Una dulce amistad
Iris Elohim Hurtado Arroyo
Érase
una vez dos muy buenos amigos abejitas, uno se llamaba Chicho y el otro,
Chencho. Todas las mañanas salían muy contentos a recolectar miel con una gran
actitud y entusiasmo, porque así es más dulce y sabrosa.
—¡Sabes que cuando haces las cosas
feliz y con amor todo sale mejor! -Chencho le dijo a Chicho-.
—¿Qué
te parece si hoy vamos al Parque de las rosas?, creo que será un buen día, el
sol está en su máximo esplendor y me siento muy feliz, será un gran día
–respondió Chicho-.
Volaron un buen rato, mientras tanto
platicaban. El tiempo pasó como un suspiro y llegaron al Parque de las rosas.
Pero cual va siendo su sorpresa, ¡una terrible plaga de moscas estaba en el
parque! Ningún insecto se acercaba, ya que las moscas son asquerosas. Le
preguntaron a la oruga Katy qué estaba pasando y ella les contestó muy llorosa:
—Nadie se puede acercar porque el
jardín les pertenece a las moscas y ahora no sabemos qué hacer. Creo que
tendremos una reunión urgente, las tenemos que sacar porque sus patas mugrosas
y peludas están secando a tan bellas rosas.
Entonces
Chencho y Chicho rápidamente reunieron a los demás insectos
y formaron un gran batallón. Invitaron a Mostachón, el escarabajo
Goliat, que solo al ver su aterradora presencia, las moscas salieron
despavoridas, huyendo y dejando el jardín libre.
Chicho y Chencho tuvieron que
trabajar a marchas forzadas para cumplir con su jornada del día y los demás
insectos estaban muy agradecidos por liberarlos de las mugrosas moscas. Las
abejitas iban muy felices de regreso a la colmena con sus cubetas llenas de
rica y dulcísima miel.
Pero las mugrosas moscas tenían un
plan malvado para los insectos. Robarles el jardín y sus pertenencias. Era una
terrible idea porque el jardín les permite a los insectos vivir de una manera
estable y con mucha comida.
Al otro día, Katy se llevó
la gran sorpresa de que las moscas habían
secado las bellas rosas. Cuando vio que las rosas estaban secas, llamo
rápidamente a Chicho y a Chencho. Les mostró lo que había pasado. Chencho preguntó:
—¿Quién hizo esta monstruosidad?
Katy se puso a llorar porque las
rosas eran su felicidad y los demás insectos también se pusieron a llora
amargamente. Las moscas habían logrado su objetivo y se reían como unas tontas.
La mariposa Paty pasó volando y al ver a Katy la oruga se regresó.
Paty, con su voz dulce y tierna le
preguntó a Katy:
—¿Qué te pasa pequeña Katy? ¿A qué
se debe tanto llanto?
— Ahora no me podre convertir en una
bella mariposa como tú, Paty.
—¡Pero, ¿cómo dices eso? ¿Qué pasa?
¿Por qué? Cuéntame. Eran tantas preguntas que Katy comenzó a llorar de
nuevo.
—Las moscas, Pancha y Filogonia
lograron secar el jardín de las rosas y tú sabes que yo vivo ahí. Ahora no me
podré convertir en mariposa y los demás insectos tendrán que buscar otro jardín
y muchos de ellos ya están muriendo y otros comienzan a emigrar.
La
hormiga Rubí se enteró del problema y se presentó con un gran batallón del
ejército Ponzoña, junto con Chicho y Chencho para expulsar a las asquerosas
moscas. Pero se llevaron tremenda sorpresa al ver que las moscas se habían
comiendo a las rosas y solo quedaron los tallos. Estaban tiradas panza hacia
arriba porque no les cabía un pétalo más.
Pancha tenía un dolor de estómago
terrible, mientras que Filogonia tenía mucho vómito. Chicho y Chencho se compadecieron y les llevaron un remedio.
Les dijeron:
—Tomen este brebaje que les ayudará
a sentirse mejor y esperamos que hayan aprendido la lección de no ser tan
abusivas con los demás.
Cuento escrito por la niña Iris
Hurtado Arroyo.
Taller literario par niños Diezmito de Palabras.
Imágenes creadas con IA.
Forma parte del libro Cuentos para no caerse de la
cama de 2024.
Disponible en Amazon.




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