DIEZMO
DE PALABRAS
Fundador:
Herminio Martínez
Sol del Bajío, domingo 28 de septiembre 2014
NOSOTROS
MISMOS
Julio
Edgar Méndez
"En
la antigüedad los libros eran escritos por hombres de letras y leídos por el
público. Hoy en día los libros son escritos por el público y leídos por nadie".
Oscar Wilde
El
Taller Literario Diezmo de Palabras está integrado por hombres y mujeres de
plumas multicolores. Cobijados debajo de ese gran árbol que fue el maestro
Herminio nos ha tocado el honor de dar fruto de nosotros mismos. Poesía,
narrativa, novela, ensayo, artículos de opinión que se publican aquí y allá.
Premios, reconocimientos, publicaciones, libros, antologías, blogs. Todo entre
todos y cada quien desde el teclado de sus aspiraciones. Abrevar directo de la
fuente siempre será mejor. Otra forma de rendir homenaje al escritor que nos
orientó en medio del laberinto de la literatura formal es continuar escribiendo
y continuar enseñando. Todos los martes, como desde hace años lo hemos hecho,
el taller literario está abierto a todos aquellos con un genuino interés en
conocer más lecturas. Permitir a otros leer sus textos, recibir consejos,
aprender de personas con más camino recorrido o menos interesados en alabanzas
huecas. La Casa de la Cultura nos abre las puertas del salón 13 a las 6 de la
tarde. Ahora las ramas de aquél enorme árbol crecen y se fortalecen. En este
espacio escriben desde lo profundo de sus corazones con la pluma del alma en la
mano. Son algunas notas que dejaron impresas sobre los muros virtuales del
espacio social, ese mundo plano del internet, al conocer el fallecimiento del hombre de temporal que fue nuestro
Quijote de Machigua.
***Julio
Edgar Méndez es el actual coordinador del Taller Literario Diezmo de Palabras.
Ha sido publicado en varios libros y antologías. Ha recibido premios y
reconocimientos en México, Brasil, Argentina y España. Coordina también el
taller virtual de la red social Facebook y el blog Diezmo de Palabras.
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NOSOTROS
MISMOS
Herminio
Martínez
En
la colina hay lobos afilando
el
metal de su aullido ¿Será el viento
que
arrastra por las piedras sus alambres?
¿A
qué hora viene Dios?
De
las ciudades se levanta el llanto
con
un dolor de niños en el hombro,
y el
sol, espejo opaco, ya no suelta
sobre
calles y páramos sus brillos.
Por
eso, ¿a qué hora viene, a qué hora pone
una
sonrisa en el mentón del surco
o un
huevo de bondad en tanto prójimo
que
escribe con los dientes su currículum?
¿A
qué hora viene Dios?
Hay
mucha gente
sentada
sobre el pecho de la vida,
mirando
cómo cae sangre a la tierra.
¿A
qué hora viene Dios?
Los
hombres crecen
peinándose
la pus en la mañana
y no
hay cómo quitarles la cochambre
que
la costumbre deja en su persona.
Haría
falta una flor,
aunque
sólo besáramos el aire.
Haría
falta la pierna de la lluvia
y el
dedo de la brisa entre los labios,
un
ojo que no diera sólo lágrimas
y un
día que no pisara sólo vidrios.
Y
haría falta el rocío
para
que su túnica de lámparas
nos
protegiera de nosotros mismos.
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ESTAMOS
ENFERMOS DE VIDA
Juan
Manuel Hernández Arellano
(Segunda
carta a Herminio Martínez)
27
de marzo de 2014
Querido
maestro Herminio Martínez, ayer por la noche asistí a tu taller de letras
“Diezmo de Palabras” en La Casa del Cronista, estuviste sonriente y animado,
hiciste varias bromas, sugeriste algunos acentos y comas a los escritos de tus
alumnos, hablaste un poco de los ex seminaristas que han invadido la Escuela
Preparatoria de Celaya desde hace ya muchos años y de cómo el clero les regaló
unos títulos de profesiones que en realidad nunca jamás cursaron, hablaste de
tu escuela primaria en la Cañada de Caracheo y finalmente, cuando estábamos a
punto de retirarnos, tomaste la palabra y con una voz pausada y serena nos
dijiste a los presentes que tu enfermedad, el cáncer, ya no tenía cura posible,
que te harían una última quimioterapia, que solo era ya cuestión de tiempo para
que llegara el fin y que querías morir trabajando.
Todos
nos quedamos sin palabras, yo en lo personal tuve una visión, de pronto me vi
en las mazmorras de la cárcel de la antigua Atenas, el maestro Sócrates nos
hablaba a sus alumnos de que no se podía fugar como se lo proponía uno de los
guardias porque hacer algo así no era congruente con su forma de pensar y que
habría de cumplir su sentencia de beber la cicuta para respetar la ley.
En
cierto instante llegó Jantipa su mujer dando grandes gritos, entonces Sócrates
la corrió del lugar diciendo que no le echara a perder el momento en que se
encontraría con su propia muerte con sus inoportunos llantos y sus gritos, que
lo dejara en paz, que quería compartir con sus amigos ese momento tan importante
en su vida.
La
casa del cronista también fue en algún tiempo la cárcel municipal de Celaya, y
ahí estabas tú presente, anoche, en tu silla de ruedas, rodeado de tus amigos,
con tu voz firme y con una monolítica entereza hablándonos de tu paso por este
mundo y de la aventura del siguiente viaje por el universo.
Entonces
me puse a pensar que las personas comunes y corrientes como yo “estamos
enfermos de vida” porque solo vemos la vida como la única de las posibilidades
y no tomamos conciencia de nuestra propia muerte, por tanto, no la dejamos que
entre en nuestra balanza interior para equilibrar y poner orden en nuestra
existencia.
Al
ver esa paz verdadera reflejada en tus ojos pude entonces concluir que tu ser
debe haber ya trascendido nuestra dimensión y que seguramente, como diría
Nietzsche, tu alma está ya “más allá del bien y del mal”…
Estoy
seguro de que cuando emprendas la aventura de esta nueva travesía irás
probablemente a cabalgar junto a Don Quijote, te subirás al barco de Magallanes
para circunnavegar otros mundos o te enlistarás en una nueva batalla junto al
Ché Guevara para liberar al hombre de esos nuevos universos que vas a
descubrir…
Seguramente
durante tu partida vendrán los hipócritas, los que nunca se darán la
oportunidad de leerte, a hacerte “homenajes póstumos”, me imagino tu risa, tus
carcajadas desde donde te encuentres, pobres infelices, pobres enanos que se
tomarán la foto para salir en los periódicos y se inventarán mil anécdotas que
dirán que “vivieron contigo”.
Pero
oh, sorpresa, porque tú no eres un ser anecdótico, tu eres un ser pleno, un
hombre íntegro, un ser de experiencia viva. A ti nadie te tiene que contar cómo
es el mundo, porque tú si has ido a verlo, a ti nadie te tiene que decir cómo
es la tristeza, el amor, la vida porque tú en tus libros nos lo enseñas de mil
maneras en cada letra, en cada renglón, en cada frase que nos has regalado.
Querido
Herminio Martínez, yo no te voy a pedir que me firmes tus libros para
exhibirles después como un trofeo cuando tu ser material ya no esté más con
nosotros, porque solo con el placer de leerte una y otra vez estarás presente
por siempre en mi vida y en la de todas las personas que te seguirán leyendo
hasta el final de la historia.
Para
mi es maravilloso poder decirte esto en vida, pero cuando entres en esa otra
dimensión, por favor, no te olvides de tus amigos, mándanos siquiera un poco de
inspiración, dale a las musas mi domicilio, díctame algunas ideas al oído para
seguir cultivando esta bella vocación que tú hiciste que germinara en muchos de
nosotros, el gusto, la necesidad, la pasión por escribir.
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DEL
GRANDE HERMINIO
José
Carlos Guerra Aguilera
1.-
Cuando le conocí, hace muchos muchos años, era un joven flaco, sin bigotes, con
memoria portentosa, de envidia, que recitaba estrofas y versos y más versos.
Casi acababa de salir del Seminario, su escuela fundamental. Nos visitó varias
veces y siempre llevaba noticias literarias, no arrastraba la pluma de escribir,
porque volaba con ella.
2.-
Sus primeras colecciones de palabras las hizo y trató de dilatarlas,
difundirlas, publicarlas y llegar a la grandeza. Lo hizo y lo hizo solo, y eso
es un gran mérito. Ralph Waldo Emerson, escribió: El éxito consiste en obtener
lo que se desea. La felicidad, en disfrutar lo que se obtiene. Solo escaló,
remontó su tránsito en la vida. Buscó y conoció a grandes, la foto clásica de
él con Octavo Paz, lo refleja: atento, fino, al pendiente; aprendiendo,
cultivándose, siempre.
3.-
Leer, devorar libros, estar atrapado por la lectura era su aventura, su
destino. A pocos he conocido como ávidos lectores: uno de ellos Luis Usabiaga
Reynoso, fallecido en Mayo de 2010, a quien califiqué como verdadero gambusino
de discos, de libros. Hombre esponja que leía y leía y casi devoraba libros.
Otro necesariamente referido Carlos Felipe Guerra Flores, mi padre, muerto en
abril de 1986, poseedor de una biblioteca en su tiempo quizás ejemplar, en
donde anidó la primera edición de “Cien Años de Soledad”, cuando esa novela no era
famosa; hombre disciplinado, lector autentico. Solo menciono a ellos dos, por
ser, entre tantos otros, amigos de Herminio.
4.-
Lo vi poco en sus últimos años, no lo vi cuando su cuerpo se quejaba. Pero su
despedida en el memorable periódico del 19 de Mayo de 2014, de “El Sol del
Bajío”, vi su frase lacerante: “Si muero en ti, te pido dos favores: o
entrégame al olvido en horas grises, o alójame, ya muerto, entre tus flores para
seguir soñando con Ulises”. Quizás pensó al escribirlo, en arribar, parafraseando
a diverso autor, a puertos nunca vistos, a detenerse en los mercados fenicios
para comprar madreperla y coral o sensuales perfumes…
5.-
Cuando Salvador Contreras me habló a las 16.35 horas del domingo, para dar la
siempre escueta noticia: murió Herminio, las palomas del recuerdo revolotearon
en mi cabeza.
6.-
Seguramente de Europa a Celaya, rociando lágrimas más espesas, Farizada
Martínez, la hija mayor, debió haber recorrido los tramos de su vida para
abrazar a Yolanda Franco, su madre, a Lluvia y a su hermano. Inolvidable lo que
le dijo Herminio a Lluvia: "Hay hombres que son huellas en el mar, y que
fácilmente quedan borrados de la faz de la tierra, y no dejan historia y
tampoco un legado. Yo no quiero ser olvidado, sino que dejaré huella que no se
borre, y esos son mis hijos y mis libros". Ciertamente no será olvidado ni
por Yolanda, ni por sus hijos, ni por los que tuvimos la fortuna de tratarlo,
ni por sus libros llenos de palabras, ritmos, cadencias, de inmensidad e
intensidad.
7.-
Por ello la Misa que congregó a muchos poetas y amigos, como el gran
Franciscano Don Eulalio Muñoz, fue en verdad diferente, las palabras tuvieron
un sonido especial; las lágrimas también; los aplausos sonaron diversos a falta
de palabras de adiós. Al final, una mujer triste dejó dos flores en la caja
donde dormía (¿dormía?) Herminio. En la noche también el cielo dejo caer
lágrimas.
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LA
PALABRA ESTÁ DE LUTO
Paola
Juárez
La
palabra está de luto
y me
sorprende lo blanco de las hojas,
rueda
el recuerdo sobre los libros,
la
Casa del Cronista
y la
mesa del Taller.
Cae
un diezmo de palabras en mis manos,
lluvia
bendita que viene y llena el cuenco de mis días.
Te
has ido, Maestro...y me pregunto
¿qué
será de tu silla que ahora luce vacía,
qué
será de tus libros, tus anécdotas y sueños?
Quizás
elegiste ir a plagar el cielo con tus versos,
mirar
desde arriba cómo brillan los caminos
cuando
renace el sol en el bajío, cuando ha dejado de llover.
Te
fuiste y no te conocí, no pude palpar tu mano: racimo de poemas.
Pero
¿qué mejor manera de conocer a un ser humano,
sino
a través de sus letras?
Un
escritor que muere, revive cada vez que se lee.
Pero
no has muerto, Maestro,
sólo
es tu ausencia la que ahora nos hace compañía.
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A MI
MAESTRO, HERMINO MARTÍNEZ
Lalo
Vázquez
Tristes
noticias rompen mi sueño
y lo
que queda de cielo oscuro
se
revuelve con mis ideas.
Jamás
en la vida encontraré ese riel que nos guiaba.
Solo
queda la paciencia para llorar la angustia.
Los
recuerdos inundan la soledad de las calles
donde
este silencio me grita tu adiós.
Pero
lo tuyo se queda conmigo para siempre,
hasta
siempre, hasta mis últimos días.
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A TU
RECUERDO
Diana
Alejandra Aboytes
Un
azul que se rompe
y no
soy más que piedra en llanto
gota
de rocío que resbala por mi alma en sombras.
Me
pierdo en la nostalgia de sus letras
y me
arrullo en el honor de haberlo conocido,
aleluya
de elogios que enaltecen su recuerdo.
Se fue,
pero aletea en mi pulso
mientras
sus plumas van cayendo lentas sobre mi pecho.
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ETERNA
MEMORIA
Alonso
M S
Al
atardecer, el dragón yace sangrando, muerto con innumerables heridas producto
de una fiera batalla, digna madre de muchos cantos de gesta que los juglares
narrarán en numerosas generaciones futuras. Su asesino, el fiero campeón de
armadura de letras y glifos lo mira cansado, con un gran fulgor en sus ojos. En
la refriega, él también ha sido herido de forma mortal. Anochece. Se asoman dos
luceros en la oscuridad que lo observan. Nuestro guerrero se sienta bajo un
mezquite en la cima de su volcán, el que lo vio nacer. El viento le canta al
oído y lo arrulla de forma suave y maternal. El gran Adalid nos guía y cuida
desde allá, desde sus letras, desde su legado. Larga vida. Eterna memoria.
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REFLEXIONES
Omar
Gabriel Grimaldo
Eran
los años aquellos en que no tenías casa,
andabas
de nómada,
un
día en la Casa del Diezmo,
otro
día en la Casa de la Cultura.
Sin
embargo, nosotros te seguíamos,
nos
bastaba tu presencia,
una
mesa vieja, apolillada,
tus
relatos, tus poemas.
La Jaula
del Tordo, Cantos de Machigua
eran
mis libros de estudiante,
en
esos días, en aquellos pasillos de la prepa
donde
dabas clases y a veces, casualmente te veía.
Fueron
años dorados aquellos,
Todavía
más grato para mí
fue
encontrarte de vez en cuando en los pasillos universitarios,
saludarte
y conversar de nuevo.
Pasó
el tiempo. Hoy me entero de que has partido
no
sé si buscarte en la Casa del Diezmo
o
tal vez en la Casa de la Cultura.
Imagino
que te habrás aburrido de los mismos viejos sitios,
tal
vez saliste a buscar nuevos horizontes,
después
de todo eres hombre de libre pensamiento.
Sólo
te digo Maestro, buen amigo,
que
a donde vayas te seguiremos en tus libros
como
en aquellos días de mi recuerdo,
en
que sólo nos bastaba un rincón donde guarecernos de la lluvia junto a los
portales, una mesa vieja, apolillada y tu presencia.
A la
memoria de nuestro querido Maestro, Herminio Martínez.
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DE
COPLAS Y NOTAS
Henry
Mac
De
coplas y notas
Así
como de escritos,
dedicación
e inspiración....
Así
fue tu vida.
Oh,
divino tordo,
oh,
luz literaria....
Haz trascendido
en nosotros
y en
nosotros vivirás...
Gracias
por abrir nuestra jaula
y
liberar nuestra mente.
Hasta
siempre, maestro.