DESDE
ROMEO Y JULIETA HASTA DON QUIJOTE DE LA MANCHA
El
día 23 de abril se celebra el Día Internacional del Libro. Coincide con las
fechas del fallecimiento de dos grandes escritores, (aunque en realidad las
fechas no son exactas), pero lo importante es el detalle. Los autores son: el
gran creador de obras de teatro, William Shakespeare (se pronuncia más o menos
así: (Sheikspir) y el inmortal Miguel de Cervantes Saavedra, autor del libro
más famoso en la historia, Don Quijote de la Mancha. Como también estamos
celebrando el mes de los niños, haremos el intento de explicarles a ellos
quiénes eran estos personajes.
William
Shakespeare, a quien de ahora en adelante le diremos, Memo, nació en Inglaterra
hace un montón de años (1564) en un pueblo llamado Stratford-upon-Avon, que más
o menos quiere decir que es un pueblo sobre un río, el río se llama Avon. O sea
que algo así como Celaya-sobre-el-río-Laja. Desde niño le gustaba escribir
poemas y también historias para actuarse en teatro. Como en su pueblo era
difícil hacerse de fama o ganar dinero como escritor (algo así como también
sucede en Celaya), decidió mudarse a Londres en una ocasión que una compañía de
teatro pasó por su pueblo. Memo se les pegó a los actores (a él también le
gustaba actuar) y dejó detrás a su familia, incluyendo esposa e hijos. Tan
fuerte era su amor por el teatro. (Las malas lenguas dijeron que era más bien
por huir de su mujer, que era mayor que él y de mal carácter). El caso es que
llegó a Londres y comenzó a trabajar como actor y escritor de obras de teatro.
Tuvo un éxito relativo en vida, pues en su época no era fácil ganar dinero con
su profesión, pero como compensación, tuvo una vida extraordinaria, llena de
aventuras que plasmaría en sus grandes obras. Entre las más conocidas está el
drama de Romeo y Julieta. Un par de jovencitos enamorados, pero como sus
familias no se podían ver ni en pintura ellos no podían estar juntos.
El
otro gran autor, Miguel de Cervantes Saavedra, también nació hace un montón de
años, 1547, en una ciudad llamada Alcalá de Henares, España. Fue soldado,
novelista, poeta y escritor de obras de teatro. Igual que Memo, Miguel escribía
desde muy pequeño, lo cual era un gran logro en esas épocas ya que no era fácil
tener la paciencia para utilizar una pluma (sí, una pluma de pollo) y un frasco
con tinta. Trabajó en varias cosas, le gustaba la variedad, pero
definitivamente lo que lo hizo famoso fue la literatura. Por razones que no
viene al caso, estuvo en la cárcel y desde ahí comenzó a preparar la obra que
lo haría inmortal: El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. Cervantes
escribió obras de teatro muy divertidas, actualmente todavía se representan en
muchos teatros del mundo y don Quijote de la Mancha y su noble escudero, Sancho
Panza, representan el muchos valores que todos debemos aprender. Si tienes oportunidad,
aquí mismo en Guanajuato capital existe un museo muy interesante sobre el
Quijote.
Los
valores universales en la obra de Shakespeare y Cervantes han permanecido por
siglos y son tan vigentes como en su época. Puedes leer algo sobre ellos o sus
propias historias y te aseguro que te van a encantar. Los libros son tus
amigos. También compartimos un cuento de nuestro Quijote de Machigua, Herminio
Martínez. Vale.
Julio
Edgar Méndez
ROMEO
Y JULIETA
En
Verona, una ciudad situada al norte de Italia, vivían dos familias rivales: Los
Capuleto y los Montesco. Un día Romeo, joven de la familia de los Montesco, asiste
con una máscara a una fiesta en casa de los Capuleto. Allí ve a Julieta, hija
de estos y se enamora de ella. Después de la fiesta, los jóvenes se encuentran.
Estando bajo la ventana de Julieta, Romeo la oye confesar a la noche su amor
por él, y obtiene su consentimiento para un matrimonio secreto y, con la ayuda
de fray Lorenzo, se casan al día siguiente.
Cuando
los Capuleto se dan cuenta de que Romeo ha estado en la fiesta se enfadan
muchísimo, Tebaldo (de la familia Capuleto) reta a Mercurio (amigo de Romeo)
por este motivo y en la pelea tiene que intervenir Romeo que mata a Tebaldo que
había dado muerte a su amigo. Es entonces cuando Romeo es condenado al destierro y, al día siguiente,
deja Verona para ir a Mantua, fray
Lorenzo entiende que es el momento oportuno para hacer público su matrimonio.
Julieta,
forzada por su padre a casarse con el conde Paris y aconsejada a hacerlo
incluso por su nodriza, que antes había favorecido su unión con Romeo, se deja
convencer por fray Lorenzo de que consienta, pero la víspera de la boda se bebe
un narcótico que la hará parecer muerta durante cuarenta horas. El fraile mismo
se ocupará de avisar a Romeo, que la sacará del sepulcro a su despertar y la
conducirá a Mantua.
Julieta
pone en práctica el consejo. Pero el mensaje no llega a Romeo porque el fraile
que debía entregarlo es detenido; en cambio le llega la noticia de la muerte de
Julieta. Compra a un boticario un poderoso veneno y se dirige hacia el sepulcro
para ver a su amada por última vez; en la entrada encuentra a Paris y lo mata
en duelo. Entonces, Romeo, después de haber besado a Julieta por última vez,
bebe el veneno. Julieta vuelve en sí y encuentra a Romeo muerto, con la copa
aún en la mano. Se da cuenta de lo sucedido y se apuñala.
DON
QUIJOTE DE LA MANCHA
Un
día Don Quijote decide imitar a los caballeros andantes de los libros que había
leído... Se pone una armadura, monta a caballo, se hace acompañar de un
escudero, y sale a los caminos en busca de injusticias para ponerles remedio.
Su
valor no tiene límites: lo impulsa a realizar empresas que parecen imposibles,
a enfrentarse a gigantes y magos perversos, con tal de que el bien triunfe
sobre el mal. Es un hombre de palabra: se esfuerza por cumplir lo que dice, y
le basta decir algo para sentirse comprometido. Vive, además, enamorado, porque
un caballero andante sin amores es como un árbol sin hojas ni frutos. Un
enamorado siempre fiel, que nunca –aunque lo persigan las muchachas más bellas–
traiciona el amor por su dama.
Con
todo esto, Don Quijote no es soberbio, porque sabe que está al servicio de los
ideales de la caballería, que se hallan por encima de cualquier caballero en lo
individual, y sabe que es el amor de su dueña, la sin par Dulcinea del Toboso,
lo que da fuerza a su brazo. Su ambición mayor es dedicar la vida a perseguir
esos ideales, y decir de su amor que "en tan hermoso fuego consumido,
nunca fue corazón".
La
ambición más grande de Sancho Panza es satisfacer las necesidades de la vida
diaria: tener que comer, un lugar donde dormir, ropa limpia, dinero... Lo
tienta la idea de resolver de una vez por todas los apremios económicos y por eso se deja
convencer de su vecino para irse con él, como su escudero, tras la promesa de
que lo hará gobernador de una isla.
Sancho
es un hombre prudente y pacífico, enemigo de pleitos. Se permite sentir miedo.
No le interesa meterse con nadie ni que se metan con él. Tiene un perfecto
sentido de la justicia y sobre todas las cosas ama a su familia. Respeta y
quiere a su mujer, Teresa, con un amor tan sólido, tan pegado a la tierra como
los refranes que continuamente dice.
Sancho
es un hombre leal, dispuesto a hacer casi todo por su amo –no a dejarse azotar,
por ejemplo–; vence sus temores y sus fatigas por lealtad y termina contagiado
por los ideales de su patrón, a quien él llama el Caballero de la Triste
Figura.
* Felipe
Garrido, “Prólogo a Miguel de Cervantes Saavedra” en Don Quijote de la Mancha.
México, SEP-Océano, 2005.
EL
VENDEDOR DE SOMBRAS
Herminio
Martínez
Jacinto
Roque casi se vuelve loco cuando, en la escuela, les dieron la noticia de que
en el pueblo construirían un campo de fútbol.
-¿Qué?
–se sorprendieron.
-Ya
están ahí las máquinas –les habló el maestro-, será una cancha para esta
comunidad y todos los pueblos que tengan un equipo y quieran participar en los
encuentros.
-¡Oohhhh!
–exclamaron los jóvenes.
-¿De
verdad?
-Sí
–continuó el docente-, el gobierno ha pensado en nosotros. Ésta será una
oportunidad no sólo para conocer a los equipos más famosos, sino también para
que las personas vendan camisetas y refrescos en los domingos de torneo.
Llegarán multitudes, habrá autos y camiones, puestos de comida aquí y allá.
-¿De
comida?
-Bueno,
y de cornetas. Y sombreros.
-Yo
venderé sombras... -se oyó una voz.
-¡Eh!
-Sombras…
Jacinto
Roque había dicho “sombras” y todos se echaron a reír.
-¿Tú?
¡Por Dios, Jacinto!
-Querrás
decir, sombreros –lo corrigió el maestro.
-O
cachuchas.
-O
pequeños paraguas de papel.
-¡Sombras!
–recalcó el muchacho, imaginándose la vida que iba a ser para él al andar allí,
ofreciendo una sombra, traída de la barranca que sólo él conocía, porque solía
recorrerla cuando iba con su papá a buscar pájaros y raíces.
-O
pan de trigo, del que hace tu mamá.
-¡Ja!
¡Ja! ¡Ja! –otra vez se rieron.
Jacinto
no habló más, porque no se apartaba ni un instante de la visión profética de
andar entre los puestos y las gradas, gritando:
-Sombras…
Sombras… Sombras… Aquí tiene su sombra. Por sólo veinte pesos cómpreme una
sombra.
-¡Muchachos!
–les habló el maestro. ¡Por favor!
Cualquiera
pensará y pensará muy bien -sabiendo cómo son los jóvenes- que Jacinto soñaba.
-¡Bueno!
-insistió el maestro- ¡Y ahora a trabajar! Los esperan los números... Las
frases de tarea… Mi obligación era informarles lo que pronto veremos: una
cancha con césped, tribunas, redes.
-Y
luces para cuando haya juego por las noches –agregaron.
-Probablemente…-suspiró,
recordando sus tiempos de estudiante en una ciudad con puerto, una colina azul
y buques, que –según se decía- iban para la guerra.
-¡Ahhh!
–hicieron.
-¡A
trabajar! –les ordenó-. Ya tendremos tiempo de hablar de juegos y noches de
luces encendidas.
Pasaron
muchos días, semanas, tal vez meses, hasta que, un domingo, la gente despertó
con el bullicio, la música, los aficionados, que ya venían a ver el encuentro
entre los dos equipos.
Desde
la mañana había estado anunciándose que llegaría el gobernador, el alcalde, los
principales directivos a ver el juego, y, como lo supusieron, hubo quien
ofrecía playeras amarillas, sombreros blancos, gorras rojas, botellas de
refresco, pan, fruta, comida.
-¡Pase!
¡Pase! –gritaban en los puestos.
Nadie
lo hubiera sospechado, ni siquiera el maestro Antonio Robles: Jacinto, el “Gran
Jacinto”, como varios papás y alumnos lo apodaban, andaba entre la gente
ofreciendo sombras, pequeñas sombras que agitaba el viento bajo la mancha azul
donde quemaba el cielo un sol al medio día, esplendoroso, enorme, motivando a
que cualquiera se acercara a aquel niño para pedirle:
-Dame
una sombra, por favor.
-¡A
mí otra!
-Y a
mí.
-También
a mí.
-Una
para el señor gobernador, muchacho.
-Para
el alcalde.
-¡La
mía!
Jacinto
había traído suficientes, si no, quién sabe y no le hubieran alcanzado.
Temprano estuvo en la barranca que sólo él conocía, donde, con un hilito y otro
y otro, se la pasó amarrando sombras, mientras, abajo, la gente despertaba para
irse a misa, a almorzar y prepararse a ver el juego.
-¡Uf!
-exclamó el niño-. Ya voy a terminar. Me quedan dos; no, tres o cuatro sombras.
Para el siguiente juego traeré dos veces más, al fin que son pequeñas y pueden
hacerse grandes, según lo quiera el cliente.
Amarrarlas
a un hilo grande con un nudito y otro, había sido su técnica. Pero como las
sombras son ligeras y pueden acomodarse en un espacio breve, pudo traerse
muchas; por eso le alcanzaron para todos los visitantes, quienes por veinte
pesos se las compraron todas.
-¡Oh!
–exclamó al final-. Ahora sí tengo dinero. Cada vez que haya partido yo bajaré
del cerro con mis sombras. Mientras la tía Adelaida prepara quesadillas y don
Manuel Saavedra vende su agua, yo gritaré:
“¡Sombras!
¡Sombras! Lleve su sombra”…
¡Me
ha ido bien! Ahora mismo iré con mis papás para que compren ropa, comida y le
vayan pagando la deuda al tío Clemente. Con dos partidos más, pienso que vamos
a salvar la casa.
IMÁGENES:
*Quijote,
mural de la artista de Cortazar, Romi.
**Romeo
y Julieta, de Palnk.
Me gustó el cuento de Herminio...
ResponderEliminarY no olviden que también ese día nació el Inca Garcilaso, menos nombrado pero quizá más nuestro.