martes, 29 de abril de 2014

MARTÍN CAMPA, otro cuento...


¡AH, QUÉ NECEDAD!
No, San Ignacio, te juro que yo no tuve nada qué ver con el embarazo de la hija de Chona, la rezandera; si ni siquiera me gustaba ni sentía algún motivo de querencia por ella.
¿Quieres otro chínguere?, digo, para seguirte platicando.
Mira, más bien la cosa estuvo así:
fue aquella tarde de serafines cuando me dirigía a dormir bajo las hebras de algún mezquite cuando, al pasar por el río Escondido, ese donde se han ahogado tantos, y que baja desde la punta de La Piedraviva anegando zurcos, acequias y algunos baldíos, que la vi ahí, agachada, cargando los traviesos rayos del sol sobre su espalda; lavando su ropa sobre esas piedras lajas; con la enagua arremangada hasta arriba de las pantorrillas.
Nomás vieras qué sabroso sentí ahí, donde el ombligo pierde su color, al verla tan delgadita, tan hermosa, tan mujer y más que, cuando terminó de lavar, comenzó a quitarse su medio fondo y la enagua, hasta quedar como la piel del viento, entonces fue cuando ya no pude más y atoré mis ansias entre las espinas de los huizaches para no desbocarme como lo hace el potro de la madrugada.
Sí, la verdad es ésta que te cuento, ¿quieres otro trago?, ándale; nadamás que no sé por qué los cabrones arcángeles te contaron ese chisme.
Salud pues, y deja termino de contarte.
Te decía que ella estaba bañándose cuando, entonces sí, perdí la noción del espacio y del deseo y, convertido en una fuerte y fecunda tolvanera, la saqué del agua para poder perderme en la frescura de sus besos pero, ¡la muy canija!, antes de que otra cosa sucediera, alcanzó a morderme un labio y yo, al sentir aquel dolor, tuve que esfumarme de volada.
Así que, mi querido cuate Nacho, ni me digas que me vas a expulsar del coro celestial y a cancelar mis tarjetas de crédito, mucho menos me amenaces con fustigarme con el filo de alguna tormenta si no cargo con el “muertito”, si me dijo tu compadre San Miguel, quien por cierto es igual de chingón que tú en el cielo, que esa vieja, desde antes que yo la conociera, ya era bien cusca; además, recuerda que puedo abstenerme de votar por ti en las próximas elecciones para elegir Patrón del Novenario y ya, no la hagas más de pedo, mejor vamos por otro pomo porque éste que compré yo, con la raya del sábado, ya chupó faros.
Martín Campa Martínez

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