domingo, 17 de julio de 2016

LA FLOR DE LA PALABRA


LA FLOR DE LA PALABRA
-Textos de Maurick Illich-

Desde hace tiempo hemos compartido este espacio que tan amablemente nos brinda El Sol del Bajío, gracias a don Argimiro González, su director, con escritores que no asisten con nosotros al taller literario en Casa de la Cultura de Celaya. Debido a su calidad literaria, su calidez y compañerismo, así como su apoyo a la difusión de la obra de otros escritores en ciernes, en esta ocasión publicamos la obra de Maurick Illich. Entre el romanticismo y su inseparable taza de café, nos trae recuerdos de otros tiempos; que tal vez “vienen y van como recuerdos pasajeros”.
“Mauricio S. S., Nació en el D.F., en 1976. Radica en la ciudad de Querétaro. Incursionó en el mundo de las letras en el medio de la comunicación comunitaria o independiente mediante la publicación de varios esfuerzos editoriales. Ha editado 4 publicaciones bajo el sello de  la Nopalera Ediciones, con títulos como: Tormentas y días trémulos, Mujeres, las que hacen la historia, Voces a doble respiración volumen I y II; estos últimos en colaboración con Niurka Chávez, así como una pequeña participación en la antología La poética del café.
Considera que es de suma importancia en la actualidad no dejar morir “La flor de la palabra” y, para ello, considera primordial el apoyo a la creación de nuevos autores con la finalidad de privilegiar la palabra escrita”.



DEJA VU
Maurick Illich

Y allí, estaban ellos, caminando incansables, con su mirada perdida, con sus andares errantes y sus pensamientos ajenos, sumergidos en una catarsis, en un mundo ajeno al que hoy vivimos. Creo haberlos visto también en un sueño, quizá en alguna imagen repetida como deja vu que asoma en mi mente discontinua. Me miran, yo los miro, no sé quiénes son pero creo conocerlos, no parecen conocerme, sólo vienen y van como recuerdos pasajeros.

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A LA MUJER DE PIEL BLANCA
Maurick Illich

Estabas ahí, entre siluetas y nubarrones, entre girasoles y soles. En silencios y noches de agonía, permanecías sentada, inmóvil, despierta; permanecías inmutable, como queriendo sólo acariciar el instante. Llegaste con el invierno, como llega la nieve, y ahí te quedaste con tu piel blanca, aguardando mi llegada sin reparo, sin reserva, sin venderme nada, sin cambiarme nada, sólo esperando que la nieve se fuera y dejarme perder en tu piel y recuperar los instantes perdidos, las noches de insomnio y caminar contigo por el sendero dónde intento recuperar mi sueño.

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FUNDIDOS EN TU NOMBRE
Maurick Illich

Me he despertado entre gotas de lluvia, entre abismos sin retorno. Me he levantado con tu ausencia, con la espera de ti. Me dirijo como desde hace años a intentar beberte, a tratar desesperadamente de olerte o de simplemente imaginarte; en una representación que hago con mi mente sobre el espejo que guarda dentro aquella vieja taza servida con café. De la cual bebo todas las mañanas en que te recuerdo, allí, sentada sobre la cama con tu mirada profunda e iluminada, mientras recorría con mis manos el cabello que caía sobre tus hombros esperando la hora en que nos acercáramos y sin tapujos ni palabras preparatorias nos fundiéramos en uno sólo, como ahora lo hacemos en tu nombre. Yo y el intenso aroma a café.


TORMENTAS
Maurick Illich

Fin de semana después de la semana de los amorosos, los que aún siguen juntos, los que se toman de la mano y caminan por las calles frías y mojadas por la lluvia que aún sigue cayendo en algunos momentos. Se asoma el sol en el cielo, pero también siento la tormenta, la misma que viene cada ocho  días a provocarme días trémulos, inquietos, insostenibles. La misma que se cierne sobre mí para recordarme que aún me estremezco cuando te veo y más cuanto te siento. Tormentas con truenos, lluvia, vientos y ráfagas de recuerdos. Tormentas de fin de semana que golpean mi calma, mis recuerdos mis nostalgias. Tormentas de fin de semana que se van cuando de repente vienes y tomas forma de hojarasca y vuelas entre las nubes bajas para llegar a mi lado y calmar mis ansias. Tormentas de fin de semana, tormentas que se acaban en cuanto tú, sol, llegas a tocar mi alma.

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VENGO POR TI
Maurick Illich

Vengo por ti esta noche, entre el silencio de las calles que rodean tu casa y el estruendo de las gotas de lluvia que mojan el asfalto que pisas diariamente. Vengo con ansiedad de ti, con necesidad de ti. Vengo desde lejos, desde donde nacen los girasoles para dejarte un beso, para dejarte un abrazo, para ver mis ojos reflejados en los tuyos. Vengo por ti esta noche para despedirme definitivamente de ti.

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TOCAR EL CIELO
Maurick Illich

Aún no me has entendido, después de tantos años de delirio. Entiendo ahora que no me has comprendido. Que a veces con mirarte y con tocarte puedo tocar el cielo y sentirme pleno y rejuvenecido. Espero ahora entiendas que sólo busco un pretexto para ver tus ojos, acariciar tu cabello para sentirme un tanto vivo

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AMANTES
Maurick Illich

Un día de esos, de esos que traen consigo
frío, te conocí. Me vi reflejado en esa mirada
tan tuya, que irradiaba. Te volviste una estrella
que centelleaba en mi universo, te convertiste
en esa acompañante que todo amante
necesita. Fuiste una Venus de Milo: sucumbí
ante tus formas y ante tus geografías
inconclusas. Aprendí a leer con mi tacto cada
uno de tus mapas. Hasta que un día decidiste
escaparte de todo lo que tuviera olor a mí.
Ahora, sin más pretexto que volver a probar
nuestros besos, nos escondemos tras un
pilar, nos fragmentamos en uno,
escondiéndonos del otro e intentando
simplemente escaparnos de nuestra mal llamada realidad.


INTUITI PERSONAE
Maurick Illich

Hay situaciones cotidianas como una palabra que se hace verso, un beso que se hace viento e historias que llegan a convertirse en cuento. Estas historias se tejen entre las nubes, sin tapujos, sin cortapisas. Se hacen algodones que cruzan el cielo, el mar y se montan en una estrella para hacerse un secreto entre personas.

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ROSAURA
Maurick Illich

Con su mirada firme y con su sonrisa que es alegría ambas las
enmarca con sus labios siempre humectados, que hacen juego
con todos los lunares que decoran su rostro. Su caminar, es
lento, pero siempre firme. Añora, llora y extraña a su hermano
que como miles de mexicanos han caminado hacia el norte.
Rosaura siempre está sonriente, a veces se sonroja por alguna
mira lasciva que la sorprende durante el día. Pareciera no
cansarse de estar de pie, ni siquiera pareciera inmutarse por
ello. Pero al finalizar el día después de írsele la vida en trabajar,
sale corriendo, se despide efusivamente y clava sus
pensamientos en quizá no regresar de nuevo.

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GRACIELA
Maurick Illich

Su nombre es Graciela. Es una madre que lucha constantemente
por sus hijos. Ella se desangra en vida por ellos, mientras zurce
historias desde una máquina de coser. Se desvela por sus hijos
así como se desvela por sus interminables tareas que le reditúan
algunos pesos para comer.
Ella ha visto cómo México se desangra mientras busca a sus
hijos en una mañana de octubre, pensando que si los vuelve a ver
será sólo por última vez.
Ella es una madre que lucha interminablemente mientras
se desangra lentamente en su interior con la única
intención de ver a sus hijos crecer.

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FLOR EN OTOMÍ
Maurick Illich

Su nombre es Deni, como el de una flor. Su piel es como el del color
de la tierra. Sus sueños son como el de cualquier niño o niña de
este tiempo. Su esperanza esta puesta en un arco iris multicolor,
en dónde los sueños se pueden conjugar en todos los tiempos
existentes (presente, pasado y futuro). Pero precisamente el
futuro es de ella y de ellos, de los que caminan mientras sueñan y
de esta forma, se hacen uno mientras sin quererlo ellos y ellas hacen historia.


*Textos publicados en El Sol del Bajío, domingo 17 de julio de 2016.

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