Pierrot
Estrella Méndez Méndez
El carrusel giraba
lentamente con sus criaturas hermosas: los caballos de crines plateadas y
doradas de andar mágico, el fiero león de melena mecida por el viento y el
rugido en su boca; con un hermoso carruaje color perla. Todos hermosos, todos
maravillosos se reflejaban en los espejos de las columnas. Las luces brillantes
llamaban a los niños a subir y pasear sobre los animales y carruajes. La música
suave te arrancaba una sonrisa de los labios.
Daba
vueltas lentas pero no aburridas. Cómo amaba ese carrusel, puntual cual reloj,
se encontraba frente a él, a esa hora en que no había más alma que la suya para
admirar su belleza, subirse al carruaje o a uno de los corceles, incluso al
león, una o veinte vueltas, riendo feliz.
En las
noches de carnaval observaba en silencio a todas esas personas pasear en su
carrusel, mordiéndose el labio para no gritarles que se alejaran de ahí. Aun
así, nadie escucharía su llamado.
Noche
tras noche, disfrutaba de su paraíso, hasta que la luz del amanecer comenzaba a
surgir del horizonte tiñendo de carmín el cielo, los ojos de las criaturas, y
los adornos plata del corcel que montaba antes de volver a su encierro.
Ese
amanecer fue diferente, estaba cansado de ocultarse, estaba cansado de no poder
estar siempre en su paraíso. Elevó el rostro para ver el amanecer. Sentado en
el fiero león, sonrió ampliamente. No hizo caso a la llegada del guardián de la
atracción el cual se detuvo bruscamente a unos metros mientras su rostro se
volvió pálido, abriendo su boca en un grito silencioso.
Un
líquido carmín caía lentamente deslizándose por los flancos de su montura, la
silueta translucida del niño que ocultaba su rostro detrás de una máscara de
Pierrot que solo dejaba ver sus ojos rojos y una sonrisa negra.
El hombre tropezó y se fue de bruces, levantó de nuevo su mirada aun estremecido por la visión, mirando alrededor, no había nada ahora. Sin embargo, el carrusel continuaba funcionando, a pesar de saber que estaba desconectado. Daba vueltas y vueltas, con la música resonando en la soledad de la feria.
FIN



No hay comentarios:
Publicar un comentario