BUSCADORES DE AVENTURAS LITERARIAS
En el taller
Diezmo de Palabras nos honramos con la presencia de niñas y niños escritores, quienes forman parte del futuro literario
de nuestro grupo. Cada semana se reúnen puntualmente con su pluma llena de
tinta fresca, una libreta de apuntes del alma y el corazón desbordado de
emociones intensas, nuevas y divertidas. Las historias nacen en los sueños, se
albergan en la mente, se escriben con intensidad y las comparten con otras
niñas y niños –algunos casi adolescentes–, quienes opinan, disfrutan, corrigen y
aprenden simultáneamente. “Uno para todos y todos para uno”, decían los Tres
Mosqueteros (que en realidad eran cuatro y uno no era Mosquetero).
Los pequeños escritores –que no
escritores pequeños–, van a compartir también con nosotros, ustedes y ellos,
las historias que nacerán durante las sesiones del Diezmo de Palabras infantil,
con el deseo de que los lectores se diviertan y se animen o animen a sus hijas
e hijos a unirse a este grupo de buscadores de aventuras literarias.
Nuestro taller es gratuito todos los
miércoles de 5:00 a 6:00 pm en Casa del Diezmo en Celaya.
Vale,
Julio
Edgar Méndez
LA
CATRINA
Maximiliano Hurtado
En los últimos días del mes
de octubre, cuándo se dejan sentir las primeras heladas que calan hasta los
huesos y la luna no se deja ver en el cielo de nuestra bella ciudad de Celaya,
cuentan los habitantes que, en las noches más obscuras, se ve pasear por las
calles con elegante vestido que roza delicadamente el suelo que la ve pasear,
los faroles que alumbran tenuemente las calles son los mudos testigos de tan
tétrico acontecimiento, esta bella y elegante dama llamada
la Catrina. Recorre las calles
pausadamente visitando a los celayenses cuando llega su momento, ni antes,
ni después. Esta bella dama no tiene predilección por nadie, es pareja con
todos. Nadie ha logrado verla a la cara porque quien la ha visto no ha vivido
para contarlo. Solo los mudos declarantes de la noche y las calles solitarias
de la comarca cajetera son observadores de este acontecimiento. También se dice que han visto a está elegante y bella dama,
vestida de luto, caminar por el Camino Real, mejor conocido como el puente de La
laja. Camina silenciosamente. Lleva un ramo de aromático cempasúchil para
visitar a algunos de los habitantes del lugar.
Yo recomiendo a todas las personas que, cuando no sale la
luna en el cielo de la ciudad, mejor se resguarden en sus casas, porque la
bella Catrina puede visitarte para poner en tu pecho un fragante ramo de
flores.
UN MISMO LAZO
Diego Corona
Érase
una vez una ballena que antes tenía esposa, pero un día la mataron. No tuvieron
hijos y el esposo no tenía vida social. Sufría una gran depresión cada día, al
igual que tenía una rabia intensa cada vez que veía la playa, a lo lejos, la
mayoría del tiempo sin humanos.
Su rutina era la misma de siempre:
despertar, ver la playa largas horas e irse a dormir.
No se iba del lugar porque quería
recordar la memoria de su amada… aunque sintiera algo en su mente y cuerpo cada
vez que lo hacía.
La ballena quería venganza sobre el
humano, causante de su tragedia, pero él sabía que se moriría en la superficie.
Eso le dejó claro que tendría que vivir con ello, aunque todo cambió en un
momento. Un dragón mágico fue el causante.
El dragón, sobrevolando la playa,
estaba perdido. Había recibido una carta de su hermano pidiéndole que lo
visitara porque había regresado de otro punto lejano de la Tierra, pero el
problema era que la dirección de su hogar era diferente. El plazo de tiempo fue
tan largo que se le había olvidado al dragón cual era el camino que antes
tomaba.
Visualizaba demasiados pájaros que
lo veían desde las copas de los árboles del bosque que estaba muy cerca de la
playa. Aunque tuviera la invisibilidad, lo podían ver. Era una cuestión de
animales… o eso suponía el dragón.
El dragón podía preguntarles cómo
llegar hasta la dirección, ya que sabía que los pájaros iban de acá para allá
por todo el mundo, pero le daba pena hacerlo, ya que él pensaba que lo irían a
ver mal porque escuchan de los humanos historias y relatos de personas viendo
dragones por cualquier parte del mundo.
Después de pensarlo unos segundos,
decidió, al final de cuentas, preguntarles, ya que en serio andaba perdido. Se dirigió a un espacio libre para
aterrizar en el bosque, y cayó sobre la tierra cerca de un lago pequeño.
Las aves emergían en parvadas
completas. Cuando dejaron de aparecer, el dragón habló:
—Hola, aves. Tengo un problema con
una cuestión de viaje. Si alguien me pudiera ayudar, se lo agradecería
Las aves podían escuchar al dragón,
pero, al parecer, lo estaban ignorando. El dragón pensaba que era porque tenían
miedo de que él los devorara.
El tiempo pasó, hasta la noche,
donde el dragón ya se había dormido y ningún pájaro le había respondido.
Todas las noches, un sonido de
ballena se oía hasta la superficie. Para los humanos, era un canto, para los
animales, un llanto; aunque no les importaba mucho así que se diga, a excepción
de uno: un canario amarillo con franjas verdes y rojas.
Se posaba cada noche en una cómoda
rama de árbol cerca de la playa para poder sentir a la ballena. Quería
ayudarlo, ya que sabía lo que se sentía perder a alguien, pero por ser
diferente hábitat, era imposible. Pero cuando había llegado el dragón, que el
canario lo veía acostadote, se le vino una idea a su pequeña cabeza, pero iría
a ejecutarlo a la mañana siguiente.
El dragón, en cuanto se levantó, vio
al canario justo en su nariz. No se espantó ni nada, pero sí preguntó:
—¿Qué se te ofrece?
—… Controlas el agua, ¿verdad?
—Hum… ¿Por qué dices eso?
—Porque el lago que estaba cerca de
ti ahora está debajo de ti
El dragón, cuando volteó hacia abajo
y el canario se le quitó de la nariz, vio que el ave tenía razón.
—Está bien. Sí controlo el agua,
pero ¿por qué preguntas?
—Quisiera que me ayudaras con un
problema
El dragón lo analizó. No era común
que alguien pidiera ayuda cuando también tú lo requieres, pero ¿qué era del
dragón como para no ayudar a un ave que se oía como apenas un niño?
—De acuerdo. ¿Y en qué te ayudo?
—A mí… no. Realmente es a alguien
más… una ballena. Cada noche llora por algo. Probablemente sea lo de su esposa,
pero si lo pudieras ayudar… no sé… tal vez te podría ayudar con lo de tu viaje
El dragón lo pensó por segunda vez,
y… aceptó de todos modos.
—Bien, pero no soy tan bueno
hablando, nada más para avisarte
El canario y el dragón se
mantuvieron unas horas hablando sobre qué los llevo hasta ahí, sobre qué le
paso a la ballena y otras cosas. A eso de las 5:30, se pusieron manos a la
obra.
El dragón se echó en el mar en busca
de la ballena, y el canario se mantuvo ahí… aunque luego se dio cuenta de que
un caballo, sentado en la arena de la playa y viendo al horizonte del mar,
estaba no muy lejos de él. Veía que estaba en una postura triste, por lo que
decidió avanzar hacia él.
El dragón nadaba de aquí para allá,
pero no vio a nadie en los primeros metros ni en los otros. Sospechaba que la
ballena solo salía en la noche.
El canario estaba sentado detrás de
la vista del caballo y un poco. Su pelaje era marrón con negro y blanco, junto
con un arnés que utilizaban los que montaban a caballo. También logró ver que,
no muy lejos de ellos, había una fiesta humana. Era de las tranquilas, no de
las bruscas, por lo que no había problema alguno.
—¿No has sentido, alguna vez… como
si no tuviera sentido tu vida cuando de todos modos… ya tienes la gloria máxima
en este… mundo? —dijo el caballo repentinamente.
El canario no respondió, ya que
pensaba que se hablaba así mismo.
—Sí, te estoy hablando a ti, pequeña
ave —afirmó la pregunta mental del canario.
—La verdad, no sé cómo responderte.
Nunca he sentido la gloria máxima… tal vez la gloria podría ser que tuve una
familia, pero ahora que los perdí… no lo sé…
—Lamento lo de tu familia.
—Y yo lamento lo de… bueno, no es
que quiera sonar grosero, pero… lo que sea que te haya pasado.
—¿Qué te trae por aquí, viajero?
—dijo una voz detrás del dragón, el cual ya estaba a punto de regresar a la
superficie.
El dragón se volteó y vio una
espantosa cara de una ballena que, en verdad, estaba en mal estado emocional.
El dragón intentaba responder, pero no salía ni una palabra de su boca.
—Descuida viajero, también aquí hay
seres extraños… y asesinos
—¡Lamento muchísimo lo de tu…
esposa! —dijo rápidamente el dragón antes de que desapareciera en una penumbra.
Tuvo miedo de que le hiciera algo por decir una cosa relacionada con lo de su
esposa, pero solo se mantuvo ahí, esperando otras palabras.
—Hum… Tal vez yo te pueda ayudar
—… ¿Y qué te hace decir eso? —dijo
la ballena no de un modo amenazador.
—Diría que es porque… no lo sé… ¿por
qué soy de agua? Aunque también soy de tierra, pero también de agua
—¿Y en qué me ayuda eso? —dijo,
volteando la mirada hacia el dragón.
El dragón no sabía cómo responder
ante eso. Pensaba las posibles respuestas a largo plazo en cuanto se lo dijera.
¿Más noticias de eventos sobrenaturales? ¿Un colapso en un factor humano? ¿Más
leyendas? No lo sabía, pero debía de intentarlo y dejarlo a la deriva.
—Porque yo… te puedo… sacar del
agua… y aún con vida
La ballena no respondió. Solo miraba
al dragón con seriedad.
—… ¿Naciste siendo acuático o
terrestre? —dijo la ballena.
Probablemente evadió lo que le dijo,
pero de todos modos le respondió.
—Ojalá pudiera decírtelo, pero ni yo
mismo lo sé. Mis papás cambiaban la historia cada vez que les preguntaba
—¿Y… supongo que ya están muertos?
—Lamentablemente… sí. Fue por la
edad
—¿Entonces estás por estos lares
buscando tu origen?
—No, realmente. Ya ni me importa, en
cierto modo
—¿Entonces, por qué estás aquí?
El dragón pensó un poco las palabras
que diría.
—Estoy aquí por una cuestión de mi
hermano. Una visita, especialmente… pero estoy aquí para arreglarte la vida… quitarte
de encima esa ira y esa tristeza.
Tenía esperanza en que había
cambiado de parecer a la ballena, ya que ésta lo veía fijamente.
El caballo intervino:
—¿Puedes controlar el agua?
—Hum… ¿por qué lo dices?
—Porque hay un remolino justo encima
de ti… y ni siquiera estás aleteando
El dragón se dio cuenta de que sí
había un remolino arriba de él.
—Bueno… sí puedo, pero ¿por qué lo
dices?
—Quisiera que me hicieras… un favor.
El caballo le relató cómo había
llegado hasta tal punto. Resultó que había sido separado de su familia a corta
edad. Gracias a una familia de granja, pudo vivir muy bien durante un par de
años, pero cuando su dueño le puso una silla de montar, lo hizo cabalgar para
competencias. Después de tiempo, se hicieron populares, pero ya estaba harto de
estar corriendo y ganando.
—Justamente hoy ganamos un torneo
grande… así le dicen los humanos cuando es popular el torneo. Por eso, de este
lado, hay una fiesta, en donde celebran nuestra victoria… bueno, su victoria…
Yo ya estoy harto —dijo el caballo.
El canario ya podía entenderlo,
además de que ya entendía por qué estaba en tal postura, pero en cuanto iría a
decirle unas palabras el canario, el dragón salió del mar repentinamente, justo
delante de ellos.
—Creo que logré convencer a la
ballena, pero me está pidiendo algo que yo no haré —dijo con voz agitada y
sacudiéndose.
El dragón captó la presencia del
caballo, pero no le tomó importancia.
—¿Qué te pidió? —dijo el canario.
—Me pidió… Me pidió que lo sacara
del mar… y que lo dejara… caer sobre un pueblo humano
La expresión del canario cambió, el
caballo solo los miraba y el dragón seguía en estado agitado. ¿Qué hacer?
El atardecer llegaba y el canario y
el dragón seguían pensativos. El caballo solo observaba.
—¿Y qué hiciste después de que te
dijo eso? —dijo el canario.
—Solo asentí y me alejé
El canario seguía pensando, llegando
poco a poco a una conclusión.
—Deberíamos de hacer lo que él desea
—dijo el canario.
—Pero ¿no te suena… como muy…
brusco? —dijo el dragón.
—Pues… —no concluyó de decir el
canario.
—… Oigan —dijo el caballo— no sé si
sea útil, pero yo conozco casi el mundo entero, y sé de lugares que parecen
habitados por humanos… pueblos fantasmas, básicamente. Tal vez pueden dejarlo
caer en un lugar de esos.
El canario y el dragón estaban
satisfechos con ello, pero después de pensarlo un poco más, vio el canario que
había posibilidades no tan buenas.
—¿Qué pasa si se da cuenta de que no
está habitado el pueblo? ¿Qué pasa si él se niega? … ¿qué pasa… si lo que en
realidad quiere es… dañar al humano?
El canario y del dragón temblaron,
pero el caballo no. En cierto modo, estaba de acuerdo con ello, pero no quería
dañar al humano.
—¿Y si de un pueblo, le dices que
mejor lo llevamos a un monumento especial por el humano? —dijo el caballo
después de que se le viniera una idea.
El canario y el dragón estaban
confundidos.
Resultó que ellos dos no sabían qué
era un monumento, por lo que, rápidamente, el caballo les explicó qué es y cómo
funcionan.
—Suena bien la idea —dijo el canario
por el dragón y por él mismo— ¿eso significa que sabes cuál es el monumento más
valioso para el humano y que sabes sus horarios?
—… Para ser sincero, no. Pero del
monumento le podemos decir cuál sea, y del horario, podrían ir a un monumento a
checar sus horarios. Como son voladores, son más rápidos que yo
El dragón y el canario estaban de
acuerdo, pero los dos dijeron que no conocían ningún monumento humano.
El caballo estaba sorprendido por el
dato, pero respondió de todos modos:
—De acuerdo. Dragón, tú ve a decirle
a la ballena que mejor lo llevamos a un monumento. Y si te pregunta que cuando
será, dile que lo hablarás con nosotros
El dragón salió disparado hacia el
agua en cuanto le dijo eso el caballo.
—Canario, ¿crees poder ayudarme a
liberarme de este arnés?
El canario se subió a su espalda y
con su pico intentaba liberarlo. Mientras lo liberaba, el ave le preguntó cómo
es que había escapado de la fiesta. Le explicó el caballo que no escapó, que su
dueño tenía confianza en él que hasta lo dejaba libre, sabiendo su dueño que regresaría
a él. Pero que ese día, todo cambiará. El arnés cayó y el caballo, indicándole
al canario que lo acompañara, salieron corriendo no muy lejos de donde iría a aparecer
nuevamente la ballena.
Después de unos minutos, el dragón
emergió del agua y se acercó a los otros.
—Por suerte, sí lo convencimos… ¿y
cuándo? —le dijo dirigiéndose al caballo.
—Aaah… Sí cierto. Mira, ve a
decirle, otra vez y lo siento, que espere unas horas porque lo consultarás con
nosotros
El dragón salió disparado al agua. Emergió
una vez más después de darle dos vueltas al mar.
—Ya. Que no hay problema… que nos
tomáramos el tiempo, porque quiere que su momento… sea especia. Entonces, ¿cuál
es el plan?
Se pusieron de acuerdo cómo iría a
ser el movimiento. Tal vez por mala o buena suerte, tuvieron que necesitar la
ayuda de parvadas completas de pájaros. Después de un viaje por el mundo,
resultó que ese mismo día, cerca de la playa, y en esos momentos, había un
monumento humano que estaba clausurado temporalmente. El monumento era bonito,
pero apagado porque no tenía iluminación. Su plan, después de unos minutos, tomó
forma, y al final, empezaron.
El dragón se echó al mar y buscó a
la ballena. Por suerte, la encontró rápidamente. Estaba en un lugar cubierto
por penumbra.
—¿Ya estás listo? —dijo el dragón.
—La verdad… no. Pero saber que ya
estaré… otra vez, con mi vida… me hace decir que… ya estoy listo
Y después de eso, su momento,
definitivamente, ya comenzaba, pero aún existía un problema. El problema de que
la opinión de la ballena cambiara.
La ballena salió por una burbuja de
agua que creó el dragón. Aves le ayudan a mantener el peso, el canario ayudó al
dragón a guiarlo y el caballo se fue directo a la zona donde sería el momento.
El viaje no duró mucho. El mismo día
continuaba, pero ya era el atardecer.
Varios
imprevistos salieron a la luz, como el hecho de que la ballena pidió caer sobre
una ciudad habitada, justamente delante del monumento, y el hecho de que
aparecieron tres helicópteros. Por suerte, eran de noticias, pero de todos
modos dieron complicaciones.
Lograron salir de toda esa tensión.
El dragón le dio a la ballena unas palabras y el canario y el caballo se
mantuvieron lejos para el momento.
El dragón salió de la burbuja, y
como buen final para un amigo, hizo explotar la burbuja, dejando caer a la
ballena sobre la ciudad y ésta, antes de impactarse contra cualquier estructura
o el suelo de la ciudad, dijo unas últimas palabras al aire:
—Se los agradezco.
El dragón, el canario y el caballo
aparecieron caminando hacia la playa detrás de los árboles del bosque. Detrás
de ellos, en la ciudad, salía un gran humo que seguía levantándose. Se sentaron
frente al horizonte, donde estaba el sol detrás de unas nubes, pero que aún
daba rayos de luz.
—Entonces… supongo que llegó el
adiós para nosotros —dijo el dragón.
—¿Ya te vas? —le dijo el canario.
—Pues… pues sí. Tengo aún un largo
camino que recorrer… o eso supongo.
—Ah, sí, cierto. Entonces, ¿te llevo
hacia el lugar?
—Hum… Mejor voy solo. Solamente si
pudieras decirme dónde es exactamente
El canario y el caballo ayudaron al
dragón a decirle la dirección que tendría que tomar para llegar a su destino.
—Vaya… Sí que conocen demasiado el
mundo. Pero ahora llegó… o al menos para mí, o también para ustedes… un adiós.
Temporal o permanente… eso dependerá
—De hecho… tal vez a mí no me
vuelvas a ver. Yo iré a buscar a mi familia. No volveré a estar con los humanos
—dijo el caballo.
—Entonces, te deseo suerte encontrándolos.
¿Y tú, canario? ¿Te quedarás? Tal vez te pueda encontrar por aquí.
El canario lo pensó por un momento.
—Hum… ¿No te gustaría quedarte
conmigo? —le dijo el dragón, ya que había recordado que él no tenía familia.
—Tal vez… sí me gustaría, pero… no
es que esté rechazándolo, pero estar entre… especies más grandes que yo… pues…
No sé
—Está bien, no importa… pero también
está caballo. ¿No sé si tú puedas…?
—Yo te iba a decir eso, justamente.
Me gustaría tener un amigo… tal vez un hermano —le dijo el caballo al canario.
El canario tenía en mente quedarse
con él, además de que no tuvo que pedirlo, no tenía otra cosa en la mente.
—La verdad… sí me gustaría —dijo el
canario.
—Bien —dijo el caballo—. Y ahora sí…
es un adiós. Probablemente sea temporal, pero si no te llegamos a ver de nuevo,
dragón, al menos yo te digo que… si tú no estuvieras en esta misión, yo no
hubiera quedado en libertad
—Y yo… no hubiera podido volver a
sentir… el calor de una familia —le dijo el canario al dragón.
—Y yo hubiera estado perdido sin la
ayuda de ustedes —respondió el dragón.
El dragón empezó a volar hacia el
horizonte. Y el caballo, con el canario sobrevolando, corrieron directo al
bosque.
Al final, los tres, antes de que la
lejanía se hiciera más grande, gritaron fuerte y claro hacia cada uno de ellos:
—¡Gracias!