre que sonríe a su hijo.
Alientas el corazón abatido,
en tiempos de desengaño,
recobra  tu valor el desvalido,
seguro está el que tiene valor
de esperar más
y engañarse menos.
La esperanza más sencilla,
está más cerca de la verdad
que la desesperación más razonada.


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LA LUNA SE HA DESPOSADO
Esperanza Julia Ayala Ramírez

Hoy lució en su morada
su fino velo blanco.
Las estrellas como pajes,
vestidas con hermosos trajes.

En medio del firmamento
lució una linda sonrisa,
fue un día especial,
una boda a toda prisa.

Su brillo es más intenso,
a todos ha cautivado
su manto la cubre toda,
hoy se ha desposado.

Al gran banquete cósmico
todos han asistido,
rodeada por mil estrellas
que le miran su vestido.

Festejó su casamiento
con su amado el astro rey.
En el día el sol saldrá,
ella  no estará con él.

Así en ese amor eterno
noche y día se mirarán
y tomados de la mano,
en el universo danzarán.




LA LUPE
Carlos Javier Aguirre Valderrama

En la primavera del año 1915, en la antigua Presidencia Municipal de Celaya, el Cabo de  guardias municipales, Epifanio Vázquez, era el encargado de que la gente tomara el agua que necesitara del pozo artesanal, que se construyó en 1869 y estaba ubicado dentro del patio del edificio. Para que la gente se surtiera de agua, las gestiones con el alcalde las hizo el señor González, esposo de doña Emeteria Valencia.
            La Lupe llegaba a la presidencia todas las tardes con un vestido muy provocativo y se dirigía directamente al cuarto donde descansaba el Cabo. Ya muy de mañana salía corriendo.
            Cuando llegaron las tropas de Villa, se instalaron en las afueras de la ciudad y pasó un largo tiempo en que Lupe dejó de hacer la visita acostumbrada.
            Un día el cabo recibió una carta de una Guadalupe del Sagrado Corazón  Martínez, donde le pedía que la visitara en el hospital. Epifanio se presentó en el hospital. Una enfermera le señaló el cuarto donde estaba Lupe, que tenía un letrero de aislamiento por sífilis. Al Cabo se le doblaron las piernas. Se dio valor y entró al cuarto, donde distinguió a la mujer hecha un esqueleto.
            —Lupe, soy yo.
            —Qué bueno que viniste, porque el diablo me estaba haciendo compañía ý tengo que confesarte, antes de morir, que un día que salí de la Presidencia un grupo de villistas me secuestró y fui violada por toda la tropa durante varios días.  Creo que he matado a más villistas que tú con esta enfermedad.






*Textos publicados en El Sol del Bajío, Celaya, Gto.

domingo, 13 de enero de 2019

COMO SI ANDUVIERA EN LAS NUBES



COMO SI ANDUVIERA EN LAS NUBES
-Dos historias atemporales-




EL ZAPATO PARA LA CARTA A LOS REYES MAGOS
Enrique R. Soriano Valencia y Leticia Soriano Álvaro

Para saber a dónde vas, debes saber de dónde vienes…
(basado en un hecho real)

«La manera en que una persona toma las riendas de su destino
es más determinante que el mismo destino.»
Karl Wilhelm Von Humboldt

Doña Severita reunió a sus cinco hijos frente a su cama. 
            —A ver niños, escuchen, si hoy no vienen los Reyes Magos no se vayan a poner tristes, recuerden que deben visitar muchas casas y en cada una dejar juguetes. Si no pasan aquí, no los vean mal; sean compartidos. Otros niños los necesitan más.
            —No se preocupe, ma’–dijo Cata, la mayor de los hijos–. Sabemos que los Reyes son Magos, pero tienen sus límites y no siempre les alcanza el dinero para comprar lo necesario.
            —Además –dijo Carmen, la segunda de las hermanas, que también tenía suficiente edad para comprender la situación– si les llegan juguetes a otros niños es porque los Reyes dan más a los que no reciben atención, así tienen algo para no extrañar a sus padres. Aquí, nuestro pa’ y usted, siempre están con nosotros. Si los Reyes Magos no dejan regalos, nosotros lo entendemos.
            De los ojos de doña Severita saltaron algunas lágrimas que intentó evitar. Pepe y Luis, los menores de la casa, se miraron entre sí. 
            —No llore ma’ –dijo Lipa, la tercera hermana y tiró de los pequeños para que todos juntos dieran un abrazo a su madre. Así permanecieron un tiempo unidos, hasta que don José, el padre de los niños, los llamó para que le ayudaran con los labores propias de la portería. El día avanzaba y había mucho quehacer en la  vecindad. 
            De inmediato, las hijas salieron para barrer los patios y limpiar los baños comunales; don José revisó las conexiones eléctricas de los adornos que los vecinos colocaron para las fiestas navideñas; Pepe y Luis, los pequeños de nueve y ocho años respectivamente, limpiaban paredes y regaban las plantas de la vecindad: macetones de pie y botes colgados en las paredes. 
            Lejos de sus hermanas mayores y de su padre, el pequeño Luis preguntó a su hermano:
            —Pepe, ¿crees que no pasen por aquí los Reyes Magos?
            —Pooos… no sé –dijo mientras ayudaba a Luis a subir a un banco para regar una planta en un tiesto de pared–. El año pasado lo mismo nos dijo ma’ y no nos trajeron nada; pero al vecino, sí. A lo mejor se pasaron de largo porque no pusimos el zapato.
            —No teníamos zapatos el año pasado, apenas nos los trajo esta Navida’ el Niño Dios –Luis  bajó y acercó el banco a otra maceta, ahora correspondía a Pepe encaramarse para echar agua a otro bote colgado–. ¿Crees que esté bien si los ponemos hoy?
            —¡Ni los traemos! En Navida’, los tuvimos y sólo pa’ misa los bajaron del ropero. ¡Pero hoy, Luisito, es una noche especial!, al rato iremos a la Alameda a ver el desfile de Reyes, cuando regresemos ya no se los damos.
            —¡Zaz!
            Los niños se vistieron con su mejor de su ropa, aunque con trabajo sacaron lustre a sus zapatos de segunda mano. Un delgado suetercillo cubría a cada cual, pero a ninguno le importó por la emoción de ver a los Reyes Magos.

            La Alameda Central de la Ciudad de México estaba algo lejos de la colonia San Rafael, donde vivían los niños. No les desagradó la caminata, sentían orgullo de sus zapatos lustrosos. Los adornos multicolores de calles, ventanas y balcones también fueron una poderosa distracción. Les emocionaba ver las largas tiras llenas de faroles con lucecillas en cada calle, con serpentinas y globos colgados.             Era muy raro encontrar una casa o vía sin motivos navideños. La ciudad lucía de mil colores.
            La avenida Juárez era un mar de gente. Las hermanas ubicaron a los niños entre ellas y se tomaron todos de la mano para evitar extraviarse. Lograron un buen lugar, al inicio de la banqueta y esperaron largo tiempo por los Reyes. En la espera Pepe y Luis se perseguían uno a otro.
            Los carros alegóricos por fin empezaron a circular. Personajes disfrazados los montaban. De los vehículos llovían dulces para la gente. Cada carro tenía un motivo y paquetillos promocionales de la empresa que los financiaba. Fue la delicia de los chiquillos. Muy pronto los bolsillos de Pepe y Luis estuvieron llenos de caramelos y chocolates, así que pidieron a sus hermanas auxilio para almacenar sus golosinas.
            De regreso abordaron un tranvía. El trayecto no fue largo, pero Luis se durmió. Bajaron en la parada del cruce en De las Artes y Manuel Altamirano, cerca de la vecindad. Tres calles debieron caminar para llegar a casa, todo el tiempo con las protestas de Luis que no soportaba el sueño.
            Al llegar, desvistieron al pequeño y lo introdujeron ya dormido a su cama. Pepe no olvidaba la visita de los Reyes Magos. Mantuvo su plan: esperó a que sus hermanas se fueran a dormir. Lento, se desvistió, dobló la ropa cuidadosamente y se quitó los zapatos con mucho sigilo… aguardaba con paciencia a que las luces de casa fueran apagadas.
            También quiso esperar a que su padre, el portero, regresara, pero esa noche tenía mucho trabajo, debía abrir y cerrar la puerta. Por alguna razón, todos los vecinos salían y entraban con regularidad. A Pepe le fue imposible esperar a que acabara el trasiego, así que bajó de la cama sin despertar a su hermano: no disponía de los zapatos de Luis, se los llevaron al ropero.
            —¡Ya está, usaré el mismo! los Reyes son magos y lo saben todo, así que lo entenderán. Sacó dos hojas de papel, las metió en su zapato y arrastró con mucho cuidado una silla para alcanzar la ventana.  Una gruesa tela impedía la entrada del frío y de las miradas indiscretas hacia el interior de su casa. Colocó su zapato de forma que sólo podría verse desde el patio interior de la vecindad, fuera de su casa. Si los Reyes Magos llegaban a la de enfrente, seguro verían su carta.
Regresó feliz a la cama.

            Por la mañana un grito de otro chiquillo despertó a Pepe.
            —¡Ya llegaron los Reyes Magos! ¡Ya vinieron!
            Sus hermanas ya estaban en la cocina, el olor a chocolate y a pan caliente invadían la casa. De inmediato se trepó a la silla para alcanzar de nuevo la ventana… y se llenó de sorpresa.
            Sin mayor demostración, llegó ya vestido a la mesa para desayunar. Doña Severita, don José y sus hermanas estaban en la mesa, incluso el pequeño Luis. Pepe desayunó despacio, en silencio y triste. Estaba por dar el último sorbo a su chocolate cuando escuchó al niño que vivía en la casa de enfrente. Con desconsolado llanto, gritaba a sus padres: les pedía que se quedaran a jugar con él. Ambos debían salir a trabajar… regresarían hasta ya muy noche y lo sabía el chiquillo. Entonces, su hermana Carmen preguntó a Pepe si deseaba más chocolate. Todo a su derredor pareció nublarse y ser invadido por el silencio. Se mantuvo sin reacción unos instantes. No escuchó la insistencia para beber más, pero era evidente cómo todos los de su familia charlaban y reían unos y otros.
Volteó a ver a Carmen que con una gran sonrisa le acercaba la jarra a su taza: toda su familia estaba ahí, reunida, feliz, riendo unos con otros…
            Ya no quiso. Apuró el trago que le faltaba e invitó a Luis a salir para ir con el vecino y estrenar sus juguetes. Ahora, sólo debía esperar hasta la siguiente Navidad para que el Niño Dios le completara su par de zapatos.




ATRACO DE BUENA FE
José Arturo Grimaldo Méndez

Los primeros días de diciembre de mil novecientos sesenta, los  ocho Tiraboleiros oficiales de la antigua Catedral de Santiago de Compostela, fueron cambiados de forma inesperada. Era la festividad de la Inmaculada Concepción y el número de fieles congregados en tan importante Santuario, era numeroso. Un poco antes, dos hombres se refugiaron en dicho lugar al ser perseguidos por unos policías, luego de realizar un asalto en calles cercanas. Con una actitud sumisa, como de falsa piedad, tuvieron que soportar el sermón del cura y la última parte de la ceremonia,  -por necesidad- pues de haber salido antes, la autoridad los hubiera reconocido fácilmente.
            Les llamó poderosamente la atención el ritual de incensar el recinto y la coordinación con la que lo hacían los encargados del Botafumeiro. Por unos instantes, sus miradas se cruzaron.
            ─¿Estás pensando lo mismo que yo, Lalo?
            ─Pero ellos son ocho  -respondió el amigo.
            ─No seas bruto. Me refiero a lo que pasaría si en lugar de incienso ponemos otra sustancia al contacto del carbón. Sólo tendríamos que reunir a seis amigos más  para que nos ayudasen a realizar toda la maniobra.
            Martín y Lalo se dedicaban a realizar cuanta actividad ilícita se les atravesaba. Sin embargo, éste último no comprendía aún los planes de su compañero. Terminado el “sacrificio” de haber oído casi la totalidad de la Misa, salieron del lugar y para su fortuna, ya no había vigilancia. Por el camino, Martín le explicó a su cómplice el plan maquiavélico que se le había ocurrido. Reunieron a los otros vándalos; les dieron detalles sobre el plan y cuáles serían las posibles ganancias; señalaron la fecha y la hora. Acordaron llegar puntuales, no levantar sospechas y actuar con mucha precaución.  Poco antes de comenzar la ceremonia, uno a uno entró al lugar donde se preparaban los Tiraboleiros oficiales. Los golpearon hasta dejarlos inconscientes. Los despojaron de las vestiduras propias de la ceremonia y amordazados, los encerraron en un pequeño almacén,  mientras llevaban a cabo su fechoría.
            Discretamente se colocaron en la nariz un tapón para evitar respirar el humo de la sustancia que colocarían  en lugar del incienso. Encendido el carbón, pusieron unas pastillas de Cocaloidina, cuyos efectos fueron, en esta ocasión, diferentes. Con los  primeros desplazamientos de aquel artilugio,  el lugar se llenó de una nube intensa que cubrió cada uno de los rincones de la catedral.  La gente extrañada, percibía un olor distinto, pero jamás se imaginaría que lo que estaban oliendo les ocasionaría un rápido y pesado sueño. Acto seguido, cuando ya todos  habían sido vencidos por un extraño cansancio y sopor desconocidos, dos de los malvados cerraron las puertas de acceso principal y con toda tranquilidad -como quien le quita el dulce a un niño-,  se dieron a la tarea de despojar de sus pertenencias a cada uno de los feligreses. Dinero en efectivo, relojes, celulares y todo tipo de joyas, fue lo que más recolectaron de cada una de sus víctimas.
Luego, con la mayor desfachatez del mundo, tomaron algunos objetos religiosos de gran valor y salieron por otra puerta.
            Para cuando los parroquianos despertaron del sueño y de la sorpresa, aquellos “finos” ladrones ya se encontraban muy distantes de allí y se disponían a contar el botín. El mayor robo de la historia en un lugar sagrado se había consumado.  El padre, aún aturdido y confuso, sólo se encargó de finalizar el acto religioso, como de costumbre:
            >>La bendición de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo esté con todos ustedes. Podeis ir en paz, la misa ha terminado<<
            Lo curioso del caso, fue lo que algunos comentaban al salir del templo. “¡Qué raro!, hoy me siento como si anduviera en las nubes… más ligero y en paz conmigo mismo”.




*Textos publicados en El Sol del Bajío, Celaya, Gto.

A la memoria de Herminio Martínez

      Herminio Martínez, maestro, guía, luz, manantial, amigo entrañable y forjador de lectores y aspirantes a escritores. Bajo sus enseñanz...