jueves, 27 de febrero de 2014

EL SUAVE LICOR DEL PECADO... Eros, en la voz de Martín Campa Martínez


BOTÓN DE ARDOR Y FIESTA

Martín Campa Martínez

Pezón húmedo que me miras, que me destruyes,
incéndiame las sábanas hasta el amanecer,
rómpeme los huesos, las ganas, el amor.
Pezón intenso, no me abandones a mi suerte.
Tómame, incinera mi alma y mis desvelos.

Pezón maravilloso, hijo eterno de Dios,
ampárame en tu sopor sabroso, exquisito;
acógeme como al viento las campanas.
Pezón sensible, botón de ardor y fiesta,
fulgor nutritivo que alimentas a todos
los que somos amantes.
Márcame con tu redondo ritmo las pupilas,
acaríciame la espina que es mi espalda,
soy tuyo, soy tu espejo, tu agua, tu novela.

Ay, pezón de éxtasis, muérete conmigo.
Lléname, no me desampares,
cúbreme con tu inmenso aroma de mujer.

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LUNAS DESCARRILADAS

Martín Campa Martínez

Somos iguales en la oscuridad, Marina:
tú, alcohol para mis labios; yo, escalón para tu amor.

Me ves fijamente con tus ansiosos ojos
y comprendo tu mensaje:
deseas que ciña más tu espalda a mi piel.
Y este concierto de aromas se prolonga
hasta que el sol viene a derramarse
sobre las calles de esta ciudad.

Entonces te aprieto y arqueas tu sombra,
lames y me transformo en dulce contorsionista.
Las sábanas son el punto
donde la batalla llega al clímax
y me persigues por toda la habitación
como luna descarrilada.

Parecemos dos manzanas frotándose la pasión,
dos gotas iguales en la penumbra:
muerdes, gimo; cabalgo, y tú me guías…

Y en verdad somos tan frágiles, marina,
que un viento mal intencionado
(luego de amarnos tanto) nos haría caer,
de nueva cuenta, una sobre la otra...

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MUJER QUE SUEÑA

Martín Campa Martínez

Es domingo.
Un blues sube y baja por la ventana del silencio,
incita mis sentidos,
los enrojece hasta volverlos fuego en mi vientre.

Desnuda sobre las horas
pienso en tus labios de poeta recorriendo mis lágrimas,
en tus manos de arcilla reinventando mi piel.

Abro esta ventana para que entre a refrescarme
un canto de cenzontle,
desde el corazón calcáreo que luce el infinito,
pero sólo llega un aroma a ciudades en vela,
a ángeles insomnes,
un sabor a sabinos con piel de barro.

Mi cuerpo lleno de ansias
se derrama como lluvia sobre el lecho nupcial
y creo sentirte entrando a mis deseos,
pero no, solo es un falso delirio.

Otra vez apago mi calor
con el susurro de esta noche.

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EL SUAVE LICOR DEL PECADO

Martín Campa Martínez

Ella se deshace en ansias.
Ríe, moja con su delicadeza nuestras almas.
Sube con frivolidad a la pista, salta, inicia su fiesta.
Frota su hermosura con los secretos hilos de esta noche.
Muerde sus labios, nos corta la lujuria con el brillo de su carne.
Con el humo de algún cigarro adorna lo salado de su sexo.

Se contonea,
su perfume acaricia despacio
los poros de quienes la anhelan.
Derrama sus olores, nos deslumbra con sus movimientos.
Se monta en el falo hirviente de la música.
Apacigua la tormenta de los borrachos.

Baila, se burla de quienes no podrán tenerla esta noche.
Juega con sus senos,
los transforma en mariposas de un solo vuelo,
los pinta con la leche de la ciudad.

Juega a ser otra, la hembra de todos, el suave licor del pecado.
Abre sus muslos, toca su flor ardiente hasta incendiar nuestros nombres.

Danza, se vuelve eternidad.
Danza, nos moja con la miel de su ritmo.
Ni la lluvia se atrevería a interrumpir este momento.

De pronto se hace un silencio, estoy mojado hasta los recuerdos.

Las luces se apagan, ella baja del entablado,
alguien la cubre con una bata de seda.
Avanza aromando los ojos libidinosos de los parroquianos.

Apresuro mi vino y ella se acerca a mí, temblorosa.
La tomo por la cintura ante la envidia de todos;
beso su oído, mientras me voy perdiendo
en el fuego de su historia.

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VIDRIO MOLIDO

Martín Campa Martínez

UNO
Perdido en el océano de tu cuerpo,
náufrago temeroso
varado en la isla de tu voluntad,
fue mi balsa salvadora
tu clítoris lleno de luz.

DOS
Exaltado,
comprobé que algunas
de mis manías
aún son infalibles:
en este instante glorioso
te facilito el licor amargo
para que continúes
emborrachándote con las sombras
que perdió el verano,
quizá al final
tus labios se transformen
en ese luminoso vidrio molido
que uses para rasgar
mi espalda.

TRES
El fuego de tus manos
calcina la palabra
que es mi vientre,
entonces miro
a través del cristal
de la noche:
a lo lejos
también la ciudad,
como nosotros,
arde.

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AVISPA ENFURECIDA

Martín Campa Martínez

Ha llovido otra vez
y la ciudad semeja un ave con plumaje nuevo.

Afuera el frío muerde los edificios y la rutina,
mientras yo aquí
no puedo cerrar los párpados esta noche
viendo cómo mis dedos
se deslizan sobre tu entrepierna.

Y eres avispa de vagina enfurecida,
mujer de agualuna melódica,
pecho de engolosinado nombre.

Gira y gira la oscuridad
-torbellino jalándonos el músculo del deseo-
y mientras las horas pasan
igual que tristísimas estrellas fugaces,
vuelvo a embriagarme
con el afrutado aroma de tu piel.

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AL COMPÁS DE LA MÚSICA

Martín Campa Martínez

Sonia se transforma en la noche misma,
en sus muslos mis pupilas hacen fiesta.
Mueve su pelo y sus ganas al compás de la música.
No resisto su aroma a ciudad recién lavada.
Es semejante a Dios, pero está triste:
tiene acongojado el ritmo de sus caderas.

Se contonea, me observa, me dedica su baile.
Su espalda es como el verano
que anhela deshojarse en la mano de un poeta.
Se mueve como un alud de estrellas.
Humedece su sombra en mi copa de licor,
sabe que anhelo estar a su lado.
Entonces las luces se encienden, finaliza su show
y, esplendorosa, toca sus muslos por última vez.

Baja del escenario y llega a mi mesa.
Besa mi entusiasmo y yo tiemblo.
Sonia me invita a morir despacio en su lengua
mientras disfruto como ella
esas brasas del fuego hacendoso que es el amor.

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