domingo, 22 de mayo de 2016

CON SABOR A CAMPO


CON SABOR A CAMPO
-Poesía de Cleo Gordoa-

Cleotilde Gordoa de la Tejera es una poeta de incansable ánimo. Desde su natal San Luis Potosí y su paso frecuente por todo el estado de Guanajuato, ha puesto en alto el nombre de México en otros países de nuestro continente.  Con el nombramiento de Embajadora del arte, que le otorgaron en Bolivia, visitó en abril el hermano país de El Salvador junto con otras escritoras tanto mexicanas como de otros países.   El motivo fue el FESTIVAL INTERNACIONAL LITERARIO EN SANTA ANA celebrando el 34 aniversario de la UNASA (Universidad Autónoma de Santa Ana) en El Salvador. Se realizaron talleres, conferencias, recitales e intercambios culturales, entre otras actividades. La acompañaron: Alejandra Domínguez, de Puebla; Ángela Penagos, de Colombia;  Elvira Mora, de Oaxaca; Georgina Cuartas y Margarita Rosa Patiño, de Colombia; Maureen Altman, de Perú; Berbel de Canarias,  de Islas Canarias; Linda Morales, de New York; Salud Ochoa, de Chihuahua; Silvia Siller, de New York y Yuriria Cañedo, de México.
            Cleo, como la conocemos los amigos, presentó parte de su trabajo más reciente, el cual compartimos aquí en nuestro Diezmo de Palabras. Su poesía es fruto de sus vivencias y los muchos viajes a lo largo y ancho del país. Cleo tiene la capacidad de descubrir lo bello de cada flor, en cada nube, de la misma arena en donde ha desnudado su alma. Su mirada se detiene para capturar ese preciso instante que cuando lo comparte a través de sus fotografías, se vuelve de todos y cada uno de los que admiramos su labor de poeta y el ejemplo de tenacidad para disfrutar la vida. Vale.
Julio Edgar Méndez



CON SABOR A CAMPO
Cleo Gordoa

Con la piel cansada, añeja,
y las raíces incrustadas a la tierra,
te dejas ir en el columpio del tiempo,
entre rutinas mañaneras, entre ocasos infinitos.

Tus manos saben y huelen a campo,
al rastrojo que cruje con el viento,
al maíz que se desgrana día a día
y al olor de la leña en la cocina.

Los caminos hablan de ti y tus historias,
de tus andanzas en la milpa en temporadas,
de las caricias del sol en las labores
y de las lluvias que traen la esperanza.

Tú conoces el sabor de las tortillas,
de la olla ahumada que hierve con frijoles,
de los manjares verdes sin espinas
y del molcajete que abraza los sabores.

Te envuelves en la noche con la luna
y en la carreta acunas tus ensueños,
hombre de campo fértil y huraño,
hombre de adobe y corazón de niño.

Te duermes sin pensar en los pesares,
con la espalda cansada del trabajo,
y sueñas con la milpa y con tus animales
y despiertas feliz, de comenzar de nuevo.

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¿DE QUÉ HABLAN LOS VIEJOS CON SU SOLEDAD?
Cleo Gordoa

Si han perdido los recuerdos,
el tiempo se esfumó en algún momento
y en él se quedaron suspendidos,
fueron tantas cosas en un tiempo
y ahora viven a solas y sin recuerdos.

Charlan tal vez con su sombra,
con ellos mismos en el espejo,
comen en su mesa desierta
y se refugian en su alcoba vacía.

¿De qué hablan si ya no son niños?,
no son ancianos porque no lo recuerdan,
quizás se ríen con la muerte a escondidas,
suspiran prolongado por las noches
y a veces se contraen con tanto frío.

Esos años que pesan en el alma,
cuando caminan con su bastón a solas,
y le hablan a las fotografías añejas
y se cuelgan los ayeres en el pecho.

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LA VIDA DE UNA HUASTECA
Cleo Gordoa

Siembra huasteca
tus cafetales,
corta la caña,
haz los tamales.

Cuida a los críos,
ve a la molienda,
lava en el río
y da la merienda.

Corre al mercado
a buscar blanquillos
y algún antojo
pa’su pelao.

Cuida las vacas,
vende los quesos,
amasa sueños
y se hace vieja.

Allá en la plaza
se escucha el ruido,
brindis y aplausos
pa’su marido.

Él sí es muy macho
y se descarga,
del feo trabajo
que hay en la casa.

Él solo arrima
lo que le sobra,
la pasa a gusto
bebiendo caña.

Llega borracho
con sus instintos
y su huasteca,
solo se calla.

Está cansada
de hacer de todo,
y cree que el mundo
no es de otro modo.

Pasan los años
y se desgasta,
un día se muere
y no pasó nada.

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BORDA MUJER MORENA
Cleo Gordoa

Borda mujer morena,
borda tus fantasías,
con hilos de mil colores
pespuntea formas divinas,
y atrápalas entre nudos.

Que tu aguja haga historias,
leyendas viejas del pueblo,
despertares asombrosos,
ríos que bailan con prisa
y flores del paraíso.

Ahora luce tu vestido
que bordaste de esperanzas, 
sal con donaire a la calle,
majestuosa bordadora
a lucir tu artesanía.



AMANTES DE LOS MARES
Cleo Gordoa

Dibújame cual sirena apasionada
con tus dedos ardientes,
con tus besos de fuego.

Enséname a nadar sobre tus olas
y déjame beber las aguas de tu océano,
mientras nos mece la marea.

Que las palmeras nos arrullen,
que las estrellas brillen para nosotros
y que el rumor del mar nos acaricie.

Somos aquellos amantes de la playa,
los navegantes sin rumbo ni destino,
las olas que se endiosan con la luna.

Yo arena y tú agua,
yo viento y tu brisa,
yo volcán y tu fuego.

Amantes de arena y humedades,
volátiles en los sueños sin sentido,
explosiones en una noche intensa.

Yo mujer desnuda de palabras,
tu mi amante cuajado de suspiros
y los dos esencia de los mares.

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LÁNGUIDA SIRENA
Cleo Gordoa

Deja que lánguida navegue
por la firmeza de tus muslos, 
y que llegue hasta la fuente
del placer urgente.

Déjame beber tu néctar 
que emana del río de la vida
y cual elixir pagano, se derrame
en el cáliz de mis labios.

Solo déjame saborearte
en una noche de luna,
bajo el influjo eterno 
de las efímeras galaxias.

Que palpiten tus sienes
que la demencia te arrastre,
mientras mis manos febriles
te recorren, te exploran.

Que tus suspiros escapen
entre espasmos y vaivenes, 
mientras desde lo lejos 
invocas tu amada sirena.

Ábrete a la lujuria sin sentido,
que cada beso nuestro,
sea la puerta nueva del cielo
o la llegada al infierno

Soy la sirena que canta para ti,
la que solo navega en tus playas, 
la que llamaste en tu delirio
cuando tu barco naufragaba.

Ven marinero, no te haré nada, 
solo te haré gozar hasta el orgasmo,
después me alejaré hasta mis mares
y tú seguirás en tu barca navegando. 

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LLUEVE EN MÍ
Cleo Gordoa

Llueve sobre mi piel desnuda,
que cada gota de tu esencia me acaricie
y se vuelva tormenta en mis adentros
para que despierten del letargo mis sentidos.

Llueve cual tarde de verano
para refrescar mis ardientes caminos
y ve florecer para ti mis montañas
y la selva espesa que se abre a tus delirios.

Deja que escurra esa humedad entre nosotros,
que nos cubra la noche y sus destellos,
y al rugido intenso y voraz de los cielos
asomen las disimuladas pasiones.

Regálame tus instintos uno a uno
y siembra sinfonías en mis placeres,
entona la canción de los amantes
y hagamos el amor como dementes.

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MUJER POTOSINA
Cleo Gordoa

Mujer gentil de nopal y barro,
creada en los senderos intrincados,
bajo el sol de las quimeras y las luchas 
y envuelta en las leyendas del pasado.

Mujer que cuece historia peregrinas
en el deambular de sus etéreas pisadas,
con su sombra calcinada por los tiempos,
con la mirada pendiente en el futuro ciego. 

Ella borda fantasías en los arrabales,
con sus retoños entre sus pliegues,
con la boca seca por el hambre injusta,
con su rostro triste, pero al fin guerrera.

Mujer de la sierra bordada de espinas,
con la piel reseca y preñada siempre,
con el alma vieja arrastrando historias,
con la vaga imagen, de que hay otra vida.

Cocina tus sueños con olor a humo,
siembra tus desvelos por otra alborada,
eleva plegarias en todos los barrios
y sigue poblando el mundo de sueños.


MESTIZA
Cleo Gordoa

Mujer mestiza
de sol y caña,
de pisadas firmes
en los cafetales.

De cascadas negras
que cubren su espalda,
como sinfonías
mecidas al viento.

Perlas de colores,
de sonrisa ausente,
de ojos obscuros
y silencios mustios.

Mujer arcoíris
envuelta en colores,
sudas tu huasteca
entre tus faenas.

Mujer que grita
desde sus adentros,
el deseo inmenso
de ser valorada.

Te bañan los ríos,
te besan las noches
y un día te deslavas
y te vuelves caña. 


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