VAMOS A JUGAR CON LAS PALABRAS
Ser
niño es ser muchas cosas: investigador, científico, explorador, inventor. Es
crear alas para echar a volar los sueños, las ideas, por medio de sus juegos.
¿Qué mejor idea que jugar con las palabras? La creación expresa una identidad
artística, una esencia. Nos muestra a través de ella lo que un niño lleva
dentro; una madeja de sueños y sentimientos, descubriendo así sus realidades.
La
literatura es un medio poderoso para transmitir la cultura. A través de éstos
cuentos y poemas escritos por niños, motivamos sus habilidades artísticas y su
imaginación. Cada poema y cuento refleja su sensibilidad y el amor a la familia
que nace de su inocencia.
Motivemos
la habilidad de la escritura y la lectura en nuestros hijos, ayudemos a crecer
a nuestros pequeños gigantes. Como dijera Gabriela Mistral: “El futuro de los
niños es hoy. Mañana será tarde”.
Paola
Juárez
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LA
FLOR
He cultivado
una flor,
la
he cuidado y regado,
está
comenzando a crecer
y de
alegría canto.
La
flor es muy bonita,
tiene
un color muy vivo.
Cada
día al despertar,
al
mirarla, yo sonrío.
—Constanza
Barrales Juárez, 9 años, Guanajuato
“BOCK”
Tengo
un perro orejón,
es
café y muy peludo,
en
la calle lo encontré
vagando
sin rumbo.
Lo
llevé a mi casa,
lo
bañé y alimenté,
le
puse nombre nuevo,
juego
mucho con él y de abrazos lo lleno.
Es
tranquilo aunque travieso,
es
también muy dormilón,
cuando
roba algún bolillo
se
lo come en un rincón.
Su
mirada de ternura
me
llena de inspiración,
cuando
salta al recibirme
se
alegra mi corazón.
—Constanza
Barrales Juárez, 9 años, Guanajuato
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EL
FÚTBOL
Yo
soy José Antonio y a mí me gusta el fútbol. Lo que me gusta es ser portero,
defensa o medio delantero. Lo que hago en la defensa es barrerme o cargarles
cuerpo para quitarles el balón. Lo que hago en el medio campo es cubrir para
que no se les vaya a la defensa y pasársela al delantero. Lo que hago como
delantero es burlar a la defensa, dar toques a mis compañeros para así lograr
meter gol y festejar. Yo lo que hago en la portería, cuando mi equipo comete
falta, es alinear la defensa para que cubran la pelota y el otro equipo no
anote gol. Y en un penal me quedo viendo a los ojos del que lo va a cobrar para
ver a dónde va a tirar y poder tapárselo. Y me gusta porque es una manera de
pasar el rato a gusto, tener mi mente tranquila y divertirme con primos y
amigos.
—José
Antonio Ornelas Becerril, 10 años, Tunacuaro, Mpio. de Ario de Rosales,
Michoacán.
EL
OSITO AMABLE
Érase
una vez un osito muy bueno que habitaba en un pueblo muy lejano, él se dedicaba
a ayudar a muchas personas que se encontraba por el camino o que le pedían
ayuda. Un día el osito se fue a trabajar en su campo, pero el día le parecía
muy extraño, sin embargo se fue a ver su siembra pues ya iba a cosechar. De
regreso a su casa, por el camino se encontró a una señora que le pidió ayuda,
ella necesitaba llevar sus cosas a su casa, el osito aceptó y se dirigió a la
casa de la señora. Por el camino la mujer se convirtió en un hada, el osito se
sorprendió, se asustó un poco, pero el hada le dijo que no se asustara, que
ella le iba a conceder tres deseos por tener un corazón tan dulce. El osito
dijo que quería ser rico, tener dinero para ayudar a las personas. Ese deseo ya
te fue concedido, aún te quedan dos deseos. El osito pidió que su cosecha se
multiplicara para alimentar a las personas que tienen hambre, bien, dijo ella,
te queda un último deseo. El osito le pidió que todos los días fueran como
éste, llenos de amor y armonía. Cuando el hada cumplió todos los deseos del
osito, ella desapareció entre el campo.
A
partir de ese momento la vida del osito cambió, siguió ayudando a más y más
personas y su vida fue siempre alegre y llena de satisfacciones. El hada bien sabía
a quién le otorgaba sus deseos y el osito no fue la excepción.
—Félix
López Santiago, 11 años, Valle Nacional, Oaxaca
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EL
GRAN SECRETO
Era
una tarde de invierno y un niño llamado Samuel salió a jugar solo porque no
tenía amigos, en eso notó que una nueva familia se había mudado a un lado de su
casa. Samuel entró corriendo a decirle a su mamá que habían llegado otras
personas, que tenían nuevos vecinos. Entonces los dos fueron a dar la
bienvenida, pero cuál sería su sorpresa cuando entraron a la casa, ahí solo
vivía un niño de la misma edad de Samuel.
Al
otro día Samuel fue a la casa de Willi, su nuevo vecino, y empezaron a platicar
de cómo es vivir solo. Willi le dijo que era fantástico y que nadie le ponía
reglas, pero Willi tenía un secreto, porque cada vez que Samuel le preguntaba
por sus padres, solo le decía que estaban en otro país y que lo habían
abandonado.
Samuel
lo invitó a jugar al parque para que se divirtiera un poco, sentía que lo había
hecho sentir mal con tantas preguntas.
Al
día siguiente Samuel fue a la casa de Willi y se sorprendió de ver sangre en la
perilla de la puerta, Willi estaba en el tejado de su casa guardando algo en
una hielera. Samuel le preguntó qué hacía arriba y él le contestó que se estaba
deshaciendo de alguna basura que no le servía. Samuel se quedó pensativo y con
muchas más dudas. Trataría de observarlo más y saber cuál era el secreto de
Willi. Estaba tan distraído que no se dio cuenta que Willi comenzaba a
transformarse. De pronto, como loco, lo atacó. Samuel salió corriendo hasta su
casa y desde atrás de la ventana veía que Willi comenzaba a volar. ¡Por Dios,
es un vampiro! Llamó a su mamá para que
viera con sus propios ojos en lo que se convertía su amigo.
Por
la mañana del día siguiente Willi encontró la chaqueta de su amigo en la sala,
la casa llena de sangre y se horrorizó de sí mismo, pensó que se había comido a
su amigo. Lloró y lloró, lo que propició que su alma se limpiara de toda
maldad. No quiso salir ese día y muchos más días, no soportaba la idea de
haberse comido a su amigo.
Entonces,
a lo lejos escuchó la voz de Samuel y eso lo alegró mucho. No está muerto,
sigue vivo, se dijo, y salió corriendo a buscarlo. Samuel, por su parte, al
verlo corrió y se metió a su casa. Willi tocó y tocó a la puerta y le dijo a la
mamá de su amigo que le permitieran contarles su secreto. Ella accedió y abrió
la puerta. Le permitieron entrar y él con llanto en los ojos les contó su
secreto. Sus padres lo habían vendido para hacer misas negras y brujería.
¡Estaba maldito! Pero su arrepentimiento y todo el dolor que sintió por su
amigo, lo habían salvado. Desde entonces Willi volvió a ser el mismo chico
travieso y feliz, igual que Samuel.
—Diego
Armando Juan Martínez, 12 años, Valle Nacional, Oaxaca
EL
ABUELITO QUE REBOTA
Cierta
mañana se encontraba Daniela con su amiga Carmen. Daniela le platicaba que su
abuelito sufría de un tic nervioso en su mano izquierda, Carmen le dijo:
—Dani,
no creo que tu abuelito sufra de eso.
Y
ella le contestó: —Claro que es cierto.
Como
Carmen no le creía decidieron ir a la casa de Daniela, durante todo el camino
Carmen se iba imaginado cómo sería el abuelito.
Al
llegar a la casa de Daniela, Carmen se moría de ansiedad y curiosidad por ver
al abuelito y cuando su amiga se lo presentó, ésta se quedó como ida, lela; lo
observó de pies a cabeza y notó que su mano izquierda temblaba, así que dijo:
—¡Tu
abuelito rebota!
Al
día siguiente fueron a pasear con el abuelito y Carmen le regaló una pelota
suave, entonces cuando él comenzaba a temblar, apretaba la pelota, pero ambas
se dieron cuenta que no solo temblaba la mano, sino que él rebotaba completo,
era como una pelota gigante, eso le permitía avanzar sin cansarse.
Poco
a poco Carmen se encariñó con el abuelito de Daniela y comenzó a llamarlo
abuelo. Los tres reían alegremente cada vez que podían salir juntos.
Fue
pasando el tiempo y el abuelito comenzó a controlar ese rebote en su cuerpo y
sus manos, y un día les dijo:
—Creo
que todo se los debo a ustedes, tal vez me hacía falta cariño y salir un poco
de esa soledad en la que entré cuando murió la abuela.
Desde
entonces van y vienen juntas con el abuelito que ya no rebota.
—Cecilia
Martínez F., 11 años, Valle Nacional, Oaxaca
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LA
NIÑA Y LA BRUJA
Era
una noche bonita y estrellada, el clima era maravilloso, entonces Palmira salió
a comprar una nieve a la plaza de su pueblo. De regreso caminó lenta, estaba
aburrida. Cuando llegó a su casa vio a una señora sentada en su balcón. Palmira
se sorprendió de ver a la bruja en su casa, sabía de ella por los chismes del
pueblo y algunas veces la había visto de lejos, pero ahora estaba ahí.
Elle
le dijo, no tengas miedo, vine porque debo contarte sobre tu mamá. Ven,
acércate. Palmira, con algo de temor, se acercó y se sentó junto a ella. La
bruja le dijo que su mamá había hecho un pacto con ella, y que ella le prometió
darle todo lo que ella le pidiera, a cambio de su alma y que finalmente se
quedaría también con su niña, con Palmira. La bruja nunca pudo tener hijos.
La
mamá de Palmira negó todo eso, dijo que ella nunca había aceptado las
propuestas de la bruja, Palmira no sabía a quién creer. Entonces la bruja les
dijo:
—Bueno,
entonces las invito a comer a mi casa.
Ellas
no sabían si aceptar o no. Creer en las brujas no era nada bueno.
Al
día siguiente fueron con mucho miedo a la casa de la bruja, ella les sirvió
ricos manjares, les dio de todo, pero cuando estaban más animadas comiendo esas
delicias, de pronto se atoró algo en la garganta de la mamá de Palmira y cayó
al piso. La niña corrió a ayudarla, pero era demasiado tarde, había muerto.
Palmira lloró y lloró, y lo único que tenía ahora era a la bruja. Por fin se
había apoderado de esa niña.
—Esmeralda
Carbajal López, 10 años, Valle Nacional, Oaxaca
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MI
PADRE
Quiero
mucho a mi padre,
aunque
sea un poco enojón,
le
gustan mucho los perros
que
tenemos a montón.
Juego
con él a menudo,
nos
divertimos mucho,
me
gusta estar con él,
me
provoca una sonrisa
verlo
venir.
Cuando
llega del trabajo
hablo
un rato con él,
de
todos los padres es el
mejor.
—Constanza
Barrales Juárez, 9 años, Guanajuato
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MI
MADRE
Mi
madre está siempre conmigo
cuando
yo la necesito,
ella
hace la comida,
también
barre y trapea,
ella
me cuida y me ama
en
las buenas y en las malas.
Yo
la quiero mucho,
para
mí, es la mejor y también la más perfecta,
cuando
la veo venir
no
puedo evitar sonreír,
hace
que me sienta alegre
al
estar junto a mí.
—Constanza
Barrales Juárez, 9 años, Guanajuato
MI
ABUELITA
Quiero
mucho a mi abuelita,
siempre
la voy a querer,
cada
vez que hablo con ella
no
evito sonreír.
Me
divierte estar con ella
y
también hablar,
me
causa mucha alegría
que
conmigo pueda estar.
De
las abuelitas del mundo,
ella
es la mejor,
cuando
se sienta triste
siempre
la alegraré.
—Constanza
Barrales Juárez, 9 años, Guanajuato
*Textos publicados en El Sol del Bajío, de Celaya, Gto. Domingo 5 de junio de 2016.
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