LA
CIENCIA COMO FICCIÓN Y LA FICCIÓN COMO CIENCIA
-Narrativa
infantil-
A
través de los años de trabajar con talleres literarios y cursos de formación de
niños escritores en el estado de Guanajuato, he visto interés en el género de
ciencia ficción, pero se escribe poco sobre ello. Tal vez debido a la misma
desinformación que existe sobre el tema. Considero que la literatura de anticipación debe
formar parte del acervo cultural de todos los niños y jóvenes porque les anima
a investigar y cuestionar la ciencia actual. Es mi intención fomentar un mayor
interés en la ciencia de anticipación por medio de la lectura y que ellos
mismos escriban sus historias que provoquen a la reflexión y la controversia
sobre el alcance de la ciencia actual. La inteligencia artificial es un
excelente tema de lectura y divulgación científica. Ha sido fundamental el trabajo
con la Red de Bibliotecas públicas del estado de Guanajuato, bajo la dirección del
Lic. Alejandro Contreras y todo el equipo de bibliotecarias comprometidas con
el fomento a la lectura y el desarrollo de niños escritores y narradores. Esta es
una pequeña muestra de su trabajo en los talleres de narrativa. Es a los niños a
quienes les tocará descubrir todo lo que no sabemos.
Julio
Edgar Méndez
DIARIO
ALIEN
-Parte
1-
Por:
Teresa Montserrat Álvarez Pérez
Día
1
3/01/3090
¡Lo
he comprobado!, he resuelto la pregunta más inquietante del universo… ¿Estamos
solos?
El planeta Tierra ha sido
conquistado por una invasión alienígena, han secuestrado a mis padres y estoy
sola en casa. Me llamo Kira Witman y tengo 16 años. Estoy asustada, pero tengo
la esperanza de encontrar a alguien más. Mientras pienso que hacer, suena el
reloj de mamá y miro la hora ¡Es media noche!, me apresuro y guardo en mi
mochila algunos víveres, unos binoculares, 4 lápices, este diario que sería el
testigo de sobrevivencia y la navaja de papá, estoy dispuesta a dormir pero
antes atranco puertas y ventanas de mi casa, que ahora está en ruinas.
Día
2
4/01/3090
Anoche
no pude dormir, tuve una pesadilla salida de una película de horror. Los
alienígenas me siguieron hasta un callejón sin salida y me clavaron sus garras
inyectándome algún tipo de veneno, haciendo que cayera inconsciente. Abrí los
ojos y desperté en un cuarto muy parecido a un quirófano. Estaba atada a una
especie de cama flotante gelatinosa; mi corazón latía tan rápido que podía
escuchar mi propio latido, sabía lo que me harían… matarme para experimentar
conmigo. Sentí el filo de una navaja cortando mi piel y luego… desperté.
Gracias a Dios desperté de aquella
pesadilla, ningún joven de mi edad podría soportar algo así. Dormí demasiado;
mucho más de lo normal, me preparo para salir de mi casa. Abro la puerta
tratando de no hacer ruido, se abre, miro el exterior y encuentro una patrulla
alienígena recorriendo el lugar, rápidamente cierro la puerta sin importarme el
ruido «espero que no me hayan visto», no me queda otra opción que salir mañana
temprano.
Día
3
5/01/3090
(Hoy
uso mi segundo lápiz)
Fueron
los gritos desesperados de un chico los que me despertaron, —al parecer de mi
edad—, miro por la ventana pero no veo a nadie, ¿lo habré imaginado?
De repente, ¡alguien pone una mano
sobre el cristal!, pero no logro verle la cara. Al principio me asusto pero en
el fondo de mi ser siento una gran satisfacción al ver que no soy la única
sobreviviente. Salgo lo más pronto posible para ayudarlo, lo tomo de la mano e
intentamos buscar un lugar más seguro para poder escondernos y así no lograr
ser capturados;
—Shhh… silencio- le ordeno sin verle
la cara.
Sigilosamente
salimos por la parte de atrás de las ruinas de mi casa hasta llegar a los
restos de un puente que cruzaba de la ciudad al bosque, ocultándonos entre un
muro de concreto y la base del puente; era un hueco que nos serviría de refugio
por el momento, por suerte nadie nos siguió.
¡¿Qué hare?! Me queda muy poca agua,
y ahora que somos dos va a ser un problema; antes de dormir le pregunto al
chico si está bien, ya que está lleno de sangre. Al principio no le tomé
importancia, pero enseguida me preocupa; inseguro, él me asiente con la cabeza.
Hambrientos y cansados nos concentramos en dormir.
Día
4
6/01/3090
Hoy
nos esforzamos en levantarnos por la poca energía que nos queda, pero aun así
tenemos que salir en busca de más provisiones. Para desayunar únicamente me
quedan dos manzanas, un frasco de yodo para purificar el agua, cuatro galletas
y aproximadamente 250 mililitros de agua «qué decepción». Quisiera tener más
alimento para los dos. Mientras comemos me dice que su nombre es James Castaway
y que tiene 17 años, también me cuenta que sus padres murieron el día que llegó
la invasión porque su casa se derrumbó sobre su familia y solo él logró salir
de los escombros con vida. Para consolarlo le cuento el secuestro de mis
padres.
—Mis padres eran astrónomos y fueron
los primeros en darse cuenta sobre la invasión, se lo contaron a todos pero
nadie les creyó, pues en 500 años no ha habido una invasión, solo yo les creí,
los secuestraron al tratar de salvarme.
—¿Qué harás ahora que me has
salvado? –pregunta James, un poco preocupado por mi estado de ánimo-.
Tardo un poco en responder, pues
hasta ahora no lo había pensado. Después de unos pocos segundos, respondo:
—Buscaremos a más personas
sobrevivientes que necesiten ayuda, pero lo más importante es buscar a mis
padres.
Un momento de silencio nos envolvió,
no se oía más ruido que el sonar de la lluvia que empezaba a caer y nuestro
sonido al respirar.
En ese momento me levanto, miro a
James y señalo con mi dedo índice el exterior, James entendió lo que quería
decir «salir de aquí y continuar nuestro camino», de lo contrario moriríamos de
hambre. No sabía cómo decirle que teníamos que irnos, así que por eso le hice
esa señal. Teníamos por lo menos 6 horas y 42 minutos antes de que anocheciera
para llegar a nuestro pueblo vecino, Haogworlings, a 1.2 kilómetros de donde
estamos nosotros, Hindersburgs, pero tendríamos que irnos inmediatamente sin
distracciones.
Día
5
7/01/3090
Llevamos
caminando casi 2 horas y 50 minutos para ser precisa. El cielo está empezando a
nublarse, lo cual es una mala noticia para nosotros, porque significa que se
aproxima otra lluvia y el cielo está empezando a tornarse de un color dorado. No
nos queda mucho tiempo para llegar a nuestro destino, pero ahora tenemos que apresurarnos
a llegar a Haogworlings y, como está el clima, eso quiere decir que solo
tenemos 45 minutos para continuar, y el resto del camino tendrá que esperar.
Después de muchos minutos de caminata (no sé cuánto tiempo llevamos exactamente
caminando, ni sé cómo hemos podido aguantar un camino tan largo) llegamos a una
cabaña que empezaba a desmoronarse y que podría caer en cualquier momento. Sería
peligroso tener que entrar a esta casa en ruinas pero sería aún más peligroso
tener que quedarnos afuera a la vista de alguien, o algo.
—No queda nada que comer, Kira -me
dice en tono débil mi compañero.
James tenía razón pero mañana
llegaríamos a Haogworlings. Empezábamos a cerrar los ojos cuando otro grito, un
grito desesperado por vivir, envolvió el bosque a nuestro alrededor pero, aun
así, teníamos que descansar. Después de algunos minutos de silencio, me di cuenta
de que aún sigo despierta «¡¿Por qué rayos sigo despierta a estas horas de la
noche?!». Veo el exterior de este lugar que se cae en pedazos y veo la
blanquecina y dorada luz de la mañana terrestre «¡¿Pero, cuántas horas no he
dormido?!», unos ligeros y hermosos rayos de sol entran entre las aperturas y
la entrada casi desecha de este lugar y caen sobre James. Lo miro y sin darme
cuenta me sonrojo cada vez más al verlo, y en mi mente algo me pone pensar… «¿Cómo
es posible que me empiece a gustar alguien a quien llevo conociendo apenas
durante dos días y medio?». Pero no me importa, mientras lo veo, algo de golpe
me quita la felicidad, es su rostro; un rostro tan pálido como la piel de un
muerto:
—¡¡¡James, James… despierta por
favor!!! -grito desesperada.
Empieza a abrir sus ojos, unos ojos
azul celeste que inmediatamente se centran en los míos «¿Por qué sus ojos se me
hacen tan cálidos y familiares?», lo reviso por todos lados y me topo con algo
que me deja paralizada y preocupada, hasta el punto de empezar a llorar…
¡Estaba herido!, tiene una cortada en un costado de su abdomen y al parecer se
ve bastante grave, tengo que irme en busca de comida y medicamentos, de lo contrario
James moriría.
Tomo mis cosas, pero en especial la
navaja de papá; es la única arma que tenemos para protegernos. Mientras me
dirijo a la entrada de la cabaña, oigo la dulce y débil voz de James:
—Kira, prométeme que regresarás y no
me dejarás solo.
Al escuchar su forma tan detallada
de decir “no me dejarás solo”, me hace sonrojarme todavía más, él lo nota y
suelta una débil pero agradable risilla.
—Te… te lo pro… prometo, James,
volveré –digo, tartamudeando y eso me hace sentirme más incómoda de lo que
estoy a su lado. Sin pensarlo dos veces me dirijo a él, quien me llama con un
gesto de la mano y, al acercarme a él, su respuesta me deja helada de asombro:
—¿En serio no me recuerdas, nena? -dice
en un tono muy… ¿cómo decirlo?… coqueto.
Su forma de decir, “nena”, me hace
recordarlo todo.
—James, ¿e… eres tú?
-Continuará…
Teresa
Montserrat Álvarez Pérez
13
años, 2do. de secundaria.
Biblioteca
Prof. Gerardo Pedraza
Uriangato,
Gto.
Bibliotecaria:
Ma. de Jesús López Niño
EL
GRANDIOSO INVENTO
Silvia
Tzitziki Guzmán Moreno
Estaban
en la grandiosa era de la tecnología donde todo era posible. Vivían solamente
los mejores científicos de la galaxia llamada Androide 9187. Entre todos los
grandes científicos había una sola
mujer. Era brillante y creía en lo imposible. Un día tuvo una gran idea: crear
a un robot que pareciera humano, pues tenía pensado mandarlo a otras galaxias a
descubrir nuevas cosas y tratar de crear nuevos seres para que se rebelaran contra
los gobernantes y conquistaran todas las galaxias.
Pasaron años y por fin el robot
estaba listo. Nadie creía que eso fuera posible. Decían que esa científica
estaba demente o loca. El día que ella los llamó a todos para demostrarles su
obra, nadie fue. La científica, desilusionada, hizo un plan para vengarse de ellos
pues la dejaron en la soledad. Como ahora eran enemigos, los hombres
científicos también intentaron luchar y defenderse. Se armó una gran guerra,
tardaron dos años, hasta que el gran robot se cansó y se rebeló.
Aunque todos estaban confiados en
que no les pasaría nada, cada uno de los científicos, dándose cuenta de que
estaban en riesgo de morir, crearon un programa informático para derrotar al
grandioso robot, pero fue un gran fracaso.
Un día, los científicos se
resignaron a dejar de luchar y a morir, aunque como la científica brillante
entró en razón, perdonó a los ignorantes científicos y los obligó a disculparse
y a ser sus leales súbditos. La persona que se negara sería condenada a morir
de una manera excesivamente cruel y dolorosa. Les quitarían toda la inteligencia,
después los harían pedazos. Así, la gran científica reinó para siempre con una
manera descomunal de manejar a la ciencia y la tecnología.
Silvia
Tzitziki Guzmán Moreno
1º de
Secundaria
Biblioteca
Prof. Gerardo Pedraza
Uriangato,
Gto.
Bibliotecaria:
Ma. de Jesús López Niño
EL
ROBOT DE LA MUERTE
Demetrio
Antonio Sánchez Zavala
Estaba
el robot en su cama de fierro hablando con el holograma de su robot-madre que
estaba en una civilización robot en ese planeta, tras la caída de la humanidad
en la 3° guerra mundial de 2176.
Hablaban de un programa informático
que les ayudaría en la construcción de las ciudades:
—Mami, te extraño -le dijo el robot
a su robot-madre.
—Yo, no -le contestó ella. El pobre
robot lloró aceite de tristeza porque su madre no lo quería y porque fue un
robot accidental.
En ese momento el robot juró
venganza de su madre y viajó a esa civilización en un perro espacial mágico
científico versión 6.0. Una vez llegó, destruyó todo a su paso incluyendo a su
sacrosanta madre.
El robot había consumado su
sangrienta (y artificial) venganza.
Demetrio
Antonio Sánchez Zavala
2°
de secundaria, 13 años
Biblioteca
Prof. Gerardo Pedraza
Uriangato,
Gto.
Bibliotecaria:
Ma. de Jesús López Niño
EN
EL ESPACIO
Ariana
Sánchez Zavala
Es
el año 2119 en el cual existen carros voladores. Donde la gente viaja, no para
comprar tortillas, si no para viajar a otros universos. Todas las personas son
muy felices, excepto una. Un científico medio loco. El pensaba que los carros
voladores, el mejor invento de la humanidad, eran malvados, peligrosos y que
tenían mente propia, aunque no era verdad.
Todos pensaban: «¿Por qué?... ¿por
qué piensa eso?».
Así pasaron 20 años y la humanidad
decidió hacer a los carros voladores un tipo de inteligencia artificial. Así lo
hicieron y todos fueron aun más felices porque ya no tenían que manejar ellos.
El único que no estaba feliz era el científico. Lo más extraño fue que su
teoría se hizo verdad. En poco tiempo los carros voladores se hicieron muy
poderosos e inteligentes, así conquistaron la tierra y poco después la
destruyeron. Ahora nosotros, los sobrevivientes, viajamos en una nave espacial
para poder encontrar otro planeta donde vivir en paz. Ese científico maniático
logró sobrevivir, pero a los pocos años murió. La vida en una nave no es fácil,
descubrimos que existe la vida extraterrestre y de vez en cuando uno que otro
se mete a la nave y nos ataca, pero afortunadamente tenemos armas laser que los
matan. Es el año 2135, quedamos pocos en la nave y falta un año para que el más
anciano muera, para que nazca un nuevo
bebé.
Años después quedan dos viajeros
vivos. Una señora de 92 años y yo, un hombre viejo de 95. A la señora le quedan
dos horas de vida, a mí tal vez una hora más.
Han pasado dos horas y la señora ha
muerto. Yo, aun con vida, dejaré en esta
nave vieja «tal vez tanto como yo», unas palabras escritas en la pared:
«Es
el fin de la estupidez y la vida humana».
Ariana
Sánchez Zavala
6°
de primaria, 11 años
Biblioteca
Prof. Gerardo Pedraza
Uriangato,
Gto.
Bibliotecaria:
Ma. de Jesús López Niño
No hay comentarios:
Publicar un comentario