LOS RITMOS OCULTOS DE LA VIDA
“Llamo poetas no solamente a los que introducen un
ritmo en el lenguaje, sino sobre todo a los escritores que saben y hacen oír
los ritmos ocultos de la vida. En cuanto una obra sugiere esta impresión de
cambio regular de un tema, de una actitud, de un pensamiento, introduce en el
desorden de las cosas una armonía inteligible y se convierte por esto en una
poética. El tema puede ser un tema natural como el cambio de las estaciones o
el movimiento de las olas.”
André
Maurois: Dickens, 1937
El
desorden las de las cosas... se transforma en armonía inteligible. Se vuelve
poesía. El gran escritor francés, André Maurois, dedicó gran parte de su obra
literaria a estudiar a otros autores, entre ellos Dickens. Al señalar que el
poeta sabe oír y hacer que los demás escuchen los ritmos ocultos de la vida
indicó la pauta que guía a muchos escritores: Hacer que el lector escuche.
Nuestros compañeros del Diezmo de palabras virtual, aportan sus textos para que
usted los oiga, a pesar de la distancia y el tiempo.
Queremos mencionar con todo respeto a
nuestra compañera del Diezmo virtual, la joven escritora quien con el nombre de
Denisse Dacroiss dejó un legado de amor, paciencia y entusiasmo a pesar del
cáncer, que a la postre sería la causa de su prematura muerte en el mes de
agosto pasado. Ella misma se definió en ocasión de la presentación de su
primera novela, Alasthor, el príncipe maldito: “Escritora de novelas, joven,
alegre, divertida, fresca, amorosa, amante de su familia, trabajadora, una
persona confiable, gran amiga que lucha por la vida, sobreviviente del cáncer.
Escribe novelas románticas, fantasía y épica medieval. En todos sus escritos
encontrarás un claro mensaje: Nunca te rindas en perseguir tus sueños, descubre
a través de sus letras la determinación y el coraje para ser alguien grande,
ese alguien con el que siempre has soñado ser. Encuentra en la pasión de tus palabras
tu motivación.”
Ella
nació en el 3 de enero de 1985 en Celaya. Descanse en paz.
JEM
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SIN
UN NOSOTROS
Diana
Alejandra Aboytes Martínez
Los
solos son esos locos que aman
aún
sin el pronombre nosotros en los brazos.
Desnudos,
como ángeles equivocados
como
soles rojos en un bosque oscuro.
Con
labios que buscan la boca
y en
su fiebre inventan besos
para
que un relámpago dé luz
a la
incesante muerte que los llama.
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FIAT
LUX
Gastón
Molinares
Lo
que me falta
es
aliento
hacer
a una flor crecer en pavimento.
Durante
la calle grito por el aire
y
voy sordo por el tiempo,
cada
hora es una en el cuerpo construido,
una
lámina de plata
entre
eso que separa.
Uno
dice hágase la luz
y
sopla fuego.
CONJUGACIÓN
Bertha
Cárdenas
Amar,
querer, odiar, desear,
besar,
hablar, cantar;
versos
en infinitivo
me
ha tocado conjugar,
aunque
mi gerundio amado
da
por hecho haber amado,
en estos
y otros tiempos amatorios.
El
querer era queriendo mucho a mi querido,
y en
años postreros el hastío nos llevó a odiar,
y
odiando haber odiado lo más sentido,
pero
al desear de nuevo tu calor
y
deseando el olor a Givenchy
tengo
que conformarme con lo deseado.
Al
besar tu fotografía soy feliz besando
todo
lo posible besado,
y
quiero contigo hablar
y que
tranquilos estemos hablando
de
lo que hasta la saciedad hemos hablado,
y ya
después de nuestros sentimientos cavilado,
cantar
sonrientes y apasionados,
cantando
vítores a la vida
y al
amor canciones
que
muchos autores han cantado.
Sintaxis,
sé benévola conmigo
me
traiciona el subconsciente
tan
inconsciente con mi consciente.
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LEVÁNTATE
Y HABLA
Gabriela
Cázares
Levántate
y habla
lengua
mía
despierta
en tu saliva
el
paraíso y el infierno
haz
que a mis ganas
les
crezcan ojos
para
palpar tu carne
de
verso nido.
Levántate
y anda
y al
andar
haz
andar al mundo
porque
tu pie desnudo
es
raíz de frutos
que
preñan el mundo
cuando
danzan
en
la estéril tierra
de
éste mundo
sin
mundo.
Levántate
y háblame
voz
de verso
que
la campana de tus labios
me
convoque
al
altar de tu silencio
donde
en ritual de agua
me
bautices
y
nazca yo en tus labios
a
éste paraíso.
Levántame,
ándame
teje
con tus sueños
la
red infinita
en
que ávida de mi
voy
a tu encuentro
para
ser eternidad
en
cada instante
y
besar en tus ojos
la
finita infinitas
de
este rincón de muertos.
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A
SOLAS
Bertha
Cárdenas
A
solas
cuando
nadie me ve
empiezo
a desnudar mis pensamientos
suelto
el listón de mi cabellera
y
los rizos como serpentinas desbocadas
en
el vaivén de la libertad
me
dan sensación de paz.
Cae
mi vestido de canesú y olán vintage
seguido
del corsé
que
ahogaba mis más dulces recuerdos,
la
crinolina de encajes
por
demás de exquisita tersura
que
acompaña siempre el andar de mis extremidades
que
tiemblan al más mínimo roce de la nostalgia,
los
zapatos vuelan por el aire
viendo
cómo después de haber andado caminos sinuosos
descansan
de la carga de embates febriles y turgentes,
de
ahora en adelante caminarán sobre alfombra de templanza.
MUERTO
A POLVO
Martín
Campa Martínez
De
vivo a muerto,
de
muerto a polvo,
una
vela encendida
como
mis huesos.
De
carne a luto,
de
luto a llanto,
la
tragedia mordiendo
mis
pupilas rotas.
Un
recuerdo que pasa,
un
áspero pésame,
mis
hijos que gimen
con
olor de ausencia.
Un
rosario perpetuo,
una
sábana limpia,
son
tantos murmullos
para
quien se queja.
De
luz a invierno,
de
invierno a lluvia,
filosa
daga:
mi
despedida.
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FURIA
CONTROLADA
Joselo
Marinozzi
Soy
de genio dócil, suave al expresarme, sé escuchar e hice de esa virtud mi carta
de presentación. Cualquiera que necesite hablar sabe que puede contar conmigo.
Sin embargo a veces me planteo qué me separa de ser un asesino serial, alguien
a quien la exasperación lo llevase a tomar medidas drásticas sin medir las
consecuencias. Tal vez la falta de dinero para comprar un arma, pero no es así.
Quizás el miedo a perder la libertad, podría ser. En realidad no sé cuál es el
freno pero día a día y desde hace bastante tiempo, siento que solo una
delgadísima pared me separa del asesino que nadie se imagina tener en frente.
Esa
sensación la venía sintiendo, al principio cada tanto… pero ahora, cada vez más
frecuentemente. Soy una persona inteligente y me enerva la desfachatez, ese
descaro con el que algunos pretenden sentirse superiores cuando en realidad el
cuero no les da más que para mantenerse callados. No conformes con desconocer
que están frente a una persona que sabe más y que piensa, quieren decirte cómo
vivir, qué es lo que necesitás y cosas así por el estilo. Cuántas veces he
imaginado que mi otro yo sale de mi cuerpo y realiza lo que me está vedado.
“¿Eh amigo te limpio lo’ vidrio?”, bala en la cabeza. “Yo creo que…”, bala en
la cabeza. “¿Sabés lo que haría yo?”, bala en la cabeza. “Yo como Quinoa
porque…”, bala en la cabeza. Rapado al costado y largo arriba, bala en la
cabeza. Capucha sobre la gorra, bala en la cabeza. ¡Si señores! Lo reconozco,
soy un asesino serial en estado latente.
Ahora
parado aquí me arrepiento de no haberlo hecho, mientras el hilo de sangre casi
toca mis pies y ese cuerpo con un hoyo en la frente, no puede ya mirarme aunque
tiene los ojos abiertos. Me arrepiento de no haber desfogado mi ira en toda su
magnitud. Siento las sirenas. Acabo de matar la única parte de mí que quedaba
viva. La otra parte de mí, se murió el día en que tuve que reconocer el cuerpo
de mi hijo, mi niñito de 18 años en la morgue judicial. No permití que todo mi
ser muriera ese día, necesitaba estar vivo hasta hoy. Ahora ya soy un cadáver
viviente.
La
secuencia la repito mentalmente una y otra vez desde hace más de seis años:
Compra de la moto, entrega a mi hijo, felicidad, meses yendo y viniendo a
trabajar, timbre a las dos de la madrugada, policía, noticia, dolor
insoportable, reconocimiento en la morgue, desesperación, robo fallido,
asesinato a sangre fría, cámaras de vigilancia, atrapados en otro robo, alivio
momentáneo, menores, 16 y 17 años, liberación de los culpables, libres en su
casa, terapia, muerte de mi esposa, vacío, pensamientos suicidas, sale el
asesino interior, sed de venganza, enfermedad, poca vida por delante,
seguimiento, emboscada.
Cuando
los tuve sentados y atados frente a mí, me quedé un rato solo contemplándolos,
traté de buscar en lo más profundo de mi interior el perdón pero no lo
encontré. Uno se dio cuenta antes que el otro que sería ajusticiado, se orinó
encima antes de morir. El otro rogaba por su vida pero yo ya no escuchaba,
quizás tampoco eran ellos los culpables de ser lo que eran pero yo no estaba en
este lugar como asistente social, solo como un mero vengador. Ahí está su cuerpo
inerte.
Soy
un tipo tranquilo con un río convulsionado por dentro que pujaba por salir.
Hice lo que tenía que hacer.
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SOMBRA
Alfredo
García
Cuando
Drácula se dio cuenta de que todos los cuerpos excepto el suyo hacían sombra al
estar ante la luz, se sintió deforme, se acomplejó, y se fue a vivir a donde
nadie gozara su desgracia.
HÉROE
Alfredo
García
No
me lo crean si no quieren, pero lo que digo es cierto, mis papás y mis abuelos
me lo han contado: el limosnero que llega a la escuela con su silla de ruedas
en otros tiempos fue un gran héroe, defendía a los niños, a los ancianos, a
todos los desvalidos, lo llamaban Supermán.
RESCATE
Alfredo
García
Cierta
ocasión una hormiga vio su rostro reflejado en uno de los ojos de un gato. Y
valientemente se introdujo en este para rescatar lo que consideraba el robo de
su alma. En varios días nada se supo de ella; mas cuando el gato ya había
olvidado el suceso, la hormiga salió del ojo contrario con su alma en sus
pinzas.
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SOMBRA
DE FUEGO
Martín
Campa Martínez
No
me dejes morir solo
en
esta roca de lumbre.
¡Mira!,
cómo me tienes.
Soy
un ventarrón sin fuerzas.
A
tus órdenes me pongo,
pero
tú nunca me nombras.
No
sabes cómo me duele
padecer
tu indiferencia.
No
me dejes morir loco,
sufriendo
por tus desplantes,
¿qué
acaso no me quieres?
Arrástrame
en tus pupilas.
Abandóname
en la playa.
¡Voltea
a mirarme, insensata,
levántame
este castigo!
No
me dejes morir solo,
como
una sombra de fuego.
Arrópame
en tu hermosura
o
líbrame de tus buitres.
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LLUVIA
DULCE
Diana
Alejandra Aboytes Martínez
Inició
la llovizna.
La humedad
fue regando los espacios.
De
entre ellos asomaba un capullo en flor.
Las
gotas resbalaban por sus pétalos.
Ella,
ansiosa, lo tomó con las manos.
Sus
hojas abiertas parecían ofrecerse al tacto,
así
que deslizó con suavidad los dedos entre ellos.
La
caricia les vino bien, pues parecían crecerse ante esto…
Al
cabo de un rato sucedió la tormenta.
Después,
densa calma.
La
chica cerró la ventana.
Afuera
comenzaba a llover.
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*Textos publicados en El Sol del Bajío, Celaya, Gto.
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