YA NADIE ESCRIBE CARTAS DE AMOR
(Parte 1 de 2)
“Que yo sufra mucho carece de importancia comparado
con el problema de que no seas capaz, mi querida Lou, de reencontrarte a ti
misma. Nunca he conocido a una persona más pobre que tú. Ignorante pero con
mucho ingenio.”
Carta
de Friedrich Nietzsche a Lou Salomé (fragmento).
Antes
del tiempo de las comunicaciones instantáneas, existía algo llamado carta. Una
hoja de papel o varias, bolígrafo, lápiz o el romántico tintero con su pluma –que dejaba los dedos manchados como
testigos y cómplices- conformaban los
materiales más o menos comunes para dejar una impronta en el receptor de la
esperada carta. Algunas eran de amor. Otras eran largas misivas con historias
cotidianas, remembranzas, relatos oníricos, cursilerías y, a veces, poemas
plagiados o propios. Hoy en día, dicen, ya nadie escribe cartas de amor.
En
al taller literario Diezmo de Palabras nos dimos a la tarea de escribir
algunas. Para la novia, esposo, amigo, amante, pareja o dispareja, hijos o
nietos. En todos los casos son los mensajes íntimos que nacen de la fraternidad,
de las verdaderas amistades, del cariño y, sobre todo, del corazón.
A
iniciativa del poeta Juan Manuel Ramírez Palomares, compartimos estos textos
con destinatario específico, pero de quien hemos reservado su identidad para
que usted, apreciable lector, los comparta con la persona que aprecie, o los
lea para su propio interés. Las cartas fueron leídas públicamente en la Casa
del Diezmo el viernes pasado y atadas a un globo, que las llevaría a quién
corresponda. A esa persona que tal vez necesitara que alguien, a través de un
simple papel, le llevara un mensaje de amor y de amistad. Vale.
Julio
Edgar Méndez
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AMIGO
MÍO:
Día
a día te regué con mis pláticas y creciste al cuidado de todos los de esta
casa. Siempre estuviste presente en nuestros buenos momentos y también en las
penurias. Cuando la vida se llevó a mi compañera y los hijos se marcharon, me
quedé igual que mis fotografías antiguas, indefenso como todos los solitarios
que deambulan por el mundo. Mas un día, que agradable sorpresa me diste,
estabas ahí, lo recuerdo, derramándote de sol y azahares. Te volviste fruto
grande y sublime, jugoso deleite para aliviar mis angustias. Amorosa alegría y
oro espléndido eran la frescura de tus frutos. Y te veías erguido, solemne como
tus hojas, desafiando siempre a los chubascos y a los rayos que tronchan la
memoria, mientras yo seguía lleno de pesares, empolvadas añoranzas y vientos
enfermizos. Y ahora, imponente amigo, que el tiempo ha llegado a desmoronar por
completo mi nombre, somos engranes de la misma sombra, respiramos la misma
sencillez de la llovizna y compartimos el mismo canto de las nubes. Y si algún
día vienen mis hijos o mis nietos a ocupar esta casa, reconfórtalos, pues sólo
encontrarán el fulgor de mis recuerdos enverdeciendo al igual que la humedad de
tus raíces.
Martín
Campa
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AMIGO
RAMÓN:
Aunque
nos vemos poco, siempre ha existido ese lazo de amistad que nos une desde hace
ya muchos años. Tú sabes que estoy aquí y yo perfectamente sé que estás ahí. Nunca he dudado de nuestra amistad. El que no nos
frecuentemos no significa que hemos perdido la amistad. Cuando nos vemos,
sentimos como si nos hubiéramos dejado de ver solo unos días y nos ponemos al
tanto rápidamente.
De
alguna manera siempre nos mantenemos al día. Y, como siempre, coincidimos en
muchas cosas Aparte del apellido y el canto. Tú sabes bien que cuentas con mi
aprecio y no es de ahora, sino de muchos años ya. Por eso ahora que estás pasando
por este momento difícil, quiero decirte que cuentas conmigo.
Pero
lo principal de todo es que tienes a Dios de tu lado y sé perfectamente que
confías mucho en Él.
Espero
que pronto te recuperes de este mal sueño, que por algo Dios así lo ha enviado.
Necesitas reponerte rápido, porque tenemos un desayuno pendiente
y
ese sí no te lo voy a perdonar . Recuerda que tú eres el protagonista de esta
película. Y le ruego a mi señor bendito que salgas adelante, para que pronto
estemos conversando como en los mejores tiempos, hermosos tiempos que hemos
compartido. Sigue bien las indicaciones médicas. Hazle caso a quien te cuide y no
vayas a presumir de valiente; pero sobre todo, nunca, por favor, nunca te
sueltes de la mano de Dios.
Y
confiando en que la decisión de Dios será favorable te mando toda mi buena
vibra y todo mi cariño. No es muy común que entre hombres lo digamos pero,
amigo, te quiero mucho. Espero vernos pronto
Tu
amigo,
Lalo
Vázquez G.
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A TI
Anocheció
y tuve de ganas de escribirte ¿Por qué lo hago? No lo sé, tal vez como catarsis a mis desequilibrios o
para desfogar todo lo que llevo adentro. Lo he hecho ya varias veces cuando
estuve en situaciones parecidas y vaya que me ayudó el baño con letras frías,
aunque tengo ¨tristeza” e “indiferencia” en mis labios como rescoldo.
Otra
vez sólo, más vacío, más envuelto en la nada, más dueño y propiedad de nadie,
más inconcluso, más alicaído y triste. Llegará otra vez el tiempo de alardear,
alardear y pegarle un puñetazo al aire. Te lo dije, soy una brasa en la palma
de la mano que se consume y hace daño, ¿Quién me soporta, mientras el fuego
evapora mis nostalgias?
Nunca
me recuerdes, encierra mi imagen por siempre y para siempre en el olvido, no
quiero ocupar espacio, borra mi archivo en tu memoria, en tu disco duro, entiérrame, clausura mi tumba y no
pongas flores, cuando llegue otro a tu vida no quiero que encuentre cruces
tiradas por todos lados y tropiece con los escombros de los amores que tuvimos,
quizá barra todo y vaya a dar yo con
todo a la basura, no es necesario arriesgarse, olvídame.
Tú
no me pidas lo mismo, es imposible olvidarte, una sibila grabó tu nombre cerca de mi nariz, iba tu presencia en un puñal que clavó
profundo entre mis carnes, hasta hacerme sangrar agua; me dejaron secuelas, te
recuerdo cada noche fría y me duele hasta el cielo.
Antes
de olvidarlo debo decirte gracias, gracias por todo, es difícil tratar a un
decepcionado y aguantar sus tonterías y ridiculeces, sobran las ganas de
aventarle sus caprichos por la cara y la tentación de dejarlo hasta morir en el
amanecer diario. Tú te has portado
extraordinaria, benevolente, exacta, precisa, diplomática, sensible, amiga;
sobre todo y más que todo, excelente musa, has procurado desvanecer los
obstáculos que casi terminaban conmigo, acabaste esta angustia que sentía por
desbordar las palabras, lanzarlas al aire para ser recogidas por alguien. Ya no
tengo miedo de gritar y desgarrar conciencias, con este monstruo que habita en mi vida, con
este ente que engulle mi conciencia y profana mis sentimientos, con tal fuerza
que me sofocaba y llenaba esta existencia de una gran confusión.
Aquí
me despido de ti, no de tu recuerdo que lo llamaré cada vez que lo necesite y
se convierta en palabras o en libros; serán pegados en las paredes de mi casa,
de tu casa y de nuestra casa.
Hasta
siempre.
J.
Luz Sierra Enríquez
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A MI
PRIMER GRAN AMOR:
Te
escribo porque hablarte no quiero, no sé dónde estás y si lo supiera, estoy
segura de que no te hablaría, pero ahí donde estés te deseo felicidad.
Seguro
te preguntarás el por qué de mi misiva, si ha pasado tanto tiempo ¿más de
treinta? Ya olvide los años, por lo mismo no me explico el recordarte ayer,
será que vi a unos noviecitos como lo fuimos nosotros, ver sus caras de
ensoñación y esas miradas interrogantes y anhelantes con que se mira el primer
amor, entre sorpresa y preguntándose cómo será el llevar ese sentimiento hasta
el final del éxtasis desconocido, creo que eso fue lo que me hizo recordarnos. Tengo tatuado en el pensamiento ese primer
beso a escondidas donde al cerrar los ojos sentí tus labios como suave viento
acariciando los míos, esos destellos luminosos de luces multicolores
desparramándose en mis sentidos, el palpitar de mi corazón latiendo como reloj
deseando eternizar ese mágico momento. Mil mariposas aleteando dentro de mi
estómago sintiendo sensaciones inexploradas que me asustaban pero a la vez deseaba
llevarlas hasta el final. No puedo dejar de recordar esa maravillosa melodía de
mil campanas que con suave ritmo se introducía por mis oídos adueñándose de mi
piel haciéndola sensible a lo que desconocía.
Cierro los ojos y vuelvo a vivir esa gama de sensaciones imborrables.
Esos
besos, pero en especial ese primer beso, es lo que más recuerdo de ti; no te
hagas ilusiones solo soy una soñadora que bien puedo vivir sin ti. Lo que sí te
puedo decir es que ese maravilloso primer beso jamás lo olvidaré ya que fui yo
quien te lo dio y ayer, al mirar a esos chicos que anhelantes y temblorosos se
abrazaban, con temor y expectación juntaban sus labios en un tenue roce, no
pude evitar recordarte.
A
pesar de tu traición, a ti te di mi primer beso de amor inolvidable.
Verónica
Salazar
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MI
AMOR:
Anoche
soñé con un águila de gran tamaño que cobijaba bajo sus cálidas alas a todos
sus tiernos polluelos. Yo era uno de esos afortunados seres, que ocupaba un
lugar en el extremo de una de sus alas, bajo el abanico suave de las últimas
plumas. Mientras el resto dormitaba acurrucado al son de los latidos de su
protector, yo, allá lejos de su corazón, me regocijaba al pensar que desde esa
posición privilegiada podía contemplar, a través de mis grandes ojos de ave
nocturna, la silueta de las majestuosas
e infinitas montañas, la vastedad del mar
y la espaciosidad profunda del cielo estrellado.
Entonces,
un viento plateado emanó de entre los astros y con su agudo y armónico ulular
susurró a mis oídos ¡Vuela! Mis alas adormecidas respondieron con
prontitud y en el más tierno silencio me elevaron hacia la libertad.
En
el regocijo del vuelo reconocí en los ojos del águila tu mirada compasiva y
mientras atravesaba el túnel —desde la
vigilia hacia el despertar— escuchaba, disolviéndose a lo lejos, la dulce voz
del mismo viento preguntándome ¿Qué
posibilidades tendrán de encontrarse y reconocerse dos partículas de luz viajando a través de la
Eternidad?
Al
despertar comprendí la riqueza de tu amor. Tu amor que me cobija con ternura,
pero que no me posee ni retiene; que valora y deja inhalar y exhalar libremente
los tesoros con los que adorno la realidad.
Ha
sido un milagro que tu experiencia se cruzara con la mía y que por un sólo
instante, lo que dura un trozo de vida, pudiéramos compartir y disfrutar al
unísono los melodías prodigiosas que nuestros sentidos le cantan a la
divinidad.
¡Qué
alegría oír la voz afable de nuestra eternidad en mis sueños!
Y
mientras tú ensueñas, te pienso, te abrazo, te beso…
Soledad
Popper
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HOY
Te
escribo para decirte lo que mi corazón me cuenta.
Sucede
que me faltas. Que hay noches amplias donde el silencio se extiende hasta donde
falta tu sombra. Y el alma me dicta versos y se mete entre los huecos de las
palabras. Que amanece y de nuevo la piel se queda con hambre de tu hambre, se
muerde la voz y la traga. Y el deseo en estado líquido humedece el fruto que
dejaste sin morder, en el mismo jardín donde la hierba canta todavía.
Se
quema la tarde y se consume el beso en el fuego de la espera.
Que
esta distancia me convierte en no más que trozos de infinito.
Así
que respóndeme una sola cosa...
¿Cuándo
volverás?
Diana
Alejandra Aboytes Martínez
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AMIGA:
El
atardecer de mi vida ha llegado. Y hoy quiero decirte que estás en mi corazón,
porque vives en el paisaje de mi infancia,
mi adolescencia y mi juventud.
Lo
llevo graficado en el recuerdo por infinitas emociones que juntas llegamos
a
sentir. Eres maravillosa compañía. Fuente de alegría y confianza. Me gusta
gozar de tu sonrisa, pues refresca mis inquietos momentos de tristeza.
Te
llamo y de pronto surges como flor hermosa en mis desiertos.
Sé
que algún día el agua de mi rió no fluirá por esta tierra y me convertiré en
dibujo del pasado. Espero que en tu mente me pintes de bellos colores y me
guardes en el rincón de tus riquezas, que es tu bello corazón.
Ya
que para mí, ahora, somos sol y luna, en el infinito mundo del amor.
Con
cariño para ti.
Laura
Margarita Medina
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