LA FLOR DE LA PALABRA
-Textos de Maurick Illich-
Desde
hace tiempo hemos compartido este espacio que tan amablemente nos brinda El Sol
del Bajío, gracias a don Argimiro González, su director, con escritores que no
asisten con nosotros al taller literario en Casa de la Cultura de Celaya. Debido
a su calidad literaria, su calidez y compañerismo, así como su apoyo a la
difusión de la obra de otros escritores en ciernes, en esta ocasión publicamos
la obra de Maurick Illich. Entre el romanticismo y su inseparable taza de café,
nos trae recuerdos de otros tiempos; que tal vez “vienen y van como recuerdos
pasajeros”.
“Mauricio
S. S., Nació en el D.F., en 1976. Radica en la ciudad de Querétaro. Incursionó
en el mundo de las letras en el medio de la comunicación comunitaria o
independiente mediante la publicación de varios esfuerzos editoriales. Ha
editado 4 publicaciones bajo el sello de
la Nopalera Ediciones, con títulos como: Tormentas y días trémulos, Mujeres,
las que hacen la historia, Voces a doble respiración volumen I y II; estos
últimos en colaboración con Niurka Chávez, así como una pequeña participación
en la antología La poética del café.
Considera
que es de suma importancia en la actualidad no dejar morir “La flor de la
palabra” y, para ello, considera primordial el apoyo a la creación de nuevos
autores con la finalidad de privilegiar la palabra escrita”.
DEJA
VU
Maurick
Illich
Y
allí, estaban ellos, caminando incansables, con su mirada perdida, con sus
andares errantes y sus pensamientos ajenos, sumergidos en una catarsis, en un
mundo ajeno al que hoy vivimos. Creo haberlos visto también en un sueño, quizá
en alguna imagen repetida como deja vu que asoma en mi mente discontinua. Me
miran, yo los miro, no sé quiénes son pero creo conocerlos, no parecen
conocerme, sólo vienen y van como recuerdos pasajeros.
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A LA
MUJER DE PIEL BLANCA
Maurick
Illich
Estabas
ahí, entre siluetas y nubarrones, entre girasoles y soles. En silencios y
noches de agonía, permanecías sentada, inmóvil, despierta; permanecías
inmutable, como queriendo sólo acariciar el instante. Llegaste con el invierno,
como llega la nieve, y ahí te quedaste con tu piel blanca, aguardando mi
llegada sin reparo, sin reserva, sin venderme nada, sin cambiarme nada, sólo
esperando que la nieve se fuera y dejarme perder en tu piel y recuperar los
instantes perdidos, las noches de insomnio y caminar contigo por el sendero
dónde intento recuperar mi sueño.
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FUNDIDOS
EN TU NOMBRE
Maurick
Illich
Me
he despertado entre gotas de lluvia, entre abismos sin retorno. Me he levantado
con tu ausencia, con la espera de ti. Me dirijo como desde hace años a intentar
beberte, a tratar desesperadamente de olerte o de simplemente imaginarte; en
una representación que hago con mi mente sobre el espejo que guarda dentro
aquella vieja taza servida con café. De la cual bebo todas las mañanas en que
te recuerdo, allí, sentada sobre la cama con tu mirada profunda e iluminada,
mientras recorría con mis manos el cabello que caía sobre tus hombros esperando
la hora en que nos acercáramos y sin tapujos ni palabras preparatorias nos fundiéramos
en uno sólo, como ahora lo hacemos en tu nombre. Yo y el intenso aroma a café.
TORMENTAS
Maurick
Illich
Fin
de semana después de la semana de los amorosos, los que aún siguen juntos, los
que se toman de la mano y caminan por las calles frías y mojadas por la lluvia
que aún sigue cayendo en algunos momentos. Se asoma el sol en el cielo, pero
también siento la tormenta, la misma que viene cada ocho días a provocarme días trémulos, inquietos,
insostenibles. La misma que se cierne sobre mí para recordarme que aún me
estremezco cuando te veo y más cuanto te siento. Tormentas con truenos, lluvia,
vientos y ráfagas de recuerdos. Tormentas de fin de semana que golpean mi
calma, mis recuerdos mis nostalgias. Tormentas de fin de semana que se van
cuando de repente vienes y tomas forma de hojarasca y vuelas entre las nubes
bajas para llegar a mi lado y calmar mis ansias. Tormentas de fin de semana,
tormentas que se acaban en cuanto tú, sol, llegas a tocar mi alma.
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VENGO
POR TI
Maurick
Illich
Vengo
por ti esta noche, entre el silencio de las calles que rodean tu casa y el
estruendo de las gotas de lluvia que mojan el asfalto que pisas diariamente.
Vengo con ansiedad de ti, con necesidad de ti. Vengo desde lejos, desde donde
nacen los girasoles para dejarte un beso, para dejarte un abrazo, para ver mis
ojos reflejados en los tuyos. Vengo por ti esta noche para despedirme
definitivamente de ti.
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TOCAR
EL CIELO
Maurick
Illich
Aún
no me has entendido, después de tantos años de delirio. Entiendo ahora que no
me has comprendido. Que a veces con mirarte y con tocarte puedo tocar el cielo
y sentirme pleno y rejuvenecido. Espero ahora entiendas que sólo busco un
pretexto para ver tus ojos, acariciar tu cabello para sentirme un tanto vivo
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AMANTES
Maurick
Illich
Un
día de esos, de esos que traen consigo
frío,
te conocí. Me vi reflejado en esa mirada
tan
tuya, que irradiaba. Te volviste una estrella
que
centelleaba en mi universo, te convertiste
en
esa acompañante que todo amante
necesita.
Fuiste una Venus de Milo: sucumbí
ante
tus formas y ante tus geografías
inconclusas.
Aprendí a leer con mi tacto cada
uno
de tus mapas. Hasta que un día decidiste
escaparte
de todo lo que tuviera olor a mí.
Ahora,
sin más pretexto que volver a probar
nuestros
besos, nos escondemos tras un
pilar,
nos fragmentamos en uno,
escondiéndonos
del otro e intentando
simplemente
escaparnos de nuestra mal llamada realidad.
INTUITI
PERSONAE
Maurick
Illich
Hay
situaciones cotidianas como una palabra que se hace verso, un beso que se hace
viento e historias que llegan a convertirse en cuento. Estas historias se tejen
entre las nubes, sin tapujos, sin cortapisas. Se hacen algodones que cruzan el
cielo, el mar y se montan en una estrella para hacerse un secreto entre
personas.
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ROSAURA
Maurick
Illich
Con
su mirada firme y con su sonrisa que es alegría ambas las
enmarca
con sus labios siempre humectados, que hacen juego
con
todos los lunares que decoran su rostro. Su caminar, es
lento,
pero siempre firme. Añora, llora y extraña a su hermano
que
como miles de mexicanos han caminado hacia el norte.
Rosaura
siempre está sonriente, a veces se sonroja por alguna
mira
lasciva que la sorprende durante el día. Pareciera no
cansarse
de estar de pie, ni siquiera pareciera inmutarse por
ello.
Pero al finalizar el día después de írsele la vida en trabajar,
sale
corriendo, se despide efusivamente y clava sus
pensamientos
en quizá no regresar de nuevo.
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GRACIELA
Maurick
Illich
Su
nombre es Graciela. Es una madre que lucha constantemente
por
sus hijos. Ella se desangra en vida por ellos, mientras zurce
historias
desde una máquina de coser. Se desvela por sus hijos
así
como se desvela por sus interminables tareas que le reditúan
algunos
pesos para comer.
Ella
ha visto cómo México se desangra mientras busca a sus
hijos
en una mañana de octubre, pensando que si los vuelve a ver
será
sólo por última vez.
Ella
es una madre que lucha interminablemente mientras
se
desangra lentamente en su interior con la única
intención
de ver a sus hijos crecer.
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FLOR
EN OTOMÍ
Maurick
Illich
Su
nombre es Deni, como el de una flor. Su piel es como el del color
de
la tierra. Sus sueños son como el de cualquier niño o niña de
este
tiempo. Su esperanza esta puesta en un arco iris multicolor,
en
dónde los sueños se pueden conjugar en todos los tiempos
existentes
(presente, pasado y futuro). Pero precisamente el
futuro
es de ella y de ellos, de los que caminan mientras sueñan y
de
esta forma, se hacen uno mientras sin quererlo ellos y ellas hacen historia.
*Textos publicados en El Sol del Bajío, domingo 17 de julio de 2016.
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