OTOÑO DE LOS FUNDADORES
“...no hay nada en mí sino una larga herida,
una oquedad que ya nadie recorre,
presente sin ventanas, pensamiento
que vuelve, se repite, se refleja
y se pierde en su misma transparencia,
conciencia traspasada por un ojo
que se mira mirarse hasta anegarse
de claridad”
Octavio
Paz, Piedra de sol
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A
ZUCARILLA
Guillermina
Carreño Arreguín
( I )
A Zucarilla la parieron con alas
piernas
de cantera y pies de asfalto.
Mientras
vuelo
ruidos
de motores
voces
en tropel
mareta
de sombras
con
prisa oscilante
Poreán
de su cuerpo
cuentos
y cantares
donde
hoy envuelvo
rosas
cristalinas
y
pétalos frescos.
A Zucarilla
le pusieron piel morena
y
sus arterias campanean para contar historias
insaciables
de
primaveras a inviernos
de
cenites a nadires
de
vértices a horizontes.
aunque
soy otoño
he
visto construir
puertas
abiertas
templos
luminarios
maestros
y su oratoria
somos
también nosotros.
Bajo
sus techos
nos
amamanta
a
tientas en la oscuridad
seguro
al día
bajo
la lluvia.
Ha
visto a Dioses blancos
quemar
Águilas postergadas
y
aun tiene las cenizas en sus brazos.
Zucarilla
trepa andamios
Torres y criptas
a
infinita carrera
se
agiganta
crece
juega
en su desnudez
brinca
en sus praderas
y
sabe de libros
de
arte
de
magias y sueño
Arrulló
angustias de titanes
y de
tiroteos
ahora
se viste de muros
de
nosotros
de
mí
Cuando
muevo sus álamos
se
agita
se
esconde
la
busco
en
el archivo
para
leerla letra a letra
número
a número
trago
a trago.
Zucarilla
nunca madura
sólo
evolucionan sus matices
llena
su granero
y se
surte cada día del año
por
eso todo el que llega
anida
ancla
su extensión
inundándola.
Zucarilla
es poderosa
es
la metáfora del comercio
la
rodean más de mil fuegos
repartidores
de oro.
Ella
no tiene mar
porque
eso somos nosotros
marejada
en sus entrañas.
Zucarilla
es etcétera nocturna
le
asignaron su destino
prepara
un vaso
de
colores
acre
y dulce
se
lo bebe,
gasta
la noche en un cigarro
en
una barricada
es
noctambulia
hace
nudos trasnocheros
se
desvela.
Rodamos
en ese llano
alfombrado
de zacate
despertamos
con
el olor a hierbas
atados
de las manos
empiernados
aún
insomnes
hacemos
recuerdos
de
nuestra geografía
donde
no cabe el mar
no
encaja el desierto.
Sólo
ese llano
poblado
de duendes verdes
que
enmarcan las cosechas
al
ritmo de los insectos
surcado
al nuevo día
y se
entrega.
Rasga
su enigma
al
paso de las sirenas
que
barullan en sus notas
el
acuerdo
entre
la vida o la muerte
Zucarilla
se levanta
vuela
a su cumbre
y
desde ahí
Sostiene
el péndulo
la
aguja que diario hila
teje
y enhebra
el
sudario encallecido del sustento
nos
bendice amante
porque
ella es Diosa
apenas
lo descubro
y se
mete en cada gente
a
resolver designios
mientras
recoge semilleros
de
sus mercados edificios.
Su
cuerpo guarda lauros
que
la firman Amazona
musa
y soberana.
En
cada calle tiene un ramal
donde
regara su Náyade
los
sembradíos de costumbres
sueños
hábitos
para
justificarla en el infinito
con
repique de castillos
y yo
pueda llamarla
verbo
rizoma
azul
Bajío.
*
Guillermina Carreño Arreguín, es poeta y maestra de vocación. Pionera de los
talleres literarios en Celaya, compañera de letras de muchos escritores del
Bajío, quienes también ya tienen amplia trayectoria. Es un honor contar con
ella en este espacio y recibirla cada miércoles en el Taller Literario Diezmo
de Palabras para compartir su conocimiento y sus textos. Tiene varios libros
publicados.
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ADELANTO
DE LA NOCHE
Esquilo
Campos
Estoy
delante del ruido de la noche
esperando
tomar por sorpresa
el
color que tiene en sus manos el día.
Quiero
ser el primero y el último
que
abrace sus esperanzas
para
caminar por el filo de su palabra
y
alcanzar la vibración del tiempo.
Quiero
que con esos espacios de polvo y luz
pueda
llegar a la voz de la tierra
para
viajar por sus ríos y montañas,
poder
llegar a los cuatro puntos cardinales
del
pensamiento
y
quedar suspendido en las distancias.
Cantar
a coro al color rojo del cambio
para
permanecer aquí , por siempre,
en
esta inmensidad del edificio
de
las horas.
**Bernardino
Esquilo Campos es ingeniero y poeta. Miembro del Taller Literario Diezmo de
Palabras desde sus inicios y actualmente participa en otros talleres donde
comparte su experiencia y su amor por las letras. Ha sido publicado en
diferentes antologías.
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LAS
RUINAS DEL OTOÑO
Herminio
Martínez (+)
Ahora
soy el caballero de las llanuras desoladas;
el
juglar de las cosas
que
se dicen sólo para espantar el corazón;
el
habitante de esta gruta
en
la que confluyen todos los corredores subterráneos.
Ahora
soy nada más el plato roto,
el
espejo donde todos los males se concentran.
Es
lo que soy ahora en que muchos me ven
ceñido
a esta derrota para siempre;
pero
antes, a mi palabra zumbaban los insectos
y
prendía a mis señales su fogón el crepúsculo
porque
en mis manos se posaba la luz
igual
que una paloma desangrada,
y el
lenguaje me daba ese dominio
para
reconocerme hasta en las pobres bestias.
Podía
tañer la cítara y embriagarme de hierbas
de
aquí al último verde del verano.
Ante
mí no se apagaban los paisajes,
ni
se enturbiaba el agua por esta convulsión
que
hoy en todo lo que nombro acumuló el espanto.
Fui
el varón más asiduo a los atardeceres y los vientos,
gocé
la lluvia y la mujer casi como todas las hojas de los árboles
y
hoy me calcino en la verdad de no tener ningún renuevo.
Estoy
esperando a que me diga el ruiseñor
por
donde voy a deslizar mi frente
antes
de que se oculten los últimos migrantes.
Esperaré
esos patos con el día
para
perderme cuando enciendan
en
la altura su imagen sin recuento.
¿A
qué me quedo ya?
Vi
quebrarse la paz en un estruendo fulminante
y
abrirse la hendidura
en
la que nos perdimos cada quien con su nombre.
Voy a buscar el agua que se bebe,
la
ruta que no extinga los murmullos,
el
paseo que no acabe en discursos frenéticos,
la
espiga que ha de engancharse al alma
para
llevársela a volar
sin
residuos mortales hacia otra superficie.
En
fin, me voy a ir
y
echaré letanías para que este dolor
no
se equivoque al contenerme,
que
de veras me arranque de mi sitio
donde
colmé su falda de favores.
Que
no vaya a dejarme hablar con la tristeza
que
ya suena fanfarrias para hacerme creer
que
juntos: ella y yo iremos al cadalso
a
concluir la obra que custodio.
AUTORRETRATO
Herminio
Martínez (+)
13
de marzo 1949 – 17 de agosto 2014
Te
veo morir de amor,
pobre
muchacho,
en
una casa donde
golpea
la tempestad
por
todas las ventanas.
Te
veo arder bajo una sábana
que
es una celda y una tumba,
tiritando
con todos
los
fríos de las esperas
acumulados
como los copos
a
los pies del invierno.
Eres
tú, eres yo,
somos
el mismo.
No
mires mi semblante
que
con tus vestigios me sustentas.
La
noche anda en el campo
pastoreando
sus grillos.
Hoy
querría que tu boca
volviera
a rociar de anís
los
lugares por donde siempre caminabas.
Que
mis vocablos
dejaran
de ser mortaja
donde
se muere todos los días el mundo.
Pobre
niño de entonces,
envuélvete
en las praderas del otoño,
aunque
tu cuerpo ya no sea
aquel
sauce que trepaba a la luz
a
hacer oír las arpas de sus hojas.
Ése
era yo: muchacho
con
perfume en los ojos
para
mirar la hierba.
¿Bajo
qué frondas
o en
qué trigales
lloviznando
sentaré
ahora mi soledad?
Tu
nombre es un desmayo
donde
yo mismo
duermo
como el polvo.
Fuimos
sólo un instante,
entrelazados
a la misma persona.
Un
estremecimiento
en
la cima del gozo.
Un
día te vi crecer,
qué
flaco estabas bajo la incandescencia,
el
llanto era el infierno,
ay,
muchacho, hacía mucho
que
no nos sentábamos a hablar.
Nombrándote
vuelven
a echar a andar
su
mecanismo todas mis costumbres.
Contigo
aquí todo parece fasto,
aunque
sabemos que es el tiempo
de
la recolección de la tristeza.
Pero
si tú te vas
con
esa ingle inflamada,
no
quedará en mi vida
nada
más fuerte que tu imagen
y
hay que saber que el desamparo
es
el peor de los padres
para
los hombres que soñamos.
Cuento
las horas que me quedan
y se
me desclava la última sonrisa.
Jovencito
de entonces,
adolescente
hecho de filos,
muchacho
que fui yo,
éramos
un cordero de caricias,
cuando
las manos de la aurora
nos
desvestían en la recámara
hasta
alcanzar el plenilunio.
Yo
no sé qué visión es más hostil:
si
la de la ciudad echándome su polen
o la
de tus barbechos
de
niebla granizada.
Hoy
mi perfil es pálido
como
el fulgor al borde
de
un eclipse que empieza.
***Foto
de Herminio Martínez, archivos del INBA.
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