ENTRE CUENTOS, POEMAS Y TUITS
-Primer Concurso Literario Herminio Martínez-
La
Literatura, al igual que las demás artes, refleja la identidad personal y
social de un pueblo. La evolución histórica que hemos tenido, nuestras
tradiciones, costumbres y nuestra
herencia cultural nos han hecho llegar hasta dónde estamos y definir lo que
somos y el por qué. La literatura nos ayuda a aprender, a transmitir y a
transferir pensamientos y situaciones que vivimos día a día, experiencias
propias o las de alguien más. Nos ayuda a expresar nuestros sentimientos por
otra persona, una situación o un momento simplemente. Actualmente, niños y
jóvenes viven un alejamiento de las artes, de la cultura y por ende de la
lectura y la escritura. Desde la escuela básica hasta la superior, se requiere
de sujetos activos que dejen el icono tecnológico que los deshumaniza cada vez
más. Y es en este sentido que el Primer Concurso Literario Herminio Martínez
pretende contribuir a fomentar, incrementar y desarrollar la actividad
literaria en México. En especial de todos los jóvenes escritores emergentes. El
concurso nace de la idea del Programa de Tutoría y acompañamiento del joven
universitario. Este acompañamiento lo realiza principalmente un profesor quien
apoya durante toda la carrera y complementa la formación integral con otras
actividades a lo largo del proceso educativo para mejorar el rendimiento
académico, solucionar problemas escolares, desarrollar hábitos de estudio,
trabajo, reflexión y convivencia social. El Dr. Emigdio Larios-Gómez,
profesor-investigador del Campus Celaya-Salvatierra de nuestra casa de
estudios, preocupado por el desarrollo integral de sus alumnos de la
Licenciatura en Mercadotecnia –como tutor– en un inicio los motivó a participar
como escritores literatos, a través de crear un cuento corto, una carta, una
poesía, un aforismo y un tuit. Situación
que terminó y empoderó a los alumnos con el desarrollo de competencias en
marketing, gestión cultural y la vinculación con el Taller Literario Diezmo de
Palabras fundado por quien fuera Cronista de la Ciudad de Celaya, Herminio
Martínez. Se recibieron creaciones literarias de España, Uruguay, Argentina,
Brasil y México, y de cinco estados de nuestro país (Jalisco, Puebla,
Guanajuato, Tlaxcala, Ciudad de México y Nayarit). En la premiación asistieron más de 200 personas, entre docentes y
jóvenes universitarios de la región, quienes presenciaron la lectura de las
obras ganadoras y las diversas participaciones de dignos representantes de la
música clásica, el baile folclórico, danzas polinesias, cine con cortos y
música rock.
Categoría:
CUENTO CORTO
PRIMER
LUGAR
Ignacio
Sánchez Morelos
Seudónimo:
Inocencio Calabaza
Título:
Dos cartas en noventa años
Residencia:
Celaya, Guanajuato
Eran
las cuatro de la tarde pero en su corazón ya había oscurecido. Recientemente
había terminado de comer, un mosquerío revoloteaba sobre los platos. La
persiana de la ventana estaba cerrada, la claridad se escurría por los
resquicios, apenas si entraba a la pieza; el resplandor acariciaba los muebles
cercanos y tan sólo alcanzaba para definir el contorno de los del extremo
opuesto; la luz entraba con una tonalidad amarillenta, se mezclaba con la
tierna oscuridad, y le concedía a la atmósfera el antaño de las fotografías de
la Revolución. Sentado en el borde de la cama, don Florencio Plaza no conseguía
dejar de llorar.
En
cuanto despertó, supo que iba a morir ese mismo día. Lo reconoció por el
malestar que sentía en todo el cuerpo, la muerte se le presentaba con los
síntomas de un resfriado, ésta vez acompañados del profundo temor a quedarse
dormido. Durante la mañana, por capricho de una memoria desahuciada, se puso a
recordar cómo es que había sobrevivido, pero únicamente le sirvió para darse
cuenta que la vida se le había ido en puro recordar, precisamente.
Después
de cumplir los treinta, por la suerte de un corazón roto más que por su
experiencia como médico partero, fue a parar a una comunidad serrana de cañadas
sin nombre, tierra de mezquites y aullidos de coyote. En aquel entonces, su
prometida tenía dos años de haber desaparecido sin dejar razón alguna a sus
familiares. La buscaron durante todo ese tiempo sin perder la esperanza; sin
embargo, el amor que Florencio sentía se fue apagando, los rumores indicaban
que su prometida se había escapado con un hombre de mejor porvenir. Más tarde,
las sospechas se dirigieron hacia el único novio que le habían conocido a la
muchacha. Pronto fue acosado por policías, amenazado de muerte por la familia
de ella, y repudiado por todos las personas que también empezaban a creer que
él era el responsable de la misteriosa desaparición. Decidió exiliarse en las
entrañas del cerro, sin despedirse de su propia gente, llevando consigo los
instrumentos de su profesión, más batas blancas que camisas, parte del dinero
que tenía ahorrado para su boda, y un sobre lacrado sin sello que identificara
a su remitente.
Florencio
sólo había recibido dos cartas en sus noventa años de vida. La primera la
guardaba en un gabinete desde su llegada a la sierra; la segunda la recibió
para la celebración de sus setenta inviernos, con unas iniciales
desconocidas en el sobre en perfecta
caligrafía, pero, tan pronto le fue puesta a disposición, la guardó para
ignorarla junto con la otra. Tanto se había olvidado de su antigua vida que ya
no había nada que pudiera ligarlo a ella. Ahora, justo antes de ofrecerse a la
muerte, sentía la necesidad de conocer lo que decían las esquelas, pues no
quería andar penando quién sabe cuántas vidas más, tan sólo por no haberlas
leído. Rompió el sobre lacrado y, mientras desdoblaba la carta, trataba de
limpiarse las lágrimas antes que éstas se desprendieras de sus mejillas, para
evitar alterar el manuscrito. Las palabras fueron terminantes: «Mis padres no lo quieren, no espere
respuesta de ellos. Venga conmigo a San Juan, acá podrá convertirme en su
mujer, no tarde en… ». Con las manos temblorosas y el corazón adolorido,
leyó la segunda carta. El aroma de su vejez saturaba la habitación, se
combinaba con el calor pesado de la tarde; las moscas ahora se paseaban por su
cuerpo estrecho. Florencio no dejó de llorar hasta que la vida se le escurrió
por los ojos. «… otoño de 1974… hallada
muerta… se desconocen las causas… indican que fue de tristeza, probablemente se
le oscureció el corazón».
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SEGUNDO
LUGAR
Grizel
Delgado
Seudónimo:
Vela Dora
Título:
Desayuno
Residencia:
Ciudad de México
Ana
y Diego se habían quedado callados. Ella no sabía muy bien por qué le había
confesado que sí creía en fantasmas, que sin querer acabó por creer esas
historias bobas de sus tías y primas.
Él
la miraba abrazando su taza, como no sabiendo muy bien si conocía a la persona
que tenía delante. Tomó un sorbo de café y luego intentó cambiar de tema pero
no fue necesario porque Ana recuperó el semblante inventándose breves tareas
urgentes en la cocina como fregar un sartén o poner por fin el lavavajillas a
andar.
Faltaba
tanto para salir del piso y comenzar el día, se repetía Ana. Escondía su
inseguridad frente a la tarja tarareando una canción. Se sentía completamente
estúpida e incómoda por esa confesión. ¿Por qué lo había dicho? Justo cuando
las cosas marchaban bien con este chico, pensó. Ahora sí que había metido la
pata.
Ana
tardaba tanto en abrir la boca para expresar las creencias o inquietudes que
tuviera que sus amigos no sabrían describir la idiosincrasia de la chica. Hasta
el momento, había conseguido por años ocultar a sus parejas lo que pensaba.
Regresaba las preguntas que le planteaban como leves y armónicos boomerangs a
sus destinatarios y así trenzaba su mundo. Pasaba sigilosa mostrándose pero no
dejándose ver.
Algunas
veces, sin embargo, le ocurría que tenía una certeza total sobre el otro y
entonces hablaba sin mirar el alcance de sus palabras. Porque Ana pensaba que
quien la escuchara, entendería lo que ella quería decir, o al menos no la
juzgaría por ello. El silencio marcial de Diego no obstante derrumbó cualquier
miga de certeza.
¿Por
qué lo había dicho? ¿Por qué no pudo quedarse callada? Ahora tendría que
buscarse otro chico, otro amor, otra historia. Habría que empezar de nuevo a
confiar y a creer. Qué soso final para una relación tan constante y casi
perfecta. Pero era evidente que los ojos de Diego seguían dilatados por la
extravagante confesión de la chica.
Diez
para la siete. Ana terminó de secar el sartén recién lavado y preguntó a Diego
si iba a usar el baño.
–No,
pasa tú –le dijo el chico sin acentuar ninguna sílaba y con la mirada perdida
en la ventana.
Ana
se encerró en el cuarto de baño y reforzó su trinchera subiendo el volumen de
la radio. Tomó su pastilla de risperidona y se vio al espejo mientras terminaba
de cepillar los dientes. Tenía ojeras. ¿Alguien la encontraría bonita? ¿Alguien
que no fuera Diego? y salió del cuarto de baño. Nueve y media -¡qué tarde!-,
hora de salir a trabajar.
Diego
seguía en la cocina. Ana quiso despedirse de él con un beso en la mejilla, pero
no pudo dárselo, la risperidona ya hacía efecto y lo desdibujaba de la silla.
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TERCER
LUGAR
Eric
Ernesto Prado Hernández
Seudónimo:
Buscasueños
Título:
La muerte de la luna
Residencia:
Celaya, Guanajuato
En
el principio de los tiempos, cuando aún no existían los humanos que habitaran
la tierra. Los astros en el universo convivían entre sí, hablaban, sentían,
pensaban, soñaban, y cuando lo deseaban, podían viajar a través del espacio
buscando aventuras y posibilidades infinitas.
La
luna en aquellos tiempos era el más elegante de los cuerpos celestes, brillaba
despidiendo una suave y delicada luz azul, su superficie estaba cubierta por
una capa de hielo fina y bruñida. Todos cuantos la veían, experimentaban una
misteriosa paz y serenidad que calmaba su espíritu y alimentaba su corazón.
Un
día mientras la luna viajaba recorriendo el vasto universo, divisó muy a lo
lejos un pequeño punto de luz dorada; curiosa, decidió acercarse hacia la
fuente de aquel bellísimo resplandor a pesar de su lejanía.
En
su afán de conocer el origen de aquella magnífica luz, la luna viajó por mucho
tiempo. Pasaron días, semanas y meses, y mientras veía crecer la intensidad del
resplandor, más ansia sentía por conocerle y acercarse a él, pues su alma
estaba embriagada por aquéllos colores dorados tan perfectos y bellos.
En
su viaje la luna se detuvo un par de veces para conocer más sobre el objeto de
su deseo, pronto supo que el dueño de sus pensamientos se hacía llamar “Sol”.
Ahora con un nombre en su mente, la luna viajaba más rápidamente acercándose
más y más al sol, ya no sólo la iluminaba su resplandor, sino que su calor la
llenaba de una tibieza reconfortante. Tantas eran las esperanzas por conocer al
sol que la luna no se daba cuenta que mientras más se acercaba, el calor se
sentía más intenso, y poco a poco su superficie de hielo se derretía y su
brillo azulado menguaba día tras día.
Por
fin un día la luna llegó al sistema solar y vio de lejos al sol, deseaba que el
astro le dedicara una sola de sus miradas, sin embargo el sol, concentrado en
su propio brillo como siempre, no se percató de que la luna se acercaba a él.
Demasiado
tarde la luna se dio cuenta que se había aproximado tanto al sol, que su hielo
se había derretido por completo y su brillo estaba por extinguirse. Pronto la
luna supo que estaba a punto de morir, y acercándose a la tierra le pidió que
la sostuviera en sus brazos para no caer al vacío y tuviera la oportunidad de
morir con la imagen del sol grabada en su corazón.
Es
por eso que la luna ahora permanece muerta y apagada por la eternidad, sólo
reflejando el brillo del sol de quien siempre quiso recibir una mirada. Aún los
amantes al ver la luna, pueden empaparse de su nostalgia, tristeza y amor
profundo, pero muchos también, han captado esa paz y serenidad que sólo la luna
puede otorgar.
Categoría:
POESÍA
PRIMER
LUGAR
Laura
Paola García López
Seudónimo:
Pan Tostado
Título:
Toqué a tu puerta
Residencia:
Guadalajara, Jalisco.
Jamás
regresarás a rescatarme.
Él
muerte y resurrección.
Él
infancia rota y esperanza gaseosa.
Yo
sombra de su sombra.
Yo
vacío y perdón eterno.
Yo
siete y él treinta.
Nunca
regresarás a rescatarme.
Nunca
tendré tus lágrimas en un frasco
para
recordarme que hasta los dioses lloran.
Jamás
iremos a casa.
Jamás
los vítores de triunfo,
jamás
el castillo propio.
Siempre
las manchas de mi sangre en tu ropa.
Jamás
vendrás a rescatarme
del
infierno que tú mismo creaste.
Siempre
los pedazos
de
promesas enlodadas.
Siempre
voces sofocadas
en
cavernas mentales.
Jamás
podré rescatarte.
Toqué
a tu puerta, cuchillo en mano, pero jamás viniste a mi llamado.
Lloré
tus vicios, muerte en mano, pero jamás llegaste a repararlos.
Toqué
tus años, infancia en mano, pero jamás se cumplió el milagro del tiempo.
Siempre
vendrás a aniquilarme.
Cuando
la paz sea más que una flor de plástico en tu tumba.
Cuando
nuestros sueños jamás hayan sido más que locura.
Cuando
jamás hayas venido a rescatarme.
Habré
cambiado tu nombre a dios tantas veces,
que
el sabor de la esperanza se pudrirá en mi boca.
Jamás
llegaré a vengarme.
Siempre
el color de tus palabras en mis gritos.
Jamás
el consuelo de tu promesa cristalizada.
Tu
sueño se derrumba en mis pulmones.
Mi
vergüenza se conjura en tu afilada ausencia.
Mi
cuchillo sin sangre.
El
silencio en tu puerta.
Jamás
abrirás la puerta.
Jamás
tocarás a la mía.
Jamás
una puerta del hogar que soñamos.
Jamás
llegarás a rescatarme.
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SEGUNDO
LUGAR
Mariana
Escoto Maldonado
Seudónimo:
Sanjuana Estival
Título:
Petit Morte
Residencia:
Querétaro, Querétaro.
Del
amor sólo queda nuestra pequeña muerte.
Fuimos
vasos comunicantes
con
la mirada.
Fuiste
sangre de mi sangre
a la
hora de nuestra última ceremonia:
“desnúdate
que yo te ayudaré”
aunque
apenas me conozcas
y
pidas la luz apagada.
Un
artista de Antioquia llamó a nuestra puerta
y la gloria nos había abandonado.
Daban
las diez
y ya no teníamos ojos:
fuimos
siempre estatua y Venus.
Con
los pechos redondos
contemplamos
este cuerpo nuevo:
mármol
herido.
Pero
no pudimos abrazarnos;
ésa fue nuestra pequeña muerte.
Lejos,
después
del día de tenerte entre mis brazos
estás
intacta,
como
todas las cosas de este mundo.
Se
van de mí, como una muerte cercana,
los
mejores paisajes de tu cuerpo.
Se
va de mí nuestra pequeña vida,
desesperada
de que no pase
ni
la hora de nuestra hora,
ni
el tiempo
en
línea recta
y no
haya tal horizonte
ni todo
lo nuestro,
ni
todo,
ni
nada.
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TERCER
LUGAR
David
Vázquez Maldonado
Seudónimo:
León Villazapata
Título:
Aristóteles se equivocó
Residencia:
Puebla, Puebla.
"La
naturaleza no hace nada en vano.
Sólo el hombre, entre los animales, posé la
palabra".
Aristóteles
de Estegira.
Aristóteles
tenía razón:
eres
un animal político.
Fango
que se levantó a conquistar el mundo
con
el arco y la palabra,
con
el sexo, con la imaginación.
Rebaño
de polvo que provocó el fuego del verso,
frotando
dos cuerpos, dos rocas.
Lidiaste
con el mamut y con el río,
convenciste
al pájaro,
traicionaste
a la bestia.
¿Dónde
estabas tú en la primera marea
dónde
cuando la fiera bramó el primer dolor,
el
primer placer?
No
asomas en el Archivo de las Rocas
antes
que el pez,
cuando
el soplo de la vida
enderezó
tu barro milagroso,
y
liberó al animal crepitante
entre
el volcán y el agua.
Aristóteles
se equivocó:
Eres
animal, nada más.
Categoría:
CARTA
PRIMER
LUGAR
Lic.
José Martín García
Seudónimo:
Malaq Ben-Ariel
Título:
Carta a mi maestro
Residencia:
Celaya, Guanajuato
Celaya
de la Purísima Concepción, 15 de mayo de 1968
Dilectísimo
maestro:
Quiero
que sepas que nunca me engañaste. Siempre descubrí, tras tu rostro adusto y tu
gesto severo, el brillo de tus ojos cuando explicabas pacientemente tu lección.
Sí, es cierto, sonreías poco, pero cuando lo hacías iluminabas el aula como el
sol al romper el alba inunda de luz el orbe entero.
Muchas veces te encontré recluido en
la vetusta y polvosa biblioteca de la escuela. Amabas los libros y tratabas de
infundir ese amor en nosotros. Quiero decirte que tus afanes no fueron
estériles. Por ti aprendí a amar los libros y hasta creo que demasiado. Toda mi
vida he atesorado tu recomendación de apagar el ruido inútil con el silencio de
un libro.
Recuerdo vivamente tu ironía cuando
te preguntábamos por qué habías elegido ser maestro de escuela. Nos contestabas
que la vida te había orillado a entregar el hígado en pedazos a los niños que
querían llegar a ser grandes empresarios y grandes políticos, aunque muchos no
estaban dispuestos a aprender a leer y a pensar. Leer y pensar, eso era lo que
hacíamos en tus clases.
Para ti el aula era un espacio
sagrado. Solías decirnos que al entrar a ella estábamos entrando al templo de
Atenea, “la de los ojos de lechuza”. Tú te transformabas en el sumo sacerdote
que nos revelaba los misterios de las sagradas escrituras: Desde Berceo hasta
Cervantes y desde Cervantes hasta Unamuno. Todos te acusaban de ser muy
hispanocéntrico, pero para ti la cultura hispánica era el compendio y la
cristalización última de la cultura occidental.
No, querido maestro. Tú nunca me
engañaste. Estabas en la docencia por el amor que sentías por el saber. Habías
incluso renunciado a tener tus propios hijos por el amor hacia aquellos
pequeños alocados que profanaban el silencio de tu templo.
Quiero que sepas, querido maestro,
que estás en mi memoria y lo estarás siempre; pero no, no creas que eres
solamente un recuerdo hermoso: eres la persona que más huella ha dejado en mi
vida, para bien. Hasta me atrevo a decir que mis pocas cualidades fueron
modeladas por ti, una a una, días tras día, con el cincel de tus palabras
certeras y tus actitudes amorosas.
Te entrego hoy, en este Día del
Maestro, el testimonio de mi respeto, de mi amor filial y de mi eterna
gratitud. Gracias, amado maestro, por haber planificado mi vida con tu ejemplo.
+++++++++++++++++++++++
SEGUNDO
LUGAR
Eduardo
Arias Ávila
Seudónimo:
Alejandro Úbeda
Título:
Carta de un hombre sentenciado a muerte
Residencia:
Celaya, Guanajuato.
Querido
hijo:
Al
apreciar la mirada álgida y febril de aquellos sentenciados a muerte como yo,
puedo decirte hijo mío, que pude ver de manera más clara la verdadera
naturaleza del ser humano, por supuesto, inherente al sufrimiento que dicha
naturaleza conlleva. Al filo de la oscuridad, sumergido en un tormento
envolvente, quiero decirte, sangre de mi sangre, con el máximo dolor que puede
embargar a cualquier alma, por favor, no sigas mis pasos. Hoy te pido
suplicante, hijo mío, fruto de un amor incondicional, que atesores cada palabra
de este, mi único legado.
Nunca
traiciones a tu naturaleza para ceder a las peticiones absurdas de otros, pues
la naturaleza es algo intrínseco, los placeres se vuelven vanos cuando no están
acompañados de integridad.
No
te ilusiones con promesas que nunca te hicieron, pues por ende, estas jamás se
van a cumplir.
No
claudiques ante los problemas que interfieren en el camino a tu meta, el
sufrimiento es transitorio, solo aquellos que carecen de carácter se quedan
estancados en él.
Nunca
obedezcas sin cuestionar, fórmate un criterio propio y utilízalo como base para
elegir tu proceder.
No
tomes objetos, ideas o méritos que no te pertenecen.
Haz
lo que desees, siempre y cuando no provoques un daño colateral.
No
seas prisionero de tu ego, la humildad es la virtud de los hombres ejemplares.
Y
sobre todo, hijo mío, no te prives de amar únicamente porque alguien te
decepciono, permite que el tiempo pula tus sentimientos, pero no que los afile,
sin amor no hay dicha.
Las
manecillas del reloj se sobreponen, anunciando el inminente y terrible final.
Me despido de ti hijo, perdón por no haber estado en tus momentos de mayor
necesidad, no bastarían tres vidas para expresar el orgullo que siento por ti,
me voy con el consuelo de que un día serás mejor hombre de lo que yo fui.
++++++++++++++++++++++++
TERCER
LUGAR
José
Martín Palma Paz
Seudónimo:
Martín con acento
Título:
Carta a Latinoamérica
Residencia:
Celaya, Guanajuato
Estoy
seguro de que tú me conoces muy bien, pues, todo lo que soy es gracias a ti.
Puede que sólo te consideres un pedazo de tierra, como los muchos que hay en el
planeta, pensarás. Debes saber que no eres sólo eso. Y es que eres mucho más.
Eres
una larga historia, eres y fuiste los Incas, los Mayas y los Aztecas con todo
el desarrollo que lograron crear durante un largo periodo. Eres y fuiste ese
largo tiempo en que vivieron las culturas prehispánicas, lleno de abundancia,
desarrollo y tecnología. Eres y fuiste los avances que los colonizadores
encontraron al llegar y que los asombraron durante el inicio de ese periodo tan
triste en tu historia. Eres y fuiste todo lo destruido por los colonizadores,
todo lo derrumbado, todo lo sometido, todo lo saqueado. Eres y fuiste todos los
hombres y mujeres de gran corazón que sin saberlo entregaron sus más preciadas
almas al yugo colonizador, que renunciaron a su modo de vida, que aprendieron a
manejar un idioma desconocido pero igual de hermoso que cada una de las múltiples
lenguas que hablaron. Eres y fuiste todos esos hombres y mujeres valientes que
se levantaron cuando sintieron que la opresión era suficiente, eres y fuiste
Miguel Hidalgo y Costilla, Francisco de Miranda, Simón Bolívar, José de San
Martín. Eres y fuiste ese pueblo que levantó una América saqueada. Eres y
fuiste.
Eres
Buenos Aires, Santiago, Lima, Montevideo, Ciudad de México y todas aquellas
ciudades que han demostrado ese desarrollo que el mundo entero te suele negar.
Eres, también, aquellas ciudades que han comenzado el desarrollo y también las
que no lo han comenzado.
Eres
todos los habitantes de cada uno de tus países, eres todos los animales, todas
las plantas, todas las montañas, todas las costas, todo lo verde, todo lo azul,
todo lo vivo.
Serás…
serás mucho más.
Te
escribe, un Latinoamericano.
Categoría:
AFORISMO
PRIMER
LUGAR
Eduardo
Arias Ávila
Seudónimo:
Alejandro Úbeda
Título:
Sin título
Residencia:
Celaya, Guanajuato
Cuando
el hombre profundiza en la virtud que conlleva el eclecticismo,
descubre que no
existen jerarquías entre seres humanos, ni de ideas, ni de obras.
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SEGUNDO
LUGAR
Fernanda
González Zúñiga
Seudónimo:
Anne
Título:
La felicidad
Residencia:
Celaya, Guanajuato.
Sonríele
a la tristeza, para que veas como nunca regresa.
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TERCER
LUGAR
Omar
Méndez Jaramillo
Seudónimo:
J. O. Mar
Título:
Cuestiones del amor
Residencia:
Celaya, Guanajuato
Afortunado
el hombre que tiene la capacidad de amar,
desdichado aquel que nunca llega a
amarse.
Categoría:
TWITTERATURA
PRIMER
LUGAR
Rosa
María del Blanco
Residencia:
Madrid, España.
SEGUNDO
LUGAR
Alberto
Horcasitas Nava
Residencia:
Puebla, Puebla.
TERCER
LUGAR
Aline
Alexandra Gaytán
Residencia:
Campeche, Campeche.
¡GRACIAS POR PARTICIPAR!
Celaya, Gto. 13 de octubre de 2016.
*Los textos ganadores del primer lugar fueron publicados en El Sol del Bajío, el domingo 23 de octubre de 2016.
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