domingo, 4 de junio de 2017

SIZIGIAS Y CUADRATURAS LUNARES...


SIZIGIAS Y CUADRATURAS LUNARES...
-Segunda Parte-
Manuel Antonio de Rivas

El título original de este maravilloso relato es, “Sizigias y cuadraturas lunares ajustadas al meridiano de Mérida de Yucatán por un anctítona o habitador de la Luna y dirigidas al Bachiller Don Ambrosio de Echeverría, entonador que ha sido de kyries funerales en la parroquia del Jesús de dicha ciudad y al presente profesor de logarítmica en el pueblo de Mama de la península de Yucatán; para el año del Señor 1775”. Esta es la segunda parte, la primera parte fue publicada el domingo 16 de abril de 2017

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Ido el destacamento infernal, monsieur Dutalón pidió, con un modo muy obligante, se le diera una instrucción para correr todo este hemisferio y su opuesto, y notar lo más excelente que encontrare en el orbe lunar. El Presidente del Ateneo compendió el itinerario en pocas palabras, diciéndole: monsieur, nosotros sabemos, por repetidas observaciones, que el diámetro verdadero de la Luna con el de la Tierra guarda la proporción de 33 con 121, con la diferencia de una fracción minutísima, y a este respecto es importante dividir el viaje que vais a hacer en 3 distancias, siguiendo el vertical, que pasa por el sudoeste. La primera distancia es de 132 leguas y termina en un monte de plata, que puede observarse muy bien desde la Tierra con el subsidio de la dióptrica, y aún medirse geométricamente, pues se levanta sobre el plano horizontal 296 exápedas, que hacen 2066 pies de Castilla con corta diferencia. La segunda distancia en el País de los Sordos y termina en un puente magnífico, de una estructura acabada, llamado el Puente de los Asnos, cuyo número de arcos es tal que, restado de 188 y del mismo número de arcos restando 48, los residuos o restas son como 12 con 8= 2,256 12 V 8 V 386.

Hecha la análisis conveniente, habréis pasado el puente con el gusto de saber cuántos arcos tiene el Puente de los Asnos. En la tercera distancia, cuya mayor parte ocupan los Campos Elíseos, tan famosos en la teología gentílica, se descubre una ciudad donde reside el Cherif, con todas sus casas, calles, plazas, etcétera, de plata; ni más ni menos que la ciudad que os descrive Mayoli (Sobre la fee de otro) en el coloquio 23 del libro 1; situada cerca de Bazzaín, navegando de Ormuz a Goa, en la India Oriental; toda la ciudad, de una peña cortada y excavada; con esto, monsieur, dijo el Presidente, pienso haber satisfecho a vuestro deseo. De modo que el cuadrado de la primera distancia, 132 leguas, juntamente con los dos cuadrados de la segunda y tercera distancia expresadas, suman 1,585,584. Bien sabéis, monsieur, que el cuadrado de un número es el producto del número multiplicado por sí mismo.

1a. .... ...............132 V + 2.

2a. .... ..17424.12 _ V2 + 1,585,584.

Conque, descifrada esta algarabía algebraica que os presento, vendréis a saber cuántas leguas tiene la segunda distancia, cuántas la tercera. Monsieur Dutalón se entró en su carro volante, tomando el rumbo del sudoeste y, dado el buen viaje, nos mantuvimos en el Ateneo hasta su vuelta.

Entre tanto, nosotros tomamos la gustosa diversión de colocar la ciudad de Mérida de Yucatán debajo del meridiano inmóvil de un globo geográfico, que aquí dejó monsieur Dutalón, y hallamos que su latitud septentrional es 20 grados 20 minutos, lo mismo que teníamos observado, como también su situación a la mitad del tercer clima, cuyo día máximo del año debe ser de 13 horas, 15 minutos. Y como desde aquí vemos que gira la Tierra de Poniente a Levante sobre su propio eje, a proporción del movimiento de la equinoccial terrestre le corresponde a esta península, según su paralelo, cuatro leguas españolas en un minuto de tiempo. Verdaderamente es un milagro continuado de la Omnipotencia que todos sus habitadores no sean lanzados por esos aires con un movimiento muchísimo más impetuoso que el que a la piedra da la honda pastoril por la tangente de su círculo.En esta consideración debéis padecer vértigo o desvanecimiento de cabeza permanente, que impida las funciones y reflexiones de una alma racional, dándoos, como gente sin un adarme de seso, a todo género de profanidades, al lujo, a la farándula, al dolo, a la perfidia, a la alevosía, a la simulación profunda, a la codicia sórdida, a la ambición violenta, hasta pisar descaradamente lo sagrado; una adulación fastidiosa, hasta el abatimiento; una calumnia detestable, hasta el más alto grado de malicia; una discordia perpetua entre la lengua y el corazón; una sensualidad más que brutal, que sólo con la muerte acaba; una mendacidad por herencia, una volubilidad o inconstancia por temperamento, y otras torpezas indignas de la naturaleza racional, que pueden llenar de borrones más papel que conduce una flota al Puerto de la Vera Cruz.

De intento hemos formado este panegírico, o llámese invectiva, si así lo queréis, en despique de los chistes que nos comunica el Atisbador en su carta del 5 del mes epiphi, en que dice que los pocos terrícolas que allá están por nuestra existencia dicen que sí, que somos gente, pero, ¿qué gente? Una gente sin palabra, sin vergüenza, sin seso, unos tramposos, inconstantes, lunáticos. ¡¡Miren quienes hablan!!

Vuelto monsieur Dutalón de su viaje, en que gastó cerca de cuatro meses celestes, nos manifestó el placer de que estaba penetrado de haber corrido todo nuestro orbe lunar. Monsieures, dijo, en todo el Universo no puede darse lugar más cómodo, más ameno, ni más delicioso para habitación de vivientes que adoren y alaben al Criador. Yo apuesto que si hubiera discurrido por todas estas regiones cualquiera de los que condenan como absurda la opinión de colocar en la Luna el Paraíso, de donde fue empujado el buen Padre Adán por dar gusto a una mujer (¡ojalá no se hubiera derribado a su posteridad esta fácil condescendencia!) acaso moderara su sentir. ¡Qué maravillas y bellezas de naturaleza, que aquí pasan por ordinarias y no pueden contemplarse sin estupor y asombro! ¡Qué gobierno tan dulce y acomodado a la temperie de los anctítonas! Ciertamente, allá nuestro globo terráqueo, por su constitución ha menester distinción de clases, en donde la suerte de los que gobiernan es la más infeliz; porque si el superior gobierna mal, a todos desagrada; si gobierna bien, a pocos podrá agradar, siendo muy pocos los amantes de la justicia y equidad. En fin, monsieures, ya se acerca el tiempo de subir al globo de donde vine y retirarme a mi amada isla flotante, a trazar la obra que os dije, de que a otro viaje prometo daros un ejemplar que podréis añadir a vuestros registros, o memorias.

El Presidente del Ateneo suplicó a monsieur Dutalón se sirviera pasar por la Península de Yucatán, y poner en mano propia del Bachiller Don Ambrosio de Echeverría, residente en el pueblo de Mama, este escrito, que será bien recibido por estar grabado en láminas de plata. Y monsieur Dutalón respondió que todo ejecutaría con buena voluntad; y añadió que, a otro viaje, se vería con el Bachiller Echeverría, de quien recibirá órdenes para el globo de la Luna; porque quedamos muy obligados.

Y a mí, el presente Secretario, mandó el Presidente del Ateneo Lunar, diera fe de todo lo dicho y obrado y lo firmara de mi nombre, lo que hago hoy 7 del mes Dydimón, de nuestro año del incendio lunar, 7,914,522.

Señor Bachiller
Por mandado del Presidente del Ateneo Lunar.
Remeltoín Secretario




Viaje fantástico y escolástica inquisitorial:
el derrotero lunar del fraile Manuel Antonio de Rivas
(Fragmento de ensayo)*
Carolina Depetris

En Yucatán, hacia el año 1773, miembros de la orden franciscana denuncian al fiscal del Santo Oficio una serie de irregularidades cometidas por un miembro de su comunidad, el fraile Manuel Antonio de Rivas. El proceso se conserva en el Archivo General de la Nación de México, bajo el rubro “Inquisición”. Durante años, los religiosos compañeros de Rivas, probablemente ante la posibilidad de ser éste nombrado Provisor, insisten en una serie de acusaciones que el Santo Oficio revisa a través de sus comisionados en Mérida para castigar al denunciado si resulta culpable, o eventualmente a los denunciantes por delaciones falsas. Las acusaciones son variadas: dicen, por ejemplo, que negaba la existencia del Purgatorio, que profanaba las imágenes, que injuriaba a sus compañeros de orden, que no se confesaba ni asistía al coro ni a misa. Rivas, educado en el Colegio de Alba de Tormes, estudioso de las matemáticas, tenía “mordaz ingenio”, generalmente dividía “a todos con su lengua infernal” y utilizaba expresiones tan “opuestas a la fe y buenas costumbres” que obligaba con frecuencia a su interlocutor a “huir por el horror”. Priman, en medio de estas imputaciones, dos mayores que tienen que ver, curiosamente, con el ejercicio de escritura: primero, es acusado de escribir unos pasquines en lenguaje soez y en lengua maya que aparecieron pegados en lugares públicos de Tekax, donde denunciaba la mancebía de algunos compañeros de orden con mujeres de la región. Segundo, le atribuyen haber escrito un almanaque precedido de un apólogo donde toca algunos temas urticantes para la Iglesia, como la modificación de la geografía teológica, la posibilidad de existencia de otros mundos habitados fuera de la Tierra, la potencia cognitiva de la física experimental y la realización de viajes celestes. Este breve cuento lleva por título “Sizigias y cuadraturas lunares ajustadas al meridiano de Mérida de Yucatán por un anctítona o habitador de la Luna y dirigidas al Bachiller Don Ambrosio de Echeverría, entonador que ha sido de kyries funerales en la parroquia del Jesús de dicha ciudad y al presente profesor de logarítmica en el pueblo de Mama de la península de Yucatán; para el año del Señor 1775”. El relato tiene la forma de una epístola dirigida por un habitante de la Luna al Don Ambrosio de Echeverría, quien está en Yucatán. El “anctítona” informa que recibieron una carta en la Luna escrita por un terráqueo, un observador de la dinámica lunar, con fecha “5 del mes epifi del año de Nabonasar 2510”. Se desconoce cómo llegó esta carta desde la Tierra a la Luna, pero en ella el atisbador revela enorme erudición en la observación selenográfica, algo que despierta en los habitantes lunares la necesidad de compensar esta gentileza reuniendo a sus mejores conocedores de la historia del globo terráqueo en un congreso. Estos científicos revisan los cómputos del atisbador y los encuentran exactos, pero algunos advierten que los cálculos arábigos o mahometanos de las neomenías pueden recordar “a los cristianos la religión de una canalla brutal, que profesa una secta del todo opuesta a las reglas suaves del Evangelio”. Sin embargo, el narrador epistolar agrega que otros científicos lunares no estuvieron de acuerdo con esta apreciación y no dudaron mantener que estos cálculos no debían desagradar a los amantes del saber. Lo mismo ocurre con las neomenías del año judaico, criticando la espera judía del Mesías pero aceptando que los cálculos realizados por el atisbador al respecto resultan correctos y deben apuntarse, se desvinculan de la controversia dejando que los judíos modernos se entiendan con otros terráqueos en sus disputas religiosas...

... Los inquisidores, apelando a la autoridad de la Biblia y de los padres de la Iglesia declaran falsas y erradas las declaraciones de Rivas en su cuento: Sizigias y cuadraturas es un escrito repleto de supuestos heréticos. Por ello, concluyen, su autor merece ser juzgado. La acusación formal se hace el 20 de febrero de 1776. Un año más tarde, el 9 de julio de 1777, el calificado Diego Marín de Moya formaliza la defensa del cura. Esta defensa es interesante porque se sustenta en el carácter imaginario del cuento y en las características del género apologético. Con la misma retórica escolástica que los acusadores y obliterando como ellos la filosofía moderna que se esconde en el cuento de Rivas, Marín de Moya se concentra en hacer valer el uso didáctico de la fantasía en los apólogos, tal como aparece en la Biblia y en una prolongada lista de autoridades, tanto gentiles como cristianas. Comienza su alegato con un argumento aplastante: el primer apólogo fue dictado, dice, por Dios y aparece en el Libro de los Jueces. Los apólogos, continua, han desde siempre significado con cosas fingidas las verdaderas para así “corregir vicios y costumbres [...] de los hombres”, por lo que no es dable sostener que sus afirmaciones son falsas porque sencillamente responden a la fantasía. Pasa luego al controvertido tema de la geografía del infierno: la existencia del infierno es cosa cierta y decidida por las Sagradas Escrituras, pero ni la Iglesia ni los autores sagrados se pronuncian sobre su ubicación. Así y todo, arriesga el calificador que, en el sistema copernicano, “el sol estaría en el punto más bajo de todo el universo” por lo que, quien desde la Tierra va al empíreo, sube, y quien va al sol, desciende...





Texto publicado en El Sol del Bajío, Celaya, Gto. 

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